CAPÍTULO VII
PRIORIDAD UNO A
“Hasta que tú no tumbes ese tronco, el Ejército, lo demás no se va a caer”
J.B.: Lo esencial sigue siendo la construcción del Ejército popular. Lo secundario es atacar los centros vitales de la economía para debilitar al enemigo. El tercer punto es el hostigamiento de la fuerza central. El hostigamiento a los centros económicos desgasta fuerzas del Ejército pero no lo destruye. La burguesía y el Ejército sencillamente se buscan 200.000 soldados más y cuidan todo sin problemas. Eso no es lo fundamental. Volvemos a engañamos creyendo que haciendo eso vamos a lograr el poder, y así no se consigue el poder. Así lo único que se consigue es dispersar tus fuerzas. Porque para que tú puedas golpear los centros fundamentales de la producción, tienes que golpear en todo el país. En Colombia estos centros están en muchas partes y entre El otras cosas son muy fáciles de controlar. Sencillamente te ponen una malla la malparida, te ponen 20.000 soldados y olvídate que no puedes hacer ninguna operación militar allí. Y toda tu estrategia, la computadora tuya la estás poniendo en función de eso, no en función del tronco.
No no no. Nosotros decimos "El tronco". Que... tal... No: el tronco; el tronco, ése es el problema. La columna vertebral, en eso es en lo que hay que pensar. No hay que inventarse tanta vaina, porque nosotros para inventar somos perfectos. Ah, que las comunicaciones... entonces llega un huevón por allá, inventa que si rompemos las comunicaciones este país se acaba. Y nosotros decimos no: el tronco. A ver, ¿qué pasa con el tronco?: "Nooo que no le hemos podido" Ahhh, ¿entonces? No, lo prioritario es eso, lo estratégico es eso, lo secundario bueno, dentro del plan global, el punto dos ponemos la jodienda económica; el punto tres, las comunicaciones; el punto cuatro la mujer del capitán; el quinto, la amante del general. Pero no, el punto uno, es el tronco, el Ejército.
El tronco, eso. Hoy tú le echas un discurso a un comandante guerrillero en El Salvador sobre los centros económicos, y el tipo te dice: "No, el tronco hijueputa". Ellos saben. Olvídate. Los golpes más jodidos que está sufriendo el imperialismo en el mundo son las derrotas militares del Ejército salvadoreño.
Porque es toda la concepción de contrainsurgencia norteamericana la que está siendo derrotada, ¡zas, zas, zas!
Ah, no obvio que estamos hablando es de prioridad. Es claro que con los golpes económicos se debilita la burguesía, sus utilidades. Pero el Ejército no se debilita, compadre. No, no papito... El imperialismo le está dando siete millones de dólares diarios al Ejército salvadoreño. Éste es el único que no se debilita. La burguesía también en eso no se equivoca. Ellos saben que lo único que no se va a debilitar en El Salvador es el Ejército. Olvídate. Fíjate cómo es de claro el principio militar en este sentido: ¡se puede acabar la burguesía salvadoreña, pero el Ejército lo sostienen!
Pero aclaremos este punto que es importante. O sea, no se trata de una concepción militarista. No se podría. Yo te digo: "Hay que tumbar el tronco" y las ramas también, ¿ya? Si tú puedes meterle candela aquí y meterle candela allá: perfecto. Yo lo que digo es que hasta que tú no tumbes el tronco, lo demás no se cae. Primero el Ejército, como concepción militar, no estamos hablando de política. Política es alianzas, amplitud, huelgas y toda esa mierda. Este es el proyecto político, que es diferente. Estamos hablando del proyecto militar, que es otra historia. El proyecto militar es liquidar el tronco. En la liquidación del tronco están las otras cosas... después las operaciones económicas, las de hostigamiento, las telefónicas, las bombas, lo que tú quieras. A nivel político una gran amplitud, la unidad revolucionaria, la unidad electoral, todas las unidades que te inventes.
Ése es el proyecto. Un proyecto integral, pero donde está ubicado correctamente el enemigo, para no equivocarnos.
CAPÍTULO VIII
EL CAMINAR DEL M-19
“A la gente no le importa que tú te equivoques en política... lo que le importa es si tú eres consecuente o inconsecuente".
“Nosotros creemos que tenemos acumulada en la conciencia de los colombianos la fuerza que necesitamos para hacerla revolución".
R.J.:¿Cuáles son las derrotas y los triunfos más destacados del M-19?
J.B.: El M-19 es guerrilla a partir de 1981. Cuando hablamos de guerrilla, hablamos de la posibilidad de un Ejército. Guerrilla en seco no existe en ninguna parte del mundo. La guerrilla es una etapa hacia la conformación de un Ejército.
El M-19 fue un movimiento político-militar, más político que militar, que El supo ligar las acciones militares a la propaganda armada. O sea, supo convertir cada acto militar en un triunfo político, gracias a la audacia, gracias a una mentalidad abierta a soluciones concretas, mejor dicho, gracias a una política amplia, democrática, nacionalista y revolucionaria. Eso es el M-19 hasta el año 1981, una etapa de triunfos, yo digo que es una etapa de triunfos.
¿Cuáles son esos triunfos? La toma de la espada de Bolívar fue un triunfo estratégico. Hemos recuperado un símbolo de América Latina. Ahora con el bicentenario de Bolívar se ve la .magnitud del triunfo. Esto no se ve sino en decenas de años. Hoy el M-19 tiene en sus manos el mejor símbolo y el mejor homenaje a esos doscientos años, y lo vamos a utilizar a fondo.
El secuestro del gerente de “Indupalma” fue un triunfo político muy grande para la clase obrera, porque logramos darle una lección a la oligarquía colombiana. El secuestro de Mercado, porque mostramos a todos los vendidos cual era la suerte que iban a correr si seguían con esa política. Eso sirvió mucho, sobre todo para el movimiento sindical. Desgraciadamente nosotros no supimos darle continuidad a ese proceso. Ese triunfo fue muy grande porque nos abrió las puertas de la clase obrera. Estábamos demostrando en los hechos todo lo que los partidos de oposición quisieron hacer durante cincuenta años. Nosotros se lo demostramos en tres meses: el valor del sindicalismo vendido a un imperialismo; la presencia permanente de la CIA en todo estos movimientos sindicales; hicimos la primera denuncia mundial efectiva al respecto. Porque nosotros con Mercado no hicimos un secuestro, hicimos un acto de protesta, y la oligarquía colombiana ni quiso negociar con el movimiento popular. Esto le valió perder uno de sus cuadros más importantes en esos momentos (1976). La muerte de Mercado fue criticada por un sector, a nivel de intelectuales, de esa intelectualidad que quiere que las cosas sean perfectas. Mira, cuando nosotros secuestramos a Mercado, éramos una organización muy pequeña, no éramos una organización de masas. Porque fuimos consecuentes con lo que estábamos diciendo. Si hubiéramos sido inconsecuentes, la gente nos retira el apoyo, como se lo retiró a Rojas Pinilla. Nosotros surgimos como una protesta a la inconsecuencia del General. Estábamos expresando un sentir popular. A la gente no le importa que tú te equivoques en política, al pueblo le importa un culo esa vaina, lo que les importa es si tú eres consecuente o inconsecuente... masas populares, estamos hablando de pueblo, no estamos hablando de intelectuales, estos hacen otro tipo de caracterización sobre la época de Mercado. Para el intelectual fue un golpe duro porque él estaba pensando en las operaciones clásicas, bellas, puras y completas. Para el pueblo eso no importa, el análisis no le interesa, le importa son las consecuencias.
Después de lo de Mercado nos convertimos en un movimiento porque la gente nos aceptaba, dejamos de ser un aparato. Nos recibían en los sindicatos, nos recibían en las fábricas, nos recibían en todas partes. Y en el movimiento popular ni se diga. Esa operación significó una gran difusión de los principios del M, amplísima porque fué publicada en los periódicos, en la radio, nos dimos a conocer a las masas, y éstas supieron que había una organización político-militar que luchaba por sus intereses.
La izquierda considera que ese fue nuestro mayor fracaso. Nosotros lo consideramos nuestro mayor éxito, en ese momento. Ahora, que la salida fue la más... inhumana, eso es cierto, nosotros lo reconocemos. Por eso fue que entonces proponíamos a López Michelsen: "Busquemos una solución pacífica a este problema, negociemos...". Nosotros le proponíamos solución a varios problemas. La situación de Riopaila, la de los maestros, en fin de cuentas, le proponíamos reformas inmediatas. Ni siquiera reformas, soluciones inmediatas a los movimientos reivindicativos. En ese momento la oligarquía colombiana demostró su verdadera farsa: todos esos vendidos, todos esos sirvientes, todos esos pobres que le sirven a los ricos fueron alertados por la acción político-militar del M-19.
Lo de Ferreira Neira es una acción 'pura', 'bella', como le gusta a los intelectuales. Nosotros íbamos a solucionar un problema, a solucionarlo, no a ayudar a la clase obrera, un problema concreto. Era el sector sindical más agredido, más humillado, más explotado de todo el sindicalismo. Porque no tenían ocho horas de trabajo. Porque no tenían dónde dormir. Porque no tenían reivindicaciones; ni salarios; ni futuro asegurado... Al coger a Ferreira Neira nosotros le estábamos incorporando un elemento nuevo a la acción política de las masas, a la que la izquierda colombiana le tiene pavor: es el factor militar, es la violencia, la violencia a que tiene derecho el pueblo cuando le son cerradas las posibilidades de acción pacífica. Y triunfamos, triunfamos en un 100%. Porque la oligarquía colombiana entendió en ese momento que un fracaso como el de Mercado era fatal para ellos. Haz las comparaciones y verás por que sí negocian en este momento: porque sabían que la muerte de Ferreira Neira era fatal en ese momento... Nosotros no negociamos porque no íbamos a sustituir la actividad de las masas. Éramos unos garantes de que la negociación iba a ser limpia porque en Colombia las negociaciones para que sean limpias tienen que ir acompañadas de un revólver.
Bueno, aumentamos de prestigio, reafirmamos la consecuencia del M-19 con sus principios: soltamos a Ferreira Neira porque habían cumplido, así como hubiéramos soltado a Mercado si hubieran cumplido.
Los efectos fueron automáticos, a partir de Mercado, el M es parte del pueblo. Cuando decimos parte del pueblo, es que el pueblo piensa en lo que está haciendo su vanguardia, aunque su accionar no sea el mismo de la vanguardia. Eso no importa, lo dejamos para el futuro* Hemos ido afirmando, afirmando, afirmando una política popular, nacionalista.., la hemos ido logrando, la izquierda ha ido cambiando sus programas... Revisa los programas de la izquierda colombiana, revísalos, a partir de Ferreira Neira y verás cómo todo el mundo empieza a hablar de democracia, de nacionalismo, se acabó la discusión de sí la revolución era socialista o de liberación nacional. Ahora todo el mundo habla de democracia, hasta Socorro Ramírez, sospechosamente está hablando de una apertura democrática —ella, que es una troskista de tiempo completo,... le debería dar vergüenza.
Nosotros no estamos mirando hacia la izquierda. Hablamos del pueblo, de las masas. Creemos que el pueblo espera demasiado del M- 19, porque a veces nosotros somos incapaces de estar a la altura de lo que el pueblo espera de nosotros. Como proyecto político. Es que los éxitos son definitivos...
No hay que olvidar que el M era una organización clandestina, no éramos una organización legal. Ya habían desechado la última posibilidad de trabajo legal, que era la Anapo Socialista. El enemigo nos la volvió pedazos, además de nuestro sectarismo a ese nivel. Éramos un movimiento clandestino cuya expresión es muy difícil en la política. Analiza tú la vaina de los sandinistas. El sandinismo hasta febrero de 1979 era una perspectiva; en marzo una alternativa; en junio tenía el poder en las manos. Había acumulado un nivel de opinión, de conciencia de masas, la posibilidad real de poder Acumulado. Que esto tampoco puede ser por mucho tiempo. Ese es el problema; cuando eso se dispersa en el tiempo, se convierte en desilusión, en frustración. Nosotros creemos que tenemos acumulado en la conciencia de los colombianos la fuerza, que necesitamos para hacer la revolución. Hoy, sostenemos eso. Y no es mucha porque no se necesita el 90 por ciento de los colombianos....
Nosotros saltamos de Ferreira Neira a un accionar a nivel de masas muy claro, ¿cierto? ... pequeño, la propaganda armada. A nivel de fábrica, a nivel de barrios, una propaganda que nunca se hizo ver porque no eran acciones grandes. Era la acción pequeña. En las fábricas, en la incorporación de las gentes a la organización...
R.J:.Qué influencias hay en estas acciones, de los Tupamaros y de los Montoneros?
J.B.: Yo creo que más de los Montoneros que de los Tupas. Yo creo que nosotros a través de los Montoneros aprendimos a aplicar un principio que era de los Tupamaros. A mayor amplitud política —decían los Tupas-, mayor enfrentamiento militar. Lo aprendimos de los Tupas a través de los Montoneros porque éstos lo aplicaron correctamente. En cambio los Tupas fueron puestos presos y fue liquidada la organización. Los Montoneros no fueron liquidados, aplicaron el principio de la amplitud política a un accionar militar. Independientemente de convertirse o no en la organización más importante de la Argentina, como alternativa, cierto?
De los Tupas tomamos la audacia en la propaganda armada. De los Montoneros la capacidad de ligar las acciones militares a un criterio político. En lo de Ferreira Neira es donde más claro se ve esa influencia. De ahí para adelante en miles de acciones. El día en qué se pueda recoger las acciones del M-19 nos quedaremos espantados, porque muchas fueron anónimas, nadie sabe que se hicieron, ni tienen la importancia política que pueden tener otras... por el desnivel que existe entre la toma del Cantón y la toma de una escuela o la repartición de un camión de leche. Hay un desnivel muy grande. Entonces aparece siempre lo grueso, lo grande, que es malo porque desvía la acción popular. Esto es lo que confunde a la izquierda todos los días sobre el M-19... que es un aparato que sólo hace acciones grandes, pero nunca ven las acciones de un comando de obreros tomándose un carro de leche y repartiéndolo como un acto de justicia, no de demagogia.
De Ferreira Neira al Cantón hay montones de acciones, muchas recuperaciones, jodas, política pura, reafirmando los principios político-militares del M-19. El Cantón en la sublimación.
Hasta ahí éramos la pureza en chanclas. Entonces viene el enfrentamiento inevitable con el Ejército. Porque en ese momento, por nuestro desarrollo político y organizativo, necesitamos montones de armas para que ese proyecto fuera real. Nosotros no teníamos muy claro en ese momento cuál era la perspectiva, la alternativa. Ésa es la realidad. Eso lo fuimos aprendiendo con los golpes que nos dieron, ¿me entiende? (Ya empecé a decir vainas muy confidenciales, jua, jua, tenemos que aplicarle el stalinismo a esta vaina jua ¡jua!).
No, después del Cantón, obviamente nos enfrentamos. Dejamos de ser el Robin Hood del paseo para convertirnos en el Che Guevara ¿cierto? Sí, porque de todas formas estaban golpeando ya, y no cualquier golpe: Era la recuperación de un buen número de armas para el pueblo...
R.J.: Pero no tenían la gente para entregarle las cinco mil armas que recuperaron, y tenían destinatario inmediato...
J.B.Bueno, nosotros esa pregunta no nos la hacíamos. Nosotros estábamos pensando en la guerra, porque teníamos que hacer una guerra para lograr lo que queríamos. Estábamos también pensando en la solidaridad internacional. En ese momento, era enero de 1979, a seis meses del triunfo sandinista. Estábamos pensando en que parte de ese armamento se lo íbamos a dar al movimiento sandinista. Estábamos pensando en el movimiento guerrillero colombiano. Estábamos pensando en una guerra. Cinco mil fusiles para una guerra... eso es huevo. Ahí es donde la izquierda demostró ser cretina, porque pensaron que habíamos sacado demasiado. Nosotros siempre hemos dicho que sacamos muy poco porque estábamos pensando en función de poder, no en función de demagogia.
No importaba que en ese momento no hubiera gente para recogerlas. Lo que importaba era el hecho político. La actitud, la consecuencia con lo que se estaba diciendo. Porque las palabras por lo general están cargadas de demagogia o de inconsecuencia. Nosotros preferimos ser consecuentes, aunque eso nos costaba la cabeza. Ahora, ¿que nosotros medimos o no medimos las consecuencias...? Las medimos... lo que pasa es que uno nunca puede medir todas las consecuencias. Eso es subjetivo. Eso hay que abstraerse de muchas cosas.
Nosotros enfrentamos la estructura a la realidad. La realidad fue cruda, tremenda. Pero nos dio un resultado importante en política. La estructura nuestra fue destruida. Primera gran enseñanza: la estructura vale huevo frente a la política. Lo importante no es la estructura, lo importante es la política. Primera gran enseñanza. Ahí aprendimos todo: que valen huevo las armas, los carros, las casas, los regionales... mierda... todo eso vale huevo. Y lo aprendimos porque nos "derrotaron" (entre comillas). O sea, nosotros sufrimos un golpe diez veces más fuerte que el que sufrieron los tupamaros. Siete mil detenidos, todos nuestros cuadros medios presos. Toda nuestra Dirección Nacional presa. Quedamos libres, del Comando Superior, Toledo Plata, Fayad y yo. Al final quedé yo. Nos desbarataron como aparato. Como política no sólo nos fortalecimos sino que nos convertimos en un monstruo.
El Cantón nos colocó frente a una realidad. Nos ubicó con una crudeza muy grande ante la alternativa nuestra: la posibilidad de crear un Ejército revolucionario solamente estaba en el campo, en el monte. Pero yo te estaba diciendo que la primera enseñanza grande fue el aparato, la segunda enseñanza, la política. Estábamos derrotados como aparato, habíamos triunfado como política. Destapamos la olla podrida de este país, de cincuenta años de represión, de control militar, de engaños, de represión, de frustraciones.
La gente habla más de la embajada de la República Dominicana que del Cantón pero yo creo que fue más importante el Cantón. La embajada fue la consecuencia, el Cantón fue la causa. Tocó las "huevas" del sistema. Al sistema le tocó sacar todas las uñas que tenía y recurrió a la represión masiva. Lo que había hecho selectivo, le tocó hacerlo masivo. La tortura que venía siendo selectiva, le tocó volverla masiva. Las libertades democráticas aparentes las cortó de plano.
Y el país entró en un período que nadie ha tenido la valentía de reconocer como el período más importante de la historia reciente colombiana. Turbay Ayala dice que en ciento cincuenta años de historia nunca se había visto a la gente hablando tanto como en ese período... que fusilaron, que asesinaron, que capturaron... Toda la democracia, la democracia real, con sus personajes reales salieron a flote y se convirtieron en una alternativa en ese momento. La democracia real, las personas. El viejo Apolinar Díaz - Callejas, Vásquez Carrizosa; Galán; las asociaciones campesinas, el Partido Comunista. Salieron a flote porque se vio la realidad cruda. Ésa es Colombia, un país de represión, un país de mierda... Cinco mil armas desarmaron al Ejército... lo desarmaron espiritualmente. Les tocó quitarse la careta de la democracia representativa. Quedó lo representativo, se acabó la democracia. ¿Representativo de qué? De eso, del militarismo, de la antidemocracia... y se enfrentó el país en una lucha original. Porque eso sí, no se ha dado en ninguna parte del mundo. En el país en ese momento se estaba asesinando gente, torturando gente, sin embargo se seguía discutiendo como nunca. No hubo unidad en la oligarquía. Todo el mundo decía cosas, ¡todo el mundo insultaba a todo el mundo! ... Y el ministro de Defensa estaba en el paredón y el presidente de la República también.
Ésa era la realidad del país, que lo logramos modelar con la toma de la embajada. Esa fue la conclusión de todo ese período. Del 79 al 80, eso fue ahí mismito. Presentado como una novela sabrosa al mundo...: "Tenga, ésa es Colombia". Y la gente se espantó, porque antes era un problema de cocina, interno. Ya no era demagogia, era realidad. Ésas son las dos grandes operaciones del M-19. En ese período del Cantón a la Embajada el M-19 tiene su guerrilla rural, en el campo, como la única posibilidad de armar un Ejército revolucionario. En el momento de la toma de la embajada ya nosotros teníamos cien hombres en armas, que era un acontecimiento histórico para el M-19... ya teníamos "Ejército". Para nosotros era un Ejército de cien mil hombres. No importaba, porque ya habíamos logrado, en medio de esa mortandad, en medio de ese escepticismo —porque la izquierda colombiana es voraz, es tremenda--, la continuidad de nuestra política. Le habían decretado la muerte al M-19: "Se acabó la jodienda. Volvemos a la paz"... no toda la izquierda, pero sí muchos habían descansado, después de haberse rasurado y quitado los lentes por las razones del caso... eso pasó. Los tipos descansaron. Fíjate como es de maligna la izquierda, inconsecuente.., yo no hablo de todos... algunos.
En el Cantón, volviendo a esto, nosotros recuperamos un botín sin haberse producido la batalla. Napoleón decía que se producen las batallas cuando hay botín, y se producen las derrotas cuando hay botín. Nosotros le robamos suficiente armamento al Ejército como para formar cinco o seis batallones. Eso creó en medio de esa dinámica teórica - digamos así, una dinámica en los resultados. El Ejército obtuvo un triunfo relativo al recuperar parte del armamento. Pero la guerrilla está por encima de esos triunfos por que se convirtió en una alternativa política frente a ese Ejército. Ganamos nosotros. Ellos mostraron su verdadera cara frente a un proceso que es engañoso, que es la democracia... porque hay otros países como Guatemala donde la guerra es más profunda que la nuestra y sin embargo los mismos militares tienen que reconocer que hay una guerra civil. Landazábal, en uno de sus últimos artículos (a fines de febrero tal vez) dice: "Estamos en una guerra civil". Eso es una estupidez del tipo, pero es una realidad. Fíjate cómo la realidad es estúpida en ciertos momentos...
Ahora, la embajada es el cobro político que hace el M-19, hasta ese momento el M-19 era un proyecto que se consideraba liquidado, aunque ya nos habíamos tomado El Caleño y habíamos demostrado que existíamos. Eso era bueno para nosotros. Pero a nivel nacional o mundial eso no se conocía con tanta profundidad como cuando nos tomamos la embajada. Estábamos diciendo al mundo: "Esta es Colombia".
R.J.: Flaco, hablemos de la invasión por Chocó y Nariño. ¿Qué pasó? ¿A qué obedecía la operación?, ¿qué buscaba, por qué fracasó...?
J.B.: (Se pone reflexivo, algo nostálgico, tal vez...). Marzo de 1981. Allí hay que revisar un poco lo que hacía el Gobierno, porque esto fue una consecuencia. En ese momento se estaba discutiendo el primer proyecto de amnistía de Turbay. Para nosotros era fundamental darle una respuesta a la humillación a que se quería someter al movimiento guerrillero. Para nosotros era estratégico mostrarle al pueblo colombiano cómo ésta era la misma política del año 48, del 53. Con nuevos estilos, con una forma diferente, pero en el fondo era lo mismo: humillar a la guerrilla y a todo el movimiento popular. Para nosotros era fundamental, estratégico, decimos.
Allí se definía la política del M-19, y le dimos una importancia, la que se necesitaba en ese momento. Por eso elaboramos un plan político-militar de enfrentamiento a esa política que pretendía engañar al movimiento popular. Dentro de esto estaba en primer lugar la profundización de la guerrilla aquí en el Caquetá, que comenzó su accionar militar exactamente el 11 de enero de 1981.
Hicimos la primera operación compleja del M-19 a nivel rural, utilizando más de dos compañías, que ya para nosotros era bastante para comenzar. Eran en parte las fuerzas que venían de las guerrillas móviles. O sea pasábamos de unas "móviles" de más de diez hombres a prácticamente dos compañías de más de 150 hombres. Operaciones donde se necesitaba maniobrar, aunque fuera en seco. Ya comenzábamos a vislumbrar que al enemigo había que cogerlo en movimiento y golpearlo en movimiento, no en sus trincheras. En general, éste es el criterio militar.
A partir de ese momento nosotros empezamos a pensar en la respuesta a Turbay frente a su proyecto de paz, que era falso, demagógico, engañoso. Cuando Turbay lanza su proyecto de amnistía, que fue posterior a la toma de la embajada —en diciembre de 1980— ya nosotros preveníamos lo que se venía encima del movimiento popular, y planeamos las operaciones.
No era la invasión de Chocó y Nariño. Era la operación militar en tres frentes de guerra: en el Caquetá, en Nariño y en Chocó. Pero no sólo con el criterio de armar una guerrilla en Nariño, porque esto no era lo que pensábamos. Queríamos reforzar al Caquetá con una fuerza bien armada, con gente nueva, con ideas nuevas y gente joven. Y armar un frente en Antioquia y en el Chocó. Este era más o menos el criterio. Sustancialmente eran dos frentes guerrilleros, uno en el norte, y otro en el sur.
A partir del 10 de marzo todas esas fuerzas tenían que ponerse en acción. Habíamos invertido todo el dinero recogido durante la toma de la embajada, que era un millón de dólares, para armar estas fuerzas. Prepararlas, armarlas, toda esa cuestión...
(El tono es muy severo, nada de risas, serísimo).
Nosotros no creemos que haya sido un fracaso, porque a partir del 11 de marzo cuando nos tomamos Mocoa —una capital de intendencia, un objetivo militar muy grande, la primera capital que se tomaba en Colombia; en el momento en que el Gobierno estaba en la ofensiva política—, nosotros le decíamos un no rotundo a la amnistía con la acción militar.
Comienza el accionar militar en Chocó y comienza en Nariño. En este accionar militar tuvimos derrotas y éxitos. En Nariño fuimos derrotados, y los mismos dirigentes de la operación dieron sus declaraciones, han reconocido una derrota táctica... sin embargo, estas tropas las logramos salvar.
Te decía que el objetivo nuestro era fortalecer esos dos frentes que esperábamos abrir. El del norte porque estaba la gente pero necesitaba el refuerzo.
Y el del sur porque esto significaba un reforzamiento apreciable, sobre todo por el armamento que ellos traían. Acuérdate que se cayó el armamento y se cayó la columna.
Aún así nosotros logramos despertar, responder a la gran ofensiva del Ejército en estos sectores. Y responder políticamente a lo que se intuía como un nuevo Anorí, como un fracaso estratégico de la guerrilla, etc. Y se creó un ambiente, en el país, de inestabilidad política muy grande. Ahí está el discurso de Turbay que dice que en 150 años de historia nunca habían sufrido tanto peligro las instituciones colombianas.., eso es cierto. De todas formas se equiparon las fuerzas, en general. Pero por la dinámica de la misma lucha guerrillera que es clandestina, que es ilegal, que está por fuera de la institución, salimos ganando. La misma llegada de los presos políticos a las cárceles fue un apoyo popular muy grande. Yo recuerdo cuando Toledo Plata hizo su primera intervención después de la cuestión de Nariño, de las cosas que más les desagradaron a los militares, porque no aceptaban que un tipo que había sido derrotado militarmente, capturado, hubiera transformado la derrota en victoria política.
(Silencios).
El error fundamental fue la concepción militar nuestra. No se le puede atribuir al enemigo, porque ellos hicieron simplemente lo que tenían que hacer: reprimir y llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias. El problema fue que la guerrilla no llevaba su objetivo claro. El objetivo militar que perseguía esa invasión.
Los compañeros inicialmente pensaron que el objetivo era crear una base guerrillera en esa zona. Ése no era el objetivo militar, que era trasladarse a la zona militar donde estábamos nosotros, aquí en el Caquetá, y en Antioquia, arriba en la cordillera. Lo del Chocó es diferente. Allí se produce un enfrentamiento militar de grandes consecuencias. Allí se peleó durante siete días, el Ejército detrás de la guerrilla. La guerrilla lo que no supo en ese momento fue determinar cuándo había que cortar el contacto con el enemigo. (Eso es lo que ahora en frío, se puede analizar). Llegó un momento en que la guerrilla tenía que cortar contacto con el enemigo, porque no se podía sostener el combate durante mucho tiempo, como lo hicieron ellos. Mucho tiempo. Pero son dos cosas diferentes.
No, no fue un error de planificación. Falló la concepción militar; independientemente de una buena planificación, si el comandante guerrillero lleva una concepción diferente, olvídate que fracasa... O se convierte en un éxito. En este caso se convirtió en un fracaso porque...
En Nariño los compañeros pensaron que podían hacer una zona guerrillera donde habían desembarcado. Éste fue el error estratégico, para no hablar de otros errores de menos cuantía. Ése no era el criterio del mando estratégico de la organización. La organización veía eso como un reforzamiento del Caquetá. Nosotros estábamos muy mal armados en ese momento. El Caquetá logramos armarlo en serio después del avión de Aeropesca. Mientras tanto lo que teníamos eran carabinas, escopetas, fusiles del Cantón, en general viejos.
Estábamos mal armados.
Entonces nosotros necesitábamos cambiar el armamento, modernizarlo; bazukas, todo eso. Aún así la operación de Mocoa se hizo con éxito. Logramos contener a la tropa, nos desplazamos sin bajas. El enemigo nunca logró liquidarnos después de la operación, pese a que había una movilización grandísima del Ejército. Tuvimos un triunfo político muy importante que era derrotar el proyecto de la amnistía de Turbay, que lo culminamos con la ofensiva que hicimos en junio y que concluyó el 20 de julio del año 80 ¿y qué?
R.J.: Hablemos de ajusticiamiento... ¿qué pasó con Pastrana?
J.B.: A Pastrana no lo reclutó el Ejército, él se reclutó. Se asustó mucho con lo del Cantón. Ante la represión directa del Ejército se asustó mucho y llamó al general Vega Uribe y le dijo: "A mí no me jodan, yo no tengo nada que ver..." y Vega Uribe le dijo: "Bueno, venga a mi oficina...", y le mandó un capitán. En la charla Vega le dijo: "Bueno, usted no tiene nada que ver con el M-19 pero sí sabe de ellos...", y el tipo soltó todo lo que sabía. Estaba en la periferia y sabía la clase de trabajo nuestro, la influencia que teníamos en las zonas campesinas fundamentalmente. Sabía todos los contactos en el Caquetá... Entonces cuando el tipo delata todo lo que sabe —sin que el Ejército le hubiera tocado un pelo—. Vega Uribe le plantea que trabaje para ellos. Vega le dice: "Bueno, sí, usted trabaja para nosotros y le damos billete, una casa, pasaporte a su familia, y usted después se va para el exterior". ¿Cuál era el objetivo? Decirle al Ejército dónde se encuentra la dirección del M. O sea, él se iba a reincorporar a la organización, el Ejército le iba a dar armas, carros, él iba a hacer determinadas operaciones militares, aparente, propaganda armada... iba a coger prestigio, y suponían que después nosotros lo íbamos a llamar —por su eficacia militar— y lo incorporaríamos a la dirección. Entonces nos delataría a todos. Este era su objetivo. Él acepta. Se pone a trabajar en función de esto.
Para conseguir el contacto —en este momento ya toda la dirección había caído— él sabe que la única dirección funciona en el Caquetá, y se viene para acá. Comienza a trabajar con otros compañeros, entre otros el tipo que lo jode a él, que se arrepiente y viene y nos cuenta la historia. Y nosotros sabemos que Pastrana está colaborando con el Ejército. Claro que él ya había cometido errores, sobre todo en el manejo de dineros y cosas de esas. A lo mejor nos hubiera jodido, quién sabe
Entonces, cuando el compañero nos cuenta, se da la orden: "A ese tipo no hay que cogerlo, hay que darle". Él va a una cita con los compañeros, ya ahí hay una emboscada, sino que ellos se equivocan de sitio. Donde ellos están emboscados no es donde llega Pastrana. Era a la orilla de un río y Pastrana llega más arriba.., le caen los compañeros y ¡pum pum! Ya estuvo. Llega luego el Ejército y cuando lo ven muerto dicen: "Y ahora qué haremos, nos mataron el cuadro...!"
Entonces reciben la orden de que lo muestren como si hubiera sido torturado. Le cortan las orejas, le mochan la lengua, le sacan los ojos, lo cuelgan, y aparece el cadáver de ese verraco todo maltratado.
Nosotros todo lo que hicimos fue ajusticiarlo porque era un agente del enemigo. Un agente, ¡figúrese! Un cuadro político de la izquierda colombiana, que había estado en el Anuc... un tipo más peligroso...!
Pero ha sido el único, no hemos tenido otros problemas de ese estilo. Por ahí ha habido errores como los que publicó la prensa... pero esa es la guerra...a tí se te infiltran dos tipos y ¿tú qué haces? Es la dinámica de la guerra.
Nosotros por política, en general, tenemos prohibidos los ajusticiamientos. A menos que sea un traidor. O sea, una cosa es el agente del Ejército que se infiltra y otra cosa es el cuadro revolucionario que se vuelve traidor. Al que se infiltra hay que lavarle el cerebro y soltarlo. A los prisioneros políticos los soltamos. Hablamos con ellos, les explicamos. Hemos tenido hasta suboficiales. Pero no, eso es una carga para la guerrilla, tener presos. Él está cumpliendo con su deber, ha sido derrotado, ¿qué le puedes hacer? No lo puedes matar, entonces lo fundamental es darle un buen tratamiento y soltarlo. No sirve para más. Hasta cuando la guerrilla, como en El Salvador, tenga capacidad para mantenerlos un rato y luego hacer canjes.
Ahora, que tenemos infiltrados, sí los tenemos. Adentro.
R.J.: Hablemos del paso de guerrilla urbana a rural, del proyecto de construir el Ejército popular...
J.B.: Lo que pasa es que todo ese proceso lo que hace es recoger la historia colombiana, que es una de las mejores características que tiene el M. Ir desenterrando los muertos, desde la espada del Libertador hasta la guerrilla —que se encontraba muerta—. Ya ahí, en el Cantón, enero del 79, la guerrilla colombiana era una atracción turística...
De allí en adelante la gente se comienza a preguntar mil cosas, ¿cierto? No era que nosotros tuviéramos demasiada fuerza, lo que pasa es que teníamos más o menos claro qué tipo de guerrilla íbamos a hacer: ¿íbamos a repetir la historia? ¿Íbamos a hacer la misma guerrilla? ¿íbamos a seguir trabajando con el tiempo y no con la historia? Y comenzamos a especular militarmente, a estudiar, a conocer los planteamientos de los sandinistas, de los guatemaltecos, de los salvadoreños; su experiencia y nuestra propia experiencia.., y desentrañamos algunos de nuestros propios errores. Algunos porque no todos... nosotros volvimos a cometer los mismos errores. Pero encontramos que el error fundamental era la dispersión. Uno, creer que la lucha era territorial, no contra una estructura. O sea, no estábamos luchando contra el tronco sino contra todos los troncos. Nosotros ubicamos correctamente el tronco, el Ejército, y dijimos: "Hay que concentrar fuerzas para joder ese tronco". Por eso hicimos un solo frente. Hasta el momento ya habíamos pasado por la etapa de crear ocho frentes y habíamos sido derrotados. Las famosas móviles, que fueron una desgracia. Este experimento duró seis meses. El Ejército se encargó de demostrarnos que por ahí no era el camino, nos dijo: "Tienen que concentrarse". Y lo hicimos en el sitio que mejor nos favorecía: El Caquetá. Era el mejor sitio porque nuestras fuerzas eran inexpertas. No teníamos un solo militar real. Teníamos teóricos militares y campesinos con criterios políticos más que militares...
Entonces lo que hicimos fue una abstracción de lo que podía ser la lucha militar en Colombia, no político-militar, y empezamos a concentrar, a concentrar. El Caquetá se volvió el único frente nuestro. No por razones de aparato, sino por concepción. Necesitábamos enfrentar el enemigo en una sola zona, en lo más retirado del país, en un solo frente.
Le estábamos demostrando al país que el problema no era territorial. Mucha gente nos decía: "Pero eso allá lejos...? Quién va a ir hasta el Caquetá a pelear...?" Y nosotros les decíamos: "El Ejército tiene que venir a pelear donde nosotros le digamos". Y así sucedió. El Caquetá se convirtió en un fortín popular de lucha militar que ha conmovido a este país. Pero no lo ha conmovido por su extracción popular, ni por su influencia popular, sino por las consecuencias militares de ese enfrentamiento.
Al Ejército colombiano le tocó irse con su Comandante —porque Landazábal en ese momento se trasladó con toda su tropa (17.000 hombres) al Caquetá—, a dirigir el gran operativo de "liquidación del M-19". No se te olvide que fue Landazábal el que se trasladó con todo su estado mayor allá. Estábamos demostrando que el problema no era geográfico. El problema era de concepción, de estructura, aunque no le guste a Enrique Santos Calderón. Nos importa un comino lo que en este momento diga él, porque es una realidad. Se tiene que enfrentar las estructuras. Eso del enfrentamiento de las masas con las estructuras es una trampa en América Latina. Esto no es Rusia. Estamos hablando de América Latina. Hoy en El Salvador está enfrentada la estructura del FMILN con la estructura del Ejército oficial, con la diferencia que la estructura del FMILN representa al pueblo salvadoreño, y la del Ejército representa a los Estados Unidos de Norteamérica. Esa es la diferencia. Nosotros representamos al pueblo colombiano y en el Caquetá dimos la batalla por la libertad, la dignidad y todas esas cosas.
En el Caquetá ya no hay propaganda armada. Aquí lo que hay es guerra. Dos estructuras enfrentadas militarmente, el que triunfe, el que liquide a la otra fuerza gana.
Mientras la guerrilla en el Caquetá no sea destruida, la estrategia del Ejército está pendiente. Mientras el Ejército no sea destruido, la estrategia de la guerrilla está pendiente. Lo demás serían términos medios y un engaño a la gente.
El día que la guerrilla logre derrotar al Ejército colombiano, esto se trasladará inevitablemente a la política, como se ha trasladado en El Salvador. Lo que te quiero decir es que la derrota de la estructura militar oficial significa la toma del poder con el pueblo, porque la oligarquía mientras no tenga ese aparato militar no tiene con qué defenderse. La oligarquía, son burgueses que a la hora de la verdad cogen un avión y se van para la puta mierda.
Ahora, las acciones militares del M desaparecieron a nivel urbano por la represión, no por concepción. El M-19 tiene un criterio integral de la lucha. No es un criterio militarista porque en Colombia las masas no están en el Caquetá. Estamos hablando de temas militares. Nosotros no reducimos nuestra actividad a esta zona. Otra cosa es que no actuáramos en las ciudades, no porque no quisiéramos sino porque no podíamos, nos habrían cogido a todos presos, nos habrían torturado, nos habrían roto todas nuestras estructuras. No somos absolutistas, reconocemos que la estructura es necesaria pero no le damos el sentido que le da cierta gente, que piensa que sin la estructura es imposible la revolución. Para la revolución lo principal es la política, o sea las masas. En medio del fragor fue naciendo nuestra estructura; renaciendo más bien. De las cenizas nació un M-19 nuevo, diferente, con gente muy joven. La estructura nuestra ha sido destruida unas cinco o seis veces, o más tal vez. Destruida... y cuando te hablo de destruida es que han acabado con todo. Y vuelve y nace, y vuelve y la destruyen... porque para la guerrilla es muy difícil mantenerse en las ciudades. Eso es la muerte. La experiencia de los Tupamaros es esa. Ellos no pudieron resistir no porque no tuvieran una política correcta sino porque su estructura no aguantó. Fue liquidada de base, no les quedó nada. A nosotros nos quedó la dirección fundamental y los cuadros suficientes para volver a empezar. Con que quede uno. No importa... a los Tupamaros no les quedó ninguno. La gente se asiló. A nosotros no se nos ha asilado sino uno...
R.J:.EI M-19 alguna vez planteó su participación en elecciones, ¿qué estaban pensando cuando se hizo ese proyecto?
J.B: Si se daban las condiciones. Pensábamos que se podría dar la apertura democrática. Las elecciones en Colombia son un engaño total, absoluto, total. Porque son hegemonizados por los partidos tradicionales a todos los niveles. Los recursos, a nivel político, incluso hasta a nivel militar. Mientras continúe la hegemonía bipartidista en las elecciones no hay posibilidades de participar. Nosotros por lo menos lo descartamos. Hoy, ahora, descartamos las elecciones como una salida, como una solución política para el país.
En el año 80 hablamos de participar electoralmente siempre y cuando se uniera la izquierda. Nosotros propugnamos por la creación de un solo frente y la izquierda fue sorda a nuestro llamamiento.
Nosotros no creemos que sea justo que se plantee a una fuerza política su participación en las elecciones, cuando se está haciendo trampa por debajo. O sea cuando de entrada ya estás perdiendo.
Nosotros nunca hemos participado en elecciones por eso. Las elecciones en otros países son distintas. En los Estados Unidos, por ejemplo, el Partido Comunista tiene posibilidades de participar. La gente tiene los recursos, otras fuerzas, la gente tiene posibilidades de hablar, de discutir, de llevar a la confrontación electoral a las masas a todos los niveles. Y se escogen parlamentarios.., bueno al estilo de la democracia norteamericana. En Colombia ni a eso tú tienes posibilidades. No tienes posibilidad de acceso a la televisión ni a la radio...