Por: Carlos Vicente de Roux
Febrero 02 de 2010
Al apoyar la elección de Dussán como presidente del Polo, Petro intenta organizar la casa pero le manda una señal contraproducente al voto de opinión y a los ciudadanos que rechazan las viejas prácticas políticas
Hay razones contundentes para pertenecer al Polo y permanecer en él. Son por lo menos seis. Su plataforma programática es la más progresista. Ha estado desamarrado de los grandes intereses económicos y es la fuerza política más comprometida con los derechos y necesidades de la población pobre.
Entre los grandes partidos, es el que menos ha combinado todas las formas de lucha –la farcpolítica del Polo, si la hay, es un Renault 4 al lado del Jumbo Jet de la parapolítica–. A causa de su oposición consecuente al gobierno nacional, tendría las mejores credenciales para denunciar la crisis institucional y moral en que se está sumiendo la República bajo el liderazgo del presidente Uribe. Y practica la libertad y la crítica internas.
Esta es una excelente plataforma para salir a conquistar el apoyo de los colombianos.
Gustavo Petro lo entiende perfectamente. Y aunque él no lo haya formulado así, creo que es por hacer rendir una plataforma de esa clase por lo que se ha propuesto impulsar tres aperturas. Abrir las puertas del partido a la vinculación de nuevos miembros, sobre todo de los jóvenes. Conectar al Polo con la población que rechaza la politiquería y la corrupción y con iniciativas por el rescate de la ética en el manejo de lo público. Finalmente, buscar convergencias programáticas y electorales con el centro progresista del espectro político, formado por sectores del liberalismo y los independientes.
En concordancia con eso, Petro ha tomado distancia de los sectores polistas que, por su clientelismo y su tolerancia con la corrupción, obstaculizan esas aperturas.
Sin embargo, ha tenido varios problemas. Los liberales y los independientes se han resistido a una interpartidista con el PDA para escoger un candidato de convergencia. La casa –el Polo por dentro– ha andado medio acéfalo en los últimos meses, con presidente interino y sin secretario general, desmarcado de la campaña presidencial y con las finanzas en colapso. Por último, la baja favorabilidad del gobierno distrital le crea dificultades a la apuesta presidencial del partido y a la posibilidad de que repita Alcaldía en Bogotá.
Curiosamente, en medio de la lidia con estos problemas, Gustavo le prestó atención a los consejos no desinteresados de algunos de sus colaboradores, le dio prioridad a la solución del asunto del desorden interno, y ayudó a subir a Jaime Dussán en la presidencia. La elección fue llevada a cabo por el Comité Ejecutivo Nacional el 18 de enero pasado.
Dussán representa las viejas formas de hacer política. Esa es la imagen que tiene de él el país. Ahora será la llave de Petro en la promoción de su candidatura presidencial.
La decisión es contraproducente para la candidatura y en vez de abrirlo, contribuye a que el partido se repliegue. Así perderá respaldo del voto de opinión y capacidad para conectarse con los movimientos sociales, retener a la intelectualidad democrática y atraer a los jóvenes.
Existían otros cursos de acción a disposición de Petro: proponerle al Comité Ejecutivo otro candidato para dirigir el Polo, pedirle a sus amigos que no participaran en la votación o que sufragaran en blanco… Habría sido, en cualquier caso derrotado, pero eso no hubiera sido ninguna novedad. Todo el mundo sabe que Petro tiene mayoría afuera y por eso ganó en la consulta del 27 de septiembre, aunque está en minoría –una inmensa minoría del 40 o 45%–, en los órganos de dirección del PDA, cuyas riendas controlan los clientelistas. Ahora, en vez de deslucirlo, eso forma parte de los atractivos políticos de nuestro candidato.
La elección de Jaime Dussán tiene otro aspecto preocupante. Él y sus aliados tienen la mira puesta en la candidatura presidencial de Samuel Moreno en 2014. Un desempeño electoral muy destacado de Petro en 2010 lo dejaría muy bien rankeado para el 2014 y pondría en aprietos a Samuel. No es previsible, entonces, que el nuevo presidente del Polo promueva a fondo la candidatura de Gustavo para las elecciones de mayo próximo.