Por: Cine Latina
"A los que creyeron en esta utopía. A los que creyendo en ella murieron. A quienes por creer en ella vivimos. Dedicado a los miles de etc., etc., sin bando, depositarios de la gloria y de nuestro amor, recuerdo y llanto. Dedicado a los cientos de anónimos que día a día construyeron esta historia. Que vivan todas y todos para que sólo podamos morir de amor, de ilusión, de paz o quizá de tiempo." (Aquel 19 Será - D.Villamizar)
Movimiento 19 de Abril M-19
Porque siempre habrá un motivo, porque siempre llegará un abril
Por: Cine Latina
Esta nota y abrazo, desde los pasos acelerados al ‘sexto piso’, me llena de alegrías al ser motivada por la iniciativa de quienes hace apenas 20 o 30 años eran nuestra ilusión y multiplicación de amores y el motivo de la felicidad de muchas existencias familiares: nuestros hijos; los mismos que ahora andan entre locuras suyas y en abrazos y sueños también de sus tiempos, esos muchachones del alma que van arañando y dibujando el camino de sus trajines de futuro, de sus angustias de juventud, de sus afanes de párvulos amantes, de sus amores y cuitas, seguramente con el arrojo que da su mocedad y tal vez con la fuerza de sentirse independientes de sus infancias y de saberse cada vez más grandes, más libres, soberanos y viajeros del mundo al que creen sometido a sus ilusiones y locuras, en la exploración de su aun desconocida felicidad.
Son estos muchachones del alma los que han llenado los vientos y distancias de nuestros ausentes inolvidables, a quienes hoy quisiéramos tener con sus esperanzas y sonrisas de futuro vivas y radiantes con nosotros; son los hijos, como dijera Saramago, esos seres “que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos… el más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias…”; y ahora, naturalmente quieren ser ellos y darse sus caminos y reinventar el universo que a estas edades siempre es muy pequeño.
Estas bellas muchachonas y hermosos espigados mozos se quieren reunir convocados por las expectativas juveniles de saber su historia y su futuro, de reconocerse en sus abrazos como suyos también fueron los nuestros, tal vez indagando en los recónditos trajines del recuerdo familiar, tal vez para juntarse y conocer un poco mas de los trasiegos andares de sus padres, o el descubrimiento necesario de saber cómo eran los vientos y los soles y las noches y las lunes y los cielos y las rondas atropelladas de su ayer, cuando para nosotros era un presente cierto.
Y se quieren juntar a su manera, en una montonera de nuevos afectos también a su manera, en una reunión que están organizando de una forma tan bonita que da envidia: tranquilos, serenos, libres de prejuicios, animosos, bacanes, agraciados, alegres, soñadores… En fin, se quieren apiñar y contarse sus cuentos e ilusiones, sus expectativas y planes de mañanas imaginados y tejidos al calor de sus encantos e identidades para enredarlos en sus tropeles y andanzas de futuro.
Animado por estos asuntos tan significativos y de vida, decía antes, les cuento que me han pedido el favor de mandarles esta razón: que seguramente algunos de ellos(Julián Moreno, Ricardo Rolito, María Paz Lara, Mario Hipólito) quienes junto con otros están en la organización de ese encuentro, les van a llamar para solicitar el número telefónico de sus retoños, y esta vez creo no van pedir permiso, porque esa concurrencia y tertulia es sin nosotros.
Con afecto y envidia,
Hipólito.
Julio de 2013
Proceso de Paz en la Habana
Jaime Nieto
El proceso de diálogo y negociación entre las guerrillas de las FARC y el Gobierno Nacional en la Habana (Cuba) ha entrado en una etapa difícil, densa y tensa. Hay que celebrar que efectivamente se pactaron unos acuerdos, aunque aún no definitivos, en materia agraria. Pero el punto dos de la agenda de seis previamente acordados puede resultar tan espinoso y complejo como el anterior. El punto dos se refiere a la participación política y comprende desde los derechos, seguridad y garantías para el ejercicio de la oposición política en general y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del acuerdo final, el acceso a medios de comunicación, hasta acuerdos sobre mecanismos democráticos de participación ciudadana y medidas efectivas para promover mayor participación en la política nacional, regional y local de todos los sectores.
En el centro del debate sobre el punto dos está el marco jurídico de la paz recién aprobado por el Congreso a iniciativa del Gobierno, los dilemas sobre justicia transicional (derechos de las víctimas y paz sin impunidad) y la controversia acerca de los mecanismos de refrendación ciudadana de lo acordado en términos de referendo o asamblea nacional constituyente. El debate es fundamental. Si el primer punto referido al tema agrario sienta las bases para la sostenibilidad social del proceso, este segundo sobre participación política establece el marco político que hará posible la transición de las guerrillas a movimiento político legal; de ahí la importancia que cobran los temas de garantías y seguridad.
Garantías políticas para que las guerrillas una vez convertidas en movimiento político puedan participar en el debate político democrático con expectativas ciertas de convertirse en alternativa de poder o acceder a cargos de representación política; todo lo cual implica a la luz de experiencias anteriores como las llevadas a cabo con el M-19, el EPL y el MAQL en los años 90, acuerdos puntuales sobre favorabilidad política y circunscripciones especiales de representación política nacional y territorial. Esto último deberá ser complementado con acuerdos más amplios que hagan sostenible el proceso en el mediano plazo, como, por ejemplo, la reforma del régimen político (menos presidencialista y más democrático), la reglamentación democrática de la participación ciudadana (que garantice mayor poder a los ciudadanos en la toma de decisiones sociales y políticas), democratización de los medios de comunicación y un estatuto democrático de la oposición que garantice la pluralidad de partidos y movimientos políticos. Todo esto pasa necesariamente por la superación de la arraiga mentalidad de las élites de que la política en Colombia se hace sin las izquierdas.
El punto de las garantías está estrechamente ligado al de seguridad. No es posible pensar en una transición política de las guerrillas a movimiento político legal con la incertidumbre de que se repita un nuevo baño de sangre como el ocurrido en los años 80s con la UP. De ahí que el punto de seguridad deba traducirse en la garantía real de que el movimiento político de las guerrillas que surja del acuerdo final o sus dirigentes no va a ser estigmatizado o criminalizado. Esto implica, por ejemplo, una reforma política de las FFAA y los aparatos de seguridad del Estado orientadas hacia el respeto de los DDHH y la superación de la ideología antisubversiva y anticomunista fuertemente arraigada a partir de la llamada ideología de “seguridad nacional” heredada de la “guerra fría”. Implica también un compromiso a fondo por parte del Gobierno Nacional para combatir el paramilitarismo o las Bacrim y depurar la acción política de sectores de las élites nacionales y locales comprometidas con el crimen como forma de acumular poder político y riquezas.
En la ronda de discusión en la Habana sobre este punto dos de la agenda, las FARC han tomado la iniciativa política. Han hecho público los diez puntos que presentarán a la mesa sobre participación política, entre los cuales se incluyen la restructuración del Estado, garantías para la oposición, democratización de la información, mayor peso político a las regiones en la actividad política, participación popular y asamblea nacional constituyente. Nada del otro mundo. Con la excepción del punto sobre Asamblea Nacional Constituyente, los puntos planteados por las FARC parecen bien encaminados y de ninguna manera pueden considerarse por fuera del marco de lo acordado en la agenda. No son minimalistas en términos de sellar una supuesta capitulación política, ni tampoco maximalistas que hagan imposible el debate y la negociación política en la Habana. En buena medida actualizan reclamos que desde el Frente Nacional, la izquierda y sectores democráticos vienen exigiendo para la democratización de la política en Colombia. Habría que esperar los contenidos concretos que los negociadores le den a cada uno de estos puntos en el desarrollo de la negociación.
Quizás el punto más espinoso y que más controversia ha suscitado es el referido a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Después de la frustración producida tras la promulgación de la constitución de 1991, por su incumplimiento, por las contrareformas de que ha sido objeto o por los desarrollos legislativos en contra de su espíritu democrático y transformador, el punto de la convocatoria a una constituyente se viene planteando en el país desde hace varios años. La idea la agitan sectores de la izquierda y de los movimientos sociales, y hasta la derecha uribista con propósitos claramente reaccionarios.
Incluir el punto de la Asamblea Constituyente en la negociación con el gobierno es sin duda un error político de las FARC. Por un lado, no podría ser un mecanismo refrendatario de los acuerdos pactados en la Habana para poner fin al conflicto, puesto que por su propio carácter deliberativo, pluralista y autónomo, en vez de sellar acuerdos los deshace, tal como lo han subrayado correctamente los voceros del gobierno en la negociación como Humberto de la Calle. Pero, por otro lado, atar la convocatoria de una constituyente al acuerdo final del conflicto armado, daña a la una y malogra al otro. La convocatoria de una asamblea constituyente no puede ser el resultado de acuerdos entre élites (así éstas estén en orillas adversas del espectro ideológico y político), sino el producto de una vasta y amplia movilización popular, y cuyo cometido no puede circunscribirse a lo pactado entre esas élites, sino a lo que en representación del poder constituyente primario, el pueblo decida. La constituyente es una exigencia democrática de primer orden, que va más allá de la paz negativa pactada entre las guerrillas y el Gobierno. Está articulada estrechamente a la movilización nacional por una paz positiva, duradera y estable, a la configuración de nuevos y vigorosos sujetos sociales y políticos, que instituya un nuevo orden social y político fundado en criterios de justicia social y democracia popular.
Las guerrillas de las FARC tienen el legítimo derecho de plantearla y agitarla en los marcos de la negociación, como espacio político que es, tal como igualmente lo hacen sectores de la izquierda y del movimiento popular; y si están realmente comprometidas con su convocatoria, como se espera que lo estén, su deber es seguirla agitando como movimiento político legal tras los acuerdos con el Gobierno. Pero condicionar el acuerdo final a la convocatoria de la constituyente es como echar la cucharada de miel en el barril de brea.
Los dilemas de la reelección presidencial
Por: Eduardo Nieto.
El presidente Juan Manuel Santos le ha anunciado al país su interés en que las políticas fundamentales de su gobierno sean reelegidas para un nuevo período. Sin embargo, y como lo expresó el mismo Presidente, la formalización de esta decisión quedaría sujeta a las disposiciones legales que regulan el calendario electoral. Así y todo, tal pronunciamiento fue asumido por el país político y los medios de comunicación como un evidente deseo del Presidente de la República de buscar su reelección inmediata para el próximo período presidencial.
Los términos del anuncio presidencial son de ocasión y parecen responder a una estrategia de la más pura filigrana política. No es gratuito que su presentación ante la opinión pública haya coincidido con otro anuncio igualmente importante: el acuerdo que el Gobierno y las Farc habían logrado sobre el tema agrario en las negociaciones de paz que se adelantan en La Habana. Los dos hechos de mayor peso hoy en la coyuntura política nacional. Presentar el propósito reeleccionista del Presidente como un hecho ligado a los avances y logros del proceso de paz con las guerrillas constituye sin duda una decisión política calculada, concebida deliberadamente para influir y de alguna manera direccionar el acontecer político nacional de cara a la coyuntura electoral que se avecina. Con todo, la estrategia oficial tendrá que enfrentar dilemas serios que derivan de la naturaleza y alcances de las políticas fundamentales que el Gobierno aspira a reelegir.
Es un hecho conocido por las altas esferas del Gobierno que buena parte de las políticas impulsadas y ejecutadas por Santos durante estos dos largos años de su administración son repudiadas por la mayoría del pueblo colombiano, o por lo menos han sido recibidas con reservas por diferentes sectores sociales y políticos. Así lo ponen de presente las encuestas de opinión y lo ratifica el malestar y la inconformidad de amplios sectores de la sociedad con su política económica y social fundamentalmente. Una política económica a favor del gran capital que se ha mantenido fiel a los dictados del mercado y las exigencias de la globalización neoliberal de la economía, incapaz de alterar los patrones de acumulación en favor de verdaderas reformas económicas y sociales que signifiquen una mayor protección del trabajo nacional, la reducción de la pobreza y una mejora sustancial del nivel de vida de los asalariados del país. Incluso, su política exterior es percibida hoy con desconfianza por muchos gobiernos de la región y amplios sectores de la opinión nacional tras congraciarse con el líder de la oposición venezolana y haber anunciado el disparate de ingresar a Colombia a la Otán.
En cambio, la decisión de adelantar un proceso de negociaciones con las Farc con el propósito de ponerle fin al conflicto armado interno y firmar un acuerdo de paz con esta organización guerrillera, cuenta con un amplio respaldo y consentimiento entre diversos sectores de opinión pública, la mayoría de los partidos políticos, el clero, los empresarios y los movimientos sociales de diverso orden. Tiene además el apoyo de la mayoría de los gobiernos de la región, de Estados Unidos y de buena parte de Europa. El Presidente sabe que la búsqueda de la paz es el factor determinante de la vida política nacional hoy. Como lo ha sido casi siempre. Sea que se pretenda por la vía de la guerra o de la negociación política, como ahora. El Presidente sabe además que los resultados en este frente ha marcado la suerte de los gobiernos que la han intentado. Por eso, mostrar resultados ciertos y tangibles en el actual proceso con las Farc es cuestión de vida o muerte para sus aspiraciones reeleccionistas y su deseo de pasar a la historia como una figura prominente y un gran reformador. Es la razón por la que apremia permanentemente a los negociadores de la guerrilla a que se apliquen sin dilaciones a la agenda de negociaciones previamente pactada. Es la misma razón por la que además le ha hecho saber a su contraparte en La Habana que el proceso de negociaciones no debe pasar del mes de diciembre de este año, cuando debería firmarse el acuerdo que le ponga fin al conflicto armado.
De cara a su propósito reeleccionista, el Presidente busca por todos los medios ajustar los resultados del proceso de negociaciones con las Farc al calendario de las próximas elecciones. Su pretensión es ir a las presidenciales con un buen trofeo en esta materia. Lo logrado en el tema agrario es para el Gobierno un buen punto de partida en esa dirección, y si en el momento de iniciarse la campaña por la presidencia logra un acuerdo con las Farc en el segundo punto de la agenda, es probable entonces que decida oficializar su aspiración reeleccionista para un segundo período.
Como están las cosas, Santos aspiraría a gobernar durante un nuevo período sin renunciar a su política económica a favor del gran capital, a pesar de la impopularidad de la misma, al tiempo que estaría dispuesto a sostener la negociación política con las guerrillas sobre la base de concederles algunas reformas económicas, sociales y políticas de alcances limitados y parciales, así tenga que enfrentar la oposición de los sectores más retardatarios de la sociedad y el establecimiento político. Justamente aquí surge el primer dilema de la estrategia reeleccionista del Gobierno: cómo asegurar la reelección del Presidente de la República cuando las políticas fundamentales de su gobierno responden en apariencia a intereses socioeconómicos contrarios y a lógicas políticas diversas. La clave de este dilema parece estar en la capacidad de convocatoria y arrastre de su política de paz con las guerrillas.
Convencido del impacto positivo que su política de paz ha tenido en la opinión pública, así como de los réditos que la misma puede producir en imagen y respaldo electoral, el Presidente y su equipo de gobierno hacen esfuerzos en ensamblar y equipar el proceso de paz con las Farc como la locomotora mayor de su gobierno, a la cual aspiran engancharle, como furgón de cola, el resto de las otras cinco locomotoras que constituyen la cara maluca de su gestión. La aspiración reeleccionista del Presidente será ofertada entonces como la única posibilidad de darle continuidad y llevar a feliz término el proceso de paz que se ha iniciado con las guerrillas. De esta manera, pocos advertirán que la reelección de la política de paz de Santos sería reelección de las cinco locomotoras que actualmente transportan el plan básico de su gobierno y su política económica.
Ahora bien, es sabido que el proceso de paz está lleno de contingencias. La mesa de negociaciones apenas acaba de evacuar el primer punto de la agenda, relacionado con el tema agrario, sin que éste haya quedado cerrado del todo, como lo han reconocidos los negociadores de ambas partes. El resto de la agenda contiene temas espinosos y delicados que, dadas las posiciones desde donde negocian las partes, no es dable prever que se puedan concertar acuerdos importantes de manera fácil y rápida como lo quisiera el Gobierno. De manera que no es descartable que en un momento dado el proceso de paz pueda entrar en crisis. De hecho, ya se avizoran nubarrones de crisis en el horizonte. Una coyuntura de esta naturaleza, ad portas de iniciarse la campaña presidencial, no sólo sería aprovechada por los enemigos de la paz negociada para desprestigiar el actual proceso y presionar la ruptura de las negociaciones, sino que además podría dar al traste con la aspiración reeleccionista del Presidente. Aquí aparece el otro dilema de la estrategia oficial: cómo garantizar la continuidad de las políticas fundamentales del Gobierno sin la reelección posible del Presidente de la República.
La estrategia reeleccionista del Gobierno parece contemplar un eventual escenario de crisis del proceso de negociaciones con la guerrilla y la inviabilidad de la reelección del Presidente Santos. Todo indica que en esa eventualidad, la pieza clave vendría a ser Germán Vargas Lleras, quien oportunamente se retiró del Ministerio de Vivienda en una decisión convenida con el Presidente de la República. De cara a un escenario de este tipo cobran sentido no solo el prolongado silencio del ex Ministro de Vivienda frente al actual proceso de paz, sino también la decisión del Presidente de posponer la oficialización del propósito reeleccionista de las políticas de su gobierno hasta el inicio de la campaña presidencial, esperando la evolución de los acontecimientos. Sin duda alguna, Vargas Lleras sería la opción guerrerista de Santos en una eventual ruptura de las negociaciones con las Farc. Sus credenciales en la materia le confieren los méritos suficientes para serlo y contar al mismo tiempo con el respaldo del empresariado y de buena parte del establecimiento político. Tiene como antecedentes su furibundo ataque al proceso de paz del Caguán y su compromiso con la política de seguridad democrática del gobierno anterior. El hecho de que se identifique con Santos y lo haya acompañado en la tímida y superficial depuración institucional del régimen político, cortando formalmente las relaciones institucionales del dominio con las estructuras criminales y la ilegalidad, le confiere legitimidad y una considerable ventaja frente a las opciones respaldadas por el ex presidente Alvaro Uribe.
Este punto es de particular importancia para la oposición de izquierda, que enfrenta el reto de sustraer la confrontación ideológica y política de la disyuntiva creada por los medios de comunicación y los partidos del establecimiento, para quienes los colombianos están condenados a elegir entre la opción de centro derecha de J. M. Santos, que supuestamente representa la defensa y continuidad del actual proceso de paz con las guerrillas, y la derecha extrema encarnada en Alvaro Uribe, que significaría el regreso de la opción guerrerista. Disyuntiva tramposa y falsa que encubre el hecho cierto de que Santos también es guerrerista. Pues su actual política de negociación no es sino una derivación de la política de seguridad democrática ejecutada por él desde el Ministerio de Defensa durante el gobierno anterior. El cometido inicial de esa política era golpear y debilitar militarmente a las guerrillas para luego obligarlas a negociar bajo las condiciones impuestas por el vencedor, sin que ello implicara el desmonte del dispositivo de guerra. Al tiempo que negocia la paz con las Farc, Santos como Presidente se mantiene fiel a esa política. Lo dice todo el hecho de que su discurso a las Fuerzas Armadas lo resuma en la consigna: La paz es la victoria!
La oposición de izquierda está llamada a analizar y debatir en forma amplia y profunda este tema, para evitar errores políticos catastróficos en el momento de decidir su próxima política electoral. Pues, sería una equivocación enorme que la defensa de la solución negociada del conflicto armado colombiano, y particularmente del proceso de negociaciones con las Farc, conduzca a la izquierda o a sectores de ella a reelegir a Santos. De ahí que sea urgente y necesario debatir fraternalmente el pronunciamiento de la ex senadora Piedad Córdoba, cabeza visible de Marcha Patriótica, quien ve conveniente la prolongación del mandato del Presidente Santos por dos años más para efectos de darle continuidad al proceso de negociación con las Farc. Así como el de Iván Márquez y Pablo Catatumbo, voceros de las Farc en La Habana, quienes han calificado la aspiración reeleccionista del Presidente como algo positivo y garantía de que el proceso continúe y sea defendido. Este debate debe entonces poner a la izquierda en posibilidad de constituir una alternativa propia e independiente del gobierno y los sectores políticos dominantes, no sólo frente a la estrategia de paz con las guerrillas, sino también frente al conjunto de las políticas fundamentales que el gobierno pretende reelegir. La mejor garantía de una paz sólida y democrática para las guerrillas y la mayoría de los ciudadanos colombianos, está en elegir un gobierno de talante social, democrático y socialista.
Por: José Yamel Riaño
¡Ya dejémonos de vainas! Asumamos seriamente la responsabilidad política que nos cabe, si es que de verdad somos dirigentes de algo en el territorio. Las nuevas generaciones nos van a reclamar con razones de fondo y lo mejor es que sepan de nuestra honestidad pero debemos tener claro que no es suficiente. Además de honestos, tenemos que ser eficaces.
A veces da la impresión de habernos vuelto expertos es en buscar y rebuscar culpables por doquier. Por supuesto que son los poderes nacionales y transnacionales los responsables directos y principales de la pobreza extrema y la inequidad social que vivimos, pero nosotros tenemos un poco de responsabilidad en ello. Y si no, cómo explicar que como pueblo seamos más, pero eso no se refleja en calidad de vida?
Sin duda a las generaciones de la primera mitad del siglo xx de la población colombiana, nos ha correspondido sufrir a una clase monopólica del poder que no solamente ha dilapidado, en beneficio propio la riqueza nacional, sino que ha frenado el desarrollo armónico de la economía y no le ha puesto freno a la depredación del medio ambiente. Da dolor de patria decirlo; pero a eso nos hemos acostumbrado.
“Ellos son los que por casi dos siglos de vida republicana han usurpado el poder, Ellos son entonces los únicos responsables” y con eso nos queremos “despachar”, Como si nada. Como si no hubiesen existido opciones distintas, o como si no hubiésemos visto la necesidad de construirla en la lucha. Otra cosa bien distinta es que nos queramos hacer los pendejos o hacer lo de la Avestruz, “enterrar la cabeza para no ver”. ¡Pues nos llegó la hora de hacerle frente a la historia y responderle a la patria, pero sobre todo a nosotros mismos!
Pero, ¿Y por qué esa reflexión, aquí y ahora? Esa es la pregunta y podemos responderla diciendo que “nunca es tarde”, o cualquier otra cosa, pero de eso no se trata. Digamos que si conocemos el pasado podemos vivir el presente construyendo el futuro, en el que participe el grueso de la población en paz y alegría.
Eso ya está inventado, hoy hay sociedades que lo viven y disfrutan y no solo son productos de revoluciones violentas, la mayoría son comunidades que le han dicho basta a la mediocridad y a la mezquindad y conscientes de que un mundo mejor es posible han echado andar y la historia les ha premiado con nuevas luchas y nuevas conquistas en un proceso interminable de construcción democrática.
Así las cosas, si somos rigurosos en el análisis del momento histórico que vivimos y somos consecuentes con ese acumulado de luchas populares que tenemos en nuestro haber, sin duda podemos preguntarnos por qué hemos llegado donde estamos y como enriquecer esas experiencias para ponerlas al servicio del proceso de democratización iniciado, al tiempo que vamos descubriendo la inmensa riqueza que para Colombia significa vivir procesos como el presente con grandes posibilidades de hacer la paz, de poder ejercer una gobernanza progresista como la de la capital de la República, -con todo lo difícil que implica aplicar los cambios- y con un pueblo que ha dado muestras de su insaciable búsqueda de “algo distinto”, algo que no sea repetir los mismos errores ni recorrer los mismos caminos. Algo donde las personas cuenten y sean el centro del escenario, donde el hombre no sea “el enemigo a vencer” sino “el hermano a abrazar”.
Esa debe ser nuestra búsqueda. Como ciudadanos libertarios debemos estimular ese propósito porque en procesos sociales como estos siempre habrá cosas por descubrir que nos permitan conocer y avanzar. Pero además, ese camino nos debe llevar a nuevas formas de relacionarnos, a entender que la paz, la democracia y lo público son valores que junto a la defensa de la naturaleza, deben cohabitar en armonía y eso se logra dialogando, debatiendo los desacuerdos, guardando siempre el debido respeto entre diferentes. Recordemos que además de diferentes no somos poseedores de toda la verdad, solo de una parte que es para aportarla a las otras partes hasta obtener el producto que todos buscamos, donde todos ganemos para proponernos nuevos retos.
Los procesos donde los pueblos ganan son irreversibles y solo se dejan modificar para mejorar. Como los logros que vamos alcanzando son los peldaños que nos permiten crecer y avanzar, debemos, -sin abandonar el objetivo principal- entender que muchos de ellos, -la mayoría- podemos y debemos compartirlos con quienes así lo quieran, inclusive con aquellos con quienes son más las cosas que nos separan que las que nos unen. De esta forma iremos construyendo una Política de Alianzas que acelere el proceso porque nuestro mayor reto es el poder y eso nunca se nos puede olvidar.
En política los propósitos están siempre transversalizados por intereses de todo tipo y generalmente no se duda en ceder algo a cambio de lograr salvaguardarlos. En ese marco es donde nos movemos para acordar las alianzas que se necesitan y por tanto, son esos intereses, y no los principios, -que no son negociables- lo que nos permiten las negociaciones. Si entendemos esto, sabremos que alianza no es lo mismo que unidad, aunque podemos estar hablando de unidad de acción que no es lo mismo. Esto nos permite hacer la siguiente reflexión: Alianzas Sí. ¿Pero hasta cuándo y hasta dónde?
Démosle un vistazo al caso de la confluencia de grupos alternativos que se adelanta en el Valle del Cauca y Cali en particular. Supuestamente en condiciones de igualdad, pero con distintos intereses porque la legislación vigente amenaza a unos y otros de forma diferente: Dos de ellos, tienen personería jurídica vigente, pero deben alcanzar el umbral, mientras los otros sin personería deben inscribir sus candidatos por firmas y luego el número de votos válidos por ellos depositados debe superar el umbral. Hasta ahora lo único claro es que divididos todos peligramos. Si nos unimos en cambio, estaremos listos para enfrentar los nuevos retos donde lo electoral es importante porque nos permite legislar y gobernar, mas la idea es ir más allá de lo meramente electoral
Dicen algunos que la unidad del pueblo pasa por la unidad orgánica. Sin embargo, los indignados del viejo y nuevo mundo nos están señalando caminos nuevos para la nueva política.
Bitacora de una militancia*
www.ciase.org/apc-aa-files/.../libro-mev-quinta-edicion-11-2011.pdf
“En abril de ese mismo año, la policía asesinó a mi mejor amigo, Afranio Parra. De nuevo el zarpazo de la muerte me sorprendió y al comienzo me pareció imposible sobrevivirlo. Un frío intenso entre el pecho y el estómago me hizo sentir que moría otro pedazo de mí. Caminé sola por la calle, lloré impotente, maldije el proceso de paz que desarma mentalmente a los guerreros pero no a los asesinos. Me dolió la vida, me pesó la soledad, luego quise oír música y fui a una taberna. Necesitaba llenarme de sonidos, ya no podía más con el silencio de mis muertos.
Pasé la noche despierta, apretando entre mis manos el cuarzo que Afranio me regaló como protección, invadida de imágenes en blanco y negro sobre vida y muerte. Al amanecer había tomado una decisión.
Me acompañaba una extraña fuerza como surgida de mis propias cenizas. El dolor me exigía convocar la vida para exorcizar la muerte que me tenia harta, iría al velorio de "El Viejo" para llorarlo y entender su ausencia. Para vivir el luto a fondo y no eternizar este nuevo dolor al dejarlo en el aire. Por primera vez quería ver el rostro de la muerte para poder encontrar la vida.
Busqué a Iván, uno de mis compañeros de lucha, como cómplice para realizar el ritual. Fuimos a la Casa Gaitán donde estaba el cadáver. Entre la multitud encontré a sus hijos, a la Chacha su mujer más permanente, a sus viejos, a nuestros amigos, a la gente del pueblo, su gente. A él no pude verlo al comienzo, era imposible porque todos se agolpaban en torno al ataúd. Cuando pude acercarme, lo miré despacio, con miedo a afrontar por primera vez su silencio. Y le hablé:
«Afra, viejo, aquí estoy. Te voy a llorar. Me quedo en el velorio para entender que estás muerto, de tanto verte inmóvil en esa caja. Para aprender a no esperar más tu abrazo fraterno... porque si no entierro contigo esta tristeza y a todos mis muertos no sepultos, me muero».
Allí a los pies del féretro me sentí más serena. Estuve largo rato contemplándolo sin dejar de hablarle como si aún pudiera oír. Hasta me dio risa cuando noté que lo habían amortajado con un hábito de fraile y pensé que su alma de guerrero no estaría a gusto en esa funda de santo.
Me impresionaron sus manos. Su esencia estaba aprisionada en ellas, no sólo porque sostenían el colmillo de jaguar, el cuarzo, una rosa y las espuelas de carey que le llevé para sus riñas de gallos en el cielo, sino porque siempre habían acompañado la magia de sus palabras con una gesticulación incansable. Y ahora reposaban inmóviles sobre el pecho como signo inequívoco de su muerte.
Solo me retiré cuando llegaron los mariachis. Le gustaba tanto la música a mi viejo, que sembró en su hija una voz de jilguero y la memoria de sus canciones. Milay cantaba en el velorio de su padre para complacerlo antes de que se fuera del todo.
Durante las noches del velorio, en torno a una fogata, cantábamos, contábamos cuentos y anécdotas. Nos juntamos los viejos amigos, la familia, los paisanos, sus mujeres y las amigas, para acompañarlo hasta que se nos pasara a todos, incluido él, el asombro de su muerte y la aceptáramos.
Entonces, Afranio podría irse tranquilo más allá de la vida.”
*Escrito para no morir: Bitácora de una militancia
María Eugenia Vasquez Perdomo
Premio Nacional de Testimonio 1998
Ministerio de Cultura
RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL
DOCTOR EN HISTORIA
PROFESOR UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
Las Mujeres discurren en la historia, superando los olvidos, las exclusiones, recuperando su visibilidad. Ellas son protagonistas de la vida social, cultural, económica y política. La historia es en femenino y masculino, profundamente interrelacionados estos géneros, con el poder de los hombres sobre Las Mujeres y las resistencias creativas de ellas. La historia es binaria, en que hombres y mujeres están presentes, de la misma manera que la historia es la del discurrir contradictorio de clases sociales, estamentos, profesiones, élites, partidos, individualidades, distintos pueblos, culturas, religiones y creencias, en el desarrollo desigual de la sociedad planetaria. Si se asume esta perspectiva, buena parte de la historia escrita deberá ser reelaborada, para recuperar su riqueza y complejidad.
Existe también la perspectiva de la historia de Las Mujeres, de sus singularidades individuales y colectivas, de sus oficios y profesiones, de sus intercambios de roles y valores, y de sus protagonismos. Es una historia de énfasis, de jerarquizaciones, desplazamientos, y que potencia más el análisis de ellas en la historia. Ambas historias se complementan en un paradigma narrativo.
La historia de Las Mujeres es la de su género, y por ende, es una historia natural y social, enraizada en los determinantes culturales. Así como constituye un error reducir las diferencias a la sexualidad natural, es igual de equivocado ver el género sólo como una categoría socio-cultural, porque es una historia de la humanidad, de su naturaleza y de su sociedad.
Cuando está en vilo la existencia de la vida planetaria en todas sus formas, incluyendo la humana, resulta más imperativo superar las visiones unilaterales de la historia. Lo socio-cultural actúa sobre lo natural, lo transforma y lo modela, pero no lo elimina, como que los ciclos de la existencia continúan, con la incertidumbre de la vida y la certeza de la muerte. Por ello es necesario el estudio del cuerpo, de la vitalidad femenina, de su papel –verdadera virtud- de reproductora de vida, con su cortejo de simbolismos, rituales y creaciones, remitiendo a la conformación de las familias y al universo de los afectos, al desarrollo fundante de la sicología de los niños. También a su conversión en una subordinación por la dominación: tener hijos como mandato.
La familia es lugar de los afectos, la educación temprana, la sexualidad y el espacio de la maternidad. Pero es en igual forma proveedora de alimentación, mantenimiento y cuidado. El manejo del espacio doméstico es un trabajo productivo de calidad, indispensable para el funcionamiento global de las sociedades. El trabajo doméstico está en el centro de la historia de Las Mujeres y de Las Mujeres en la historia, y como tal hay que visibilizarlo. Forma parte de la familia, donde se forjan interrelaciones complejas, como hogar para vivir y comunicarse, como encierro para Las Mujeres e hijos, donde el autoritarismo diseña su rostro y su máscara. Pero lugar de amores y pasiones que fraguan un mundo de lo cotidiano variopinto. La familia viene a ser transmisora de memoria, de costumbres en común, lugar de resistencia frente a las vicisitudes del mundo, donde la mujer ocupa lugar central.
Este carácter complejo dificulta la comprensión de la emancipación de la mujer, de la familia como cárcel e instituto productivo de explotación. Y a ello apuesta la dinámica de sus luchas y programas. Deben levantarse reivindicaciones como las guarderías infantiles, comedores comunitarios, escuela pública obligatoria y temprana, derechos políticos reales, al igual que al divorcio, al aborto y al libre desarrollo de su personalidad, educación plena y trabajo digno. Estos puntos, que están en los programas feministas, tienen como horizonte la emancipación de la mujer.
Es a través de la rebeldía, con sus memorias en recuperación, en la batalla contra el olvido, que la mujeres se constituyen en multitudes capaces de ser decisivas en los grandes acontecimientos y en la vida material con sus quehaceres varios. En la resistencia suelen ser artistas de la protesta.
Joan Wallach Scott da este concepto sobre las relaciones entre género y clase: “El género está tan implicado en los conceptos de clase, que no hay forma de analizar a uno sin el otro. No podemos analizar la política separándola del género, la sexualidad y la familia, porque no estamos hablando de compartimientos de la vida sino de sistemas relacionados discursivamente, y es el lenguaje lo que hace posible el estudio de sus interrelaciones” Así mismo añade: “No hay una opción entre focalizarse en la clase y en el género; cada uno es necesariamente incompleto sin el otro”.
La incorporación masiva de Las Mujeres al trabajo visible, productivo y material, también significó su constitución en trabajadora intelectual, el general intellect, con sus saberes, delicadezas, pericias, experiencias y vínculos cada vez más decisivos a la educación formal y a la cultura como actoras.
El papel del lenguaje en el pensar, conocer y actuar es cada vez más decisivo e inevitable, aún en las condiciones más cerradas, de clausura, como la empresa capitalista o con la masificación de los gustos y sensibilidades como las agencia la televisión, con la ficción uniformadora de la sociedad del espectáculo, con el pensamiento único del capitalismo tardío neoliberal. Las resistencias y contraculturas son inevitables y evidentes en el escenario de la política y empieza siempre como lenguaje: rumor, miedo, que se propaga en las conversaciones, intercambios directos y mediáticos. Y están los periódicos, universidades, escuelas, la calle, los cafés, tabernas y el hogar, donde centralmente se comenta en familia las vicisitudes de lo cotidiano privado-público.
Se trata de avanzar en todas las esferas de la vida, desde lo económico a lo social, cultural, político y viceversa, en una circularidad de propósitos, trazar el horizonte emancipador de Las Mujeres, enfrentado el asunto grueso de la alienación de las relaciones hombre-mujer que produce la sociedad de mercado.
Pero estas condiciones liberadoras que la cooperación y el intelecto generan en la sociedad, no superan la égida del capital, aunque crean condiciones para su superación. No son todavía la emancipación y el fin de la explotación.
El programa por el socialismo del siglo XXI es un programa por la vida, no sólo la humana sino del planeta. El derecho a la vida reordena todos los derechos y encuadra las políticas económicas, los planes estatales, las programaciones macroeconómicas. Es la mirada de la ecosofía, por ello el ecosocialismo.
El socialismo del siglo XXI será ecofeminista o será caricatura. Recuperar toda la tradición de Las Mujeres por su emancipación social, sexual, de género, de Las Locas Mujeres de Gabriela Mistral: las abandonadas, ansiosas, desasidas, dichosas, fugitivas. Las condenadas de Nuestra América, negras, indias, mestizas. La historia demuestra que ellas son protagonistas principales en las rebeliones y revoluciones, generadoras de resistencias y creadoras de nuevas sensibilidades liberadoras.
El socialismo tiene que hablar en femenino sin rubores, exaltando la voz de ellas, de sus propias historias, vidas, que nos emanciparán a todas y todos, como en el pedido de Virginia Wolf en Una Habitación Propia.
La clase trabajadora a escala internacional ofrece una presencia combativa y reflexiva, activa y organizada de Las Mujeres por miles y millones. Rosa Luxemburgo es la paladín de la causa socialista, teórica marxista, internacionalista y feminista. Con ella, apenas comienza un curso, un inventario nutrido y multicolor de país a país y de continente a continente. Antes de ella, existieron importantes líderes y nutridas multitudes de luchadoras.
1. Scott, Joan Wallach. “Sobre lenguaje, género e historia de la clase obrera”. En: Género e Historia. Fondo de Cultura Económica/Universidad Autónoma de México: México D.F., 2008. pp. 85 y 86.
2. Scott, Joan Wallach. Op. Cit. p. 93. Ver igualmente: Sánchez Ángel, Ricardo. “El ressurgir de un paradigma”. En: Huelga. Luchas de la clase trabajadora en Colombia, 1975-1981. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009. pp. 27-46.
3. Para otras valoraciones de las luchas de los de abajo, ver de Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1963; Scott, James C. Los dominados y el arte de la resistencia. México D.F.: Ediciones Era, 2004; Tilly, Charles y Wood Lesley. Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a facebook. Barcelona: Crítica, 2010; Tarrow, Sidney. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Alianza Editorial: Madrid, 1997; Bensaid, Daniel. Resistencias. Ensayo de topología general. España: Editorial El Viejo Topo, 2001.
"FLACO BATEMAN”
Por. José Yamel Riaño Jueves 2 de abril de 2013
De las muchas buenas cosas que me han pasado en la vida: el haber conocido al “Flaco Bateman” De las malas pasadas que la vida me ha deparado; fue la de aquel 28 de abril del año 83, cuando cumpliendo con una tarea más en el proceso revolucionario que tan intensamente vivimos, me correspondió despachar la avioneta en la que viajaba el flaco en compañía de la “Negra Nelly Vivas” que por cosas del destino, se le ocurrió pedirnos viajar con nosotros, dado que tenía pendiente un viaje a Ciudad Panamá. Lo que la Negra no sabía era que con nosotros viajaría, además del piloto, capitán Antonio Escobar, el compañero Conrado Marín, que se reincorporaba a la lucha revolucionaria, después de haber vivido un proceso de “amnistía” que la organización no aprobó y que él corrigió con reproche público. Coincidió el pedido de la negra con la necesidad que el Flaco tenía de hablar con gentes que lograron que la organización los avalara dada la importancia de los temas a tratar y la falta de tiempo disponible. Teníamos planeado viajar el 27 y no el 28 de abril como finalmente lo hicimos. Bueno, lo hicieron ellos que llenaron el cupo dado que con el mío se quedó la Negra Vivas, sin pensar que de pronto, nos estábamos jugando la vida.
Con Bateman nos habíamos conocido en la JUCO o, Juventudes Comunistas, en la época de la “Defensa a Marquetalia” -1964- (Causa del nacimiento de las FARC) cuando él, como miembro del Ejecutivo Nacional, hacia visita oficial al regional de la JUCO de Girardot, mi pueblo natal, cerca de Bogotá.
Por aquella época le creíamos poco al Flaco, pero nos gustaban sus visitas. Era tan desparpajado que cualquier tema lo volvía chiste y así lo tomábamos. Pero, cuando supimos que ingresó a la guerrilla, el sentimiento de incredibilidad se convirtió en respeto y admiración. Tiempo después, cuando me visito para hacerme militante, tuve la oportunidad de vivir muy de cerca el proceso de convertirnos en el grupo fundador del EME.
Pero, a propósito del 30 aniversario de la muerte de Bateman, tema que nos convoca, por esos días escuche al médico Toledo Plata en Santa Marta decir: Yamel; “Esto se acabó” esas fueron las palabras del médico, cuando se confirmó la muerte del comandante del M-19.- Pero por qué médico?, si vivimos la época más halagadora, la de mayores expectativas! Fue mi respuesta. Hoy creo que Toledo tenía razón. El Flaco, no solo era el comandante general de la organización; Él era la esencia del M-19, y cuando la esencia no está; el sabor cambia.
Con Bateman el EME construyó la consigna “Amnistía General y Sin Condiciones, Tregua y Diálogo Nacional”. Fue todo un programa de lucha que ganamos a medias; con Belisario se dio la Amnistía amplia y general. -Con la sola excepción de los llamados delitos atroces, todos los demás fueron amnistiados-. Firmamos también la Tregua bilateral, pero nos quedó faltando el Diálogo Nacional. La forma como según el Flaco, “los colombianos íbamos a resolver de nuestros conflictos sin tener que hacer uso de las armas para matarnos entre nosotros mismos”.
Para el Diálogo Nacional, la verdad es que al interior del establecimiento, las fuerzas armadas incluidas, no existió nunca la voluntad de paz necesaria para que el proceso avanzara. Así se demostró cuando salimos de Corinto sin una agenda que trazara el derrotero que nos llevaría por el camino de la negociación a la convivencia y al Acuerdo General. Algo así como un Nuevo Acuerdo Nacional con participación de todas las fuerzas que componen la Sociedad Colombiana.
Aunque no es tiempo de “llorar sobre la leche derramada” si es bueno recordar aciertos y errores para aprender de ellos. Siete años después de la muerte del comandante Bateman, los colombianos firmamos la Nueva Constitución, (1991) –el hecho político más importante del siglo en Colombia- con la participación de cientos de miles de hombres y mujeres compatriotas que a través de nuestra historia han luchado para mejorar las condiciones de vida del conjunto de la sociedad. Allí estuvimos trabajando para que esa Constitución fuera el reflejo de un acuerdo de paz producto del respeto entre diferentes. Así lo entendió Colombia que hizo de la lista de la AD-M19 la más votada.
Ahora miremos el presente: Colombia vive hoy un proceso de paz. Ya el gobierno de Juan Manuel Santos está sentado en la mesa con los representantes de las FARC. Eso es un gran avance, y tenemos que volver a las enseñanzas de Jaime Bateman y recordarlo cuando decía: “lo único que justifica la guerra es la lucha por la paz”. Pero por supuesto que saludamos y apoyamos todo lo que ayude a la paz. Pero es más, estamos atentos a las convocatorias y a los llamados que para tal fin haga la guerrilla de las FARC o el gobierno nacional. Porque “por la paz haremos hasta lo imposible”, decíamos en el EME.
Estos 30 años, entre la muerte de Jaime y este 28 de abril, no han pasado en vano. Así quedó demostrado el pasado 9 de abril, día de la conmemoración del 65 aniversario de la muerte del otro gran líder sacrificado el siglo pasado, el Dr. Jorge Eliecer Gaitán, cuando más de un millón de personas salieron en solo Bogotá a pedir: PAZ, DEMOCRACIA Y DEFENSA DE LO PÚBLICO.
Los colombianos no queremos más guerra, eso es una verdad a secas. Ni siquiera los enemigos de la paz se atreven a reivindicar la guerra que es su gran negocio, prefieren condicionar para enredar y así prolongar por otro medio siglo los acuerdos políticos que acaben con el conflicto por la vía del diálogo.
El ex presidente Uribe se está quedando solo, ya ni sus más cercanos amigotes le comen cuento. Y no es para menos; ganó la presidencia en el 2002 con la promesa de “hacer la paz”, a punta de fusil y en un abrir y cerrar de ojos; duró ocho (8) años en el poder y entregó el conflicto vivo. Sin embargo insiste y todos sabemos que es un hombre muy capaz y cualquier cosa puede pasar. “Hasta venderle el alma al diablo con tal de recuperar el poder”.
Claro, esto ha traído como consecuencia que se haya producido un esguince al interior del establecimiento que se puede volver fractura y puede ser aprovechada por la oposición, los centro- izquierdistas, los sectores democráticos o todos juntos, porque todos estamos a la espera de la gran convocatoria para la conformación del gran acuerdo “por la paz, la democracia y la defensa de lo público” que reclama Petro y que estamos en mora de construir para ponernos a la altura de la América Latina, especialmente la Suramericana.
Nelson Osorio
JAIME BATEMAN CAYÓN
(El Flaco y/o Pablo)
Donde estés (Otra parte, Más allá, Eternidad del infinito, Más acá)
Tenés razón Flaco. Las cosas se cambian actuando en grande, protagonizando barro y cosmos a cada paso. Con intrepidez, afecto y magia. Por eso dijiste aquella noche cuando, cuchara en mano y con la olla en la otra, devorabas el cucayo del arroz: “Si Bolívar hubiera aspirado únicamente a la Presidencia, máximo hubiera alcanzado la alcaldía de Santa Marta… Y eso”.
Chamán antes que revolucionario acartonado y temeroso del tramo siguiente, domador lúcido de tornados políticos y prestidigitador de sueños descomunales, dejabas la teoría para irla sembrando por el camino. Si en el momento la ruta no estaba del todo delineada, peor para la teoría porque, según vos, siempre tiene que existir la posibilidad de realizar algo con pasión desbordada, con imaginación a borbotones, sin menudencias en descomposición ni zancadillas de penumbra.
Colombia aquí y ahora
Por ello te hiciste blindar la vida con una pócima eterna de alegría, de Mar Caribe rumoroso y traga eses, de recovecos citadinos y laderas andinas. Y cuando fuiste expulsado de las FARC, ya venías calentando en tu magín un volcán diferente y tumultoso, desabrochado y fértil, con el cráter abierto a todo aquel o aquella que no estuviese perdidamente cuadriculado. Y a medida que fueron saliendo de la guerrilla por expulsión o deserción Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina y Carlos Pizarro, te apoyaste en su incandescencia estelar para redondear el germen de su itinerario, que sumó en su cartografía el anhelo de alguna gente de la ANAPO, el amasijo de voluntades de varios descarrilados con la fatiga de izquierda “marxista-leninista” y la frescura irreverente de otros aún contagiados por grupos o partidos. Así se perfiló un no sabíamos bien qué en un sí sabíamos dónde y cuándo: Colombia aquí y ahora, guiados por tu atinado desparpajo de camisa guayabera que impulsó el compañerismo transparente y desterró la militancia sordomuda, el temor reverencial y la obsecuencia mediocre. La libertad de disentir fue la bandera, y la capacidad de proponer fue el viento que la mantendría ondeando con fogosidad.
Luego… ¿te acordás?... con una tarjeta Diners, una campaña publicitaria en los periódicos de los dueños del ombligo del país y un nombre que Fayad entresacó de la fecha cuando le burlaron las elecciones debía retornar a su sitio con el pueblo en el poder. Fue un maravilloso comienzo de este bello lío llamado porvenir.
El júbilo de ser amigos
Pero Flaco, para qué recontar lo que te sabés de memoria. Mejor decirte que tus hijas están hermosas. Natalia de Universitaria (en Quito, hace unos años entonó en su flauta el “Himno de la Alegría” en tu homenaje) y Catalina, colmando de regocijo sus catorce años. Ambas son muy vos, cada una a su modo. Porque en eso sí que eras rotundo: en cuidar que a cada quien lo dejaran con su manera de ser, con sus raíces y valores, respondiendo por aquello que supiera hacer mejor. “Solo así las cosas salen bien, cuando una las siente como parte propia y no como un implante”, decías, y seguíamos añadiéndole vallenato (propusiste que “La Ley del Embudo” fuese el himno del Eme), Sonora Matancera (de Daniel Santos preferías “El Anacobero”) y Whisky Sello Rojo al “Risk” (ese jueguito marca Parker traído por México, que consistía en tomarse con soldados, tanques y aviones las posiciones del enemigo… o pactar la paz, si las condiciones eran favorables). Noches de diálogos humeantes con florecimiento de fantasías en medio del único mandamiento que debía ser respetado con fe de carbonero mayor: el júbilo de ser amigos y poder estar juntos. Desenguayabes domingueros con fritanga (y arroz, mucho arroz blanco o de coco para vos) y como remate, una rica película de humor, pues “yo no le jalo a los Bergman que no hacen más que retorcerle el cráneo a uno”.
Hasta en la forma de tejer ti clandestinidad fuiste informal sin llegar a fantoche. En la Tribuna occidental del “El Campín” con un lleno memorable (era una final América-Millos, creo, y vos gritabas animando a los Diablos Rojos), me dijiste con esa seguridad que nace de la picardía entreverada con la certeza: “La mejor forma de guardarse es dejarse ver. A mi me paran a cada rato y me dicen que me parezco mucho a Jaime Bateman”. La verdad, Flaco, es que nunca te agarraron a pesar de las redadas que te preparaban como con agujas de acupuntura. Ni cuando el “Picotazo” pudieron con vos.
Esa Avioneta de mierda
Pero te tenías que subir a esa avioneta de mierda. Íntimamente siempre he creído que vos sabías, presentías. Porque muy pocos días antes te había dado por recorrer sitios y amigos que hacía tiempo no veías. Inclusive pediste hablar hasta con compañeros de bachillerato del Celedón de Santa Marta.
Álvaro Fayad contó que hacía apenas dos semanas habían ido juntos a un cine en Panamá… y que por primera vez en la vida vos habías hablado de la muerte. Y te trepaste en esa avioneta, Flaco. Y después Iván Marino al techo de la casa en Cali. Y luego Álvaro a la sala de un apartamento en Bogotá. Y posteriormente Carlos a un avión rumbo a tu Costa. Y todavía no regresan. ¿Qué carajos pasa con ustedes que llevan tanto tiempo ausentes? ¿No saben que al país se lo está llevando el putas? Lo andan subastando a oscuras y a parcelas como el Patriarca de Gabo loteaba el mar, mientras en el escenario de la orilla aplaude una bien montada coreografía de comisionistas sin hígados, o brotan anémicas protestas –le del Eme entre ellas- que son asfixiadas por el ronquido de las olas del aparato oficial y lapidadas por esa esquizofrenia de querer repicar y andar en la procesión. Nada que soltamos la tajadita de ponqué que nos arrojaron desde la mesa los amos del festín.
Empaquen huracanes y regresen
Volvé Flaco. Y que Álvaro, Iván Marino y Carlos empaquen huracanes y regresen. El multitudinario y fulgurante carnaval que pretendieron para danzar con una revolución querida y nuestra, se asemeja hoy a unas empanadas bailables aliñadas con permiso del patrón. La Paz que parieron para agigantarnos nos está enanizando, nos está volviendo ajenos: en lugar de izarla como la más deslumbrante y colosal de las conquistas, tomamos el atajo del mendrugo, el pequeño apetito personal y la intransigencia caudillista, perdiendo la sintonía con un país que esperaba tanto de la magia del Eme. Por fortuna vos, Flaco, pregonabas con insistencia: “Mientras haya un eme, el proyecto se salva”. Y en muchos compas todavía no medran la insignificancia ni la inmediatez, como tampoco la nostalgia ha logrado cariar su tizón de tercos soñadores.
Volvé Flaco. Vuelvan, así sea a través de otros: toda la vida es tiempo de cambiar los tiempos.
Con mi abrazo sideral, Nelson.
por José Yamel Riaño; 21/04/13
El Progresismo en el mundo no es un partido político, tampoco un movimiento y menos una iglesia. Sin embargo, en muchos países existen organizaciones políticas y sociales que actúan como entidades autónomas y se denominan "Progresistas". El progresismo es más bien una Filosofía, una forma de vida y de ser, que denota "avances", "progresos". Es la búsqueda de algo diferente, que tiene en cuenta el pasado para aprender de él y así poder moldear el presente como la forma más segura de construir un futuro sobre bases más humanas, menos individualistas, menos segregacionistas, es decir, más incluyente, solidario y fraterno.
Queremos creer que es parte de la "Política del Amor" de la que nos habló Gustavo Petro este 9 de abril en la “Gran Marcha por la Paz, la Democracia y la Defensa de lo Público” en Bogotá, y que contó con una concurrencia de más de Un Millón de personas. Podríamos colgarle a esa política todo el movimiento social y político que se viene dando en Europa, África, Asia y América Latina, pero es este último, especialmente en Suramérica, donde el Progresismo se ha vuelto realidad en casi todos los países. Con excepción de Cuba, (cuyo gobierno no se elige con el sistema nuestro) Paraguay y Honduras, en todos los demás hay gobiernos electos como las Constituciones correspondientes lo exigen y en todos hay un denominador común; sin violencia. Es más, sus líderes están hoy gobernando porque los pueblos los han elegido y reelegido vía elecciones. Lección aprendida.
En Colombia los sectores de la derecha y centro derecha ahora liderados por el ex presidente Uribe, han controlado los medios de comunicación masivos y algunos de ellos tienen grandes intereses financieros y económicos en el territorio. Son o han sido representantes directos del capital extranjero y han usado el poder del Estado para beneficio personal, de grupo o de sector, esta aberrante situación es la causante de que nuestras gentes sean, en el contexto internacional, una de las más pobres y el sistema social el más inequitativo del mundo. Sin embargo, nosotros, el conjunto de las organizaciones alternativas, no hemos sido capaces de realizar una política que embargando al conjunto de los colombianos nos salgamos del estado de postración en el cual hemos vivido y nos enrutemos por el camino del progreso, en paz y con justicia social. Y no es problema de voluntades; está demostrado que cuando hacemos bien las cosas, el proceso nos permite avanzar y conquistar objetivos, aunque parciales.
Así sucedió al inicio de los años noventa cuando la AD-M19 obtuvo una tercera parte de delegados a la Constituyente que nos dejó la Constitución del 91. También cuando Antonio Navarro fue Alcalde y Gobernador en Nariño, igual cuando Angelino en el Valle o Jorge Iván Ospina en Cali, y ahora en Bogotá con Gustavo Petro. En fin, estos hechos han demostrado que si se puede, pero al mismo tiempo tenemos que reconocer que no hemos sabido aprovechar esos triunfos y que al final nos hemos quedado con un sabor a frustración.
Pero los hechos son tozudos y “Bogotá Humana”, como denomina Petro su administración, es el faro que nos señala el camino que buscamos. Así lo ha entendido la clase dominante y es ésa la razón por la cual no descansan un minuto en su afán porque el gobierno de Petro fracase. Afortunadamente en el seno del establecimiento existe una fisura que se está volviendo fractura y tenemos la obligación de ayudar a consolidar la división existente entre el Uribismo y el Santismo porque esa puede ser la gran oportunidad para que las fuerzas alternativas evalúen el momento, ajusten las políticas de alianzas y den los pasos requeridos para conformar el movimiento que la coyuntura reclama.
Ahora bien, ya dijimos que anteriores experiencias nos han dejado el mal sabor a frustración, lo que quiere decir que debemos revisar no solo contenidos sino las formas y resulta de gran importancia los sentires de la gente que clama por algo que no sea “más de lo mismo” . De ahí, que la tan anhelada unidad, no necesariamente tiene que pasar por la unidad de siglas entendidas estas como la suma de organizaciones sociales y políticas pues lo vivido en la AD y en el POLO son suficientes ejemplos de lo que no se debe hacer, sin que eso quiera decir que debemos pretender ser “poquitos pero puros”.
Debemos si acoger fórmulas de alianzas puntuales que nos permitan unir en la diversidad, para lo cual se hace necesario implementar una política de alianzas de mucha amplitud, muy incluyente, solidaria y sobre todo práctica. Estas han sido ideas ventiladas y discutidas en Progresistas, que todavía está en la búsqueda de caminos que, sin necesariamente repetir lo vivido, pueda, con solvencia convocar a toda la ciudadanía a la movilización por la Paz, la Democracia y la Defensa de lo Público, como lo hizo Bogotá Humana el pasado 9 de abril que le permitió a Petro explicar, qué es la política del Amor, de la cual hablaremos en próximo escrito.
De lo aquí expresado podemos concluir que vivimos una coyuntura nacional e internacional favorable a los cambios. Que es el pensamiento Progresista quien lidera en el mundo, especialmente en Suramérica, esos cambios. Que Progresistas clama por la unidad del pueblo más no necesariamente por la suma de siglas. Que la Paz, La Democracia y la Defensa de lo Público son nuestras banderas hoy y que debemos convocar al pueblo a hacer realidad estas luchas que nos permitirán Avanzar y Progresar como pueblo y como patria.
NUESTRO CORAZÓN NO DEJA DE LATIR POR COLOMBIA
“El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia,
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido…”
Mario Benedetti
"Nosotros morimos tres veces, la primera en nuestra carne, la segunda en el corazón de aquellos que han sobrevivido, y la tercera en la memoria, la cual es la última tumba."
Rosa Epinayu