http://www.nuevatribuna.es/articulo/mundo/2011-09-11/sobrevivira-israel/2011091118044700188.html
Edmundo Fayanás Escuer | Actualizado 11 Septiembre 2011 - 18:28 hrs
Si tuviéramos que responder a esta pregunta actualmente, casi por unanimidad sería que sí. Pero la respuesta a medio plazo, ya no está tan clara, siendo evidente que Israel vive en una gran encrucijada.
El conflicto judeo-palestino es la principal razón del caos y el sufrimiento que sufre todo el Oriente Medio. Estamos asistiendo al holocausto de los palestinos a manos de los políticos ultraconservadores que dirigen Israel, con la aquiescencia del poder norteamericano (ya esté en manos de republicanos o demócratas), y con el silencio más ignominioso de la Unión Europea.
De los tres millones y medios de palestinos que viven en Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza, más del 60% de ellos están viviendo bajo el umbral de la pobreza, situado en menos de dos dólares diarios.
Sin embargo, estamos viendo surgir dentro del mundo judío los llamados “indignados” que se resisten y critican la situación social que se vive en Israel. Hay una gran diferenciación social y se produce una creciente desigualdad entre la población israelí, donde una minoría amasa grandes fortunas, mientras que la inmensa mayoría malvive en el país.
El 80% de la economía israelí está dominada por 20 familias. Su sistema fiscal es extremadamente injusto. La relación entre impuestos directos e indirectos se reparte al 50%, cuando en un estado mínimamente social y justo deberían ser el 30% impuesto directo y el 70% en impuestos directos. El presupuesto de defensa israelí supone el 30%, siendo una barbaridad y el país está siempre en una situación de guerra permanente. En los últimos seis años el alquiler de una vivienda ha subido el 250% en Tel Aviv, frente al 1% de incremento salarial
Hay en la sociedad israelí grupos religiosos ultraortodoxos que tienen grandes privilegios y que suponen una rémora para toda la sociedad. A pesar de tener una economía muy competitiva, esta situación de desigualdad social y de enorme gasto militar no puede mantenerse por más tiempo.
¿Qué puede pasar?
Por un lado, el poder de Estados Unidos está siendo cada día que pasa más cuestionado en todo el mundo y la defensa cerrada del Estado de Israel se irá modificando poco a poco, haciendo que la política israelí tenga que cambiar respecto a los palestinos. El coste del apoyo norteamericano a Israel ronda los 4.000 millones de dólares anuales, más de la mitad en ayuda militar.
La imagen israelí en el exterior es cada vez peor, esto hace que sus apoyos disminuyan día a día. La denominada primavera árabe no cabe duda, que afectará a Israel y ya no podrá contar con el apoyo de las anteriores dictaduras árabes.
Hay una máxima sionista “es más fácil sacar a los judíos del interior del gueto, que sacar el gueto del interior de los judíos”. Hoy el Estado israelí se está aislando del mundo, convirtiéndose en una sociedad paranoica dirigida por una fanática elite política, decidida a llevar el conflicto a su fin por la fuerza y la destrucción, sea cual sea el precio para su sociedad o sus potenciales víctimas
La política hídrica de este país es uno de los asuntos geoestratégicos fundamentales para la supervivencia como Estado. Israel necesita controlar las fuentes de abastecimiento del río Jordán y los acuíferos subterráneos de Gaza y Cisjordania. Los Altos del Golán, los ríos Jordán, Yarmouk y Litani están constantemente en observación por los planificadores militares judíos.
Con la victoria en la guerra de 1967, Israel se apoderó de todas las fuentes de abastecimiento en Palestina, que generan unos 80 millones de m3 de agua renovable, además de la cuota proveniente del río Jordán, que se estima en unos 250 millones de m3.
También Israel se adueñó de los Altos del Golán sirio, donde se halla el lago Tiberiades y de la mitad de las riberas del río Yarmouk, afluente del Jordán. En total, Israel controla unos 939 millones de m3 de agua ubicadas en los territorios árabes ocupados.
El reparto, que se hace del agua entre la población, es bastante desigual. En los Altos del Golán, los colonos israelíes hacen un uso indiscriminado de ella, a la vez que imponen restricciones a los agricultores palestinos de la zona, a los que se les impide excavar pozos para su consumo particular.
La Autoridad Palestina ha denunciado, que los israelíes desvían entre el 80/90 % de los recursos hídricos de los territorios palestinos ocupados para su propio uso, o para lo asentamientos judíos existentes en su territorio.
El precio, que se establece para el agua, es diferente dependiendo de que se trate de colonos israelíes o palestinos. A los palestinos se les obliga a pagar hasta cinco veces y media más que los israelíes.
La realidad es muy dura, existen unos 200.000 palestinos viviendo en Cisjordania, los cuales no disponen de agua potable. El acuífero de Gaza aumenta continuamente su salinidad y contaminación, como consecuencia de las aguas residuales sin tratar que se da en todo su territorio, junto al uso masivo de fertilizantes procedentes de la agricultura intensiva. Poniendo en peligro los suministros futuros de agua, incluido el uso doméstico.
El consumo de los judíos en Gaza está subvencionado, lo que estimuló un uso incorrecto y desmedido. Los palestinos pagan 1,2 dólares el m3, mientras que los colonos judíos lo pagan a 10 centavos de dólar el m3.
La asignación de agua a los habitantes palestinos de Gaza y Cisjordania es de 40 litros al día, mientras que a los miles de colonos judíos asentados en estas dos zonas es de 500 litros diarios. Además, 250 comunidades de un total de 650 ciudades, poblados o campamentos palestinos como Jenin, Tammun no disponen de redes hídricas y los pozos que se abren están prácticamente salinizados por la explotación indiscriminada.
El trazado del llamado “muro de la vergüenza”, que construyen los judíos para separar Israel de Cisjordania, está en función de las necesidades de agua del país.
El otro gran problema de Israel es su demografía. Cuando se constituyó Israel, su población era de 650.000 habitantes, en 2008, ronda los 7,1 millones de habitantes. Este crecimiento tan fuerte ha sido posible a la alta natalidad y a la llegada de tres millones de emigrantes judíos.
El gran problema es que la población árabe, tanto la de dentro de las fronteras de Israel, como en los territorios de Gaza y Cisjordania crecen a doble velocidad que la judía. Si seguimos los estudios del profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Sergio Della Pergola “Los judíos tienen una media de 2,7 hijos, los palestinos cuatro. En unos veinte años la población árabe que viva en Israel será del 30% (frente al 20% actual) una nación con una minoría del 30% ya no es una nación unitaria, es binacional”.
Los estudios demográficos no sólo se refieren a la evolución de la población dentro de las fronteras de Israel, sino en los 28.000 Km2 que separan el Mediterráneo del río Jordán, o lo que es lo mismo, la Palestina existente bajo el dominio británico. Si se suman los habitantes de Gaza, Cisjordania y el millón y medio de árabes en Israel y lo comparamos con el número de judíos, la diferencia resultante es mínima. Pero debido a la fuerte expansión demográfica de los árabes pronto serán más que los judíos.
Sostenía el primer ministro judío Olmert, que el día en que el número de árabes supere al de judíos, la existencia misma de Israel estará en peligro. Dice “Si llega el día en que la solución de dos Estados (uno israelí y otro palestino) fracasa, y nos vemos obligados a hacer frente a una lucha por la igualdad de derechos al estilo surafricano, el día que eso ocurra el Estado de Israel estará acabado”. El diputado Yessi Beilin, del izquierdista partido Meretz, dice “Una minoría judía dominando a una mayoría palestina, sería como el régimen surafricano. El mundo no lo toleraría”.
El recurso a la emigración está prácticamente agotado y cada año llegan menos emigrantes. Como vemos, tanto el tema del agua como el de la demografía son dos hidras que están devorando a Israel.
Como dice Yessi Beilin“ todos sabemos que el status quo es insostenible y que hay que avanzar hacia la partición, la cuestión es si tenemos líderes dispuestos a hacerlo”.
La solución pasaría por una nueva refundación del país, en el que judíos y palestinos vivan en igualdad dentro del propio Israel. La creación de un Estado libre palestino sin interferencias judías, formado por los territorios de Cisjordania, Jerusalén y Gaza es fundamental teniendo en base las resoluciones de la ONU y las fronteras de 1967.
La comunidad internacional debería involucrarse con un fuerte apoyo político y económico que busque un desarrollo económico sostenible de la zona, ayudando en la resolución de problemas vitales como es el tema del agua, la vuelta de los exiliados palestinos a su país y un largo etc.. Todo esto a la clase política actual le produce urticaria, pero es el único camino para el futuro de la sociedad israelí y debe hacer que esto se lleve a cabo cambiando el actual panorama político, porque si no se hace solo cabe una alternativa, su destrucción como país.
Esperemos, que la anquilosada sociedad israelí, como vemos con los movimientos de indignados, haga posible esta alternativa que les aseguraría un futuro en paz.