Por JOSE YAMEL RIAÑO
Lunes 5 de Septiembre de 2010
Por invitación de mi buen amigo Jairo Gómez asistí a una cena con motivo del nombramiento que el Presidente Santos hizo al abogado FRANCISCO PRADO como nuevo Zar Anticorrupción. La cosa no la hubiera comentado sino fuera por las palabras de algunos de los asistentes.
Fue emocionante la forma como los hablantes insistieron en resaltar las condiciones humanas de Pachito Prado, -como en confianza le decimos sus amigos-, Hubo una reflexión y un consenso sobre la persona y la coincidencia del cargo para el cual fue escogido en el sentido que se requiere, además de temple, mucho criterio, disciplina y honradez a toda prueba pero sobre todo, la sencillez del que sabe pero no se ufana. Eso que los hombres del pueblo no tienen que aprenderlo, ni siquiera se lo saben; son eso, esa es su esencia, eso es Pachito; un buen hombre. El nuevo Zar Anticorrupción está hecho al cargo como el anillo al dedo. Que acierto el del gobierno de Santos y Angelino, tengo que reconocerlo, y que bueno que la vida nos depare amistades como la de Pachito. Colombia tiene la expectativa de cambio y gentes como el nuevo Zar Anticorrupción son garantía de cumplimiento.
Mas allá de la alegría que nos asiste por lo arriba expuesto, es bueno extender la reflexión sobre la corrupción misma, aquí y ahora. Algunas voces autorizadas han dicho que la corrupción es el principal problema a resolver. Mayor que la violencia organizada y que el narcotráfico. Que la politiquería y que las mafias en el poder. Eso, además de la relevancia a que eleva el cargo y al personaje, nos sirve para examinar la política, es decir; los sistemas de gobernabilidad y su relación Estado-ciudadano.
Colombia, como todos sabemos, es un país rico en gentes y en recursos naturales. En cambio los colombianos en su inmensa mayoría somos pobres. Naciones Unidas nos coloca entre los tres países de mayor desequilibrio entre ricos y pobres del continente Americano y el de mayor inequidad del mundo en la población campesina. Esa no puede ser una contradicción divina, Dios no es perverso, los perversos son los gobernantes que legislan, ejecutan y juzgan como ricos-mafiosos a favor de ellos mismos. Nuestra historia Republicana, que no es otra cosa que la historia de las 49 guerras del siglo IXX y la interminable del siguiente siglo, que aún hoy sufrimos, es simplemente la confirmación de que la distribución de esa, la riqueza de todos, está mal hecha, es inequitativa, cada día enriquece mas a un puñado de gentes sin patria, ni Dios, ni Ley, mientras empobrece mas a las grandes mayorías del pueblo. Para lograrlo a veces cuentan con un sistema basado en la corrupción administrativa, política, social y económica.
De ese es el tamaño del problema que le espera al nuevo Zar Anticorrupción. Como él mismo decía esa noche: “A la corrupción o hay que buscarla, está aquí y en todas partes, nos avasalla”. Ahora, pienso que no es un problema natural de los colombianos, no es un problema de genes, por el contrario, creo que la cultura de nuestros padres fue de enseñanza a la honradez, al respeto por lo ajeno, y la civilización nos enseña que robar bienes al Estado es doblemente criminal porque es dinero de todos. También creo que junto a esa bestia grande del narcotráfico llegó la cultura mafiosa que quiere hacernos creer que podemos enriquecernos a la vuelta de la esquina sin importar que cabeza tenemos que pisar ni cuantos cadáveres debemos contar.
Desafortunadamente de esa pérdida de principios y valores se aprovechan los politiqueros para en alianza con las mafias, corromper a muchos funcionarios, ponerlos a su servicio y coadyuvar a alzarse con los dineros del fisco que es capital de todos para satisfacer necesidades básicas de nosotros mismos, como salud, educación, vivienda, infraestructura, seguridad y justicia.
Punto aparte merecen los delincuentes de cuello duro que desde las transnacionales y los altos cargos del Estado montan verdaderas empresas electorales como plataforma para la implementación de sistemas de defraude al Estado. Ya llegará el día que nuestro Pachito cuente y le cuente al país por las vías interinstitucionales; el cómo el cuándo. Mientras sucede, como a los marineros: le deseamos al nuevo Zar Anticorrupción Buen viento y buena mar.