Atisbos Analíticos 175, Cali, Cali, junio 1 de 2013, Humberto Vélez R, profesor investigador del Programa de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos; presidente de ECOPAIS, Fundación Estado*Comunidad*País. UN NUEVO ESTADO PARA UNA NUEVA COLOMBIA,
http://fundacionecopais.blogspot.com
LOS GUERRILLEROS NO SON LOS ÚNICOS VICTIMARIOS
Una Mirada desde la Historia (1)
Ensayo en Clave de Pensamiento Estratégico
ABSTRACT
1.- Si no dispone de una hora para leer de modo crítico y contributivo este Atisbos, no lo lea, o, quédese con al Abstract.
2.- El juego intereses-necesidades y posiciones: Cuando en una negociación se producen cambios en las posiciones- que es lo más difícil de cambiar- a partir de modificaciones en el juego intereses-necesidades, es porque efectivamente se ha estado avanzando siendo esto lo que se puede evidenciar en estos nueve meses de conversaciones en la Habana: se ha insinuado un acuerdo informal acerca de la medida en que se afectará la propiedad rural -hasta la abolición del pre-moderno e injusto latifundio improductivo- asunto éste que en el debate nacional unos han callado mientras que otros han deformado presentándolo o presintiéndolo como una ataque frontal contra la propiedad privada.
En el asunto de los tiempos, en cambio, las posiciones más que cambiar, han tendido a radicalizarse. En este orden, el juego intereses-necesidades ha sido distinto.
3.- Santos busca la paz, ¿electoralmente habrá que apoyarlo? Como en la práctica han tomado forma dos estrategias distintas de cara a la paz, neoliberal una y anti-neoliberal la segunda, lo que en la coyuntura habría qué hacer, sin adhesiones mecánicas y hasta incoherentes, es construir acuerdos entre las dos fuerzas y estrategias buscando salvar los acuerdos pacificadores de la Habana.
4.- De cara al actual proceso de negociación, existen unos enemigos abiertos para quienes el discurso de “una muy posible impunidad frente a delitos atroces” no es más que una táctica de torpedeo. Lo que les importa es que la negociación no salga avante. En esas condiciones, para ellos no hay Justicia Transicional que valga. Con ellos, muy alineados alrededor del llamado “Centro democrático”, es inoficioso el debate público sobre esta forma excepcional de justicia pues, siempre le encontrarán reparos y enormes limitaciones y extensos vacíos. Pero, como lo ha destacado William Ospina, existen otros enemigos de buena fe y hasta casi todos sus amigos, que están muy interesados en que la paz no signifique tapar culpas y crímenes, pero que también saben que el único castigo no es la cárcel.
5.- “LA PAZ DIFÍCIL”, un importante artículo de Jorge Orlando Melo.
6.- Las conversaciones han sido relativamente prudentes, pero sí se sabe bajo qué términos se está negociando en la Habana y sobre qué materias. Los acuerdos informales que se vayan formulando no saldrán de estos temas, reforma rural; b. reforma del régimen político y electoral; c. cooperación de las Farc en la redefinición de la Política anti-narcóticos; d. derechos de las Víctimas; e. sentido y propósitos de la dejación de las armas; y. f. formalización-verificación de los Acuerdos y situación del post-conflicto armado.
7.- Desde hace, por lo menos, diez años, dos imaginarios bélicos, han alcanzado amplia cobertura social convirtiéndose, desde las mentes de un amplio sector de la ciudadanía, en verdaderos obstáculos a la paz. El primero de ellos dice que esos viejos e idealistas guerrilleros han dejado de ser actores políticos y que, por lo tanto, si ahora buscan negociar, no hay razones robustas para otorgarles prerrogativas para que hagan política; no menos fuerte y amplio es el otro imaginario, que dice que como el fin del fin de las guerrillas se encuentra a la vuelta de la esquina, más que negociar con ellos, lo que hay que hacer es arreciar la guerra. Los amigos de la paz, en sus distintas versiones ciudadanas, deben hacer mucha pedagogía evidenciando cómo esos imaginarios no se corresponden con la realidad. Golpeados durante el octoenio en lo militar y en pérdida progresiva de control territorial entre el 2002 y el 2007, en el 2008, producto de la readecuación estratégica liderada por Cano, los farquianos empezaron a reactivarse en el 2008, levantando cabeza militar en los últimos doce meses del gobierno de Uribe, y, a partir de entonces, en lo territorial han venido reconfigurando un largo y complejo corredor, que partiendo desde Catatumbo, se abre paso por Arauca y Antioquia hasta llegar al Valle desde donde continúa hasta el Cauca y Nariño para llegar al Putumayo y a los límites con Ecuador.
8.- En esta sociedad nuestra ¿serán los guerrilleros los únicos victimarios? Claro que ellos lo han sido y lo continúan siendo, sobre todo, por las formas específicas como han dirigido su movimiento con múltiples acciones ilegítimas de guerra contrarias al DIH y con un enorme impacto perverso sobre las poblaciones civiles habitantes de los territorios de guerra. Pero, en esta sociedad la lista de victimarios es más amplia, compleja y enredada
9.- En los finales de la violencia entre partidos, ¿quién obligó a Marulanda Vélez y amigos a salirse de un cargo oficial? Entrevista de Jorge Leyva al Sargento Pascua.
10.- El 20 de mayo de 1964, 14 hombres y 2 mujeres liderados por Marulanda Vélez le enviaron al presidente Valencia una carta solicitándole que se hiciese en Marquetalia una reforma agraria completa. Archivo General de la Nación Fondo Presidencia.
11.- En la década de 1960, el propio Ministro de Guerra también se lo advirtió al Estado: En Colombia habrá violencias si no se hacen reformas estructurales. Entrevista de Humberto Vélez y Adolfo León Atehortúa al General Alberto Ruiz Novoa.
12.- En la época de la violencia entre partidos- mediados del siglo XX- se llegó a unas formas extremas de ejercicio de la violencia, casi “patológicas”. Una corta y expresiva ilustración.
13.- Algo aún más extremo y sistemático acaeció en la década 1990-2000: apareció, por ejemplo, la práctica de desmembrar a las personas con motosierras. El caso del genocidio del Salado.
14.- Sin pretender desvanecer responsabilidades morales y penales en lo personal, algo de perverso ha entrado a hacer parte de “nuestro cuerpo social”. Entrevista de El Tiempo al Embajador Francés Francois Zimeray.
15.- Expresión clara y robusta de ese social colombiano precario y desvanecido ha sido la enorme inequidad social que ha caracterizado a esta sociedad. Un solo ejemplo: en materia de distribución de la propiedad rural, con un Gini de 0.86 casi que se acerca a la más perfecta desigualdad.
16.- Como para levantar la hipótesis según la cual, como un resultado histórico, en esta segunda década del siglo XXI los colombianos tienden a atenerse a dos modelos regulatorios ambivalentes de las conductas personales, uno para “hablar y discursear” y otro para “hacer”: El primero, especulativo e inefectivo pero muy loado, el segundo, socialmente efectivo pero pactado y agazapado. Por eso los colombianos, más que institucionales, son y han sido para-institucionales.
17.- Por todas estas últimas razones medio esbozadas entre los acápites 9 y 16 del presente Atisbos, lo que los colombianos deberíamos estar haciendo sería tratar darle forma a una necesaria y compleja pero todavía dificultosa y casi imposible LEY DE PUNTO FINAL; algo al respecto, ha avanzado Pablo Catatumbo.
18.- La Justicia Transicional no ha sido concebida para perdonar a las personas en lo penal porque sí y ni siquiera para pagarles o agradecerles la dejación de las armas a quienes las han empuñado de modo subversivo; es una forma de justicia, concebida para abordar y manejar un conflicto macro, grave para el país y de mucho impacto perverso para el conjunto de sus habitantes. Por sí y en sí misma carece de sentido, pues es una función de las condiciones en las que se maneje el conflicto. Es así como, a la luz de sus propias lógicas, el cómo y el cuánto de justicia dependen de los niveles de reparación de las víctimas, así como de los grados efectivos alcanzados de establecimiento de la verdad, de garantías de no repetición y de reconciliación. Esto parece olvidarlo, casi por completo, el líder de la oposición a la paz, el ex-presidente Alvaro Uribe Vélez, así como sus asesores y seguidores. ¿Mala fe o interés político u obsesión guerrerista o todo a la vez? Recordemos ahora que, hace 21 años, el propio Uribe, como senador y ante una situación crítica de vacío legal, sacó avante una ley de re-indulto total para el M19.
***1***
Habíamos prometido no llevar los Atisbos, a no ser de tiempo en tiempo, más allá de 1.300 palabras, pero ahora, la importancia del tema- La Habana bajo la mirada de la historia colombiana- amerita llevarlos a un nuevo Ensayo. Los expertos en leer rápido sin entender casi nada, arrollarán este luengo Atisbos en uno o dos momentos, pero los cultores de la lectura pausada y crítica, que es para quienes escribimos, gastarán su hora y buscarán aportar.
***2***
Hoy 26 de mayo del 2013 se cumplen nueve meses desde que el pasado 26 de agosto se iniciaron los diálogos de la Habana y dada la confidencialidad básica del proceso, sólo los negociadores saben si han marchado de modo lento o rápido o adecuado. En abstracto, podría afirmarse que, a ese ritmo, gastarían dos o tres años para cubrir los cinco temas nucleares pactados en la etapa exploratoria de pre-negociación, que teniendo cada uno de ellos su grado de importancia, sin embargo, están todos subordinados a los acuerdos informales que se construyan en el ámbito del primer tema, el del desarrollo rural integral. Poe eso los tiempos del primer tema y nueve ciclos, no serán ni los tiempos ni los ciclos de los otros cuatro.
En general, adivinando, presumiendo pero también recogiendo pistas regadas en el camino, dos asuntos parecen haber sido los más álgidos en los nueve ciclos en que hasta ahora han desdoblado la cuestión rural: primero, si se afectará o no se afectará el estatuto de la propiedad rural y, segundo, el asunto de los tiempos, sobre si los diálogos con acuerdos informales deben terminar hoy por la tarde, mañana por la mañana o pasado mañana al medio día.
Que sí debía afectarse el estatuto de la propiedad privada rural, fue la primera posición de las Farc; que debía permanecer inconmovible, que ése no era asunto para discutir, que, a lo Uribe, ése era un inamovible, fue, desde un principio, la posición del gobierno. Sin embargo, al entrar en juego intereses y necesidades, de parte y parte, las posiciones cerradas empezaron a modificarse. Los farquianos, que necesitaban que la negociación se focalizara desde “un cambio mínimo en las condiciones sociales de la gente”(2), propusieron entonces que una reforma agraria, como componente central de una reforma rural, se hiciera afectando con vigor el latifundio improductivo, sin lesionar, por ejemplo, el latifundio capitalista comercial moderno; y el gobierno, que necesitaba que la locomotora minera pudiera marchar sin conflictos atravesados por las guerrillas, también modificó su posición, pues la propiedad latifundista improductiva no era un inamovible absoluto, pues el propio espíritu de muchas leyes señalaban que la propiedad de la tierra debía estar en manos productivas.
Cuando en una negociación se producen cambios en las posiciones- que es lo más difícil de cambiar- a partir de modificaciones en el juego intereses-necesidades, es porque efectivamente se ha estado avanzando siendo esto lo que se evidencia en estos nueve meses de conversaciones en la Habana: se ha insinuado un acuerdo informal acerca de la medida en que se afectará la propiedad rural – hasta la abolición del pre-moderno e injusto latifundio improductivo, asunto éste que en el debate nacional unos han callado mientras que otros han deformado presentándolo o presintiéndolo como una ataque frontal contra la propiedad privada.
A este respecto, hoy domingo 26 de mayo en declaración conjunta leída por el representante de Noruega como país garante, los negociadores le han comunicado a Colombia y al mundo los acuerdos informales construidos sobre el primer tema (3),
“Los delegados del Gobierno y las FARC-EP, informan que: Hemos llegado a un acuerdo sobre el primer punto de la Agenda contenida en el "Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera". Acordamos denominarlo “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma rural integral”. En el próximo ciclo de conversaciones, presentaremos el primer informe periódico de la Mesa.
Hemos construido acuerdos sobre los siguientes temas:
Acceso y uso de la tierra. Tierras improductivas. Formalización de la propiedad. Frontera agrícola y protección de zonas de reserva. Programas de desarrollo con enfoque territorial. Infraestructura y adecuación de tierras. Desarrollo social: salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza. Estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Asistencia técnica. Subsidios.”
En el asunto de los tiempos, en cambio, las posiciones más que cambiar, han tendido a radicalizarse. En este orden, el juego intereses-necesidades ha sido distinto. En la ya citada Entrevista, Pablo Catatumbo ha ratificado la posición inicial de las Farc:
“Para empezar, diferimos en los tiempos. No queremos un proceso exprés. A una confrontación que ha causado tanta tragedia en el país y que se ha prolongado durante casi 50 años es muy complicado ponerle plazos…”.
El gobierno en cambio, tras nueve meses de conversaciones en las que ha bailoteado sobre el asunto, por estos días ha reafirmado su posición mandando a decir con el Ministro de Gobierno que Santos sólo se aguantará hasta noviembre del 2013, fecha en la que el presidente deberá formalizar o no su aviso indirecto de aspirante a una reelección. Catatumbo, dentro del espíritu de los tiempos más pausados de su organización, no mira con recelo esa aspiración, “Me parece positivo. Si el presidente es reelegido se le da continuidad al proceso. De otro lado, le da la oportunidad para que lo defienda, cosa que no ha hecho hasta ahora con suficiente fuerza y convicción”.
***3***
En excelente balance crítico de 6 meses de conversaciones, Carlos Medina Gallego de la Universidad Nacional, nos lo ha advertido: El momento es complejo y lo serán los meses venideros, pues, no obstante un exitoso recorrido, subsisten muchos nudos por desamarrar; en la parte gubernamental, el talón de Aquiles del propósito reeleccionista de Santos es el proceso de paz (4), aunque el presidente insista, una vez lanzada a la reelección su Política de Prosperidad para todos, en que él, aunque las Farc no le marchen al proceso, sacarán adelante la paz en Colombia.
Pero, ahora la pregunta que ahora muchos se hacen es el cómo un presidente inclinado a iniciar la pacificación del país, podrá sacar adelante su propósito de paz aplicando unas Políticas Públicas cuyo contenido neoliberal no alcanza a verse ocultado por acciones sociales efectistas como las cien mil viviendas gratuitas, por ejemplo. En el nivel de los deseos, todos los demócratas y progresistas con conciencia social con seguridad apoyarán el propósito pacificador, lo que, en el nivel práctico, debería traducirse en un apoyo electoral a la reelección de Santos. Pero, serán la realidad y los niveles de convicción, y no los deseos y el deber ser, los que definirán la contradicción. Lo que en el movimiento real se observa es que, en la coyuntura, han tomado forma dos estrategias distintas de cara a las posibilidades de paz: de un lado, un gobierno pro-pacificación de inspiración neoliberal, y, del otro, un amplio movimiento social ciudadano pro-paz, que postula que, si la negociación resulta exitosa, ése sería sólo un primer paso en la construcción de paz. Por lo tanto, lo que en la coyuntura habría que hacer, sin adhesiones mecánicas y hasta incoherentes, sería construir acuerdos entre las dos fuerzas y estrategias buscando salvar los acuerdos pacificadores de la Habana.
***4***
Como ya hemos visto en la Habana se han producido importantes acuerdos informales siendo el más importante el de la realización de una histórica reforma agraria, que por vez primera toque en profundidad al latifundio improductivo transfiriendo, por ejemplo, 20 de los 40 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería extensiva a un programa de construcción de alguna de las formas complementarias de Soberanía Alimentaria. Se podrá pasar, entonces, al primer ciclo, ya algo adelantado, de la participación política de los ex-guerrilleros en la vida política.
Como podrá observarse, si en el primer tema el escollo central fue el del estatuto jurídico y real de la propiedad rural, ahora en el segundo lo será el del estatuto político de ex-guerrilleros, que sin haber sido sufrido una derrota militar, que sin ni siquiera encontrarse en la condición de necesaria capitulación, decidieron negociar, dejar las armas, partir de unas reformas sociales mínimas, ahorrarle al país “unas 20.000 víctimas más” e ingresar al régimen político institucional a hacer su política. Y el Estado, de modo autónomo, decidió negociar con ellos. Si durante el gobierno de Uribe hubiesen sido derrotados, el gobierno vencedor, de modo autónomo, habría decidido qué penas aplicarles. La sensatez que acompaña al sentido común, señala que una guerrilla que, en lo militar, no ha sido derrotada- aún más, que golpeada hasta el séptimo año del gobierno de Uribe, a partir de allí se reactivó hasta alcanzar en estos momentos la iniciativa militar en algunas regiones del país- no va a colocar la firma a un documento que la conduciría a la cárcel o, que, como quieren los uribistas, la dejaría en manos de la benevolencia del Estado, que sería el que determinaría qué niveles de penalización imponerles.
Como decir que a guerrilleros negociadores aunque hayan incurrido en delitos de lesa Colombia, no se les puede dar el mismo tratamiento que a guerrilleros derrotados, pero tampoco el Estado puede, sin más ni más, borrar las culpas y los crímenes ligados a delitos nucleares. Entonces, por eso el Estado ha decidido, como excepcionalidad, aplicarles otra forma de justicia llamada “Justicia Transicional”, cuyos contenidos y prácticas definiremos más adelante.
De cara al actual proceso de negociación, existen unos enemigos abiertos para quienes el discurso de “una muy posible impunidad frente a delitos atroces” no es más una táctica de torpedeo. Lo que les importa es que la negociación no salga avante. En esas condiciones, para ellos no hay Justicia Transicional que valga. Con ellos, muy alineados alrededor del llamado “Centro democrático”, es inoficioso el debate público sobre esta forma excepcional de justicia, pues, siempre le encontrarán reparos y enormes limitaciones y extensos vacíos. Pero, como lo ha destacado William Ospina, existen otros enemigos de buena fe y hasta casi todos sus amigos, que están muy interesados en que la paz no signifique tapar culpas y crímenes, y que también saben que el único castigo no es la cárcel. En muchos países se permite que un delito sea olvidado porque el denunciante retira la demanda; en otros se han concedido indultos y excarcelaciones a cambio de información para los organismos de seguridad. No sólo hay que pensar en las víctimas que fueron sino, también en las que serán. Como lo dijo un guerrillero hace diez años cuando se cancelaron lo diálogos, “Nos vemos dentro de 20.000 muertos”. Cada día de guerra significa más muertos, más destrozos, más violaciones de los derechos humanos de las poblaciones, más inversión de los recursos públicos. Entonces, ha destacado Ospina, no se trata de cerrarle el espacio a las decisiones jurídicas, sino de abrírselo a las decisiones políticas, cerrarle un poco el espacio a las primeras para que quepan las dos pensando en las víctimas de hoy y de mañana (5).
***5***
El 8 de mayo pasado Jorge Orlando Melo, siempre lúcido y aterrizado como investigador y ciudadano pensante, escribió un artículo en este tono y dirección: todavía es difícil creer que se logre un acuerdo, pero no imposible, a veces es necesario repetir lo obvio:
“Un acuerdo de paz es imposible si el gobierno no admite que debe dar a los crímenes de las Farc un tratamiento especial y si las Farc no aceptan que, en el mediano plazo, están totalmente derrotadas y que esta es la última oportunidad de salir del conflicto mediante una negociación…Hoy muchos insisten que no se sabe que se está negociando, qué se ha acordado y que está pendiente. Piden entonces que el gobierno diga ya, con claridad, si va a conceder una amnistía a las Farc por sus delitos graves, y que las Farc acepten desde ahora públicamente sus crímenes y pidan perdón a sus víctimas…La opinión pública puede ayudar a que los dos lados midan hasta dónde pueden ir, qué es posible lograr. Un mensaje claro a la guerrilla de que se respaldará la paz, pero que para ello deben aceptar su papel de victimarios y pedir perdón al país, puede ayudar a fijar los límites de lo que puede acordarse”(6).
En su formulación y contenidos centrales, los Atisbos están de acuerdo con algunas de las tesis del profesor Melo, sin embargo, alrededor de ellas, vamos a formular algunos comentarios complementarios y críticos sobre dimensiones de ellas que él no tenía por qué abordar en un corto y medido artículo de prensa.
***6***
Los enemigos de la negociación publicitan que,
A. que no se sabe en qué términos se está negociando. Ya se vio cómo Melo destaca que la pre-negociación fue exitosa, pues permitió fijar unas reglas previas, y, de no haber sido así, las conversaciones se habrían disparado tal como acaeció en el Caguán donde se pretendió avanzar a debatir sobre una revolución social, tema éste que no puede ser objeto de una negociación y que, por demás, tiene su propio espacio en las luchas sociales. Hasta ahora, las conversaciones, no obstante los lógicos desbordes, han sido relativamente ordenadas y canalizadas.
B.También reiteran a toda hora que no se sabe a qué acuerdos han llegado. Las reglas también definieron que acuerdos, acuerdos concretos sólo habrá cuando todo esté acordado, pero, se sabe, por parte y parte, que no obstante los disensos, se ha avanzado en su formulación. Hoy 26 de mayo se han anunciado acuerdos informales concretos.
C. De todas maneras, para tranquilidad del establecimiento, se sabe que en lo que al punto central y primero respecta, el único derecho de propiedad que será afectado será el del latifundio improductivo. Por otra parte, los acuerdos que se vayan formulando no saldrán de estos temas, 1. Reforma rural; 2. Reforma del régimen político y electoral; 3. Cooperación de las Farc en la redefinición de la Política anti-narcotráfico; y. 4. Derechos de las víctimas; 5. Sentido y propósitos de la dejación de las armas; y. 6. Formalización-verificación de los Acuerdos y situación del post-conflicto armado.
***7***
Jorge Orlando también destaca que la Opinión Pública debe ayudar a que los dos lados midan hasta donde pueden ir y qué es posible lograr.
Esta tesis es pertinente, sin embargo, háblese de Opinión Pública o de Sociedades civiles, es allí en las mentes de las ciudadanías poli-clasistas donde desde hace más de una década se han asentado y reproducido dos imaginarios colectivos bélicos, que alimentados con persistencia por un sector importante de los Medios de Comunicación, han funcionado como vacas muertas mentales atravesadas a los procesos de negociación. El primero de ellos señala que como desde hace tiempo esos viejos idealistas dejaron de ser actores políticos para convertirse o en terroristas o en delincuentes comunes, en el momento de una “negociación” no puede pensarse en otorgarles prerrogativas para que hagan política. Y como prueba de ello destacan cómo se han dedicado a apropiarse tierras siendo, por lo tanto, casi el único victimario en el conflicto interno armado. Sin embargo, sin pretender desconocer que las estrategias guerrilleras han violado casi de manera permanente los derechos humanos de los campesinos, importa destacar que, en el caso de las guerrillas, esa “apropiación de tierras” y el mismo manejo de los recursos no han tenido el mismo carácter que en el de los paramilitares. Es posible que en uno de los tres sectores que podemos distinguir en las guerrillas - en el de los manejadores de las finanzas - se haya dado el caso en pequeña escala de apropiación de tierras y de recursos financieros en beneficio personal o en el de sus allegados. Pero, pensamos que esa conducta no ha sido central en los otros dos sectores- en el de los más politizados y en la masa crítica de guerrilleros que no han aprendido otro oficio que el de disparar- pues, en general, los recursos financieros han sido manejados para la causa que pregonan y lo que se podría llamar “apropiación de tierras” ha sido un asunto intrínseco a sus mismas estrategias de guerra, sobre todo en el caso de una guerra territorial como ha sido el conflicto interno armado colombiano. Es por aquí por donde se puede encontrar la prueba central de que las guerrillas, lo reconozca o no el Estado, continúan siendo un actor político.
El otro imaginario colectivo bélico, también de mediana duración, se encuentra asociado a la idea de que la derrota de las guerrillas se encuentra a la vuelta de la esquina y de que, por la tanto, para qué negociar con ellos si arreciando la guerra, se las puede derrotar. Desde el primer día del gobierno de Uribe empezó a fraguarse esa representación social bélica y durante todo el octoenio no se hizo más que reproducirla y reiterarla y profundizarla encontrándose todavía atada en la actualidad al ideario y al programa del doblemente mal denominado “Centro democrático”, así como a las mentes de las masas uribistas. Se puede decir, entonces, que La Política de Seguridad Democrática no es más que una idea central obsesiva y frenética, orientada a derrotar a las Farc, subordinando a sus lógicas, necesidades y ritmos todas las instituciones y acciones y recursos y esfuerzos y necesidades del Estado. Pero sabemos que este imaginario no se corresponde con la realidad. Golpeados durante el octoenio en lo militar y en pérdida progresiva de control territorial entre el 2002 y el 2007, en el 2008, producto de la readecuación estratégica liderada por Cano, los farquianos empezaron a reactivarse en el 2008, levantando cabeza militar en los últimos doce meses del gobierno de Uribe, y, a partir de entonces, han venido reconfigurando en lo territorial un largo y complejo corredor, que partiendo desde Catatumbo, se abre paso por Arauca y Antioquia hasta llegar al Valle desde donde continúa hasta el Cauca y Nariño para llegar al Putumayo y a los límites con Ecuador(7).
Entonces, aunque ha habido un importante cambio en las posiciones territoriales, y aunque el Estado ha adquirido importantes ventajas estratégicas sobre todo en capacidad de combate aéreo, en la racionalización técnica de la inteligencia militar y en la prioridad en las acciones armadas de pequeñas Unidades apoyadas por un enorme ejército regular, sin embargo, 1. en lo militar, las Farc no están derrotadas, aún más, en muchas zonas de ese largo corredor señalado mantienen la iniciativa militar; 2. como lo ha destacado un analista serio que las ha conocido de cerca, Jorge Leyva, las Farc “son más grandes y mucho más arraigadas a múltiples partes del territorio nacional de lo que se piensa”(8); 3. en lo militar, en esta negociación lo que pesa y está pesando no es, como afirma Jorge Orlando, que “en el mediano plazo, están totalmente derrotadas”- lo que puede ser o no ser- sino, más bien, la correlación militar de fuerzas en el presente actual. Por algo, mientras no haya la dejación de las armas- acto que no consistirá, como sus propios voceros lo han reiterado, en hacer largas colas para entregarlas materialmente sino, más bien, en un compromiso político de no usarlas para hacer política asumiendo con seriedad los espacios institucionales propios para hacerla (9) - no podrá pensarse en el tan deseado por tantos cese bilateral del fuego. Aunque continúan siendo fuertes en lo militar, en la actualidad no lo son tanto como para presionarlo e imponerlo.
Volvamos, entonces, a los dos imaginarios señalados: he ahí vivitos y coleando dos poderosos enemigos del proceso Oslo-La Habana. Para removerlos y conmoverlos y sacudirlos y debilitarlos, y para meterle ciudadanía al proceso, será mucha e intensa la pedagogía que tendrán que desplegar los amigos de la actual pacificación.
***8***
Finalmente, Jorge Orlando Melo nos señala que la Opinión Pública debe enviar un mensaje claro a la guerrilla de que se respaldará la paz, pero que para ello deben aceptar su papel de victimarios y pedir perdón al país, pues ello puede ayudar a fijar los límites de lo que puede acordarse.
Estando de acuerdo con que el victimario político, si pretende y busca y desea negociar, debe hacer eso, sin embargo, es aquí donde surge una pregunta, ¿serán los farquianos y los elenos los únicos victimarios? Claro que ellos lo han sido y lo continúan siendo, sobre todo, por las formas específicas como ellos han dirigido sus movimientos con múltiples acciones ilegítimas de guerra contrarias al DIH y con un enorme impacto perverso sobre las poblaciones civiles habitantes de los territorios de guerra. Pero, en esta sociedad la lista de victimarios es más amplia, compleja y enredada.
***9***
“Vengo de la guerrilla liberal, le contó el sargento Pascua a Jorge Leyva cuando le solicitó que le contara esa historia de los antecedentes de la fundación de las Farc. Cuando me desmovilizo con Marulanda, hay una circunstancia que nos lleva a solidarizarnos con los que habían marchado con nosotros, los del Partido Comunista. Nos desmovilizamos, trabajamos en el Huila, Felio Andrade nos dio un contrato, y yo asistí a Marulanda en su nueva obligación, que era ser interventor de la vía de Neiva a la Gaitania. Pero, varios desmovilizados fueron asesinados, por lo que resolvimos irnos para Marquetalia, armados, porque temíamos por nuestras vidas. Allá solicitamos la presencia del Estado, no lo confrontamos, sino que solicitamos su presencia. (los subrayados son del autor). Queríamos que el Estado hiciera obras, pero en el Congreso Alvaro Gómez Hurtado habla de Repúblicas Independientes, y viene el comienzo de un nuevo proceso de la misma violencia que venía de atrás”.
Tras esas entrevistas, Jorge Leyva inició una investigación cuyos resultados publicó en el Libro Blanco de la Violencia en Colombia, “donde muestro que la responsabilidad del inicio de la conflagración recae en ambos partidos. Lo que quiero significar es que el incendio no comienza con las Farc, sino mucho antes y la visión que tienen los señores de La Habana es que todo esto tiene un antecedente, prolongado en el tiempo, que la responsabilidad es histórica, que es de todo el mundo. Es dentro de estas circunstancias que las Farc dicen, ‘Lo nuestro no es de hoy, nosotros somos hijos de un proceso. Por eso aquí no somos los únicos victimarios, aquí hay de todo y por eso el Estado es el responsable’ ”(10).
La anterior fue la hipótesis empírica o descriptiva que Jorge Leyva apelando al método inductivo, infirió de las entrevistas y estudios que realizó.
Habrá que recordar que en un principio en este proceso Oslo-La Habana cuando a los farquianos se les empezó a indilgar su condición de victimarios, reaccionaron advirtiendo que ese debate era intrascendente, sin embargo, al avanzar la reflexión han reconocido la necesidad de avanzar a una reparación integral de las víctimas bajo la premisa precisa de que “el depositario primero y último de esa responsabilidad es el Estado colombiano”(11).