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9 marzo 2014 7 09 /03 /marzo /2014 10:52

Carlos

Último Comandante general del M-19. Nació en 1952 y fue asesinado el 26 de abril de 1990 cuando era candidato presidencial por la Alianza Democrática M-19, movimiento político que surgió del M- 19 tras su desmovilización.

Sus planteamientos expresaron el descontento con la inequidad social y económica. La política de Pizarro se centra en la democracia entendida como la tolerancia y el respeto al pluralismo ideológico.

Carlos Pizarro estudió derecho en la Universidad Javeriana de Bogotá, de donde lo expulsan por organizar una huelga estudiantil. En 1968 se incorpora a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Funda en 1973 el Movimiento 19 de Abril, M-19. Participa en la mayoría de las acciones militares del movimiento. Durante el Gobierno de Julio César Turbay Ayala, es capturado el 14 de septiembre de 1979 en Alto de Nogales y condenado en un consejo de guerra en la penitenciaría de La Picota.

En 1983 es cobijado por la amnistía decretada por Belisario Betancur y viaja Cuba. Regresa al país, toma de nuevo las armas y firma un pacto de cese al fuego el 24 de agosto de 1984 en Corinto, Cauca.

Después de ser herido en un atentado el vocero oficial de la organización guerrillera en el Diálogo Nacional, Antonio Navarro Wolff, se rompe la tregua. Crea el Batallón América, con el que inicia una campaña en el Departamento del Cauca.

Con la muerte el 13 de marzo de 1986 de Alvaro Fayad, asume la comandancia general.

A partir del 25 de enero de 1990, el M-19 se convierte en un partido político, que luego se llamará Alianza Democrática M-19. Proclama a Pizarro, candidato a la alcaldía de Bogotá y quince días más tarde lo designa candidato presidencial para las elecciones de ese año.

 

 CARLOS PIZARRO LEONGÓMEZ

A LA MUERTE DE FAYAD

 

Colombianos:

Hoy la patria es golpeada en uno de sus mejores hombres. El movimiento 19 de Abril, M-19, confirma a la nación y a la América entera la muerte en combate de nuestro Comandante General Álvaro Fayad en Bogotá.

Con dolor de hermanos, amigos y patriotas, y con el orgullo inmenso de haber crecido juntos en la construcción de una patria nueva, levantamos el nombre de Álvaro Fayad como certeza del triunfo de Colombia, como ejemplo vivo de dignidad y de lucha y como testimonio de una nación que se está forjando un destino de justicia, democracia y felicidad. Revolucionario siempre, fundador del M-19 y colombiano por excelencia, Álvaro Fayad fue proclamado unánimemente Comandante General de nuestra organización en el congreso de la Paz y la Democracia, celebrado en Los Robles a comienzos de 1985.

Se caracterizó siempre por su respeto profundo a la dignidad del hombre.

Severo y exigente consigo mismo fue riguroso en el cumplimiento de las tareas y el ordenamiento de las diferentes estructuras orgánicas al servicio de un proyecto nacional y masivo. Amigo leal hizo del humanismo y del respeto a la vida objetivo central de esta lucha por la democracia. Consecuente en todo, en la tortura. Ante el enemigo demostró la fortaleza y la honradez de un hombre de pueblo comprometido con la libertad y la justicia.

Conductor ejemplar, supo marcar los ritmos de cada proceso y percibir las propuestas políticas adecuadas para cada etapa. Hijo, padre y compañero amoroso, cultivaba en la ausencia, la esperanza del porvenir. Lector infatigable, supo también leer los poemas de la vida. Creativo y espontáneo, es forjador de esta nueva nación que nace en un país dividido y destrozado por la voracidad oligárquica. Colombia lo conoció en su afán por lograr nuevos caminos para la concordia nacional; en la búsqueda de una paz que naciera de la justicia social; en su marcha al encuentro de lo que somos como nación y como destino. Fue a los ministerios, al Congreso, a las directivas de los partidos políticos; habló con directivos cívicos y gremiales, con representantes del movimiento obrero, campesino e indígena, con obispos y militares, cantantes, teatreros, poetas fueron sus amigos. Tejedor de sueños, esperanzas y convicciones inquebrantables, creció al ritmo de la nueva nación. Aunque reservado no concebía el trabajo solo, siempre el amigo, el compañero, el colectivo, para escuchar la voz del otro y su sentir.

Y en la misión de crear, acompasaba y asimilaba con respeto el ritmo y los aportes de quienes crecían con él. Rotos los acuerdos de tregua y diálogo, por la intransigencia y mezquindad de la clase gobernante, asumió la conducción y los retos de la guerra. Y su compromiso presente era el cómo acortarla y hacerla menos cruenta. El movimiento guerrillero en su conjunto vivió su convicción de la patria nueva y pronta. Organizaciones populares, dirigentes políticos y jefes de Estado de nuestra América compartieron sus reflexiones sobre la vigencia del ideario bolivariano, y la posibilidad cierta de darnos, como nación latinoamericana, una segunda oportunidad sobre la tierra. Los periodistas de Colombia tuvieron en Fayad admirador constante, defensor de la verdad e interlocutor siempre dispuesto. Aprendimos con él a trabajar la democracia como elemento cotidiano, a hacerla razón de vida permanente; a romper con los esquemas que nos hacían diferentes a lo que somos como pueblo, y a hacer del valor, la lealtad y la audacia expresión de honor y dignidad.

Y de esta siembra, florecen amigos como él, compañeros como él, y comandantes como él. Por eso, hoy, cuando los enemigos de la patria la golpean en el corazón, también reafirman una decisión, que no es ya de un hombre, ni de un movimiento, si no de la nación que está surgiendo en cada expresión victoriosa de la democracia. Álvaro Fayad es siembra en el alma de todos los que creemos en la paz como fruto de la justicia y la dignidad. Es decisión de unidad y victoria. Es la rebeldía y el valor de una juventud que adquiere la mayoría de edad luchando por la libertad. Es la marcha del nuevo ejército que, siguiendo la ruta de Bolívar, vuelve a hacer realidad el sueño de la Patria Grande, de una nación sin fronteras llamada a asombrar al mundo en el encuentro de su identidad.

Estos desarrollos se materializan hoy en un proyecto político definido por la paz como sinónimo de justicia, por el poder de las mayorías y por la democracia como cultivo de las diversas expresiones de la vida y la colombianidad. Se proyecta en el salto de las armas de la rebeldía, organizadas hoy en la perspectiva del ejército único de la nueva nación, que expresa la voluntad mayoritaria de cambio y busca poner fin a 150 años de incumplimientos y desengaños. Son las victorias de ese ejército, cuyo primer batallón –el América- llega a Cali, en el corazón del Valle del Cauca, el día en que se inmortaliza Fayad. Es la decisión de gobierno de mayorías en la consolidación de las milicias urbanas. Son las definiciones unitarias de la Coordinadora Nacional Guerrillera, de las que este país no tiene memoria pero si un gran futuro por los logros del presente. Y es la búsqueda de bolívar, hoy, cuando la lucha por la soberanía hermana a los colombianos, ecuatorianos y peruanos. Hoy el legado del Comandante Álvaro, del Rodrigo Díaz Leal de sus tiempos en las FARC, del compañero David con quienes tantos crecimos y aprendimos, se agiganta en los hombres y mujeres del M-19, y se reafirma en una dirección consolidada y capaz, en la que no cabe el sentimiento de orfandad, pero si la decisión y disponibilidad que inspiran el amor por la patria y el profundo compromiso con su destino. Hoy el batallón América continua con su campaña Paso de Vencedores: hoy se cohesiona con la voluntad de siempre de los mandos, estructuras y combatientes de la democracia en armas. Y con Álvaro Fayad a la cabeza, convocamos a la patria entera a ampliar los logros de la unidad, a sumar fuerzas por el cambio –cada cual desde su lugar y posibilidad-, a consolidar el ejército único de la nación, y a seguir cumpliendo la promesa del porvenir.

Con el pueblo,

Con las armas

¡Al poder!

MOVIMIENTO 19 DE ABRIL. M-19

Carlos Pizarro Comandante General.

Por el Mando Central: Antonio Navarro W, Gustavo Arias L.

Por el comando Superior: Germán Rojas, Otty Patiño, Marcos Chalita, Vera Grabe, Pedro Pacho Pacheco, Rósemberg Pabón, Israel Santamaría, Libardo Parra

Por la dirección Nacional: Salvador Erazo, Arjaid Artunduaga, Eduardo Chavéz, Afranio Parra, Darío, Albear, Anai, Rafael Arteaga, Yamel Riaño, Gerardo Ardila, Jaime Bermeo, Micaela, Patricia, Fernando Sánchez, Otto, Felipe, Sylvia, Mario, Nelson, Aníbal, Gustavo, Josué, María, Andrea, Nicolás, Nicolás S, Alberto, Rubén, Elías, Robert, Mauricio, Pilar, Aureliano, Simona, Rafael Vergara, Rubén….(siguen firmas)

Colombia Marzo 13 de 1986

 

LA GUERRA MÁS ESTUPIDA ES LA QUE SE

PUEDE EVITAR Y NO SE EVITA

Carlos Pizarro Leongómez

 

Entrevista con Rafael Vergara.

 

Antes de que “anocheciera en mitad del día”, es decir, previo a la conquista, los Incas llamaron a Abril, ariwey, el mes de la danza del maíz tierno y celebraban con júbilo la llegada de la primavera; el Sol de todos se ofrecía a todos como vida, granos y abundancia. Para nosotros, para esta generación de colombianos, abril, como si existiera una maldición o una macabra intención oculta, ha sido todo lo contrario: el mes de la abundancia pero de muertes insólitas y de frustraciones históricas y dolor acumulado.

 

En abril, el 9, hace cincuenta años es asesinado Jorge Eliécer Gaitán y el pueblo en su ira desbordada ejecuta El Bogotazo; el 19, hace 28 años es asaltada la voluntad popular con un fraude electoral que hoy confirma el Ministro de Gobierno de la época; el 24, Jaime Bateman, comandante general del M-19, sembrador de dignidad, muere en un accidente (?) de aviación sobre las selva del Darién, hace ya 15 años; el 26, en un día como hoy, es asesinado hace 8 años, coincidencialmente en una aeronave, el también comandante del eme, Carlos Pizarro, quien había dejado la armas y luchaba con denuedo y optimismo por la presidencia de Colombia; El 18, hace solo 8 días, fue baleado, como lo fue Gaitán, su abogado penalista de este tiempo, Eduardo Umaña Mendoza, cercenándonos, de tajo, un baluarte de la Justicia y defensor de la causa popular. Precisamente hace 9 años en un álgido momento del proceso de negociación, el día 14 de abril, en el campamento de la Paz, una zona de distensión pactada en el Cauca entre el gobierno de Virgilio Barco y el M-19, entrevisté a Carlos Pizarro cuando se aprestaban a enterrar con honores al poeta popular y dirigente de esa organización, Afranio Parra, asesinado el día 6, también en abril, por miembros de la policía en Bogotá. Hoy con la presencia aun viva de Eduardo Umaña, quien fuera el defensor de Carlos Pizarro cuando fue juzgado en el consejo verbal de Guerra en 1980, le pregunto como si se hubiera detenido el tiempo y siguiera en vida su lucha por conquistar la paz:

 

¿Y ante este nuevo asesinato qué?

 

CP: Lo primero, por duros que sean los hechos, es no frustrar ni frustrarnos. Pese a los atentados y los asesinatos continuaremos impulsando el proceso.

 

Lo que ha pasado demuestra la necesidad de rectificar muchas cosas en los diferentes estamentos de la sociedad colombiana, en los policiales, en las fuerzas armadas, en el gobierno, en el movimiento guerrillero, en toda la sociedad para buscar alternativas de solución política en el país. Hoy, con el cuerpo de Afranio en el campamento, una de las preguntas básicas nuestras es: ¿Con quién hacemos la paz en Colombia? ¿Hay con quién hacer la paz en Colombia? Requerimos una actitud muy franca y enérgica en función de esta solución política, una militancia real en este proceso. Darle una dimensión nueva y que de verdad construyamos un nuevo bloque de fuerzas que defienda esta alternativa. Nosotros pensamos que debemos encontrar un camino único para la paz, entregarle a los colombianos una oportunidad para construir, entre todos, ese nuevo modelo de sociedad que requiere Colombia al borde del siglo XXI.

 

Bueno, pero si están asesinando a la gente, ¿cómo una guerrilla puede aceptar comprometerse a desarmarse?

 

Es que nosotros no estamos pensando que lo fundamental sea el desarme del M 19, lo que estamos buscando es algo de mayor dimensión: lo que pretendemos es el desarme generalizado de la población; que haya una rectificación profunda en el manejo del orden público colombiano y que, entre todos, elaboremos un nuevo pacto donde la política de seguridad sea diseñada con la presencia del conjunto de las fuerzas sociales y que la solución de orden público nos obligue a todos, que le de garantías a los colombianos.

 

¿Pero no te parece que con tanta gente armada y tantas traiciones en nuestra historia es muy posible que esto fracase?

 

Es que no podemos partir de los obstáculos y los malos augurios, tenemos que ser hombres que asuman una responsabilidad plena de construir una Colombia más digna y para ello es necesaria una enorme cuota de optimismo; y que ese optimismo lo viva la nación entera. Es necesario un clima positivo para alcanzar una solución política y para ello todos los interlocutores debemos tener grandeza política y una responsabilidad enorme frente a las futuras generaciones colombianas. Nosotros creemos que este no es un momento para los tiros ni tampoco para los votos. Es un momento de la inteligencia y esperamos que todos los colombianos pongamos esa inteligencia al servicio de la causa de la paz, para que nuestro pueblo tenga la certeza de que es posible construir una sociedad habitable. Y la responsabilidad de ello es responsabilidad del gobierno, pero también lo es del movimiento guerrillero, de los partidos políticos, de la Iglesia, de los medios de comunicación, de todos.

 

El gobierno ha dicho luego de este nuevo asesinato que el M 19 debe acelerar el proceso de desmovilización, ¿qué opinión tienes al respecto?

 

Lo que nosotros estamos planteando es que debe magnificarse el proceso y darle una dimensión renovada, donde se integren nuevos protagonistas y las soluciones integrales se pongan al orden del día. Una desmovilización, si no existen nuevas condiciones en la sociedad colombiana, no tiene ningún tipo de significado. Por eso estamos hablando de compromisos y de darle un mayor ritmo que garantice que estamos marchando hacia una democracia nueva, hacia una perspectiva de desarrollo diferente en el país y a una rectificación del orden público; porque no podemos avanzar en medio de una paz intimidada y menos aún que la paz de los sepulcros sea lo único que le espera a los colombianos en cualquier parte del camino.

 

Se ha hablado de una nueva reunión de la comandancia con el gobierno...

 

No, esto está aplazado y por eso le hicimos llegar una declaración de la comandancia general donde planteamos tres rectificaciones básicas, tres temas urgentes en función de una nueva Constitución que se erija en un verdadero tratado de paz; la búsqueda de un plan de desarrollo concertado que nos garantice una guía para este país en los próximos años y, por último, la búsqueda de una filosofía de convivencia que se convierta en un nuevo marco en la regulación del orden público.

 

¿Qué puntos específicos contiene el video que enviaste al Palacio de Nariño el 3 de abril?

 

Lo fundamental es el plan de emergencia que consta de hechos de convivencia, justicia y orden público, y que tiene que ver con el establecimiento de un tribunal especial responsable de investigar y juzgar delitos políticos, genocidios crímenes contra los derechos de opinión, de organización y del libre ejercicio de la justicia. Este tribunal, planteamos nosotros, debe estar integrado por miembros de la Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría General de la Nación, la Dirección General de Instrucción Criminal, - en el hoy la Fiscalía- y el Tribunal Superior Militar. Un segundo elemento plantea la necesidad de reglamentar los llamados grupos de autodefensa y disolver los grupos paramilitares que actúan en el país.

 

Igualmente planteamos la necesidad de establecer diálogos con los grupos de derecha que demuestren claramente que son guerrillas de carácter político y no grupos de justicia privada o grupos de terror en Colombia. Manifestamos además la urgencia de crear una comisión no gubernamental de alto nivel para explorar soluciones jurídicas, económicas y políticas al agudo problema del narcotráfico.

 

Hablemos de la unidad guerrillera existe una opinión generalizada que plantea que sin todos los actores el proceso está condenado al fracaso...,

 

Como te decía, la solución política la construimos todos y sobre el conjunto de factores de poder en Colombia tenemos que actuar. Hoy lo que está en juego no es la unidad de la Coordinadora, porque nacimos es para defender la unidad nacional, para conquistar espacios de democracia y construir una sociedad más justa. Entonces el destino de las organizaciones guerrilleras no es el destino de los hombres en armas sino el de todo un país. Esto implica para la coordinadora una mayor responsabilidad política y obliga al movimiento guerrillero a ejercer un liderazgo de cara al país y en dirección de los anhelos nacionales. Es similar a la responsabilidad que hoy tienen el gobierno, las fuerzas armadas y los partidos políticos tradicionales. En el país todos tenemos que estar por encima de nuestras pequeñas particularidades y alcanzar la estatura que la nación nos reclama hoy. Quien eluda esa responsabilidad se condena a sí mismo a la marginalidad política. Por eso lo importante es que logremos una identidad de propósitos. Si hay voluntad política y ésta es cierta, podremos garantizar que la solución negociada abarque a todas las organizaciones.

 

Hablemos de las diferencias o similitudes de este proceso de paz con el vivido en 1984...,

 

Son procesos distintos porque estamos hablando de países diferentes. La violencia actual es mucho más compleja que la de 1984, el país está cruzando no solamente por una violencia política sino por la violencia incrementada del narcotráfico, la violencia común, la del sicariato, los paramilitares y demás factores de violencia. Pienso que en este período hay mayor madurez y mayor necesidad de solución política porque entendemos, o vamos entendiendo, que estamos viviendo el último cuarto de hora de la paz; que si fracasa el proceso, los espacios civiles se agotan inmediatamente y ascendemos a los extremos en la confrontación, de una manera vertiginosa. Esta situación nos lleva a todos a una mayor responsabilidad, por eso esperamos que la sensatez se imponga porque si fracasamos ya no hay una nueva oportunidad para la paz en Colombia.. Si la guerra civil se impone, los costos serán altísimos, sobretodo en un país tan fracturado como es la Colombia de hoy.

 

¿Qué le diría usted a los militaristas de todos los bandos que están tratando de impedir la paz en Colombia?

 

Que la guerra más estúpida es la que se puede evitar y no se evita, por sectarismo, por terquedad o por cobardía. Hacer una Colombia hermanada está en el orden del día y me parece criminal que ahondáramos la guerra cuando podemos construir la paz ladrillo por ladrillo, con audacia, inteligencia y generosidad.

 

Carlos, ¿qué hacemos para que la paz no sea asesinada en primavera?

 

“El día en que ellos cayeron se

desgarró un gemido desde el fondo del pueblo,

una angustia infinita se anidó en nuestras almas,

una rabia impotente sacudió

nuestros cuerpos,

era un día soleado y las balas lucieron,

avanzaron los gritos,

retrocedió el silencio,

corrió la sangre pura como el agua de un cerro

y los tres compañeros

abrazaron la muerte.

Son amor sin medida,

son desprecio a la

muerte,

son un canto de patria,

son decir voy al frente.”

 

Son duros los caminos

como nieve quemante,

como espinas hirientes,

como amores de hermanos,

como amigos ausentes..

Son duros los caminos

pero tú los seguiste,

con un canto en tus labios,

y un anhelo en tus ojos...

 

Afranio Parra

 

 

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