La tortura es una práctica cotidiana en las instalaciones militares de Colombia, Instituciones como la Cruz Roja Internacional, Amnistía Internacional, la comisión Interamericana de derechos humanos, ONGs, Sindicatos, Iglesia, Asociaciones de Derechos Humanos, entre otras lo han constatado y oficiales de diverso rango han sido y siguen vinculados a procesos por delitos contra la humanidad.
La aplicación de la tortura no es un hecho aislado, corresponde a políticas institucionales dirigidas y aplicadas por miembros del ejército, la policia, el DAS, actúando sin ningún control.
Quienes hemos vivido y soportado la Tortura en
instalaciones militares somos conocedores de la complicidad de algunas instancias gubernamentales que miran para otro lado en algunos casos, y en otros defendiendo o negando estas prácticas, en
ambos casos cómplices necesarios de un crimen contra la humanidad.
Los testimonios que en su momento hicimos y que fueron publicados por la “Fundación Ficca” primero en el trabajo titulado “El Libro Negro de la Represión”, posteriormente ampliado y editado con el nombre de “La Paz es un Poema” son una pequeña muestra de la persecución contra luchadores populares y opositores a los gobiernos oligárquicos que han gobernado hasta nuestros días.
De ayer a hoy, la
tortura, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, los falsos positivos, así como sus ejecutores, llámense escuadrones de la muerte, cooperativas de vigilancia “convivir”, grupos paramilitares, Bandas
emergentes, Bandas Criminales “Bacrim”, etc, siguen actuando con la complicidad de miembros de las fuerzas armadas de Colombia y complicidades políticas e institucionales.
LA REMONTA
El Centro de experimentación y tortura de “Guantánamo” es una “anécdota” comparada con la represión en Colombia con sus miles de Desaparecidos, Asesinados y torturados en los diferentes centros militares en cuyas instalaciones había un sitio especifico para maltratar a seres humanos detenidos por motivos políticos.
Podemos recordar el Batallón Pichincha en la ciudad de
Cali, dentro de sus instalaciones se encontraba un lugar de tortura llamado “La Remonta” (Las caballerizas) y frente a este sitio se
ubicaba el juzgado 48 Penal Militar dirigido en su momento por el Coronel-Abogado Enrique Mateus Cortés, encargado de recibir a los
torturados y torturadas en su despacho para cumplir con las “diligencias legales” esto cuando no estaba en “La remonta” escuchando los
“testimonios”.
Como no recordar al capellán militar que nos visitaba en los calabozos para invitarnos a la “delación para acabar con el sufrimiento”, o al médico del dedo anular izquierdo rígido quien se encargaba de la “buena salud de los detenidos” para que aguantáramos todo el proceso de tortura.
No se puede olvidar a Reinel Ramirez “Amín”, robusto, de piel oscura, estatura mediana, este suboficial estaba encantado con su apodo, admiraba a Idi Amín Dada.
Que decir del “amigo” y compañero de deporte el teniente Orlando Arteaga, este pertenecía a la Federación Deportiva Militar, practicaba la Lucha Olímpica y había coincidido con uno de los detenidos en varias concentraciones deportivas y campeonatos nacionales; también coincidió en la “Remonta” él torturando y el detenido torturado, lo reconoció por su voz, por el olor de su perfume, un olor característico de todos los torturadores (parece ser que utilizaban perfumes parecidos para confundir y no ser reconocidos) y porque estaba practicando lucha con una persona atada con las manos a la espalda y los ojos vendados. Dijo “me reconociste viejito, ahora te mando agua y comida”, era su frase habitual “viejito”: lo confirmó.
Recordar al Teniente Jaime Micolta, también abogado, siempre “despistado”, no sabía lo que pasaba en las caballerizas del Batallón aunque las visitaba frecuentemente, era el poli bueno, tiraba la piedra y escondía la mano.
Y qué decir del Subteniente Norberto Plata Sánchez y del Sargento
Viceprimero José Rodrigo Hernández Granados, quienes junto con el SS
(coincidencia?) Henry Amorocho Lozano y el Cabo Primero Luis Ignacio Lasso Arturo, Capitán Pablo Emilio Padilla Caicedo, participantes entre otros en
el asesinato por tortura de Jorge Marcos Zambrano, nuestro querido “Toño”, ocurrido
por anoxia severa (deprivación aguda de oxígeno, asfixia por inmersión en el agua), según copia de la necropsia médico legal, y subiendo de rango nos encontramos a el Brigadier General Manuel
Jaime Guerrero Paz, Comandante de la Brigada quien tampoco se enteraba de la práctica habitual del “submarino” en la piscina del club de Oficiales dentro de las instalaciones del Batallón
Pichincha, tampoco se enteraba por estar ocupado maltratando presos el Comandante Nacional del B-2 Ramón Gil, posteriormente Comandante General de las FFAA y Ministro de Defensa.
Los Centros de tortura se encontraban sin excepción en todos los batallones e instalaciones militares y policiales de Colombia
LAS CUEVAS DE SACROMONTE
Ubicadas en la Escuela de Comunicaciones de Facatativá, es el sitio de experimentación de torturas dirigido por el BINCI, también conocido como Batallón Charry Solano, cuerpo especial de las FFAA dedicado a las torturas y a las acciones terroristas, dependiente de la Brigada de Institutos Militares “BIM”, aquí podemos destacar entre otros, a los siguientes autores de crímenes contra la humanidad en las mencionadas instalaciones:
Coronel Humberto Cardona Orozco (comandante del Batallón Charry solano); Teniente coronel Jaime Ruiz Barrera; Teniente coronel Harold Bedoya Pizarro; Mayor Jaime Piñeros Rubio; Mayor Bejarano Bernal; Mayor Jorge Flores Suarez; Mayor Ivan Rodriguez Quintero; Capitan AlvaroHurtado; Teniente Juan Vicente caldas Trujillo; Exteniente Felkin Pinilla; el sargento mayor José Vicente Arango; el sargento primero Juan evangelista Vera; Sargento Viceprimero Rafael Ochoa; Sargento segundo Ruben Darío Guzmán; Sargento Primero Francisco Mora Balbuena, Sargento “Pacho Bobo” y el Juez tercero de Instrucción Penal Militar Luis Eduardo López Zuluaga (quien repartía las órdenes de allanamiento dando “cobertura legal”)
Es tan larga la lista de torturados y desaparecidos como la de torturadores y “desaparecedores” oficiales de ayer y de hoy están en las listas de instigadores y ejecutores de una Guerra sucia, Un Cable Wikileaks revela y confirma que los asesinatos de civiles, de niños y jóvenes a manos del ejército son una verdadera Política de Estado.
Cabe nombrar otras violaciones a los derechos humanos por parte del Estado colombiano:
- Sólo en 3 años , han sido desaparecidas más de 38.255 personas por el Terrorismo de Estado en Colombia... se estiman en 250.000 personas desaparecidas (secuestradas, torturadas y asesinadas) bajo la lógica de “disuadir la reivindicación por el terror” (El Estado busca que el terror perdure al desaparecer el cuerpo, pues prolonga así la angustia en los sobrevivientes).
- La eliminación física de todo un partido político, La Unión Patriótica (UP), más de 5.000 militantes de la UP asesinados por el Estado, en lo que está denunciado como un genocidio político (CIDH), y evidencia el peligro de ejercer la política por la vía civil en Colombia.
- En los 90 primeros días de presidencia de Santos fueron asesinados 50 opositores políticos (denuncia PDA).
El 60% del total de sindicalistas asesinados en el mundo son asesinados en Colombia por las herramientas del Terrorismo de Estado.
- 4,9 millones de personas desplazadas por los bombardeos, las fumigaciones y las masacres cometidas deliberadamente contra la población civil por la herramienta paramilitar y militares han hecho de Colombia el país con el mayor número de desplazados del mundo (informe CODHES, noviembre 2010). El desplazamiento forzado no es un "daño colateral" de una guerra, es una Estrategia Estatal para vaciar las tierras de población y reivindicaciones y entregárselas a las multinacionales mineras y del agro industrial.
Las denuncias aludidas señalan, entre otras formas o métodos de tortura, los siguientes: “Plantones al sol en el día y al sereno en la noche”; “ahogamientos y sumergimiento en agua”; “aplicación del 'submarino'”; “venda en los ojos hasta por doce, diecisiete y veinte días”; “vendado y amarrado por cuarenta y siete días en Cimitarra”; “sometimiento a golpes en diversas partes del cuerpo con palos y patadas”; “impedimento para dormir hasta por ocho días y falta de reposo”; “amenazas de muerte al detenido, a la familia y a amigos”; “colgaduras atados de las manos”; “prohibición de agua y alimento hasta por cuatro, siete y ocho días seguidos”; “simulacro de dispararles en la cabeza”; “esposados de las manos”; “tortura de otras personas cerca de la celda para que se escucharan los gritos”; “incomunicación”; “aplicación de energía y choques eléctricos en diferentes partes del cuerpo”; “ejercicios hasta el agotamiento”; “permanencia desnudos y de pie”; “provocación de asfixia”; “lavadas”; “caminar de rodillas”; “torturas sicológicas”; “sumergimiento amarrados en un lago o piscina”; “quemaduras con cigarrillos”; “sacar al detenido a los allanamientos y utilizarlo como “escudo humano”, esposado y vendado”; “simulacros de fusilamientos” mientras estaba colgado de un árbol”; “introducción de armas en la boca”; “introducción de palos en el ano” “rotura de nervios como consecuencia de colgamientos”; “desnudo y sumergido en un río”; “negativa de asistencia médica para embarazo”; “fractura de costillas”; “amarrado, vendado, a veces permanentemente, golpeado con un leño, patadas”; “herida con arma de fuego por la espalda en el sitio de reclusión”; “amenaza de traer a sus familiares para torturarlos en su presencia”; “contemplación de las torturas a otras personas”; “hacerlos creer que otros sindicados por los mismos hechos lo habían señalado como participante”; “pinchazos en varias partes del cuerpo con alfileres”; “interrogatorios continuos y escritos obligados en que decía que había participado en el asalto”, “paseos nocturnos”
ALGUNOS TESTIMONIOS