SI ALGUN DIA MUERO…?
Afranio Parra Guzmán
Siloé, 17 de diciembre de 1985
“La muerte es una diosa destronada, y yo, guerrero total, siempre he buscado su favor. Mi cortejo persistente se confunde con su poder de encantamiento. Algún día esta unión eterna se consumará y así le entregaré parte de su dignidad.
Ese día será de luz y solo que recordarán lo que amo, los que siempre me acompañan y de cuya sabia bebo para encontrar la tensión serena que todo guerrero debe lograr para intuir en todo momento el instante del salto al vacío, el del verdugo. Ese día también ha de colgar de mi cuello los símbolos de la fuerza y la transparencia: el cuarzo y el comillo del jaguar.
Soy un jaguar como todo americano. Soy el heredero de su fuerza nueva que luchará hasta más allá del límite de la vida para instaurar en nuestra patria americana la libertad, la justicia y la felicidad, pilares de lo que yo llamo el templo del jaguar.
He dicho que solo me acompañarán los que amo. Nadie más debe estar en esta mi fiesta solo los labradores de todas las tierras y todas las industrias en cuyos callos se escribe la historia en letra tan menuda que los poderosos no se molestan en leer.
También han de estar aquellas hermanas mías obligadas a vender su honor y su tristeza a cambio de pan: y que fueron el escudo que ningún ejército pudo mellar en la epopeya inédita de Siloé. Al lado suyo estarán los zapateros junto a los tenderos; las galladas, los combos revueltos con pordioseros y los emboladores a quienes nunca puse ante mis pies, los loteros, los pobres de todos los colores, el pueblo.
Y los niños, nuestros niños, única garantía de que el mundo perdure porque son el futuro del futuro continente de la esperanza.
Como quiero fiesta quiero música, de la que toca el pueblo en las tiendas y cantinas. No entiendo la música de salón. Por eso las notas que inundarán el modesto cuarto donde reciba a mis amigos han de repetir lo que canta el pueblo.
Qué no quiero? No quiero trajes finos ni perfumes caros enrareciéndome el ambiente. No quiero autos de lujo obstruyendo el paso de la gente ni joyas luciendo comigo como pretexto.
Delante mío no desfilará ningún prohombre, ningún notable, ningún dueño, Ningún rico, ningún importante porque para mí lo único importante es mi gente. No invito a mis fiestas a quien no quiero.
Finalmente quiero resolver el acertijo que todo guerrero debe logar y es como perdurar para llegar a la meta que se propuso.
El cuerpo es el templo del hombre. Cuando la muerte decida ser para siempre mi compañera quiero devolver mi cuerpo al pueblo para que siga cumpliendo su voluntad. Solo quiero entonces como último deseo, ser embalsamado y no desaparecer sino cuando el objetivo que me impuse sea alcanzado.