HACIA UN NUEVO EJERCICIO DEL GOBIERNO
Alvaro Fayad
Cordillera Central Colombiana,Diciembre 1.985
En este país están surgiendo permanentemente propuestas Asamblea Constituyente, de Plebiscito Nacional, desde los más diversos sectores. Pero todas ellas apuntan a una cosa: que el tejido de las definiciones políticas y sociales debe ser reordenado. Por lo tanto apuntan a la conformación de un nuevo ejercicio de gobierno.
Cuando se plantea un plebiscito o constituyente, es que se necesitan reformas globales. No la revolución todavía, ni el cambio absoluto del poder o la caída de un poder y el surgimiento de otro. Es más bien el reordenamiento con base en lo que existe: una nueva voluntad nacional. Esto apunta ya a decisiones de mayorías. Independiente de la fórmula que se adopte, el paso más lógico y lo más elemental sería hacer un Congreso: el encuentro de las representaciones sociales, políticas, intelectuales, morales de la nación, para decidir sobre los destinos de este país.
Esto implica la convergencia de fuerzas políticas aún no idénticas con base en propuestas concretas en favor del cambio. Un Congreso Admirable, como el de Bolívar en angostura. Que sea el Congreso de una nación naciente, de una democracia social naciente, como instrumento jurídico, social y político de un nuevo gobierno. Esta es la perspectiva de nuestra política de alianzas, de nuestras propuestas, de las tareas militares y de agitación, de la propuesta de ejército único.
Cuando decíamos hace algunos meses que el momento político se ha definido por la necesidad de paz para la nación y guerra a la oligarquía, apuntábamos a eso: a recoger las fuerzas de la nación que quieren la paz; a las fuerzas que son capaces de construir un gobierno de paz, un gobierno de justicia social.
Entonces, las tareas son de convergencia, unidad y paz entre esa nación que quiere nacer.
Y obviamente están las tareas militares frente a una oligarquía que busca impedirlo cualquier costo como lo está demostrando; porque el desarrollo de las mayorías implica necesariamente el combate político y militar con esa minoría, como también lo muestra la historia misma de este país.
Y no es convocar a la locura de una guerra que, de todas formas, ya tenemos encima. Es la necesidad imperiosa de hacerla menos loca, de hacerla menos cruenta, de hacerla menos costosa y menos larga. Por eso hoy tiene tanta importancia la convergencia de las fuerzas del cambio; por eso la única posibilidad de expresión democrática no es la de apoyar las tareas militares de la guerra; las posibilidades son las que dicta asumir todas las tareas del ejercicio de la democracia y construir un nuevo gobierno; gobierno que comienza a gestarse con la sola voluntad y decisión de los patriotas y se va desarrollando y consolidando en hechos concretos.
EL HORIZONTE BOLIVARIANO
La búsqueda del desarrollo, la justicia social, la soberanía, de nuevas relaciones internacionales y de nuestra propia identidad, tiene que darse en la inmensa gama de las posibilidades sociales, culturales, étnicas, políticas y económicas de nuestra América.
Y así como el Congreso Anfictiónico de Bolívar no es grande sólo por su propuesta o por la suma de pueblos que convoca sino por la diversidad a la que está dispuesto, tenemos que enfrentar los retos de la democracia a nivel continental. La propuesta bolivariana de crear una nación nueva, no simplemente como negación de la que existe, sino como búsqueda de una nueva manera de ser hombres, de ser pueblo, de ser sociedad, es lo que está en el tapete. Y unos la desarrollan como ejército, otros en sus avances democráticos, otros desde el gobierno.
Nosotros estamos diciendo que a esa Colombia dispersa hay que unificarla de una manera nueva, propia. Y ante la dispersión, que la voluntad nacional de democracia y de justicia conforme a un nuevo centro, y hagamos un Congreso; no después del quiebre definitivo de las instituciones, sino con lo que existe, buscando los puntos de la convergencia.
Y definamos todos y entre todos las medidas iniciales de emergencia nacional: para enfrentar el presente, para construir una nueva nación. Porque si bien es cierto que Belisario Betancur y los militares acabaron con la Corte Suprema de Justicia, no han acabado con las conciencias libres del país.
Nosotros convocamos a la nación entera a que esta navidad sea de verdad en un clima que permita el surgimiento de una buena voluntad para la paz. Pero la paz concreta.
Hemos mirado toda la intensidad del alma nacional, su inmensa solidaridad, como fue lo de Armero. Hemos mirado un Estado ineficiente en su inmensa incapacidad y desidia: su inmensa incapacidad para organizar la solidaridad y su inmensa desidia para organizar las medidas preventivas. Hemos visto la capacidad de destrucción y de muerte del Estado colombiano. Hemos visto también la inmensa capacidad de heroísmo en los barrios de Siloé, la inmensa limpieza de los magistrados y guerrilleros en el Palacio de Justicia.
Mirando todos esos elementos, es que tenemos que decir qué es lo que queremos como destino nacional; qué es lo que queremos como patria a construir. En todo caso, lo que estamos viviendo hoy, no es ni la suerte ni el destino de los colombianos. Lo que estamos viviendo hoy no es lo que queremos ser ni lo que podemos ser. Queremos, es de verdad, una patria limpia, que pueda llevar su destino con orgullo, su destino con justicia y su presente con decisión.
*2010 Revista cultural de debate por la democracia, abril de 1991 / Nueva época Nº 5 (debate 32) páginas 15/16