Haciendo memoria y rindiendo homenaje a las mujeres y a los hombres que siguen siendo ejemplo para la historia
El Chome era un buen hermano, el Chome era un loco empedernido con sus travesuras de niño que de grande se le salían en una aparente madurez que los tropeles exigían, lo vi así corriendo por las calles de la Cali-caliente de los tiempos provocadores en retos de luchas y trajines urbanos; lo sentí en los movimientos estudiantiles animando locuras y herejías, lo aprecié marchando al monte y bajando luego con las esperanzas apretadas en un morral de sueños aun por despertar.
Ese es el Chome que quisimos, y hoy no quiero despedirlo, ni mas faltaba, “nadie se va a morir y menos ahora”, dice la canción aquella que casi como himno se cantaba en algunas trincheras cuando la dignidad supo proteger a sus muchachos en la cordillera occidental; tampoco quiero desearle paz en su tumba, me gustaría mejor que desde por allá se embejuque y nos ayude a seguir jodiéndole la vida a la tristeza y a esta bazofia de oligarquía que sigue vivita, explotando, matando y excluyendo.
Viejo Chome, nos vemos en las esquinas de Agua Blanca o de Yumbo o de Siloe o de Univalle o del Huila o en cualquier otra calle de la vida
Con afecto
hipólito blanco