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1 agosto 2014 5 01 /08 /agosto /2014 19:04

E2

 

 

  Carta de Everth Bustamante García a Jaime Bateman Cayón Comandante General del M-19 fechada el 11 de diciembre de 1981  

Asunto: Coordinadora Nacional de Base

 

 

 

CARTA

 

 

Compañero  

Jaime Bateman Cayón  

 

                                   He decidido escribirte esta carta, apelando más a tu criterio de Compañero   hombre visionario y humanista que a tu condición indiscutible de máximo jefe revolucionario. Procuraré ser corto y por eso sólo me limitaré a enumerar algunos datos y hechos.

                              Perdona que esta carta vaya dirigida a ti únicamente y no a instancia alguna de nuestro movimiento, pues pienso que de ser verdadero un “comunicado” que acabo de conocer, no cuento con la menor posibilidad  para ser escuchado en el seno de ciertos niveles de la organización política que muchos colombianos contribuimos a forjar.

                              Vale la pena recordar primero que todo, que la excelente relación personal que he tenido contigo, en ningún momento ha sido obstáculo para exponer nuestros criterios y discrepancias con la decisión y la energía que las circunstancias han exigido.

                              Esa capacidad tuya para abordar los problemas sin el simplismo y la inmediates con que otros los asumen, siempre me ha atraído y redobla el respeto y el aprecio que siempre te he tenido como hombre y como dirigente revolucionario.

                              Después de reponerme un poco de la reacción inicial ante la lectura de ese “comunicado” por el grave daño moral y político que nos ocasiona a varios compañeros, me atrevo a pensar que tanta bajeza, tantas calumnias y tergiversaciones en ningún momento pueden ser avaladas por un organismo como la Dirección Nacional que, se supone, debe obrar con una elemental prudencia y con los suficientes elementos de juicio cuando se trate de emitir una opinión, pues quien redacto ese “comunicado”, o desconoce el carácter de las discrepancias y los hechos políticos que llevaron posteriormente a la concreción de acuerdos para nuestra reintegración o está actuando de mala fe y en ambos casos (seguramente por razones de sectarismo o por repulsa ante los acuerdos de unidad ya que posiblemente hubiera preferido resolver las discrepancias por otros medios) está engañando a la Dirección Nacional y seguramente a una buena parte de la militancia.

                              Vale la pena sin embargo, aprovechar la oportunidad para recordar cuales fueron los aspectos más sobresalientes de la controversia que sostuvimos dos sectores de la organización y que según parece desconoce completamente quien se enlodó las manos redactando el “comunicado” de marras.

                              A mí, junto con otros compañeros, me correspondió en representación de lo que se denominó “Coordinadora Nacional de Base”, adelantar las conversaciones y acuerdos que debían llevar a la integración orgánica y a la unidad política. Por ello tengo el suficiente conocimiento para hablar con autoridad sobre el tema.

                              Lo primero que debo lamentar es que a pesar de haberse propuesto nuestro movimiento desde sus inicios, la lucha contra todas las desviaciones propias del sectarismo, aún persisten mentes que en su obcecación pierden la perspectiva y terminan, al igual que los solícitos defensores de oficio del régimen, atribuyendo los procesos sociales y la existencia de distintas corrientes del pensamiento a la actividad de individualidades “iluminadas”. Entre las afirmaciones que suele hacer el enemigo en su propaganda oficial en el sentido de que la “crisis económica, social y política que vive el país es ocasionada por la violencia desatada por unos cuantos resentidos y desadaptados” y la que hace el redactor del “comunicado” en la cual casi me otorga poderes sobrenaturales, no existe ninguna diferencia. ! Qué falta de respeto y consideración revolucionaria para aquellos, poquitos o muchos, que al contrario de transitar los caminos de la adulación y la comodidad burocrática, nos atrevimos, (corriendo el riesgo de  las calumnias, las tergiversaciones, las amenazas y las descalificaciones) a levantar la crítica seria, responsable, fundamentada en realidades palpitantes y honrada.

                                   Quien redactó ese “comunicado”, desconoce u olvida intencionalmente y de mala fe que desde el mes de marzo de 1979 aparecieron los primeros materiales críticos a raíz de la Operación Colombia (Cantón Norte) y que no fui yo precisamente quien los redactó. Mi participación crítica se limita inicialmente a la elaboración junto con otros compañeros del material denominado “Aportes para una discusión” y que se entregó personalmente a varios compañeros de dirección en el mes de agosto de 1979. Previamente, en una larga carta que envié al Comando Superior en el mes de junio de 1979, expliqué suficientemente mi conducta política. Desafortunadamente esa carta cayó en manos del enemigo cuando fue detenido el C. Alvaro Fayad. Por si no lo sabe el redactor del “comunicado”, gracias a la responsabilidad con que actué en ese momento y que se encuentra analizada detalladamente en la carta a  que hago referencia, el armamento que se puso bajo mi responsabilidad fue uno de los pocos que no recuperó el enemigo preservándose además un trabajo urbano de masas que hoy constituye un bastión importante de nuestro movimiento. Otros compañeros posteriormente me reemplazaron paulatinamente en la dirección de ese trabajo y hasta el momento lo han hecho acertadamente.

                        El redactor de ese “comunicado” desconoce u olvida intencionalmente y de mala fe, que el material “Aportes para una discusión” fue respondido beligerantemente por parte tuya de acuerdo con el enfoque que en ese momento hacías de la realidad nacional, y que esa respuesta nos llevó a publicar el folleto denominado “Las Formulas de Peter”, el cual contenía algunos de los muchos materiales críticos que por esa época se produjeron desde distintos sectores de la organización.

                        Por el tiempo de la toma de la Embajada de la República Dominicana, ya era un hecho que existían claras posiciones divergentes que de ninguna manera impidieron que diéramos a ese importante operativo un apoyo crítico, el cual quedó constatado en varios documentos que suscribimos por ese entonces.

                        A raíz de la propuesta de amnistía y de una reunión de notables en Panamá al culminar la operación de la toma de la Embajada, nosotros expresamos fraternalmente pero con toda claridad nuestros puntos de vista divergentes en el enfoque de dicho asunto. Esas opiniones se encuentran detalladamente expuestas en carta que enviamos al Comando Superior a finales del mes de mayo de 1980 con copias que se hicieron llegar a algunos miembros de la Dirección Nacional. Esperamos respuestas a lo largo de los meses de junio y julio pero esta nunca llegó. A finales del mes de julio de 1980, concretamente el día 27 y dado que habían aflorado las amenazas y la tendencia, por lo menos de palabra, a tratar de resolver por la vía militar lo que era una diferencia política, decidimos varios militantes de distintos regionales del país enviar al C.S y a la D.N una carta en la cual hacíamos una propuesta para buscar fórmulas de entendimiento, consistente básicamente en convocar la VIII Conferencia, con la apertura previa de un período de discusión democrática de por lo menos tres meses que garantizará la libre confrontación de las tesis y una plena participación del conjunto de la militancia a nivel nacional. En esa misma carta notificábamos al C.S que nos constituíamos en lo que se llamó la “Coordinadora Nacional de Base”.

                        A mediados del mes de agosto de 1980  dada la situación nacional y teniendo en cuenta que no recibíamos respuesta a nuestra propuesta decidimos hacer público nuestro pensamiento sobre la propuesta de amnistía y así la carta que habíamos enviado al C.S, previa a la reunión de Panamá, se transformó con algunas modificaciones de forma en la denominada “Propuesta para un momento que requiere diálogo” y que en la Operación “Derechos del Pueblo” se entregó personalmente a Simón Bossa López, en su calidad de ponente de tal proyecto en el Parlamento Colombiano. A la derogatoria del Estatuto de seguridad, el levantamiento del Estado de Sitio y la libertad de los presos políticos, agregábamos la necesidad da aplicar un plan de reformas económicas y sociales con el fin de hacer de la cuestión de la amnistía un hecho político que incorporara amplios sectores de la población. Nuestra opinión al respecto se encuentra consignada  en detalle en ese documento y creo que no es necesario volver aquí sobre el tema.

                        Este operativo fue desautorizado oficialmente por el C.S. pero a los  pocos días fuimos llamados a dialogar con miras a encontrar fórmulas unitarias. En presencia tuya se adelantaron las primeras reuniones en las cuales se acordó que no deberíamos volver a utilizar públicamente el nombre de la C.N. de B y que se iniciaría un período de elaboración de tesis con el fin de permitir un debate democrático. Para consolidar este acuerdo inicial y profundizar en el tema de la amnistía se convoco en septiembre a la reunión  nacional de Potosí que desafortunadamente no se pudo realizar por los hechos ya suficientemente conocidos. La imposibilidad de hacer una nueva reunión nacional nos llevó a adelantar en los meses de octubre y noviembre de 1980 varias reuniones restringidas  con tu participación y en las cuales se acordó iniciar la elaboración de tesis para la discusión con miras a realizar la VIII conferencia Nacional. Desde ese entonces advertimos que en la C.N. de B. existía un sector bastante sospechoso y enemigo decidido de la unidad. En el mes de diciembre de 1980 tú te ausentas y la implementación de los acuerdos (elaboración democrática y discusión de las tesis; integración paulatina de la C.N. de B. en condiciones de igualdad en los distintos niveles orgánicos en lo político y en lo militar; atención de los compromisos económicos e infraestructurales; disolución definitiva de la C.N. de B.; todo entendido como un proceso que debía culminar en la realización de la VIII Conferencia) queda en manos de unos pocos compañeros de la Dirección Nacional.

                    A partir de ese instante y cuando el proceso de integración requería de un cuidadoso manejo, las cosas se empiezan a manejar con un estilo que me atrevo a calificar de amañado, discriminatorio y oportunista. Esto es quizás, lo que el redactor del “comunicado” desconoce u olvida intencionalmente y de mala fe.

                  Veámoslo: Al encomendarse la elaboración de tesis por comisiones se me encarga trabajar la situación nacional. Yo presento la primera parte de una aproximación a un diagnóstico sobre las características económicas, sociales y políticas del momento expresando verbalmente que la segunda parte debía ser objeto de una más profunda discusión en la medida en que ya se habían expresado posiciones divergentes. Recuerdo muy bien que con los compañeros de la dirección encargados de adelantar estas discusiones nos reunimos el 28 o 29 de diciembre de 1980 cerca de Bogotá y allí se expusieron fundamentalmente dos posiciones: Una decididamente partidaria de lanzar una ofensiva militar en tanto que el gobierno no se había negado al diálogo  y estaba tramitando un proyecto de amnistía de bolsillo; la otra (planteada por nosotros) era partidaria de fortalecer en silencio el trabajo militar y esperar una coyuntura más propicia teniendo en cuenta que existían claros indicios de la cercanía de un gran reactivamiento de la lucha de masas (reunificación y consolidación del sindicalismo independiente en torno de políticas más realistas; eventos de reunificación del movimiento campesino e indígena; reactivamiento de la lucha estudiantil; tramitación de más de 600 pliegos petitorios; II Paro Cívico Nacional) para en medio de ella lanzar la ofensiva militar para que redundara en un fortalecimiento de la lucha popular. A los pocos días de esta discusión apareció editada la primera parte del diagnóstico elaborado por nosotros con una parte final de tres páginas en donde se optaba por la primera tesis. A finales de febrero se lanza la ofensiva ampliamente conocida y con ello esta posición de tesis se materializa en una política cuyos resultados, me imagino, serán evaluados en la próxima Conferencia.

                  En medio de la discusión y de la intensa actividad preparatoria para el lanzamiento de la ofensiva surge un elemento nuevo, completamente imprevisible para algunos compañeros de la dirección: el caso Bitterman. Desde el mes de octubre de 1980 advertimos que un sector minoritario de la C.N. de B. era enemigo de cualquier acuerdo unitario. Esta posición extremadamente sectaria nos llevó a adelantar una investigación por medio de la cual pudimos determinar que uno de los principales enemigos de la unidad y promotor central del caso Bitterman era un avezado militante de la contrarevolución, infiltrado desde hace varios años en diversas organizaciones populares y revolucionarias del país. Este señor llamado Luis Fabian Peláez logró incrustarse hace años en un sector de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos y desde allí ha desarrollado una constante política de atomización y confusión del movimiento campesino hasta verse involucrado en turbios manejos financieros con dineros procedentes de Suiza y Holanda, que incluso lo han llevado a afrontar varios pleitos judiciales que lo colocan prácticamente en calidad de un delincuente común. Este señor logró infiltrarse en un sector del ELN y desde allí contribuyó a su atomización; algunos de sus amigos están comprometidos en la delación que condujo a la muerte de Pedro León Arboleda; es el mismo individuo que en el primer semestre  del año 1979 y antes de la visita de Turbay, desplegó por los comités de solidaridad en Europa una campaña afirmando que en Colombia no existían presos políticos sino delincuentes comunes; es el mismo personaje que anda difundiendo documentos tratando de desprestigiar la revolución Nicaragüense y a su vanguardia el FSLN; es el mismo elemento que inspiró y participó en la redacción de varias cartas públicas dirigidas a Camacho Leyva  en nombre de una pequeña burocracia amarilla campesina pidiendo protección contra supuestos “crímenes” cometidos por las FARC y el M-19; y es finalmente el mismo infiltrado que promueve el caso Bitterman burlándose del profundo sentimiento anti-imperialista de nuestro pueblo y con el exclusivo propósito de afectar el proceso interno de unidad, en un momento en que cualquier discrepancia política, por fraternidad y respeto revolucionario debía mantenerse dentro del más estricto marco interno de la organización. El caso Bitterman apuntaba entonces a debilitar públicamente la imagen y la unidad de nuestro movimiento promoviendo un hecho de los que acostumbra a planear la CIA para tratar de afectar a los movimientos revolucionarios. Frente a esta provocación era necesaria una firme y decidida denuncia, pero en lugar de ello algunos compañeros de la dirección prefirieron, en una actitud oportunista, buscar un diálogo con ellos para “tratar de  de darle un manejo conjunto” al conocido caso. Por esta razón y con la anuencia de la Dirección aparecí públicamente para denunciar el hecho y no simplemente para disolver “la coordinadora a raíz de que un grupito se les salió de las manos…” como mentirosamente afirma el redactor del “comunicado”. El jueguito se completó al poco tiempo destapándose como una de las típicas acciones de la CIA, cuando a los tres días del asesinato de Bitterman apareció en Popayán un supuesto comunicado del comando Superior que se publicó en todos los diarios y en el cual se me señalaba junto con otras personas de ser el autor de ese hecho. Los compañeros de la dirección que conocían bien el caso nunca denunciaron el carácter apócrifo del comunicado.

                        Ya en cuanto al proceso de integración orgánica veamos algunos aspectos que el “redactor” del “comunicado” desconoce u olvida intencionalmente y de mala fe. Solamente me limito a enumerar algunas casos: 1) Los compañeros del Regional de Santander que cuentan con un importante trabajo de masas no han sido integrados, se les ha incumplido en los compromisos y al final prácticamente se les abandonó. 2) Los contactos que entregamos de nuestros los compañeros en el Meta, Medellín y Cali, no fueron recogidos. 3) 65 compañeros de nuestros comandos militares en Bogotá no fueron integrados porque de parte del responsable militar hubo incumplimiento y cuando finalmente se comprendió la urgencia de integrar esos comandos en los diferentes niveles teniendo en cuenta sus características y sus ámbitos de influencia, se envió a un compañero para que “recogiera” esos comandos y no para integrarlos de acuerdo a las condiciones que presentaban tal como se había acordado. 4) En el frente estudiantil, a pesar del buen ambiente existente para la integración se produjeron odiosas discriminaciones aduciendo en algunos casos la existencia de medidas disciplinarias para impedir que esos compañeros pudieran participar en la orientación de ese trabajo. 5) La comisión de vigilancia sobre el proceso de integración nunca funcionó y a pesar de que de palabra se afirmó que no habría trato como “militantes de segunda clase” para nuestros compañeros, en la práctica se les daba un trato disimuladamente discriminatorio. 6) Desde el mes de mayo del presente años presentamos un extenso material sobre el II Paro Cívico Nacional y cuando se publicó para difundirlo internamente se ordenó recogerlo y en su remplazo se imprimió una orientación superficial y llena de vacios en una página y media. Ni una sola palabra se emitió para debatir nuestra propuesta. 7) A pesar de estar completamente de acuerdo desde  el lanzamiento de tu candidatura con la necesidad de buscar un diálogo con el Gobierno y de haber colaborado en la elaboración de algunos documentos cortos preparatorios de tu última aparición pública cuando se insistió en la propuesta del diálogo, ninguno de nuestros compañeros fueron incluidos en la firma del documento que apareció públicamente por conducto de Pacheco y un periodista del “Espectador”. Como comprenderás esta omisión nos colocó en una situación bastante incómoda frente a algunas organizaciones hermanas y personalidades amigas a quienes veníamos informando sobre el proceso interno de unidad. Simplemente pasamos por mentirosos. Algunos compañeros piensan que esto no tiene importancia alguna, pero en el campo del enemigo si se observó que la tal unidad interna de  que se hablaba no existía. 8) Cuando salí, lo hice en virtud de acuerdos definidos claramente con los compañeros encargados de la Dirección con el fin de integrarme transitoriamente (al) trabajo. Encontrándome en camino de cumplir mis nuevas tareas, me entero de que se produce el “comunicado” que ha motivado esta carta, sin siquiera molestarse por conocer mi opinión sobre algunos aspectos finales del proceso de integración que me imagino son los que han motivado las iras infernales de quien redactó el famoso “documentico”.

                        Sobre todos estos hechos existen suficiente documentación en un archivo que tuvimos el cuidado de mantener y que se encuentra a disposición de cualquier militante de la organización. Allí se encuentran copias de todos los documentos a que he hecho referencia para refrescarles la memoria a quienes con calumnias y tergiversaciones quieren desconocer la cruda realidad de los hechos. Sencillamente pienso que con ese “comunicado” se completa el jueguito de quienes quisieron primero debilitarnos para luego impedir nuestra participación en la Conferencia Nacional. El proceso de integración y unidad interna debió culminar, según los acuerdos, en la Conferencia Nacional, pero nos han impedido llegar a ella, flaco servicio le hacen al Movimiento y a la revolución Colombiana quienes segados por su sectarismo confunden cualquier discrepancia o crítica seria y responsable con un propósito divisionista.

                        Ahora si pregunto al redactor del “comunicado” “cuáles son las intrigas, las maniobras turbias y los acuerdos incumplidos...” de parte de nosotros. Una lucha ideológica y política intensa adelantada con rectitud y honradez al interior de la organización se puede confundir con un “desmoronamiento” según la particular manera de mirar las cosas el redactor del “comunicado”?. Pienso que no vale la pena referirse concretamente a los términos utilizados en el “comunicado” porque además de faltar a la verdad en su totalidad asume un comportamiento policivo al acusarme de actos en los cuales no he tenido responsabilidad.

                        Pero se equivocan quienes pretenden despertar en mí una reacción negativa frente a la organización. Afortunadamente me siento orgulloso de haber contribuido en la construcción de un movimiento en donde están militando los mejores hijos de la patria. Hombres heroicos, valerosos, de una entrega total que no alcanzan a ser tocados por mentes tan bajas como la del redactor del “comunicado”. Rindo homenaje a esos grandes hombres y a aquellos hermanos que han caído. Para complacencia de mis contradictores, manifiesto que no aspiro a ninguna posición de representación dentro de la organización. Como colombiano que ama su pueblo me siento un militante de la revolución en mi país. Solamente lamento que aún subsistan en el campo de la revolución gentes incapaces de enfrentar con decoro y dignidad la discusión de tesis democráticas encontradas, quienes se arrastran son ellos no nosotros.

                        Por mi parte te manifiesto que estoy dispuesto a cumplir la tarea que me encomendaste por conducto de la compañera, pero espero verte personalmente para darte un informe detallado de lo que se encuentra bajo mi responsabilidad y que otros, seguramente participes del “comunicado” fueron incapaces de manejar. A quien tú o el Comando Superior ordene le trasladaré esas responsabilidades. Con esta carta doy por cancelada mi participación en la tentativa de discusión interna que pretendimos impulsar honradamente. Y mientras se cumplen “las medidas especiales” sentenciadas por el redactor del “comunicado” me voy a cumplir las tareas que tú en calidad de Comandante General de la organización me has encomendado.

 

                                 Hasta nueva orden, fraternalmente

 

Everth Bustamante García

Diciembre 11/81

 

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