ASI FUE SU CAUTIVERIO
Gómez Hurtado pidió materiales para dibujar. Prefirió el carboncillo y la acuarela. Los pinceles eran de primera calidad, ("los compañeros que compraron eso estaban escandalizados con los precios., pero bueno... tocaba"). Primero pintó sus propias manos. Luego, su rostro, ayudado por un espejo que reflejaba su imagen. Pero los guerrilleros le dijeron que se veía muy demacrado. Entonces, comenzó a hacer caballos, que merecieron muy buenos comentarios, al punto que ahora el M-19 espera una buena oportunidad para organizar una exposición con las pinturas.
Gómez Hurtado prefirió escribir a mano, hacía cartas muy emotivas para su familia y el único requisito dentro de la libertad que tenía, era no dar pistas. También redactó ensayos sobre la situación nacional e impresiones cotidianas sobre su relación con los guerrilleros. Uno de sus captores era una muchacha con la que logró un trato muy familiar. Las carcajadas de la muchacha lo contagiaban y alegraban sus ratos. Fue ella quien le regaló una biblia al despedirse, el 20 de julio.