Abril de 1987
Señor
Jaime Castro
Exministro de Gobierno
E. S. M.
Señor Castro:
He leído que el Gobierno no ha querido nombrarlo embajador ante las Naciones Unidas. Cuenta D'Artagnan en El Tiempo que usted ha sido sometido a "una humillante espera, inelegante y poco digna", que ha "pagado las duras y las maduras en el costoso frío de una ciudad inclemente como Nueva York”, y que a pesar de todo "nadie se apiada" de usted. Con otros datos similares, la revista Semana nos completa el panorama de su caso.
Si lo que usted buscaba con esta campaña de prensa era romper el corazón de los colombianos, lo ha logrado.
Ha hecho usted uso de sus mañas politiqueras enviando amistosos mensajes secretos a Carlos Pizarro, buscando la clemencia del partido Liberal, intrigando con sus amigos periodistas, haciendo circular versiones amañadas. Todo sin resultado. Ciertamente han sido ingratos.
Lo que usted no quiere entender es que el asunto tiene más fondo.
La pequeñez histórica con que el Gobierno anterior manejó la tregua le está costando a Colombia un baño de sangre. No fue suficiente la voz de millones de demócratas que veían en el Diálogo Nacional el camino para resolver civilizadamente las diferencias. Usted, uno de los principales responsables de esa miopía suicida, tiene la obligación de evaluar su obra frente a los colombianos. No le apueste al olvido.
No representó usted en el Gobierno anterior a todo el partido Liberal, sino que se convirtió en el vocero de los sectores más reaccionarios y en la cara civil del general Vega Uribe, de “Miguel”, como se preciaba de llamarlo. Porque en el partido Liberal, así como en el Conservador, tuvimos entonces y mantenemos hoy buenos amigos, demócratas con suficiente perspectiva para entender la importancia de un momento histórico que usted se vanagloria en enterrar.
Hoy, en vez de estar pasando una burocrática cuenta de cobro, gane altura, enfrente la situación con dignidad y coraje, responda ante el país por lo que ha callado de su actuación en el Gobierno anterior, que tanto usted como nosotros conocemos bien. Desande el camino antidemocrático que transitó como Ministro. Intente sumarse honestamente a quienes desde las instituciones siguen creyendo en la necesidad de una paz negociada en Colombia.
La hora crítica que vive el país no da para lagartear puestos de diez mil dólares mensuales. Pero si ese es el alcance de su vuelo, bien puede utilizar esta carta como nuevo argumento para que le den su embajada.