nuevatribuna.es |Actualizado 17 Mayo 2011 - 17:09 h.
Vivimos en un tiempo en el que es difícil creerse nada, nos han mentido tanto y sobre tantas cosas, nos han dormido con tantos cuentos que a estas alturas pocos personajes públicos, del ámbito que sea, tiene presunción de veracidad. Los grandes medios mienten a diario, dan versiones distorsionadas de la realidad para justificar las mayores barbaridades en nombre de una democracia que comenzó a dejar de serlo hace tres décadas, justo cuando nosotros comenzábamos a andar; quien ayer era nuestro amigo y aliado maravilloso, hoy es un villano y un asesino sideral, quienes antes eran despreciados por su crueldad o su inmoralidad, hoy ganan elecciones por abrumadora mayoría gracias al voto de un pueblo que no sabe o no quiere saber nada de la palabra ética, lo que era execrable, motivo suficiente para apartar de por vida de la vida pública a alguien, hoy es un mérito, la mentira, un galardón: Han conseguido –con nuestra colaboración necesaria- que la mayoría piense que todo lo que viene de lo público, apesta, cuando la realidad es que el mal comenzó en aquel justo momento en el que se abandonó la ética pública y se dejaron entrar a los mercaderes en sectores que la verdadera democracia había vedado al negocio. La jugada es perfecta, demuestra que el dinero lo puede todo y que quien no tiene dinero no puede nada, lo mejor arrimarse al inmoral, ser como él y esperar a que caiga algo con los brazos cruzados. Fuera de eso, no hay vida, pero aunque así sea, aunque nos estén vaciando los bolsillos, la cabeza y el corazón, es fuera de todo eso dónde está la esperanza del ser humano, a base de ética, combatiéndolos en todos los campos, desenmascarándolos, haciéndoles la vida tan imposible que lleguen a pensar que por ese camino cada paso será el último.
Y es que hace tiempo que se traspasaron límites que nunca debieron cruzarse. La socialdemocracia creó el Estado del bienestar, que es lo más lejos que ha llegado el hombre al organizarse socialmente, pero esa misma socialdemocracia, quizá creyendo en lo que dice, quizás no, comenzó, ante las sucesivas crisis cíclicas del capitalismo, a aplicar recetas que por su ideología no podía aplicar, rebajas de impuestos a quienes más ganan, dejar al sector privado la gestión –cuando no la propiedad- de servicios públicos esenciales como el crédito, el agua, el suelo, la electricidad, la sanidad o la educación; permitir que las televisiones sean, en nombre de la libertad de expresión, un instrumento de animalización de la población; hacer recaer el peso de las crisis que provocan los especuladores sobre la parte de la sociedad con menos medios para defenderse; presentar al empresario como un emprendedor celestial al que sólo preocupa la creación de puestos de trabajo, al banquero como a un filántropo y al crápula como un modelo de virtudes, como un paradigma. Claro, después de lo que llevamos visto y oído en los últimos años, uno ya no siente la menor sorpresa ante nada, y es por eso que la noticia de la detención de Dominique Strauss-Khan, director del Fondo Monetario Internacional y posible Presidente de Francia hasta anteayer, no nos sorprende por el hecho de que ese señor haya podido cometer un delito, sino por el hecho mismo de su detención, algo tan inusual como extraño.
Pero vayamos por partes, según todos los sondeos –inexplicablemente- el presidente del FMI iba a ser el de Francia. Enseguida viene la sospecha, ¿qué hace un socialista de sesenta y tantos años persiguiendo a muchachas en un lujo hotel de Nueva York dónde la cama cuesta tres mil dólares? Parece absurdo, porque ese señor, que no es socialista, es otra cosa, no tiene la menor necesidad de acosar a nadie por razones sexuales, es seguro que dado su puesto y sus ingresos puede acceder a cuantas relaciones quiera, del tipo que sean, en un escenario discreto. ¿Es un montaje? No lo sé, ni me importa, porque el montaje no habría sido posible sin su colaboración. Sin embargo, enredarse en esa cuestión jurídico-rosa no tiene el menor sentido, de momento es presunto inocente, después ya se verá. El problema es otro porque la pregunta verdadera es otra muy diferente: ¿Qué hace un socialista presidiendo el Fondo Monetario Internacional, que es la institución internacional más dañina de cuantas ha creado el hombre? Es ahí donde deberíamos pararnos a pensar porque con ser graves los delitos de que se acusa a Strauss, es mucho más grave el daño que su comportamiento como director del FMI está infringiendo a millones de personas obligando a países enteros a aceptar el catecismo neoconservador como único instrumento válido para salir de una crisis que el propio FMI, gobernado entonces por Rodrigo Rato – el autor de la burbuja inmobiliaria al que dentro de unos días nombrarán Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante- no supo ver hasta que había entrado en nuestras cocinas.
Miren, aquí ha habido y hay un problema gravísimo, los bancos de medio mundo, dirigidos por personas que cobran como si les estuviese tocando el gordo de Navidad todas las semanas, dieron créditos a personas que no los podían pagar, invirtieron enormes cantidades de euros en operaciones especulativas, burbujas inmobiliarias y bursátiles, muchas de ellas fuera de la ley y casi todas contra el interés de los ciudadanos de cada país. Casi ninguno de los jefes, ejecutivos o gestores de esas grandes entidades financieras mundiales ha pisado la cárcel, cuando su sitio natural es la cárcel. Es natural, muy natural que Aznar, Rodrigo Rato, Ángela Merkel, Berlusconi, Sarkozy o Cámeron suban las tasas universitarias al cuádruple, que despidan a miles de funcionarios como chivos expiatorios de la crisis, que sigan consintiendo la existencia de los paraísos fiscales, que permitan que los ricos no paguen impuestos, que impidan la devaluación del euro para dar oxígeno a las economías más apuradas, pero lo que no es digerible es que Strauss-Khan diga que es socialista, que se presente como socialista a las elecciones francesas y exponga como su principal mérito socialista haber sido Director del Fondo Monetario Internacional, eso simplemente es una aberración que produce tal confusión en el electorado que no es de extrañar que buena parte de Europa se esté decantando hacia la extrema derecha racista y xenófoba. Y me explico, ¿cómo explicar que sea en Francia la hija de Le Pen quien esté reivindicando la escuela laica que hizo grande a Francia y los socialistas callen?
Uno de los lemas del Partido Radical italiano de Pannella y el gran Sciacia era el siguiente: “Si no puedes ganar a tu enemigo, acuéstate con él”. En principio no parecía mala estrategia, lo que ocurre es que el enemigo tiene camas con colchones de pluma de ganso y desayuna caviar beluga servido por imponentes señores o señoras que destapan sonrientes, una tras otra, botellas de Don Perignon, viaja en clase preferente y ocupa las mejores tribunas de los mejores espectáculos, las mejores mesas de los más reputados restaurantes y no sabe de crisis porque para él, la crisis es una forma más de ganar dinero, mucho más dinero. Cuando uno se acuesta con su enemigo, termina haciendo lo que su enemigo y comprendiéndolo. Ahí está el error, un error que si no somos capaces de corregir rápidamente pagaremos caro, tan caro que apenas tendremos dinero –por mucho que trabajemos- más que para pagar ese inmenso error.
Antes de que el Partido Popular domine cualquiera de las Administraciones del Estado español –y está a punto de hacerse con la local, la autonómica y la estatal, lo que sería una hecho de consecuencias desastrosas para los ciudadanos de este país-, es preferible que gobierne el caballo de Espartero o Marujita Díaz, pero los socialistas españoles y europeos han de saber que su tiempo se está acabando, que si no modifican su praxis y comienzan a recuperar la doctrina que les da nombre serán expulsados o engullidos definitivamente por el sistema. Ya sé, es verdad, hoy no es posible actuar en un solo país, enseguida los demás se echarían encima para hundirlo, pero precisamente los socialistas tienen una de las más antiguas organizaciones internacionales del mundo, es ahí, pero partiendo desde abajo, dónde se tiene que producir un debate inmediato que recupere la ética socialista, la austeridad socialista, el ejemplo socialista y la verdadera ideología socialista, incompatible con las políticas económicas neoconservadoras, con la educación confesional y con el lujo crápula, ostentoso y confundidor. Si hay que empezar desde cero, habrá que hacerlo antes que la demagogia, las trampas y el desprestigio hagan que toda Europa esté gobernada por ultraderechistas: Los medios son suyos.