Por José Yamel Riaño
20 de marzo de 2012
Afortunadamente los colombianos todavía tenemos la capacidad de sorprendernos. Todavía nos parece mentira ver a tanta gente de cuello blanco judicializada por delitos contra el erario. Definitivamente, ni el narcotráfico ni los grupos armados ilegales producen tantas noticias criminales como la corrupción. Contrasta esto con los buenos rendimientos del capital financiero nacional y extranjero. Ningún otro renglón de la economía produce tantas y tan buenas noticias, para su sector, como lo hace el Bancario.
Para decirlo de alguna manera son esas dos fuentes de noticias las líderes en los programas noticiosos, que coinciden con los sectores de mayor poder en el mundo. Si observamos en el plano internacional, de lejos es el sector financiero el hegemónico en el sistema capitalista. Hoy por hoy, es el que define el futuro de los pueblos y no hablamos de cualquier país, hablamos de los Estados Unidos, de los países europeos, y de los países capitalistas del lejano oriente.
En Colombia, parece que la corrupción tiene mayor fuerza mediática que la bancaria mientras que en los países desarrollados es el dinero quien pone las condiciones. A nosotros, como a los habitantes de los países desarrollados, nos invade un sentimiento de indignación general que no lo resuelven los gobiernos de turno como tampoco las ideas políticas hegemónicas en ninguno de los contextos. Pero todos sabemos que si un sistema no es capaz de resolver sus propios y fundamentales problemas, termina en la barbarie o busca nuevas respuestas.
Ahora, si tenemos el mismo sentimiento de indignación y los problemas fundamentales son los mismos, entonces, hay allí un rasgo común para los pueblos en vías de desarrollo al igual que para los desarrollados, como ni ellos ni nosotros podemos esperar a que la barbarie se apodere de nosotros, debemos y podemos buscar nuevas respuestas.
Eso quiere decir que quien está en crisis es el capitalismo y por tanto, no es en su interior donde encontremos las respuestas que buscamos. De otra parte el socialismo ya cumplió su ciclo y se derrumbó. Solo algunos países continúan su senda pero con problemas fundamentales sin resolver.
Nos corresponde entonces, buscar las nuevas respuestas en otros espacios, de pronto en lo desconocido, es posible que nos toque que inventar, es casi seguro que estemos hablando de sistemas desconocidos pero hoy, parodiando a Morín, somos los llamados a denunciar aunque no podamos enunciar.
Si somos concientes de nuestras limitaciones, si convocamos a la denuncia, si no nos auto llamamos revolucionarios sino rebeldes, si somos concientes de la degradación de la democracia por parte de los que detentan el poder, pero tampoco tenemos una respuesta para lo que sigue a la denuncia aunque la busquemos incesantemente, si no nos contentamos con decir, sino que hacemos política participativa, si volvemos por la senda señalada por Bolívar, Galán, Gaitán, Bateman o Pizarro, entonces seremos optimistas con nuestro futuro; seremos progresistas.
Ahora, lo que no podemos es aceptar que nuestras limitaciones nos inmovilice, por el contrario, los progresistas no podemos avanzar sino es democratizando nuestras vidas, es decir, luchando por las reivindicaciones mas sentidas, ganando espacios para nuevas luchas, acumulando poder participativo para ganar nuevos espacios en busca de nuevas respuestas capaces de resolver los problemas de corrupción y de dictadura del capital financiero sobre el resto de habitantes de nuestra Colombia ligada a los pueblos de América Latina, y el resto del mundo.
Lo nuevo en política es el reacomodo de fuerzas y una propuesta que no se busque enemigos donde no los hay, que por el contrario convoque a la participación masiva, que entienda que el capital financiero explota y ahoga a todos los demás sectores de la producción y que la corrupción se engrandece con los dineros públicos que son sagrados, está llamada a ser la propuesta respuesta a las crisis de los sistemas en el siglo XXI.