por José Yamel Riaño; 21/04/13
El Progresismo en el mundo no es un partido político, tampoco un movimiento y menos una iglesia. Sin embargo, en muchos países existen organizaciones políticas y sociales que actúan como entidades autónomas y se denominan "Progresistas". El progresismo es más bien una Filosofía, una forma de vida y de ser, que denota "avances", "progresos". Es la búsqueda de algo diferente, que tiene en cuenta el pasado para aprender de él y así poder moldear el presente como la forma más segura de construir un futuro sobre bases más humanas, menos individualistas, menos segregacionistas, es decir, más incluyente, solidario y fraterno.
Queremos creer que es parte de la "Política del Amor" de la que nos habló Gustavo Petro este 9 de abril en la “Gran Marcha por la Paz, la Democracia y la Defensa de lo Público” en Bogotá, y que contó con una concurrencia de más de Un Millón de personas. Podríamos colgarle a esa política todo el movimiento social y político que se viene dando en Europa, África, Asia y América Latina, pero es este último, especialmente en Suramérica, donde el Progresismo se ha vuelto realidad en casi todos los países. Con excepción de Cuba, (cuyo gobierno no se elige con el sistema nuestro) Paraguay y Honduras, en todos los demás hay gobiernos electos como las Constituciones correspondientes lo exigen y en todos hay un denominador común; sin violencia. Es más, sus líderes están hoy gobernando porque los pueblos los han elegido y reelegido vía elecciones. Lección aprendida.
En Colombia los sectores de la derecha y centro derecha ahora liderados por el ex presidente Uribe, han controlado los medios de comunicación masivos y algunos de ellos tienen grandes intereses financieros y económicos en el territorio. Son o han sido representantes directos del capital extranjero y han usado el poder del Estado para beneficio personal, de grupo o de sector, esta aberrante situación es la causante de que nuestras gentes sean, en el contexto internacional, una de las más pobres y el sistema social el más inequitativo del mundo. Sin embargo, nosotros, el conjunto de las organizaciones alternativas, no hemos sido capaces de realizar una política que embargando al conjunto de los colombianos nos salgamos del estado de postración en el cual hemos vivido y nos enrutemos por el camino del progreso, en paz y con justicia social. Y no es problema de voluntades; está demostrado que cuando hacemos bien las cosas, el proceso nos permite avanzar y conquistar objetivos, aunque parciales.
Así sucedió al inicio de los años noventa cuando la AD-M19 obtuvo una tercera parte de delegados a la Constituyente que nos dejó la Constitución del 91. También cuando Antonio Navarro fue Alcalde y Gobernador en Nariño, igual cuando Angelino en el Valle o Jorge Iván Ospina en Cali, y ahora en Bogotá con Gustavo Petro. En fin, estos hechos han demostrado que si se puede, pero al mismo tiempo tenemos que reconocer que no hemos sabido aprovechar esos triunfos y que al final nos hemos quedado con un sabor a frustración.
Pero los hechos son tozudos y “Bogotá Humana”, como denomina Petro su administración, es el faro que nos señala el camino que buscamos. Así lo ha entendido la clase dominante y es ésa la razón por la cual no descansan un minuto en su afán porque el gobierno de Petro fracase. Afortunadamente en el seno del establecimiento existe una fisura que se está volviendo fractura y tenemos la obligación de ayudar a consolidar la división existente entre el Uribismo y el Santismo porque esa puede ser la gran oportunidad para que las fuerzas alternativas evalúen el momento, ajusten las políticas de alianzas y den los pasos requeridos para conformar el movimiento que la coyuntura reclama.
Ahora bien, ya dijimos que anteriores experiencias nos han dejado el mal sabor a frustración, lo que quiere decir que debemos revisar no solo contenidos sino las formas y resulta de gran importancia los sentires de la gente que clama por algo que no sea “más de lo mismo” . De ahí, que la tan anhelada unidad, no necesariamente tiene que pasar por la unidad de siglas entendidas estas como la suma de organizaciones sociales y políticas pues lo vivido en la AD y en el POLO son suficientes ejemplos de lo que no se debe hacer, sin que eso quiera decir que debemos pretender ser “poquitos pero puros”.
Debemos si acoger fórmulas de alianzas puntuales que nos permitan unir en la diversidad, para lo cual se hace necesario implementar una política de alianzas de mucha amplitud, muy incluyente, solidaria y sobre todo práctica. Estas han sido ideas ventiladas y discutidas en Progresistas, que todavía está en la búsqueda de caminos que, sin necesariamente repetir lo vivido, pueda, con solvencia convocar a toda la ciudadanía a la movilización por la Paz, la Democracia y la Defensa de lo Público, como lo hizo Bogotá Humana el pasado 9 de abril que le permitió a Petro explicar, qué es la política del Amor, de la cual hablaremos en próximo escrito.
De lo aquí expresado podemos concluir que vivimos una coyuntura nacional e internacional favorable a los cambios. Que es el pensamiento Progresista quien lidera en el mundo, especialmente en Suramérica, esos cambios. Que Progresistas clama por la unidad del pueblo más no necesariamente por la suma de siglas. Que la Paz, La Democracia y la Defensa de lo Público son nuestras banderas hoy y que debemos convocar al pueblo a hacer realidad estas luchas que nos permitirán Avanzar y Progresar como pueblo y como patria.