¿ PROCESO DE PAZ ó ACUERDO ENTRE ACTORES ARMADOS ?
Por: Comunicadorxs Populares / Sakina Iwoka –Bogotá, D.C., Colombia
El gobierno nacional Colombiano, en cabeza del presidente de la República, Juan Manuel Santos, dio a conocer al país los avances y resultados que hasta la fecha han arrojado las conversaciones que vienen sosteniendo, de manera secreta con los máximos representantes de las guerrillas FARC-EP – desde antes de la “caída” de su comandante Alfonso Cano - sobre el tema de la Paz.
Ante el anuncio formal del inicio de un proceso de negociaciones entre el gobierno nacional y la insurgencia armada, que conduzca a la tan “anhelada paz en Colombia”, no se hicieron esperar los politólogos, los “violentólogos”, los “pazólogos”, para “mojar” micrófono y “copar” pantalla, con sus análisis y verdades oraculares.
La tarima está montada, la escenografía está lista: la oligarquía Colombiana a través de sus voceros: los gremios económicos, financieros e industriales, los políticos “nuevos” y tradicionales y de todas las vertientes partidistas, pero de la misma “orquesta”; los medios de comunicación masiva con su poder desinformador y creador de verdades y formas de pensar.
También en el estrado se encaraman los “beneficiados y agradecidos” gestores de los procesos de desmovilización de los 90s, que hoy disfrutan de las “mieles de la democracia”. Tampoco se quedan atrás, a pesar de la alharaca, las expresiones de la extrema derecha y de la criminalidad legal en cabeza del “pacificador Murillo” y mayor terrateniente Álvaro Uribe Vélez; en fin, el “reallity” va a comenzar y las “personalidades representativas” de sus propios intereses, a empujones tratan de acomodarse para las fotos de o para la “prosperidad”, así sea desde la “oposición”.
Pero más allá del “boom” mediático, ¿cuál es la realidad que vive el pueblo colombiano y que está más allá de los cinco puntos acordados? ; ¿Cuáles son los “puntos a discutir” más allá de los que ya se han cumplido o discutido, como decía el representante de los comerciantes? : Veamos:
DE CARA A UN DRAMA HUMANO:
*Nuestra geografía Colombiana tiene una extensión terrestre de 1’141.748 Km2 ocupando el cuarto lugar entre los países de Suramérica, el séptimo en América y el número 25 del mundo. Cuenta con 2900 km de costas, de las cuales 1600km se encuentran en el mar Caribe y los 1300km restantes en el Océano Pacífico.
*Colombia, con una población de 45.3 millones de habitantes, ocupa el nada honroso 1er. lugar de América Latina en desigualdad social, siendo, paradójicamente, el 3er. País en América Latina de tener el más alto PBI, (Producto Interno Bruto), y el 4º a nivel mundial. (Su Índice Gini es 0,58, siendo el 0 la máxima igualdad y el 1 indica la desigualdad absoluta),
*Según la Rev. .Económica Supuestos, en Colombia más de 30 millones de personas se encuentran en estado de pobreza y alrededor de 8 millones viven en estado de indigencia (habitantes de calle). Esto es alrededor del 66% de nuestra población se debate entre la pobreza y la indigencia.
*La población infantil (de o a 14 años de edad) asciende a 11 millones 950 mil, - el 26% de la población total - de los cuales, según datos de la UNICEF y la CEPAL al 2011, cerca de 6 millones de ellos viven en condiciones de pobreza, mientras que un 15,6 %, casi 2 millones de niñas y niños, crecen en extrema pobreza o indigencia (habitantes de la calle),
* La pobreza rural en nuestro país es más profunda que la pobreza urbana y la indigencia rural se duplica a la indigencia urbana.
*Según informe del PNUD (programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), en lo rural, la propiedad de la tierra está altamente concentrada, El 0.4% de población es dueño del 62% de las mejores tierras, en tanto el 97% es dueña de un 24% de la tierras distribuidas en pequeñas cantidades y de baja calidad productiva. (En esta desmesurada concentración de territorio rural, figuran nombres de terratenientes como los señores Víctor Carranza y Álvaro Uribe Vélez, quienes a sangre y muerte han logrado, desde la legalidad del Estado Colombiano, el control de tierras).
*Cifras oficiales, dan muestra que solo el 37% de las tierras son utilizadas, esto es que hasta hoy siguen estando sin utilizar entre 9 y 10 millones de hectáreas aptas para la agricultura. Mas de 4 millones de tierras han sido arrebatadas a los campesinos, indígenas y afrocolombianos a sangre y fuego mediante una guerra dirigida a desalojar los territorios, dejando hasta hoy cerca de 4.500.000 (cuatro millones quinientos mil campesinos) victimas de desplazamiento forzado, de los cuales el 65 % de ellas son menores de 25 años y el 14 % menores de 4 años. (Datos de CODHES), quienes llegan a engrosar los cordones de miseria en las principales urbes en calidad de indigentes.
Bien, estos “someros” rasgos apenas sí dejan entrever la grave situación social y política por la que atraviesa nuestro país, y que ya tomó rumbo a Drama Humano.
Realidades tan aberrantes como estas, sólo pueden ser obra de un modelo económico perverso para la humanidad y para la vida misma, como lo es el Capitalismo, con su máxima expresión “el neoliberalismo” (privatización del estado y sus funciones e imposición del capital especulativo/financiero).
La imposición y el sostenimiento de ese modelo en nuestro caso colombiano, además de ser agenda de mandato desde el Consejo de Estado Norteamericano –Imperio- y su banca multilateral, se da gracias a la existencia de -estructuras de Poder Oligárquico antidemocrática que con leyes –sistema judicial- y con sangre –cuerpo militar y paramilitar- reducen, someten o aniquilan cualquier vestigio de Dignidad Popular.
LOS “ANTIGUOS” IMPONEN LO SUYO EN LAS NARICES DE LOS “NUEVOS”
No está de más recordar que este torrente de medidas que dieron vida al Neoliberalismo en Colombia y sus nefastas consecuencias inhumanas, se dio teniendo como antesala la desmovilización de 5 grupos insurgentes a principio de los 90s y a la luz de la Constitución Política del 91, que ajustó jurídicamente el estado a los intereses del capital transnacional, que obró como “ejemplo” para la posterior implementación en los demás países del continente y Centroamérica.
Los partidos políticos o sectores de izquierda que se constituyeron, a la luz de estos acuerdos de desmovilización, en muy poco han servido para frenar estas medidas y sí por el contrario, el drama social y humano se ha profundizado desde los 90s en las narices de estos nuevos protagonistas políticos que han logrado ingresar y enquistarse en los escenarios parlamentarios, jurídicos y administrativos locales y regionales del Estado, incluyendo a la capital del país. Ojalá esta experiencia no se repita y nuevas frustraciones se sumen al rosario de las existentes.
EL DEBER SER: UN PROCESO DE TODAS Y TODOS
Desde estas líneas y desde los barrios que a diario nos caminamos, hacemos un llamado a que la insurgencia y las clases dominantes reconozcan su nivel de ilegitimidad, y con grandeza de patria ofrezcan la mesa de conversación que en octubre se instala, al servicio de la voluntad y de las aspiraciones populares.
Un país Digno, Soberano y Democrático, se construye entre todas y todos las mayorías que lo conformamos y lo luchamos. Y no propiamente con la esencia guerrerista, antidemocrática que muy bien encarna los voceros del gobierno de Santos: Humberto de la Calle, el presidente de la asociación de industriales, Luis Carlos Villegas; el policía general retirado Oscar Naranjo; el general retirado Jorge Enrique Mora Rangel; el ex ministro de Ambiente y ex comisionado de paz, Frank Pearl, Esta es una comisión que representa muy bien a esa minoritaria clase dominante que, con su modelo económico y su aparato militar y paramilitar, son los responsables directos de este drama social y humano que padece el 70 % de la población colombiana. Hasta la edición de la presente nota, en la “mesa de negociaciones” brilla por su ausencia, el País Nacional, la verdadera Colombia.
Este proceso que se inicia, confiamos, no sea un momento que les resuelva el futuro y les de “bienestar” a los protagonistas de la lucha armada de más de 50 años, y que riesgosamente, conlleve la lógica del acomodamiento y posterior cooptación de unos pocos, dejando, nuevamente, a las mayorías populares, en un simple papel de espectador o de invitado de piedra,
Un acuerdo y una posible desmovilización militar insurgente DEBE SER, con grandeza y gallardía, producto de un PACTO NACIONAL, del que en consenso se diseñe un modelo económico humano, que dé vida a un nuevo sistema de salud, de educación, a un nuevo sistema político, a una política estatal agraria donde la tierra sea para el que la trabaje y al servicio de la soberanía y seguridad alimentaria, a un nuevo sistema judicial, que posibilite una forma equitativa de distribución del presupuesto nacional, en fin, un nuevo país administrado sobre la base de un Modelo de Desarrollo Económico Humano para el Buen Vivir. Qué no se quede nadie por fuera de este compromiso histórico para el futuro de las nuevas generaciones: todas y todos los compatriotas, organizados y no organizados, sin distingos algunos, desde todos los diversos escenarios sociales y territoriales, DEBEN ser, con sus iniciativas, constructores de un MANDATO popular, animadas y animados `por la esperanza y la certeza de que éste sea insumo vital, NO secundario, para el desarrollo de un verdadero PROCESO DE PAZ, que hace mucho tiempo, este anhelo superó la soberanía insurgente y estatal.
Es otro momento para sembrar nuestra patria de Poder Popular. Ese es el DEBER SER del hoy y que trascienda la coyuntura hacia el Refundar de la Nación.
Por: Comunicadorxs Populares / Sakina Iwoka –Bogotá, D.C., Colombia