(A propósito del último rifirrafe en el Polo)
Por: Rafael Cuello Rámirez
Fecha de publicación: 23/08/10
http://www.aporrea.org/internacionales/a106576.html
Introducción
En el documento que escribí una vez transcurridas las elecciones para escoger el Congreso de la República expresé “Lo primero que habría que señalar es que el partido POLO DEMOCRATICO, como proyecto político de izquierda democrática, a pesar de algunos errores, problemas a resolver y bajones, sigue teniendo vigencia y un futuro posible, siempre y cuando se corrijan algunas situaciones y se retome el rumbo, ello es posible, solo sí, repito, se timonea en el camino correcto”.2
De ese momento a la fecha, ha trascurrido un tiempo y se han dado unos hechos que sin lugar a dudas se alejan sustancialmente de lo que se planteó en el documento en comento. Hechos que nos permiten –dado su valoración- atrevernos a lanzar al aire la tesis que el POLO está llegando a un punto de quiebre como proyecto político alternativo.
LA HISTORIA UNA VEZ COMO COMEDIA, OTRA COMO TRAGEDIA.
La historia reciente del POLO DEMOCRATICO como partido de izquierda, dice que hemos tenido la oportunidad y el reto de haber realizado dos consultas ciudadanas constitucionales y estatutarias para elegir candidato presidencial; en la primera con Carlos Gaviria Díaz y Antonio Navarro Wolf, como contendientes y la última, otra vez Carlos Gaviria Díaz y Gustavo Petro Urrego.
El ganador de la primera contienda fue Carlos Gaviria, de inmediato todo el partido se colocó a discreción de su campaña incluyendo a Antonio Navarro quien fue su jefe de debate; pero de igual manera, Carlos Gaviria exigió como legítimo ganador de la consulta, la presidencia del Polo Democrático, situación tal que nos llevó a convocar de urgencia una sesión del Comité Ejecutivo (Reunión de la CALERA) en donde luego de una intervención del compañero Gaviria en torno del por qué exigía la presidencia del POLO, entre otras, “que él se había sometido a unas reglas del juego y ganó la consulta lo que lo convertía en jefe y líder del Partido; y ante la propuesta de algunos miembros del Ejecutivo en el sentido que asumiera un cargo honorífico como el de vocero nacional del Polo, reacciona y expresa que él no es la virgen María para tener cargos honoríficos y en tal sentido debía ser el Presidente del POLO”, situación que nos llevó a solicitar un receso para reunirnos los dirigentes del Comité Ejecutivo que habíamos respaldado la candidatura de Antonio Navarro y que proveníamos del PDI; luego de una discusión cordial y fraterna llegamos a la conclusión que debíamos honrar los resultados de la consulta y el compañero Samuel Moreno, presidente del Polo de ese entonces debía renunciar y entregarle dicha presidencia al doctor Carlos Gaviria, como en efecto se hizo. Conclusión, no sólo nos volcamos como soldados disciplinados con ahínco, decisión y entusiasmo a sacar adelante la candidatura de Carlos Gaviria a la presidencia de la república, sino que también no titubeamos y con seriedad y responsabilidad militante ungimos a Carlos Gaviria como presidente del Polo Democrático en tanto fue el legítimo ganador de la consulta.
LA TRAGEDIA.
El discurrir de la vida del Polo, ha seguido siendo traumática. A nuestros errores y desaciertos se sumó la campaña de macartización, desprestigio, persecución y señalamientos del gobierno neoliberal y reaccionario de Uribe Vélez; indudablemente que esta suma de ingredientes nos golpeó sobremanera y los resultados están a la vista para la valoración de cada quien.
En la segunda oportunidad de la historia reciente en materia de consultas aparecen como precandidatos nuevamente Carlos Gaviria (quien había esparcido a los cuatro vientos que no volvería a ser candidato a nada) y Gustavo Petro. Esta contienda, a diferencia de la primera, desde sus preámbulos (aconteceres pre Congreso del Polo, Congreso y pos Congreso) estuvo signada por un ambiente enrarecido al interior del Polo que sumados a los avatares del desprendimiento de Lucho Garzón y otros sectores de dirigentes nacionales y regionales, más los visos de sectarismos esgrimidos durante la campaña para la consulta, caldearon los ánimos y enviamos mensajes cifrados y palpables hacia afuera, de ser una izquierda caníbal.
“Dirimido el conflicto” en las urnas y al conocerse los resultados finales que el ganador de la consulta es Gustavo Petro, cuando se creía que a partir de allí habría borrón y cuenta nueva y las aguas volverían a su cauce normal y tal como acontecieron las cosas en la primera consulta, los “perdedores” de dicha consulta con su candidato a la cabeza se pondrían a disposición del trabajo del candidato ganador y por qué no, ser jefe de debate y todos a una como en Fuenteovejuna nos lanzáramos a pelear codo a codo y palmo a palmo los escenarios y los votos para conquistar la presidencia de la república -como era lo normal-, en esta oportunidad sucedió todo lo contrario, llegaron las descalificaciones, señalamientos y desconocimientos: desde el no reconocimiento del legítimo triunfo, pasando por la macartización que Petro no era el candidato de la izquierda (declaración de Carlos Gaviria al periódico El Clarín de Buenos Aires); indudablemente que estos hechos debilitaron la campaña, generaron zozobra e incertidumbre en sectores de la sociedad, que al final y de manera oportunista trataron de enmendar integrándose a los espacios de la campaña a medias o aparentemente y en algunas regiones a último momento -pero el daño ya estaba hecho- incluso se llegó por parte de algunos dirigentes y sectores políticos a vaticinar y apostar por la debacle y el fracaso de la candidatura de Gustavo Petro como sí ésta fuese diferente a la candidatura del Polo y de fracasar él, no fracasase también el Polo sino Petro sólo. Y como fue de conocimiento público esto sí lo supo cobrar como asunto propio la derecha, que fue a quien en definitiva sí ayudaron con este actuar las “famosas corrientes radicales y revolucionarias” de nuestro querido Polo y que paradójicamente hoy son las que se oponen al diálogo entre Petro y el presidente Santos en tanto Petro no pidió “permiso” a los órganos de dirección del Polo.3
Conocidos los resultados de la primera vuelta electoral, continuaron las controversias al interior del Polo, si ayer fueron por la propuesta de una convergencia multipartidista que bloqueara al uribismo y sus continuadores, después fue por el que hacer en la segunda vuelta y las ambigüedades fueron desde la sofisticada propuesta de la “abstención activa” -que no se hacía ni en la época de la izquierda radical- hasta la campaña del voto en blanco para terminar en un hibrido acomodado y fácil.
Seguidamente se dieron los resultados de la segunda vuelta con el señor Juan Manuel Santos como solvente y aplastante ganador, las propuestas reivindicativas esgrimidas por el ex candidato presidencial Gustavo Petro de hablar y emplazar al señor Santos para que se comprometa a resolver los temas cruciales de agua, tierra y víctimas, tres temas que tienen una gran acogida y profundidad programática; ante lo cual sobrevino otra crisis y ola de epítetos, diatribas y señalamientos. Es cierto que el compañero Gustavo Petro peca en exceso de individualismo y falta de entender los niveles de organicidad existentes, lo cual no apoyamos, pero ello tampoco habilita y otorga patente de corso a dirigentes y sectores políticos al interior del Polo para arrogarse el derecho de macartizar y mucho menos, desconocer los alcances de las iniciativas y propuestas programáticas, que es él el ganador de la consulta lo cual lo convirtió en el representante natural y legítimo del partido y, sobretodo los objetivos y propósitos al emplazar al Presidente de la República electo con los tres ejes programáticos que nos pueden seguir manteniendo vigentes en el debate nacional. Llama la atención que los sectores que hoy se duelen porque Gustavo Petro haya emplazado al presidente Santos sin el “permiso” de la dirección del Polo, fue la misma que toleró y propició por omisión y acción el boicot electoral a Petro, no tiene a la fecha mayor presentación para reivindicar su actuar.
“Señalar a Petro como entreguista y conciliador con la derecha por hablar con el Presidente Santos suena a “uribismo” trasnochado si provienen de quienes no hacen el mismo reproche a las Farc, que hoy según Anncol, agencia periodística que asegura que Santos debe (tiene que) negociar con las Farc, y según la misma agencia, son las “legítimas” representantes del descontento popular y la insurgencia. ¿Por qué es ilegítimo que alguien en representación de un millón y medio de votos hable con el Presidente Santos haciendo caso del mandato de sus electores que le dieron ese estatus (se supone que no de hablar con Santos) y es el de empoderar una propuesta de gobierno que no era una simple agitación propagandística sino un programa para colocarlo en la agenda de la discusión nacional, que es lo que hace Petro al sentarse con el presidente elegido? ¿Y no es entreguismo cuando el mismo diálogo lo proponen las Farc amparadas en la fuerza de la violencia y el secuestro y con el supuesto de que representan el descontento popular? Esa “lógica de la no reciprocidad”, de la que hablaba Estanislao Zuleta, es la que crea la desconfianza en el pueblo “que no es pendejo” a la hora de la verdad. La corrección y superación de ese tipo de accionar político, como es lógico de suponer, uno no se lo puede imperar a quienes históricamente lo han aplicado “desde la épocas del maíz amarillo”, pero puede quedar bien como una propuesta política para salir del atolladero en que estamos. De ahí porque este esfuerzo de visibilizar esta situación.”4
EL FLORERO DE LLORENTE.
Los argumentos y tesis que algunos dirigentes y sectores políticos esgrimieron para reclamar como válido en la primera consulta y forzaron a Carlos Gaviria a exigir la presidencia del Polo (legitimo ganador de la consulta, por ende vocero de la institucionalidad y en consecuencia representante legal del Partido), hoy, siendo las mismas reglas de juego, esos mismos dirigentes y sectores que reclamaron ayer la presidencia para Carlos Gaviria, hoy con malabarismos, triquiñuelas y jugadas de corto vuelo pisotean esas mismas reglas de juego y negaron la posibilidad para que Gustavo Petro justa, acertada y razonablemente asumiera la Presidencia del Partido. Conclusión lo que ayer fue correcto para Gaviria hoy no lo es para Petro al decir de estos sectores; claro está, que esta posición es reflejo de lo que sucedió en la campaña presidencial de Petro: no vincularse a la campaña, trabajar por el fracaso de la misma y vincularse forzadamente a último momento dado el ascenso, contundencia y reconocimiento de la candidatura a pesar de todos los palos en la rueda introducidos.
La disculpa o “florero de Llorente”, que Gustavo Petro no es confiable para el Polo por cuanto sin “autorización” del Comité Ejecutivo emplazó y le hizo propuestas al Presidente electo Juan Manuel Santos, a lo algunos sectores le llaman “Acuerdos con Santos”, cuando el Polo lo que ha definido es la oposición total, como si ser oposición nos inhabilitara o tuviéramos que renunciar hacer propuestas al país, a la sociedad colombiana y al mismo Presidente de la República en tanto nos decimos ser un proyecto alternativo.
¿PUNTO DE QUIEBRE Y DECLIVE?
Creo no faltar a la verdad -realidad- que después del II Congreso del Polo, esta colectividad que irrumpió en el panorama político nacional con “bombos y platillos” y generó múltiples expectativas como proyecto político alternativo y de cambio en variados sectores del pueblo colombiano, hoy ha quedado reducido -lastimosamente- a un simple conglomerado de grupos y “partidos” políticos que se maneja y actúa más al estilo de los viejos partidos comunistas, esgrimiendo como férula y método de discusión y solución de los debates el centralismo democrático, a la vieja usanza de la subordinación de la minoría a la mayoría vía definición-votación (imposición), no importando quien tenga la razón, cuan objetiva y correcta sea la propuesta y que esté en juego en dichas decisiones; lo único que importa es quien impone con los votos la mayoría y las determinaciones, desconociendo que los fundamentos que posibilitaron la creación del POLO DEMOCRATICO como Partido político se soportó en el CONSENSO y los ejes de la Constitución Política de 1991, EL PLURALISMO, LA DEMOCRACIA y su esencia el ESTADO SOCIAL DE DERECHO.
Este ha sido el actuar del Polo en los últimos tiempos demostrándose hasta la saciedad que el país y sus problemas y su gente van por un lado y el Polo y sus dirigentes por otro. De allí que los respaldos y confianzas de los ciudadanos y los electores hayan mermado y los resultados electorales nos vienen relegando cada vez más; los marginamientos y retiros de dirigentes y sectores políticos importantes son notorios; pero además, que sobre la cabeza de dirigentes y personas del Polo se ciernan dudas y sospechas sobre actos de corrupción, clientelismo y politiquería, y que nos hayamos convertido en el punto de las discordias y apetitoso manjar para los medios de comunicación en tanto las tropelías internas se dirimen en dichos medios de comunicación.
Ni que decir de la crisis organizativa y el actuar del Polo en las regiones donde la tropelería, las zancadillas y el sectarismo son el común denominador o pan de cada día, mientras los problemas sociales de nuestro pueblo siguen su marcha inexorable.
Podríamos decir, que de no haber un replanteamiento, un viraje que nos vuelva a ubicar en el rumbo correcto, este proyecto político seguirá la senda andada por la fracasada AD-M19, lo cual sería un desperdicio y echar por la borda -después de 23 años- otro proyecto político alternativo y subsumir la opción de ser gobierno y poder regional y nacionalmente. Dilapidar esta única oportunidad refleja lo que es la izquierda colombiana; una izquierda caníbal que siempre “peca” por su estrechez de mira, lo cual no le permite analizar la realidad viviente y formular unas serie de respuestas a los fenómenos y crisis que esta rancia oligarquía colombiana otorga en su afán de mantenerse y aferrarse en el poder. Sí bien es cierto, que producto de la arremetida del régimen uribista después de los comicios electorales del 2006 retrocedimos, para ser totalmente honrados tendríamos que decir que si lo anterior influyó en demasía, también es cierto que los errores de esa izquierda mezquina, parca y sectárea contribuyó con su cúmulo de errores a que los fracasos se hicieran más notorios, más reales y la base social y varios sectores de ciudadanos se alejaran definitivamente del Polo, lo cual se expresó clara y contundentemente en los resultados electorales de 2010; pero de igual forma, en los grados de pérdida de confianza del pueblo colombiano en nosotros como posible proyecto alternativo.
LAS POSIBILIDADES Y EL FUTURO.
El Polo Democrático como proyecto político alternativo, aún puede tener realización cierta, siempre y cuando viremos hacia otro horizonte, no podemos seguir pensando, comportándonos y actuando como una izquierda recalcitrante, nostálgica, dogmática, anquilosada, conservadora, sin alternativas para la economía de mercado y la globalización -más allá de la línea contestaría- , no podemos seguir aceptando que al interior del Polo a estas alturas del proceso haya sectores que se sigan oponiendo a la apertura democrática hacia otros sectores no marxistas y moderadamente democráticos; en fin, sí queremos salir del marasmo y el anquilosamiento en que nos encontramos, no podemos seguir trabajando como una izquierda sin proyecto en donde su propuesta es una constante negación que pretende que lo contrario sea su programa.
Tenemos la obligación ética, moral y revolucionaria de no volverle a fallar al pueblo colombiano y sus expectativas frente a este proyecto denominado POLO, el Partido hoy es más imaginario que organicidad, aún no hemos sido capaces de dar el salto para configurarnos como un Partido de tendencias e incluso, para algunos casos electorales actuamos más como un frente; hoy así para algunos suene escandaloso hay que decir que hemos entrado en una etapa en donde dejamos de ser atractivos como proyecto político y de no corregir el rumbo corremos el peligro de subsumirnos cada vez más en los terrenos del desarraigo popular y social. Tenemos que cambiar y ser una izquierda propositiva, reconstructora, transformadora, que se plantee reorganizar la economía de mercado y redefinir el curso de la globalización. Este propósito pasa por hacer mucho más grande la ciudadanía social, “divinizar” la sociedad (es decir el ejercicio ciudadano) como se ha hecho con la divinización del proletariado y el medio para hacerlo es reconstruir las instituciones, que hoy son un vulgar remedo de las viejas instituciones republicanas; ello significa entre otras: dinamizar el mercado, profundizar la democracia, formar integralmente al individuo ciudadano y construir sujetos políticos organizados (partidos fuertes y responsables, organizaciones sociales altamente democratizadas y participativas), esto implica democratizar al máximo la vida del partido.
El PDA debe ser una fuente permanente de educación y promoción de cuadros modernos, ágiles, proactivos. Un partido que establezca lazos democráticos con la mayoría de los sectores sociales de Colombia, un partido que sea capaz de hacer que su agenda opositora sea de DIALOGO NACIONAL lo que exige una actitud dinámica, no contestaría y si muy propositiva. Hacer que las bases del partido y las bases sociales efectivamente sean participativas y decisorias. Trascender el parlamentarismo, es más, ampliar la acción legislativa a escenarios democráticos en donde se reciba las impresiones de sectores de la ciudadanía y sirvan como insumos para legislar, una especie de “cabildos abiertos” nacionales. Hacer un gran ACUERDO NACIONAL sobre propuestas de programas que no fueron ganadores en la consulta presidencial y que de manera oportunista ha tratado de recoger el presidente Santos en su famoso acuerdo nacional. Empezar a construir una especie de Frente Social y Político, no como un adefesio de camarilla, sino un verdadero FRENTE AMPLIO que nazca de la dinámica del movimiento social y político y de los sectores democráticos y progresistas del país. Estos acuerdos no deben hacerse con motivos electorales o coyunturales, sino que su fundamento debe ser para mantener vigentes los grandes propósitos democráticos del país.