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20 abril 2014 7 20 /04 /abril /2014 23:00

 

    CCI05042014 00002SERIE DOCUMENTOS[1]

 

 LOS ENTRETELONES DE LAS NEGOCIACIONES

 

ENTREVISTA A ANTONIO NAVARRO

  SEGUNDO COMANDANTE DEL M-19  

 

POR MARTA HARNECKER

  22 DE MARZO DE 1989  


[1]  Editorial Oriental del Uruguay S.A. de C.V. Cafetal 366, Col. Granjas México

México, D.F.        

IV. LOS ASESINATOS POLITICOS: LA PRINCIPAL TRABA PARA AVANZAR

 

-.Qué ocurrió en esa reunión de México? ¿Se aborda el tema de los asesinatos políticos?, porque en esos días habían ocurrido varios...

-En esa reunión nosotros analizamos las dificultades que estaba enfrentando la convocatoria. El proceso no era creíble para mucha gente, substancialmente por dos razones: primero, por esto de los asesinatos políticos y segundo, por no haber conseguido todavía la participación de todas las fuerzas de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. Éramos conscientes de que teníamos que resolver ese par de problemas para que la convocatoria surtiera todo el efecto que estábamos buscando.

Cuando estábamos analizando ese tema en la reunión, porque, como dices, había habido varios durante esa semana, entre ellos el de Teófilo Forero, un alto miembro de la dirección del Partido Comunista, se produjo el atentado donde murió José Antequera otro miembro de la máxima dirección del PC y de la UP, y donde fue herido Ernesto Samper, dirigente liberal. Esto determinó que se interrumpiera la reunión y solo pudiésemos volver a sentarnos a la mesa 24 horas después, a conversar precisamente sobre eso. Nos dábamos cuenta de que si no resolvíamos el problema paramilitar no íbamos a ninguna parte. Y eso fue recogido por el comunicado. Este dice que se debe reunir la mesa de trabajo, que ya estaba convocada desde antes, para que de manera decidida "le dé la mayor prioridad al tema de los asesinatos políticos que hoy se constituye en la principal limitación de la democracia colombiana, y en la principal limitación de la posibilidad de avanzar eficazmente en el proceso de solución política."

-Pero el haber logrado poner en el centro del debate la cuestión de los asesinatos políticos es un logro muy grande para ustedes pues recoge el sentir nacional y pone al gobierno entre la espada y la pared ¿no es así?

-Así es. Ya no se puede centrar la propaganda en la desmovilización del M-19 en abstracto, como lo hicieron luego de las anteriores reuniones en forma amañada, ahora, el gobierno y el M-19 conjuntamente han declarado que los asesinatos políticos son la principal limitación, no sólo del proceso de reconciliación o de solución política, sino de la democracia colombiana, y la resolución de ese problema está en sus manos y no en las nuestras. Así lo entiende tanto la opinión nacional como internacional.

Eso se vio en las ruedas de prensa que se hicieron en México con motivo de la reunión. Toda la prensa les decía: ¿cómo diablos quieren ustedes hacer un proceso de solución política que vaya hacia la desmovilización de la guerrilla cuando están matando a los que ni siquiera son guerrilleros, a los que son políticos legales? ¿Qué garantía le van a dar ustedes a esta gente que supuestamente se va a desmovilizar...? Y se lo preguntaba la prensa norteamericana, europea, la mexicana y latinoamericana que estaba ahí...

-Y qué respondían los representantes del gobierno...?

-Vamos a tomar medidas, vamos a darles protección, vamos a hacer cosas que cambien esta situación... Ellos están como tú dices, entre la espada y la pared.

-¿Ustedes plantearon algunas sugerencias para ir eliminando los asesinatos políticos?

-Claro, nosotros por supuesto planteamos una serie de medidas jurídicas y políticas. Nosotros creemos que hay una serie de leyes que amparan el ejercicio de los grupos paramilitares. Hay un estatuto de seguridad que el gobierno llama de "defensa de la democracia" para que aparezca como una cosa buena cuando es lo contrario, no es de defensa sino de agresión a la democracia. Nosotros planteamos la derogatoria de ese estatuto, que fue expedido en 1988. Planteamos además la derogatoria de otros decretos expedidos antes, en los cuales, por ejemplo, se permite la organización por parte del ejército de grupos de autodefensa, a los que se les otorga salvoconductos para usar armas de guerra. Hay cerca de 5 mil fusiles repartidos en este país con salvoconducto. Es decir, existe una serie de leyes que ayudan a amparar jurídicamente a los grupos paramilitares. Planteamos su derogatoria como una medida de aplicación extraordinaria. Asimismo planteamos una serie de medidas políticas.

Pero además, consideramos que es necesario encontrar, juzgar y condenar a los culpables. Hay una evidencia muy grande sobre muchos de los juicios que se han hecho en diferentes partes, que involucra a unos culpables determinados: oficiales de las fuerzas armadas, con nombre y apellido. Esa gente tiene que ser enjuiciada inmediatamente y tiene que ser destituida. No podemos seguir diciendo que esas son cosas incontrolables. El estado tiene suficientes herramientas jurídicas y suficiente información como para tomar medidas concretas.

-Leí que el gobierno había condenando a un extraditado que está en Estados Unidos. ¿No es esa una forma de burlar el objetivo que ustedes plantean?

-Reconocemos que la respuesta no ha sido como debería ser, realmente nosotros no estamos satisfechos con lo que el gobierno ha hecho: destituyó hace una semana a 16 oficiales del ejército y de la policía comprometidos con diferentes matanzas y con pruebas jurídicas, pero eso no es suficiente. No es esa la respuesta que el pueblo espera.

Ahora me parece importante señalar que esto no puede ser considerado un ataque a las fuerzas armadas como cuerpo, como estructura, como globalidad. Nosotros no pensamos que todas las fuerzas armadas estén comprometidas con estos asesinatos políticos...

-¿Habría entonces, según ustedes, sectores de las fuerzas armadas que estarían en contra de los asesinatos...?

-Hay sectores que son neutros, que no tienen nada que ver, que no forman parte de esa estructura. Y hay algunos que están en contra, que creen que eso daña la imagen del ejército. Pero, por supuesto, hay otros grupos que sí están comprometidos con todo este proceso y lo ven como un mecanismo de la guerra contrainsurgente, porque eso es lo que les han enseñado y metido en la cabeza.

Hay que lograr que esa gente salga de las fuerzas armadas, porque, evidentemente, no solamente dañan su prestigio, sino que están yendo en contra de la voluntad nacional mayoritaria que anhela que haya democracia, que se respete a la persona humana, que se pueda lograr la solución política. Ellos son parte de los enemigos de la democracia en este momento, y están aliados con sectores civiles, porque en esto no participan sólo militares, sino sectores de la oligarquía que pretenden ganar la guerra al costo que sea, al costo de matar a quien haya que matar.

-Ustedes tienen identificados a esos sectores de la oligarquía que están por la guerra a muerte?

-Hay sectores regionales que identificamos con nombre y apellido. Pero más importante ahora es emplazar a la alta cúpula de la oligarquía económica de este país para que se pronuncie sobre esto. Nosotros no decimos que sean culpables o inocentes, decimos que no se han expresado. Los hombres más ricos del país como Julio Santo Domingo, Carlos Ardila Lule, el grupo cafetero, los cañeros del Valle, el grupo Sudamericana de Medellín, no se han expresado. Ahora es el momento propicio para que dejen en claro su posición: están o no a favor de los asesinatos políticos.

-El M-19 está exigiendo que los oligarcas se pronuncien...

-Les decimos: pronúnciense. Digan si están de acuerdo o no con parar la guerra sucia, si están de acuerdo o no con una solución política. El pueblo debe saberlo. Han querido meternos el cuento, no sólo a los colombianos, sino a la opinión mundial, de que son los narcotraficantes los culpables de toda la cosa paramilitar. Pero aunque sí hay participación de estos sectores, no se puede pensar que los exportadores de cocaína tengan la coherencia como para tomar la determinación política de aniquilar a la izquierda y a las fuerzas populares y democráticas. En este asunto están metidos sectores de la oligarquía, sectores de las fuerzas armadas y también algunos individuos que están en la cosa del narcotráfico. Ese es el enemigo inmediato del actual proceso... Claro, hay otros que son pasivos frente a esto y que, de alguna manera, son cómplices por omisión. Pero por ahora no nos interesa pelear con ellos. Nos interesa pelear precisamente con los que están actuando claramente. Hay grupos identificados, por ejemplo, en Bogotá, hay industriales, comerciantes, sectores oligárquicos, que han constituido un grupo fascista, que se reúne con el nombre de "Grupo de los 88", y dice: "tenemos que acabar aquí con todo el mundo, vamos a ganarle la guerra a todos estos subversivos". Y grupos como ese le están sirviendo de sustento financiero, ideológico, y político, a los actores de este proceso. Están además usando el sentimiento anticomunista del ejército para comprometerlo con estas matanzas. Pero esto tampoco es nacionalmente homogéneo. Hay regiones donde la inteligencia y los mandos del ejército están mucho más comprometidos que en otras. Hay zonas donde no hay actividad paramilitar y hay áreas donde hay generales comprometidos en ella. Por eso no creemos que sea lógico, sano ni conveniente generalizar y atacar a todo el ejército, o a todas las fuerzas de seguridad, porque eso lo que hace es fortalecer el espíritu de cuerpo de esas instituciones y no ayuda a la solución del problema.

-Ustedes piensan entonces que todos los asesinatos de estos años, hán creado un estado de ánimo en Colombia más favorable a buscar una solución política a la guerra que en la época de Betancur...?

-Sí y no... Como todas las cosas, es algo contradictorio. Yo sí creo que ahora hay más gente decidida a buscar una solución política, pero también hay gente, tal vez la misma o un poco más que entonces, decidida a impedirla, porque hay más polarización en el país.

Entonces, usted ve en la prensa oligárquica reflejadas estas contradicciones en las líneas editoriales de los diferentes periódicos y en los escritores más importantes. Hay un tal Apuleyo Mendoza, que era un hombre progresista en alguna época y que este momento es el vocero más duro y más rabioso de toda la línea fascista; "no hay peor cuña que la del mismo palo", dicen por ahí... Este personaje dice: "no, no, no, cuidado con babosear otra vez..., cuidado, cuidado con eso, que van a ganar estos comunistas, van a ganar estos insurgentes, van a ganar estos subversivos. Lo que hay que hacer es la guerra." Mientras tanto muchos otros del mismo periódico plantean: "no, no, no, hay que ver si buscamos una solución política, porque se nos está desbordando todo el fenómeno paramilitar, está saliéndose de cauce, ya no se le puede controlar.

Yo pienso que hoy hay un sector de la clase dirigente más dispuesto a pagar los costos de una solución política que hace 4 años. Y usted lo ve en el compromiso que se ha logrado con los jefes políticos. Mire que en este proceso de negociar una solución política están comprometidos Turbay, jefe del Partido Liberal; Pastrana, jefe del Partido Conservador; también, por supuesto, Barco, jefe del gobierno, y el general Guerrero Paz, jefe de las fuerzas armadas y ministro de defensa, así lo han expresado públicamente. Si usted se pone a ver los más altos jerarcas de la política oligárquica están comprometidos con el proceso de negociación. Si va a ser en serio o no, eso lo veremos.

-¿En la época de Betancur esa gente no estaba en esa disposición?

-No. Estaba el presidente y una serie de comisionados de buena voluntad, pero no había un compromiso del Partido Liberal o del Partido Conservador, y menos de las fuerzas armadas. El Partido Conservador, que era el partido de gobierno, decía: nosotros hacemos lo que el presidente diga, pero no opinaban, no impulsaban, no se comprometían. Y el Partido Liberal, menos. O sea, no había ningún tipo de complemento institucional como el que hay hoy. Esta correlación de fuerzas en el seno de la oligarquía es uno de los elementos que nos lleva a tomar la decisión de meternos en la búsqueda de este proceso de distensión y de solución política, aunque no es la única razón.

-He oído decir que no tiene ningún sentido conversar con el gobierno porque Barco no dirige nada; porque decida lo que decida, sigue la guerra sucia...

-Bueno, eso está por verse. Si Barco no puede parar la guerra sucia, ¿qué ocurriría con toda nuestra gestión?, ¿ganaríamos o perderíamos? Yo pienso que nosotros ganamos de todas maneras. Si no funciona, nosotros ganamos porque hicimos un esfuerzo serio y reconocido por la paz que quiere la mayoría del país y si eso no se logró, no fue por culpa nuestra. Y eso es absolutamente claro. Nos quedaríamos con la bandera de la paz y si nos tenemos que enfrentar a una situación de guerra, lo haríamos con mucha más legitimidad que hoy. Claro, preferimos que el proceso funcione, que pare la guerra sucia y que avancemos hacia la democracia plena. Queremos de verdad-verdad la paz.

-¿Tú crees que todavía hoy no se ha legitimado suficientemente la guerra popular, el proceso de Tregua y Diálogo no sirvió ya para eso?

-Por un lado, la guerra popular está parcialmente legitimada. Hay un sector de la población colombiana que la entiende y la acepta como el único camino que está abierto; pero otro sector, aún mayoritario, no piensa lo mismo. Además, siendo la guerra lo que es, terrible y dolorosa, si es necesario hacerla, esta debe legitimarse permanentemente. No podemos plantear que un certificado de legitimidad dura años de años, más cuando el contrincante se mueve hábilmente en la política. Una guerra requiere legitimarse ante cada cambio significativo de la situación política, o debe abandonarse como medio si el cambio es suficientemente profundo en la dirección de la democracia.

 

V. ¿EXISTE HOY UNA GUERRA CIVIL EN COLOMBIA?

 

-A propósito del tema de la guerra, en la revista "Semana"[1] de enero de 1989 se dice que el año 1988 fue "un mal año para las fuerzas armadas", "el peor año... desde 1953" y, algo más grave, que "esa guerra la está perdiendo el ejército", ¿qué puedes decir tú al respecto? ¿Crees que se puede hablar de que en Colombia existe hoy una guerra civil?

-Nosotros creemos que hay una guerra en ascenso. Yo no hablaría de guerra civil, pero sí de guerra. Mire sólo en 1987, las fuerzas armadas, policía, fuerzas de seguridad, ejército, marina, sufrieron 3 mil bajas. Aunque claro, si el número de efectivos es de 200 mil, la guerrilla sólo ha afectado a un poco más del 1,5%, pero 3 mil bajas evidencian, sin duda, que hay una situación de guerra, eso es indiscutible.

- El artículo de "Semana" habla sólo de 379 muertos. ¿Es posible que haya sólo esa cantidad de muertos y el resto sólo sean heridos?

-Desde que yo soy guerrillero, la política de las fuerzas armadas, especialmente la del ejército, ha sido ocultar sus bajas y exagerar las de la guerrilla. El dato de 3 mil bajas lo conseguimos en una revista estadística de la policía nacional de principios de 1988. Nuestra apreciación es que con un promedio de 2.5 combates diarios durante 1987 y 1988, se deben haber producido unas 2 mil bajas anuales a la policía, 800 al ejército y las 200 restantes a otras fuerzas de seguridad. Acuérdate además que cuando hablamos de bajas nos estamos refiriendo a la suma de muertos, heridos y capturados.

¿De qué intensidad es la guerra?, ¿cuán generalizada está?, ¿es o no guerra civil?, eso ya es más difícil de responder. Los mismos estudios que ellos hacen indican que la guerrilla tiene bajo su control al menos el 15% del territorio del país, que corresponde, en términos de población, a un 7% aproximadamente, ya que la población está concentrada en las grandes ciudades.

En síntesis, yo respondería, que sí hay una guerra en Colombia, una guerra de intensidad creciente. Y eso asusta a mucha gente de la oligarquía, como a los de la revista que mencionas. A fines del año pasado, ese sentimiento de "estar perdiendo la guerra" era mayoritario en los comentaristas de El Tiempo[2], por ejemplo.

Sin embargo, el M-19 no cree que estemos en el momento de la guerra total, al borde de ganar la guerra. Si así lo viéramos, nos jugaríamos a fondo en una ofensiva de gran profundidad, pues si la guerra se pudiera terminar pronto ganándola, sería absurdo no hacerlo y prolongar el actual sufrimiento al país.

El argumento de "estar perdiendo la guerra" al que aluden algunos corresponde más bien a una situación táctica y al propósito de atemorizar a la cúpula dirigente, para conseguir más presupuesto para las fuerzas armadas.

Hay que reconocer, sin embargo, que la ofensiva guerrillera del segundo semestre del año 1988, septiembre-octubre, durante unas 6 a 8 semanas, fue muy exitosa. La guerrilla logró una ventaja táctica en el terreno de operaciones, producto de que usó una modalidad nueva: las grandes unidades concentradas de 200, 300 hombres, como las que atacaron Saisa, por ejemplo, donde existían dos pelotones, uno de la policía y otro del ejército, es decir, unos 80 hombres; y los aniquilaron. Y eso no solamente pasó en Saisa, sino en varias zonas del país durante ese período de septiembre-octubre. El M-19 también participó en algunas de esas operaciones, en el Caquetá, por ejemplo, y en el Sur de Cauca, en alianza con otras organizaciones guerrilleras. Pero, sin embargo, esa ventaja táctica está siendo neutralizada por el ejército, quien ha respondido aumentando el tamaño, la movilidad y el apoyo de fuego de sus unidades y mejorando su armamento o sea, mejorando su táctica y su técnica. Empieza a usar muchos de los elementos que ya había ensayado en 1986, en el Cauca, contra nosotros, y que, además, ha aprendido de la guerra contrainsurgente salvadoreña contra fuerzas concentradas guerrilleras: saturan de tropa las áreas guerrilleras evitando dejar posiciones vulnerables o débiles y empiezan a usar bombardeos, tropas helitransportadas, simultáneamente con infantería y con apoyo artillero. Eso hace que la ventaja táctica guerrillera sea balanceada, como se está demostrando en Urabá y en otras zonas, donde ya hay un cambio en la forma de operar del ejército.

Por supuesto, esto sólo significa que el conflicto vuelve al punto en que ninguno puede ganar, al menos en el corto plazo.

-En el artículo de "Semana" se proponen una serie de fórmulas para que el estado pueda ganar la guerra, que incluyen compra de nuevo armamento, acercamiento a la población campesina para conseguir información y sobre todo, decisión de guerra a largo plazo. ¿Qué opinas de esas fórmulas? Por su parte, las organizaciones guerrilleras en El Salvador, para hacer frente a las nuevas tácticas enemigas, han incluido otras formas de guerra, como el uso de las fuerzas especiales, el sabotaje económico, el armamento casero, ¿crees que eso sería aplicable a Colombia?

-En Colombia hay una cosa superprobada históricamente. El ejército no puede derrotar a la guerrilla. No ha podido en los pasados 30 años, ni va a poder en los próximos 30. Cuando en 1986 la oligarquía se tragó el cuento de que, con las manos libres, el ejército conseguiría una victoria rápida, cometió otro de sus errores. Dos años después, no estaban ganando, sino por el contrario, tenían la victoria más incierta que nunca, mientras habían sumido al país en un baño de sangre.

Barco hoy se la está jugando de dos cabezas -como decimos en Colombia-, hablando de paz y comprando 400 millones de dólares en armas para la guerra. Claro que esos aviones y helicópteros que están adquiriendo aumentarán la movilidad y el poder de fuego del ejército, claro que el mayor presupuesto para el funcionamiento militar mejorará la dotación y aumentará la cantidad de las tropas de infantería, pero en el terreno de las innovaciones militares la guerrilla tiene cartas poderosas para jugar, como las que tú mencionas de El Salvador y otras que incluyen el mejor entrenamiento y la compra de armamento más sofisticado. En este terreno, ambas partes tienen como modernizarse y aumentar su eficiencia, en un proceso de ascenso a los extremos, que es la primera ley de la guerra, de acuerdo con el gran teórico alemán Clausewitz.

En lo que las fuerzas armadas no van a poder mejorar globalmente es en conseguir el apoyo de la población. En las zonas campesinas, las relaciones población-guerrilla son estrechísimas, pues los insurgentes estamos ligados con el pueblo por lazos históricos, sociales, políticos, económicos y familiares indestructibles. Claro que se han cometido errores en algunas áreas, que se están corrigiendo. Por eso las fuerzas del gobierno van a seguir siendo tropas de invasión en el territorio de apoyo guerrillero. Si a eso le sumamos la incapacidad oligárquica de hacer reformas y la política de terror paramilitar, que tal vez inmoviliza durante un tiempo, pero que produce profundos odios, concluimos que la pretensión de conseguir un amplio apoyo popular para las fuerzas armadas, es una ilusión. Por el contrario, lo que puede constatarse es el incremento del tamaño de los grupos guerrilleros y la gradual generalización del conflicto. Es que están tratando de apagar el fuego con gasolina.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿es inevitable seguir profundizando ese proceso de guerra de ascenso gradual, lento, doloroso? ¿El único camino es como dice López Michelsen, tratar de ganar esa guerra en los próximos 20 o 30 años? ¿Llega la miopía y la incapacidad de la oligarquía a tanto qué no se da cuenta que esa guerra devastará al país, y por lo tanto, a ellos mismos? Aunque parafraseando a Bolívar, "aremos en el mar", no nos cansaremos de repetir que no queremos ese camino para nuestra Patria. Y lo vemos venir, paso a paso, muerto a muerto. Nosotros pensamos como Martí que es criminal quien promueve en un país la guerra que se puede evitar, pero que también es criminal quien deja de promover una guerra que se torna inevitable.

-Y en lo que se refiere al movimiento popular, ¿tú crees que se puede hablar de un ascenso generalizado o también ocurre que éste se da sólo en algunas zonas?

-Yo creo que cualquiera que observa objetivamente las cosas constata que la alta participación popular en la lucha sólo se está dando en ciertos escenarios, en aquellos donde la guerrilla es fuerte: en Urabá, Córdoba, el Meta, el Caquetá, en algunas zonas del Huila y en el Cauca, tal vez en algunas zonas del Magdalena Medio. Eso no es algo generalizado en todo el país, ni siquiera en todas las zonas rurales con influencia guerrillera, porque también hay un desarrollo muy desigual de las fuerzas guerrilleras en las diferentes regiones.

En las ciudades, especialmente en las ciudades grandes, el movimiento popular no ha logrado formas organizativas eficaces que le den un contenido sólido a esas luchas. Hubo un ascenso de este movimiento durante los años 84, 85, 86, y aún en el 87.

Podemos decir que se dio un proceso de unidad del movimiento popular, convergencia en la clase obrera, un proceso de unidad de los movimientos cívicos, de los movimientos estudiantiles, de las fuerzas políticas revolucionarias, de las fuerzas políticas democráticas. Un saldo positivo en el número de movilizaciones, de marchas campesinas, de paros cívicos en diferentes zonas del país... Sí, había un ascenso general del movimiento popular hasta 1987.

Además, se empezó a dar un proceso de convergencia y unidad en el desarrollo del movimiento guerrillero y avanzamos en la maduración de las condiciones estratégicas de la conducción del campo revolucionario. Precisamente a todo esto es a lo que corresponde la contraofensiva global que la oligarquía emprende...

-¿Cuándo crees tú que el movimiento de masas alcanza su punto culminante?

-Yo creo que en 1987, y luego empieza a disminuir. En el primer semestre de 1987 hubo paros cívicos, -una forma de lucha muy colombiana y muy popular-, en más del 40% de los municipios del país, aunque es necesario reconocer que muchos no eran municipios grandes; hubo muchas marchas campesinas; hubo huelgas obreras muy combativas, en muchas regiones del país; hasta en el mismo Bogotá hubo una huelga de los, trabajadores oficiales y de los trabajadores de la salud, que fue muy combativa.

No se logró impactar suficientemente en las grandes ciudades, pero sí en muchísimas ciudades intermedias y muchas regiones campesinas. Pero eso empieza a disminuir en el segundo semestre del 87 y más aún en 1988.

-¿Eso sólo lo percibe el M-19...?

-Yo pienso que lo siente todo el mundo. Gilberto Vieira, secretario general del Partido Comunista, en algún momento nos comentaba que se sentía una cierta congelación, una disminución de ese ascenso del movimiento popular, creo que en la entrevista tuya también lo dice....

-Por lo menos él dice que la crisis económica ha ido resolviéndose y que un sector de los trabajadores resulta beneficiado con ello...

-Ese es otro elemento, el crecimiento del producto interno bruto fue el más alto de América Latina en 1987 y 1988, por encima del 5%, en medio de la crisis económica generalizada en el continente. O sea, ha habido dinero con qué pagar también las aspiraciones de los sectores más organizados de la población.

Si uno mira críticamente, estadísticamente, el número de movilizaciones, su frecuencia, su volumen, uno empieza a ver que alcanzan un clímax al entrar al año 87, y después empiezan a disminuir. Se da un reflujo en el auge del movimiento de masas, pese a que hay un paro en el 88 bastante importante en el nororiente, que movilizó a muchísima gente, pero que también fue mucho más reprimido que el primer paro del nororiente en 1987.

-¿Tú crees, entonces, que la represión ha afectado al movimiento popular?

-Sin duda, Las matanzas paramilitares y los asesinatos selectivos, las masacres, las desapariciones, empieza golpear la capacidad de movilización del pueblo. Y la falta de una respuesta coherente y sólida por parte del movimiento revolucionario armado, hace que las masas no sientan la confianza suficiente como para continuar en un proceso de movilización, porque los muertos los está poniendo el pueblo.

-¿El movimiento guerrillero no ha estado a la altura de los requerimientos del movimiento popular...?

-Pienso que nosotros tenernos que hacer una valoración del por qué el movimiento guerrillero no fue capaz de acompañar adecuadamente al movimiento popular, que fue el que estuvo poniéndole, durante todo ese tiempo, el pecho a las balas. De algún modo se había generado la expectativa de que ahora sí se podía pelear porque se contaba con una guerrilla sólida, unida y fuerte, que iba a respaldar todo ese proceso de movilización. La respuesta guerrillera fue, sin embargo, mucho menor que las expectativas que tenía la gente.

La guerrilla tiene una capacidad instalada para hacer mucho más de lo que ha hecho, es decir, tiene hombres, tiene áreas de influencia, tiene armas. Pero aún, partiendo de la hipótesis de que la guerrilla pudiese actuar a plena eficiencia, usando toda su capacidad instalada, la situación no sería igual a la salvadoreña, para usarla de punto de referencia, ya que tú lo mencionaste. Basta observar los tamaños relativos de ambos bandos en armas. Debe haber entre 7 y 10 mil guerrilleros regularmente entrenados, armados y muy dispersos por el país y hay 210 mil hombres en las fuerzas armadas... En el Salvador puede haber los mismos guerrilleros, pero los otros son 45 ó 50 mil. Y en Colombia, además, tenemos 50 veces más territorio. Mientras El Salvador tiene 21 mil kilómetros cuadrados, Colombia tiene un millón 100 mil.

-¿Y cómo valoran los resultados del paro de octubre de 1988?

-Esos resultados son para mí el indicativo más claro de que realmente sí hay un proceso de reflujo de la capacidad de movilización de las masas en Colombia. Ese paro fue convocado de la manera más amplia, lo convoca toda la Central Unitaria de Trabajadores, con su presidente a la cabeza, aliado además a otra central obrera, la CGT; lo convocan las organizaciones políticas de izquierda, muchas organizaciones regionales, organizaciones campesinas, organizaciones indígenas, Se hace, además, un plebiscito anterior al paro en el cual se le pregunta a la gente si está dispuesta a ir al paro o no, un millón de personas votan a favor del paro. Y, sin embargo, a la hora de parar, no van al paro. Hay, claro, paros regionales: en Urabá, en el Cauca, en Arauca, en el Nororiente, en el Caquetá, en las zonas de mayor influencia de la izquierda. Hay paros regionales, pero no un paro nacional.

El plebiscito muestra que hay deseos, ganas de que se produzca una protesta, de que haya cambios, de que haya transformaciones, pero también, que no hay el valor suficiente, no hay la disposición para arriesgarse, en las actuales condiciones; hay miedo, hay desconfianza en la posibilidad de la victoria. La gente no está suficientemente convencida de que este es el momento de ponerse a pelear...

-Arriesga mucho al lanzarse...

-Siente que está arriesgando más de lo que puede dar. La gente se vuelve más calculadora. En general el estado de ánimo de la población es menos optimista, menos decidido de lo que era un año atrás.

Yo creo que va a ser muy difícil que se logre, a pura fuerza militar, mantener un proceso de masas prolongado por el suficiente tiempo como para provocar un cambio en la situación nacional. Esa es la visión que nosotros tenemos de la situación.

Además, el proceso de maduración del movimiento guerrillero es lento. El proceso de cambio de las unidades dislocadas de las guerrillas en unidades concentradas, es lento; el proceso de transformación de calidad de la guerrilla, de ser un poco errante y acomodada, a ser un ejército, también es lento; el proceso de unidad de la cúpula guerrillera es lento. Son muchas las diferencias y muchos los años de estar haciendo cada uno lo que quería. Esto de reunirse y aceptar las decisiones que se toman en un colectivo no es fácil. La reunión de los comandantes guerrilleros ha sido una dificultad enorme, no solamente porque cada uno está a mil kilómetros del otro, sino porque además lograr que un comandante guerrillero salga de su área a otra área, es sumamente difícil y muy peligroso. Yo te digo que sacar a un comandante guerrillero de las FARC de la Uribe es tarea de titanes. Marulanda no ha salido ni una vez; Pizarro ha salido un poquito más y el padre Pérez, salió una vez que se sepa... Tendrían que salir de ahí y concentrarse en una sola parte y sentarse a tomar decisiones colectivamente. Eso no se ha logrado.

Esto explica en buena parte que la guerrilla, no solamente no acompañó bien al movimiento de masas, porque no tenía un plan coherente, claro, racionalizado, colectivo para hacerlo, sino que tampoco está respondiendo al ping-pong de la política; cuando empieza la política a moverse y cuando viene la propuesta y viene la contrapropuesta, y los conservadores proponen y el gobierno dice otra cosa, y los liberales discuten, la guerrilla está esperando reunirse dentro de 6 meses para responder. Así no podemos poner nuestros tiempos en consonancia con los tiempos de la política nacional. Y eso va dejándonos marginados políticamente.

-¿Ustedes, entonces, nunca pensaron que Colombia estuviera en una situación pre-insurreccional?

-No, nosotros no pensábamos que la situación actual permitiera lanzarse a una ofensiva general, que pudiera dar un salto estratégico...

-No lo veían ustedes, sin embargo, entiendo yo que sí lo veían otros. Al hablar con diversos dirigentes colombianos uno tenía la sensación de que esa gente estaba a la expectativa de que iba a producirse algo grande. Se esperaba un salto cualitativo con el paro de octubre de 1988....

-Para el paro de 1988 nosotros propusimos una tregua de la guerrilla, porque no veíamos que las cosas estuvieran suficientemente maduras como para que las acciones militares pudieran impulsar o acompañar la lucha de las masas.

Yo te digo, en 1987 sí se podía esperar más. Había condiciones globales en el movimiento de masas y el movimiento insurgente para haber saltado a una nueva situación, pero faltó dirección. La Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar se crea recién a finales de 1987, cuando la ola de ascenso popular había llegado a la cima y estaba empezando a bajar. Es la primera vez que se reúnen los mandos de todas las organizaciones guerrilleras. Y después ha sido muy lenta la toma de decisiones. Entre reunión y reunión pasaban 6 meses, y no existían otros mecanismos que permitieran tomar decisiones ágiles.

Los momentos pasan, el estado de ánimo de las masas cambia. Todo va cambiando. A veces uno sentía que la guerrilla estaba trabajando a paso de maratón mientras la política iba a pasos de carrera de 100 metros, y las masas a otro ritmo. Los ritmos eran completamente diferentes. Eso impidió que pudiésemos acompañar adecuadamente ese momento favorable del movimiento de masas.

Yo pienso que la ofensiva de septiembre y octubre de 1988, se lanzó sin considerar plenamente el estado global de la situación de masas y de la situación nacional.

Correspondió más a la lógica de lo militar, que tiene sus propios ritmos y sus propios tiempos. Fue el resultado de la lenta maduración militar de decisiones tomadas en otro momento de la situación nacional y no se acompasó con las masas. Llegó tarde, como llegó tarde el Batallón América a Cali en 1986.

Por otra parte, en lo que va de este año 1989, la actividad guerrillera ha sido cada vez más esporádica...

 

VI. OFENSIVA MILITAR Y NEGOCIACIONES DEL M-19

 

 Pero entiendo que justamente este plan de ofensiva requería de una participación decidida de todo el movimiento guerrillero. El hecho que el M-19 haga ese secuestro y que plante ese proceso de negociación, en el fondo, lo que hace es ponerlos a ustedes en otra óptica, ya no están en la óptica de la ofensiva guerrillera, están en la óptica de buscar otra vía, están restándose a una concepción general de ofensiva...  

-Bueno, mira, no hubo un plan de ofensiva...

-¿Ah, no lo hubo...?

-No, porque la Coordinadora Guerrillera no tiene todavía los niveles decisorios suficientes para tomar una determinación de ese tipo. Hubo una visión de que había que enfrentarse con el gobierno de Barco, pa, pi, pa, pa... no más. La ofensiva de septiembre-octubre fue más bien resultado de la unidad a nivel regional. El M-19 participó, combatió, ya te lo decía. El mejor combate de toda esa ofensiva, en cuanto a inversión y resultados de recuperación de material bélico, se da en una operación conjunta que hacemos con las FARC en el Caquetá, en septiembre de 1988, asaltando un puesto de la policía, de unos 30 efectivos más o menos, a 10 minutos de la ciudad de Florencia, capital del Caquetá, donde está la sede de la Décimo Segunda Brigada del Ejército. Allí se recuperan fusiles, sin bajas propias Esta acción ha sido evaluada como la operación técnicamente mejor hecha.

-¿El M-19 participó entonces en operaciones militares paralelamente a los esfuerzos por llevar adelante la negociación...?

-Sí, bueno, en un período en que la negociación con el gobierno no había empezado y la Comisión de Convivencia estaba llegando a un punto muerto.

Lo que pasa es que había la idea de ir a enfrentamientos militares de mayor envergadura, pero no se veía ni la decisión suficiente, ni los medios...

Lo cierto hoy es que la distensión se está abriendo paso cada vez más y quienes tratan de frenarla en estos momentos son los reaccionarios de la extrema derecha; el que las FARC hayan declarado tregua unilateral y la mantengan, es el reconocimiento de que hay un ambiente de distensión.

-Qué significa tregua unilateral, que no atacan si no son atacados...?

-Exactamente. Que no se hacen operaciones ofensivas. De hecho es casi una tregua bilateral, porque hasta ahora lo que ha pasado es que, en la mayoría de los casos, el ejército tampoco ataca a la guerrilla; hay una disminución de las acciones armadas.

-El hecho de que las FARC tenga esta actitud de tregua unilateral y el M-19 tenga esta política de distensión, ¿no permite al ejército concentrar todas sus fuerzas contra el ELN?

-Yo te diría que el ejército ha usado sus fuerzas de élite contra lo que es la amenaza principal en cada momento desde siempre. En los últimos años la Décima Brigada, que es la que cuenta con las tropas élites, estuvo año y medio en el Cauca contra nosotros, cuando éramos la amenaza principal en 1985-86; después pasó a Urabá, cuando en Urabá el ascenso de masas acompañado del movimiento guerrillero fue la amenaza principal; ahora está en el norte de Antioquia, combatiendo contra los compañeros del ELN. Claro, como no hay una decisión unitaria que corresponda a un plan global de tener varias áreas de intensa actividad militar, el ejército siempre va a poder seguir usando sus fuerzas élite secuencialmente contra diferentes puntos, diferentes focos...

-Pero yo entendía que uno de los acuerdos de la Coordinadora Guerrillera había sido, justamente, el tratar de evitar que se concentraran las fuerzas militares enemigas sobre uno de los movimientos guerrilleros...

-Claro, tratar de evitarlo. El problema es que la Coordinadora Guerrillera no puede tomar decisiones correctas mientras no tenga una política coherente, única, unificada, porque es que lo militar y lo político están sumamente ligados. Si uno está por una política de distensión y el otro está por una política de guerra, pues obviamente va a ser muy difícil tomar decisiones militares coherentes, porque estamos en dos políticas que no son iguales. Es más, que tiene muchos elementos que se contradicen.

 

VII. LA CARACTERIZACION DE LA SITUACION ACTUAL Y EL PROCESO UNITARIO

 

-¿Lo primero que habría que hacer, entonces, es ponerse de acuerdo en qué es lo que pasa hoy en Colombia, es decir, en llegar a una caracterización de la situación y en base a esa caracterización común, elaborar una política....

-Claro, claro. Nosotros en la Coordinadora empezamos por lo más fácil: la búsqueda de acuerdos militares concretos. Adiestramiento unitario, ayuda y colaboración logística. Acuerdos regionales, integraciones regionales donde eso fuera posible. Operaciones conjuntas. Pero siempre dejábamos para después los acuerdos políticos, con la tesis de que un desarrollo de la unidad militar nos iba a presionar para conseguir acuerdos políticos. Y resulta que no ha sido así. Por el contrario, en la medida en que no hay acuerdos políticos se debilitan los acuerdos militares.

-A mí me da la impresión de que realmente es muy importante darse cuenta de eso, de que la unidad no va a avanzar si no se llega a confluir en una misma caracterización de la situación que vive el país y que sólo de ella pueda surgir una línea política única para la coyuntura...

-Y unos mecanismos que permitan que los acuerdos que se logren se puedan implementar. Si uno hace un acuerdo de diálogo directo gobierno-guerrilla como el que logramos en octubre de 1988, tiene que haber instrumentos que permitan que esa propuesta política, al ser respondida por los contrincantes, sea respondida otra vez por nosotros. Pero nos quedamos sin instrumentos de decisión. Entonces, el contrincante propone y nosotros tenemos que esperar a la reunión de marzo, 6 meses después, para poder responder a eso. ¡Con esa lentitud política dónde vamos a parar! ¡Eso no puede ser así!

 

VIII. POR QUE NEGOCIAR EN CONDICIONES NO FAVORABLES

 

-He oído críticas al que ustedes se hayan metido en un proceso de negociación política cuando la correlación de fuerzas no les es favorable.

-.Quién ha dicho que una negociación política tiene que hacerse sólo en una correlación de fuerzas favorable? Y menos en una situación de conflicto interno, donde la negociación abre un marco para que se produzcan procesos por fuera de la mesa, que muchas veces son más importantes que los que ocurren en la mesa misma, porque la negociación en sí es un instrumento de acción política. Un primer resultado puede ser que, como sucedió en 1984 y 1985, la presencia de cuadros nuestros en las grandes ciudades, levante un proceso de masas lo cual influiría positivamente en el curso de la negociación...

-Pero, ¿habrá movilización de masas si sigue el fenómeno paramilitar?

-Por supuesto que no. Si nosotros entramos en negociaciones es, entre otras cosas, porque creemos que éste es el mejor instrumento para lograr conformar una alianza suficientemente amplia como para que sea capaz de disminuir de modo importante el fenómeno paramilitar. En estos esfuerzos además, la política de tregua a las fuerzas armadas, que se definió en 1988, juega un papel importante. Si empiezan a matar a nuestros voceros que están saliendo a la legalidad, por supuesto que el proceso se va a hundir - quiero aclararte que estos voceros son archiconocidos como militantes del M-19 por los servicios de seguridad-. Si continúa la agresión contra los dirigentes de la CUT, de la UP o de otras organizaciones populares, el proceso tampoco va a prosperar.

En una negociación todos vamos intentando ganar más de los que perdemos. En el peor de los casos la oligarquía busca desmovilizar al M-19 o deslegitimarlo acusándolo de no cumplir lo pactado. Pero para que ellos cumplan su parte deben abrir las puertas hacia la democracia plena y en Colombia la historia demuestra que, cada vez que se dan pasos hacia la democracia, pierde la oligarquía. Así ha sido siempre. Además, ésta busca legitimar su régimen con un amplio triunfo electoral en 1990 levantando una política de paz creíble y ello la obliga a meter en cintura al componente paramilitar de su estrategia pues, de lo contrario, su paz no será creíble. Por otra parte, debe, sin duda, estar apostando a profundizar la división de la guerrilla.

El campo popular, en nuestro criterio, puede sacar ventajas de una negociación, en primer término, restañando las heridas de la represión paramilitar en el movimiento de masas. Además, se abren posibilidades a la reactivación de un proceso democrático que permita consolidar una alternativa al bipartidismo, especialmente en este momento de fuertes contradicciones dentro de los partidos tradicionales. Ello requiere conservar y consolidar los instrumentos unitarios ya conquistados. El país a su vez, gana con esta posibilidad de encontrar una salida diferente a una guerra de 10 o 20 años más.

Los que nos sentamos en la mesa estamos jugándonos la bandera de la paz. El que la traicione perderá en la jugada y pagará los costos correspondientes. Estamos ante una situación nueva que, además de la natural incomprensión que puede despertar, contiene riesgos políticos, pero los estamos afrontando consecuentemente con nuestra historia de compromiso con el cambio y la democracia, con imaginación y creatividad, y, sobre todo, con profunda confianza en el pueblo y en todos los colombianos que desean una patria nueva.



[1] Revista de propiedad de un hijo de Alfonso López Michelsen, uno de los principales jefes de la oligarquía,

 

[2]Principal diario del país, liberal de derecha

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20 abril 2014 7 20 /04 /abril /2014 23:00

 SERIE DOCUMENTOS[1]       CCI05042014 00002

¿HACIA DONDE VA EL M-19?  

  LOS ENTRETELONES DE LAS NEGOCIACIONES  

 

ENTREVISTA A ANTONIO NAVARRO

 SEGUNDO COMANDANTE DEL M-19

 

POR MARTA HARNECKER   

 22 DE MARZO DE 1989  

 d14-2

INDICE  

I. MANIPULACION DE LA INFORMACION ORIGINA CONFUSION  

II. LA POLITICA CONTRAINSURGENTE DE BARCO  

III. POR QUE SOLO EL M-19 Y NO TODA LA COORDINADORA GUERRILLERA 

IV. LOS ASESINATOS POLITICOS: LA PRINCIPAL TRABA PARA AVANZAR    

V. ¿EXISTE HOY UNA GUERRA CIVIL EN COLOMBIA?  

VI. OFENSIVA MILITAR Y NEGOCIACIONES DEL M-19  

VII. A CARACTERIZACION DE LA SITUACION ACTUAL Y EL PROCESO UNITARIO      

VIII. POR QUE NEGOCIAR EN CONDICIONES NO FAVORABLES

 

  d14-2 

 I. MANIPULACION DE LA INFORMACION ORIGINA CONFUSION      

 

-Muy poca gente entiende qué es lo que está haciendo el M-19 en estas negociaciones con el gobierno. Nosotros hemos detectado además una gran confusión en la izquierda tanto colombiana como latinoamericana. Todos concuerdan, sin embargo, con que el proceso de Tregua y Diálogo de la época de Betancur favoreció enormemente a los movimientos de izquierda en Colombia, tanto a aquellos que participaron como aquellos que se abstuvieron y reconocen el gran aporte del M-19 en aquel momento. Lo que no se comprende es que, dadas las nuevas circunstancias, especialmente con el creciente número de asesinatos de líderes políticos y populares producto de La guerra sucia, el M-19 transite de nuevo por este mismo camino. ¿Qué puedes decir al respecto?  

-La primera fuente de confusión se origina, precisamente, en la deformación de los hechos por parte de la prensa oligárquica y el mismo gobierno. Lo mejor, entonces, para que se entienda nuestra posición, es que empecemos por precisar los hechos.  

Arranquemos a mediados del año pasado, cuando detenemos a Alvaro Gómez. Hurtado, candidato presidencial por el Partido Conservador y político profesional de la oligarquía colombiana. Para liberarlo planteamos como condición que se inicie un proceso hacia una solución política. Esto genera en Colombia un enorme movimiento de opinión a favor del diálogo, mayor que hace 4 años...  

-Mayor que en el período de Tregua y Diálogo de Betancur...?

-Sí, mayor que entonces. Fíjate, por primera vez, y con el gobierno en contra, el 29 de julio de 1988, en un convento en el norte de Bogotá, se reúne el país: allí estaban los empresarios, los trabajadores, la Iglesia Católica, el Partido Conservador, la izquierda en todas sus manifestaciones, las universidades, un sector del Partido Liberal con representación dentro del Partido, intelectuales, cooperativistas, juntas de acción comunal, movimientos cívicos, movimientos campesinos, indígenas... Unas 30 delegaciones de diferentes sectores del país, estaba todo el mundo... Fue hasta el propio Alvaro Gómez, quien había sido puesto en libertad pocos días antes.  

El gobierno, no sólo no asistió, sino que, hasta última hora, intentó impedir la cumbre. Pero era tan grande el bloque que estaba a favor de su realización que finalmente tuvo que ceder y permitirla. No iban a celebrar la liberación de el Dr. Gómez, iban a buscar cómo conseguir una solución política...  

-¿Y las organizaciones guerrilleras...?  

-Estaban casi todas: el EPL, el PRT, el Quintín Lame, y nosotros. Las FARC enviaron una carta. Sólo se abstuvo el ELN.  

Allí estaba todo el país, pese a la oposición del gobierno. Esto demuestra lo generalizada que es en Colombia la opinión a favor de una solución política... Una caricatura de Héctor Osuna en el diario El Espectador daba una excelente imagen de la situación. En ella aparecía el país montado en un tren y el presidente Barco solo en el andén. La acompañaba el siguiente texto: "Al gobierno lo dejó el tren de la paz".  

-Dime, ¿eso fue ampliamente cubierto por los medios de comunicación?

-Así es. Recuerda que hicimos primero una reunión preparatoria de esa cumbre en la Nunciatura Apostólica de Panamá, el 14 de julio, con una participación amplia. Fue un proceso que empezó durante el mes de julio y que siguió todo el mes de agosto, o sea, durante dos meses el país giró en torno a la necesidad de una solución política.  

Después de esa cumbre del 29 de julio se nombró una Comisión de Convivencia Democrática donde no estaba el gobierno, y donde, por presión de éste empezaron a retirarse los liberales y algunos otros sectores. Luego la Comisión se disolvió. Pero, a pesar de esto, la opinión nacional seguía estando a favor de una solución política. Lo reiteraron así encuestas realizadas a fines del año pasado. Estas mostraban que el 85% de la opinión colombiana estaba a favor del diálogo entre gobierno y guerrilla, y no de una solución militar.  

La bandera de la paz -que levantó el M-19 con la detención de Alvaro Gómez y las condiciones que puso para su liberación- se ha convertido en una bandera política substancial en Colombia. La hicieron suya el Partido Social Conservador y la Iglesia. El Partido Liberal ha estado peleando por ella y, finalmente, el gobierno también intenta cogerla mediante su propia propuesta de paz.  

-¿Por qué Barco, que era tan reacio a la iniciativa del M-19, levantó, algunos meses después, su propia propuesta de paz?

-Son Ias presiones de julio y agosto las que llevan a que el gobierno cambie su política de "pulso firme y mano tendida."...

 

II. LA POLITICA CONTRAINSURGENTE DE BARCO

 

-¿Podrías explicar en qué consistía esta política de "pulso firme y mano tendida"?

-Para empezar, sería bueno resumir brevemente los propósitos globales del gobierno de Barco. Este llega a meter en cintura al país. Parte del supuesto de que con Betancur se ha agotado la política de diálogo y que, con ella y sus resultados, han ganado las instituciones del estado. La lógica más profunda del nuevo gobierno es la contrainsurgencia económica, social, militar, paramilitar, jurídica y diplomática.  

En lo económico, aplicando una política amistosa hacia los bancos extranjeros y el FMI, consigue créditos frescos. Llega además a un pacto implícito con los exportadores de cocaína, con lo cual inyecta tres mil millones de dólares por año a la economía del país, un monto casi igual a las exportaciones legales, con lo cual casi se duplican los ingresos en divisas por exportaciones. Este mayor volumen de ingresos permite que, a partir de 1987, se produzca una recuperación económica considerable, que deja atrás los duros años de la crisis del período de Betancur, y facilita la aplicación de los componentes sociales y militares de la estrategia contrainsurgente.  

En lo social destinando recursos a obras de infraestructura en las zonas de mayor influencia guerrillera, tanto en la ciudad como en el campo, mediante los llamados planes de "rehabilitación" para las áreas rurales y de "lucha contra la pobreza absoluta" en las áreas urbanas. Con esto se busca lo que los comentaristas de la prensa de la derecha llaman: "cortar la yerba a los pies de la guerrilla".  

En lo estrictamente militar, desde el año 1986 al año 1989, puede verse un aumento sustantivo del presupuesto y del tamaño de las fuerzas armadas. Los gastos militares pasan de 400 a 800 millones de dólares anuales y de 160 mil a 210 mil hombres en armas. Además, se moderniza y mejora el armamento. Se produce asimismo una represión brutal contra el movimiento popular y las fuerzas democráticas, principalmente a través del uso de grupos paramilitares. Estos emprenden un proceso de asesinatos selectivos de líderes populares que, poco a poco, va incluyendo masacres colectivas en las zonas más combativas.  

En el terreno jurídico, además de la impunidad a la acción paramilitar, se ha ido estructurando un conjunto de leyes y decretos que tienden a una creciente militarización de la vida nacional y a un recorte casi total de las garantías del llamado estado de derecho.  

En política internacional, el actual gobierno ha logrado, con habilidad, neutralizar en gran medida los costos de la represión, especialmente en el bloque latinoamericano. El Grupo de los Ocho, aunque de gran importancia como oposición a la política norteamericana hacia el hemisferio, está sirviendo también para evitar que problemas tan graves como la violación de los derechos humanos en Colombia cuenten con espacio para ser discutido por los países latinoamericanos.  

-¿Y qué balance haces de la política de Barco hasta ahora?

-La reactivación económica que inicialmente fue exitosa hoy empieza a dar muestras de agotamiento. Los pronósticos para este año indican una tasa de crecimiento significativamente menor que la de los años anteriores; está empezando a tener dificultades serias para conseguir nuevos créditos externos. Además la guerra entre los carteles de exportadores de cocaína de Cali y Medellín, está afectando los ingresos que tienen este origen. En resumen, la economía va a ir menos bien en los próximos dos años.  

Los planes sociales contrainsurgentes han tenido un efecto mínimo, si acaso han tenido alguno, pues las necesidades acumuladas por lustros de abandono no se pueden resolver con unos cuantos pesos. Además generan expectativas, que al no ser colmadas aumentan la inconformidad popular...  

Los militares, pese a su crecimiento en número y presupuesto, no sólo no pueden dar un parte de victoria, sino que piden más y más recursos para una guerra que ya pronostican como muy larga.  

Los paramilitares se han convertido en un monstruo de cien cabezas que empieza a morder a sus propios creadores. Cada vez un mayor número de voceros de la oligarquía muestra su preocupación por la pérdida de control sobre este fenómeno. Y el atentado fallido, al senador Samper, precandidato liberal, seguramente ha acrecentado esa preocupación.  

En el campo internacional se está gestando un bloque europeo de instituciones y estados dispuestos a cuestionar seriamente al gobierno colombiano por la situación de derechos humanos en el país.  

Creo que con esto tienes una imagen sintética de lo que ha pretendido y de lo que ha logrado el gobierno de Barco hasta hoy. Le queda como carta fuerte sólo el actual proceso de paz. Pasemos ahora a responder a tu pregunta.  

-Cuando Betancur termina su período presidencial, deja firmada una tregua con las FARC. Para no romper bruscamente con eso, Barco, al asumir el gobierno en 1986, decide implementar una política que llama de "pulso firme y mano tendida". Mano tendida en el sentido de mantener la tregua con las FARC, tregua de papel que se fue convirtiendo en dos cosas: no atacar el campamento central de las FARC en la Uribe y en mantener abierta una línea de radio gobierno-FARC, que popularmente llaman el "teléfono rojo". O sea, el gobierno, manteniendo esa fórmula de mano tendida hacia el campamento central de las FARC, aplica el "pulso firme", es decir, se lanza a la guerra, contra los otros movimientos guerrilleros y las propias FARC en el resto del país. Y viceversa.  

El gobierno mantuvo esta política hasta septiembre de 1988. Cuando nosotros retuvimos a Gómez Hurtado, el gobierno nos dijo: "esto es un acto de guerra y como acto de guerra será respondido con hechos de guerra." Y así lo hizo. Efectuó 6 mil allanamientos y nos trató como enemigos en franca guerra. Y nosotros respondimos: "sí señor, estamos en guerra contra la oligarquía como lo dijimos en enero del 88 y éste es un acto de guerra contra ella. Pero, bueno, estamos buscando una salida negociada. Si ustedes la aceptan..." El gobierno la rechazó, decidimos entonces proponérsela al país y éste la aceptó.  

Como producto de eso tuvieron que empezar a cambiar su política de "pulso firme y mano tendida". A principios de septiembre de 1988 Barco planteó una propuesta de paz, por supuesto, inaceptable. Básicamente decía: hablemos sobre cuándo se van a desarmar, nada más, y reincorpórense a la vida civil, vengan para acá desarmados. Esa propuesta, rechazada por todos, fue respondida en octubre con una contrapropuesta de la Coordinadora que planteó un diálogo directo gobierno-guerrilla sobre un temario determinado. Empezó así el ping-pong de la política sobre el tema de la paz.  

-La Coordinadora ha planteado entonces ir a un diálogo directo con el gobierno?

-Así es. En octubre de 1988 se reúne la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en su tercera asamblea. Allí, y por primera vez, como respuesta a ese clamor nacional de buscar una solución política, con la firma de todas las organizaciones guerrilleras propone un diálogo directo entre todos los comandantes y tres ministros por parte del gobierno en torno a cuatro temas: solución política, democracia, soberanía y vida, temas centrales en la situación nacional.  

-¿Y cuál fue la reacción del gobierno ante la contrapropuesta de la Coordinadora?

-La ignoró, por lo cual Alvaro Leyva, un senador conservador, planteó a fines de noviembre, una fórmula intermedia diciendo: nombremos una comisión de notables que analice las dos propuestas, y vea qué posibilidades hay de que el gobierno y la guerrilla se sienten a conversar, o sea, propuso una salida intermedia. Y eso recibió el apoyo inmediato de las FARC y el M-19.

 

III POR QUE SOLO EL M-19 Y NO TODA LA COORDINADORA GUERRILLERA

 

-¿Y qué pasó con el resto de la Coordinadora Guerrillera?

-No se pronunció. La verdad es que la Coordinadora no tiene mecanismos permanentes de toma de decisiones y decisiones de este tipo tiene que tomarlas la asamblea de comandantes. Como ésta se reúne cada 6 u 8 meses y la última tuvo lugar en octubre, no podía darse una nueva asamblea para responder a la propuesta de Leyva que fue hecha en noviembre.  

Esta empieza a ganar mucho apoyo en la opinión pública. ¿Qué está mostrando eso? ¡Hombre, el espacio que tiene una solución política!, aunque también las dificultades de la Coordinadora para tomar decisiones de coyuntura, para jugar al ping-pong.  

El gobierno se hace el pendejo con la propuesta de Leyva y decide realizar un diálogo directo. Empieza a buscar contactos, pero, al encontrarse con la realidad de un movimiento guerrillero en un proceso de unidad todavía incipiente, dice: "vamos a sentarnos con los que nos convenga, con los que queramos o los que escojamos, y no con todos." Finalmente, luego de un proceso de más o menos un mes, el gobierno se sienta a hablar con el M-19.  

-O sea, el gobierno elige al M-19...

-Así es.  

¿Y por qué acepta el M-19 ser elegido como primer interlocutor?

-Sinceramente porque si no hubiera sido el M-19 hubiera sido elegida otra fuerza guerrillera. Carlos Pizarro se negó a hablar por semanas, hasta que se hizo evidente que si el M-19 no se sentaba con el gobierno, éste iba a sentarse de todos modos con otra fuerza guerrillera...  

-¿Con las FARC?

-Yo creo que sí, esa es la otra organización que está en condiciones de sentarse con ellos, porque subsiste el acuerdo de tregua firmado con el gobierno anterior.  

-¿Y por qué escogió el gobierno al M-19?

-Eso que lo digan ellos. No vamos a ponernos a interpretar su pensamiento. Pero después de lo de Alvaro Gómez, el M-19 tenía más que nadie la bandera de la paz en sus manos. Supongo que así lo entendieron.  

-Ahora, ¿tuvieron ustedes en cuenta que esa podía ser una jugada del gobierno para dividir al movimiento guerrillero?  

-Por supuesto.

-¿Ustedes entonces se meten en ese juego corriendo ese riesgo...?

-Claro, con toda conciencia. Por eso, en la primera reunión del 10 de enero, entre Carlos Pizarro y los representantes del gobierno, cada uno llega a puntos que no son negociables. Para el gobierno todo proceso de paz, debe, obligatoriamente, tener como fin la desmovilización del movimiento guerrillero.  

-¿Con qué puntos innegociables llega Carlos Pizarro?

-Con dos puntos: primero, el M-19 sólo se desmoviliza si se va a la democracia; y, segundo, el diálogo tiene que ser con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar.  

Si usted lee el comunicado que se produjo el 10 de enero de 1989, ahí está expresado eso claramente. Los párrafos centrales dicen: "el gobierno nacional y el M-19 convocan a un diálogo directo de la dirección de los partidos políticos con representación parlamentaria y los comandantes de los grupos de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, para que en él se acuerde un camino hacia la solución política del conflicto de la nación colombiana, que tiene que expresarse en un itinerario claro hacia la democracia plena y en un camino cierto hacia la desmovilización guerrillera con las garantías necesarias."  

Yo había leído ese comunicado, pero sin esas palabras de ir hacia "la democracia plena"...

-Seguramente lo leíste en una revista colombiana, que se llama Cromos[2], revista que publica el comunicado precisamente quitándole esa parte. Entonces, claro, ahí, como tú señalas, no dice: "hacia la democracia plena" Parece, entonces, que nosotros estamos yendo hacia la desmovilización a cambio de nada, a cambio del diálogo nada más. Puede haber sido un error, pero en todo caso es un error sumamente sospechoso... buscando dar una imagen de que el M-19 va hacia la rendición porque está cansado de la lucha armada, porque está aburrido de todo eso, porque está muy débil, porque está desbaratado. Esos son los argumentos que se han manejado y que, por desgracia, mucha gente ha recogido.  

-A propósito, ¿qué hay de cierto en cuánto a ese comunicado firmado por el ELN en el que los acusa a ustedes de traición por haberse metido en este proceso?  

-Esa es propaganda negra. El propio ELN desmintió oficialmente la autoría de ese comunicado.  

Para resumirte, lo que se ha venido haciendo es convocar a un diálogo donde participen partidos, Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y gobierno, en búsqueda de un proceso de solución política que permita avanzar hacia la democracia plena y, en la medida en que esto ocurra, y cuando además existan las garantías necesarias, ir recorriendo un camino hacia la desmovilización.  

-Entiendo que lo que los lleva justamente a tomar las armas y lo que da origen a las diversas organizaciones guerrilleras es la ausencia de democracia y no otra cosa, ¿es así?  

-Ciertamente la toma de las armas ha sido una respuesta a la ausencia de democracia propia de un modelo oligárquico de dominación, pero ése es ya otro tema. Por eso yo te aclaro que hasta ahora nosotros no hemos firmado ningún acuerdo de desmovilizar al M-19 ya. Hemos dicho que estamos dispuestos a llegar hasta eso, si avanzamos hacia la democracia plena. Por ahora lo que hemos hecho es convocar a un diálogo que aún no ha empezado.  

-¿Cómo que no ha empezado...?

-No, porque en ese diálogo debe participar tanto la Coordinadora Guerrillera, si se decide a hacerlo, claro, como los partidos con representación parlamentaria y el gobierno.  

-¿O sea, que todas estas reuniones previas que ustedes han tenido son sólo para crear las condiciones de ese diálogo?  

-Así es.

-Has hablado varias veces de "democracia plena", o de avanzar hacia ella. ¿Qué entiende el M-19 por esto?

-Cada hora tiene su afán, como dicen en Colombia. Cuando empiecen las sesiones de la mesa de trabajo el 1 de abril, empezarán a conocerse nuestras propuestas, por ahora la prioridad es que paren los asesinatos políticos.  

-Carlos Pizarro dijo hace dos días que la desmovilización del M-19 es posible pero la entrega de las armas no, ¿cómo es eso?  

-No conozco el texto de la entrevista de Carlos. Lo cierto, es que hasta ahora no se ha discutido nada sobre las armas en las reuniones con el gobierno. En cambio, sí se hablado de garantías para la oposición política y de avances a la democracia plena. Esos son los temas que hoy tienen importancia en la situación del país. Las armas son pedazos de hierro que igualmente pueden ser machetes o azadones. Lo que importa es la voluntad política de quienes las portamos. La necesidad de seguirlas teniendo la determina las condiciones del país. Eso sí, nadie puede esperar en Colombia otra fila de guerrilleros entregando sus fusiles, como la de Guadalupe Salcedo en 1953.  

-¿Y en qué están ahora?

-Nosotros estamos buscando una distensión de la situación de conflicto que permita realizar el diálogo. De alguna manera estamos poniendo la mesa y tendiéndola, haciendo la lista de invitados y poniendo las sillas, y convocando a eso conjuntamente con el gobierno. Nosotros creemos que estamos interpretando de manera fiel, desde nuestro punto de vista, los acuerdos de octubre de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que hablaban de un diálogo directo gobierno-guerrilla, porque además, allí se acordó que cualquiera de las organizaciones podía servir de puente para buscar ese diálogo, directo gobierno-guerrilla.  

-A propósito, leí en una revista una entrevista a Carlos Pizarro, y me pareció muy prepotente su actitud respecto al resto de las organizaciones guerrilleras. Recuerdo que decía algo así como: bueno, si ustedes no vienen, señores, quiere decir que ustedes son unos deshonestos..., no recuerdo exactamente, pero era algo así...  

-Yo no sé si ese es el texto o no, porque fue escrito por la misma revista que nos deformó el comunicado. En todo caso, la decisión del M-19, pese a cualquier diferencia de apreciación política sobre el momento, es considerar con el mayor respeto las posiciones de todos y mantener el diálogo. A este respecto te cuento que todos los días hay comunicación radial entre el secretariado de las FARC y la comandancia del M-19.  

-Eso quiere decir que el M-19 está convencido de que su planteamiento está dentro de la línea de la Coordinadora y en ese sentido las declaraciones de Carlos Pizarro deberían interpretarse como: bueno, si estamos dentro del acuerdo, el que no venga...

-Pues está incumpliendo el acuerdo... Yo creo que el espíritu de lo que Carlos Pizarro planteó es ese, y que además se refleja en los diferentes comunicados: no queremos el diálogo sin la presencia de las restantes organizaciones guerrilleras. Y, que como nos sentimos interpretando los acuerdos de la CGSB pensamos que consecuentemente con ellos, estas organizaciones deberían integrarse al diálogo, si se cumplen las condiciones planteadas  

Claro, por supuesto la Coordinadora no ha profundizado sobre este tema. Los acuerdos logrados en octubre de 1988 pueden estar sujetos a diferentes interpretaciones. Por eso hay que volver a reunirse para discutir y ver en qué puntos estamos de acuerdo y en cuáles no. Nosotros sí nos sentimos cumpliendo plenamente los acuerdos, pero respetamos, por supuesto, que otros compañeros piensen que la cosa es distinta. Estamos hablando fraternalmente, como tienen que ser habladas las cosas.  

-¿Y qué pasa si la Coordinadora Guerrillera como tal no llega a un acuerdo para participar?  

-Si no se logra un acuerdo en la IV Asamblea que debe reunirse en estos días, es posible que se decida dar libertad a las fuerzas que consideren útil su participación para que lo hagan, sin que ello rompa la unidad. Eso nos pondría en una situación similar a la de 1984. Pero, por supuesto que la posibilidad de conseguir resultados favorables en la mesa de negociación es proporcional a la cantidad de fuerzas guerrilleras que en ella participen. Con la Coordinadora sentada en la mesa yo diría que la correlación de fuerzas es más favorable para el campo popular que en la época de Betancur.  

-¿Y no perjudicaría la unidad el que unas organizaciones vayan y otras no?

-Para serte sincero, yo creo que eso restaría posibilidades a la consolidación de la unidad y a su repercusión en el movimiento de masas. Se crearía una situación en la que se mantendrían muy marcados los perfiles de cada organización, mientras la unidad tendría un perfil bajo. Eso no es en absoluto deseable.  

-Tú hasta ahora te has referido al primer comunicado producto de la reunión de enero y has dicho que todavía están tendiendo la mesa... ¿qué ocurrió en las otras reuniones que se han sostenido luego de ese comunicado? ¿Piensas que se ha ido avanzando?

-El 8 de febrero de 1989, se realizó en Colombia la segunda reunión con participación de Pizarro y otros miembros de la dirección de M-19 y los representantes del gobierno. La declaración que se emite de esta reunión ratifica la primera del 10 de enero del 89. Más adelante señala que se está preparando el diálogo y que para facilitar este propósito, "el gobierno y el M-19 estiman conveniente citar a los partidos y a las organizaciones armadas participantes a una mesa de trabajo en el curso de febrero, que establezca los procedimientos de dicha participación, el sitio para el intercambio de ideas...". Esto ratifica lo que te estoy diciendo: estamos todavía preparando la mesa. Además se anuncia que se han empezado a discutir algunos temas bilaterales entre el gobierno y el M-19: mecanismos de distensión, definición de pasos de participación en el proceso, diálogos regionales y justicia e impunidad en Colombia. O sea, todos los temas preparatorios para la mesa.  

Durante el mes de febrero logramos que se pronunciara a favor del proceso mucha gente. En primer lugar, el Partido Liberal, partido de gobierno, y también el Partido Social Conservador. La Unión Patriótica hasta ese momento también se había sumado y decía que iba a participar en el proceso. Las FARC habían declarado una tregua unilateral a fines de febrero, que era una de las condiciones que ponía el gobierno. El EPL había dicho que estaba dispuesto al diálogo directo con el gobierno. O sea, la convocatoria estaba ya empezando a producir efectos concretos y positivos.  

Luego viene la tercera reunión el 3 y 4 de marzo en Ciudad de México, y en la cual yo estuve presente...

 

sigue........

[1] © Editorial Oriental del Uruguay S.A. de C.V. Cafetal 366, Col. Granjas México

México, D.F.

[2]Revista de Jaime Michelsen Uribe, liberal.

 

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19 abril 2014 6 19 /04 /abril /2014 00:01

 HERMANITO1

40-copia-1

      1

Hoy la patria siente la ausencia de sus hijos e hijas que  marcharon hace mucho tiempo a revolucionar el universo, no sabemos si lo han conseguido, pero se escuchan truenos de rebeldía en todo el planeta.

 

 2Con el cariño  de hermanos, amigos y patriotas, y con el inmenso orgullo de haber crecido juntos en la tarea de construir  una patria nueva, reconocemos el ejemplo vivo de dignidad, de compromiso, de sacrificio, de fortaleza, de honradez, y hoy queremos recordarles en las luchas presentes de los pueblos y de nuestros jóvenes que siguen  construyendo un futuro de justicia, democracia y felicidad.

3  Hasta siempre tejedores y tejedoras de sueños, de esperanzas, de convicciones inquebrantables, de la cadena de afectos; no se imaginan la falta que hacen en esta dimensión, esto sigue jodido, la edad se nos vino encima y a algunos de los que quedaron se les envejeció la conciencia con mucha mayor celeridad  que su propio envejecimiento…  ¡chochean!.   

 

4,1

 A quienes siguen abrazando sentimientos de paz, democracia y libertad dentro y fuera de esta inmensa familia, un fraternal abrazo en este aniversario.  

¡Que nunca se rompa la cadena de los afectos!

 5

 Mosaico1

Nº2

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16 abril 2014 3 16 /04 /abril /2014 20:35

ESPADA

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16 abril 2014 3 16 /04 /abril /2014 20:11

ESPADA

Haciendo memoria y rindiendo homenaje a las mujeres y a los hombres que siguen siendo ejemplo para la historia

 

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3rosas

 

 

    Nuestro Compañero Jaime Bermeo Cruz, “Simón”, integrante de la dirección Nacional del Movimiento 19 de abril M-19, fue detenido y desaparecido el 17 de abril de 1987. Su cadáver fue encontrado con visibles huellas de tortura en el municipio de Tena, Cundinamarca. Jaime fue torturado hasta la muerte por integrantes del ejército colombiano. "Simón"  sigue presente en nuestros corazones y en el alma de su pueblo.

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10 abril 2014 4 10 /04 /abril /2014 13:47

 "...Como de verdad nunca he sido comunista en mi forma de concebir la sociedad colombiana, como he sido siempre un enamorado de la libertad, de la democracia, como detesto el autoritarismo, que también fue aplicado en la construcción de las sociedades socialistas, tenía que escoger mi propio camino”.  

Jaime Zuluaga

En memoria de Carlos Pizarro

    Bogotá, abril 10 de 1991  

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1 La mayor parte de la vida política de Carlos Pizarro transcurrió en medio de las incertidumbres de la guerra. Tras un fugaz paso por las FARC, participó en la fundación del M19....”Como de verdad nunca he sido comunista en mi forma de concebir la sociedad colombiana, como he sido siempre un enamorado de la libertad, de la democracia, como detesto el autoritarismo, que también fue aplicado en la construcción de las sociedades socialistas, tenía que escoger mi propio camino”.

     Para sus fundadores el M-19 representó la búsqueda de un camino alternativo; sentían la necesidad de plantear un proyecto nacional, capaz de involucrar a la nación entera: “...asumimos el proyecto democrático como alternativa para la nación desde l978... y empezamos un discurso nuevo y un comportamiento político nuevo”  

  En el seno de la guerrilla y de los movimientos revolucionarios colombianos el M-19 contribuyó a producir cambios políticos y militares. Lo que más desconcertó a muchos sectores políticos, que al principio no percibieron el sentido de estos cambios, fue lo más enriquecedor: su acentuada heterodoxia.

El nombre de Pizarro está asociado a variaciones significativas en la concepción de la guerra de guerrillas: impulsó la formación de unidades que concentraban un alto número de combatientes; llevó la acción a terreno descubierto y en zonas pobladas, sacando a la guerrilla de su actividad militar marginal; experimentó la guerra de posiciones en la defensa del campamento de Yarumales y, dirigió el Batallón América, concebido como instrumento de lucha continental, del cual formaron parte miembros del MRTA del Perú y Alfaro Vive ¡Carajo! del Ecuador.

  En la actividad política, a lo largo del proceso de paz, Pizarro sorprendió por la firmeza de sus convicciones democráticas, la coherencia de su crítica al curso de la guerra en Colombia, la distancia creciente frente a la opción armada y la voluntad de lograr espacios para la construcción de una paz concertada.

      2  Para él la libertad consistía en ser como uno mismo. Siéndolo, ser capaz de integrarse con los otros y, entre todos, proponerse objetivos comunes que no impidan que la libertad individual y colectiva se expanda. Esta manera de pensar, debió entrar en conflicto con su práctica, porque la guerra y las organizaciones militares tienen poco que ver con la libertad y el ejercicio de la democracia, por más democráticas que sean las concepciones políticas en las que se inspiren. Las jerarquías rígidas, la verticalidad en el mando y, sobre todo, el hecho insuperable de que el diferente es el enemigo al que hay que aniquilar, hacen que la superación del conflicto tenga poco que ver con la democracia, con el pluralismo.

  Pizarro participó en la reflexión que se dio, en algunos sectores de la izquierda y del movimiento insurgente, sobre la historia de la lucha armada en Colombia y el carácter de la guerrilla. Criticó la guerra y las guerrillas desde adentro. Destaco de su elaboración crítica el reconocimiento de que la guerrilla en Colombia se había convertido en un mito atado al pasado, que impedía proyectarse hacia el futuro. En el proceso de desmitificación de la guerrilla puso de presente que sectores de ésta habían erosionado la base ética de la lucha mediante el recurso al delito común, las violaciones de los derechos humanos y cometido abusos que habían dado origen a un frente paramilitar, como ocurrió en el Magdalena Medio.

  De allí que planteara la necesidad de romper con la lucha armada que, a su juicio, había     perdido vigencia como instrumento para la transformación de la sociedad. "No me quita el sueño la desmovilización. Nosotros no estamos casados con las armas. El problema nuestro no es ser revolucionarios en armas para toda la vida, y guerrilleros eternos para satisfacer clichés donde uno es revolucionario porque tiene un arma en la mano. Para nosotros la desmovilización es acceder a un nuevo estadio en la política, donde podamos trabajar por los propósitos que nos han animado siempre. El asunto central es poder realizar los objetivos que nos animan, ojalá al menor costo posible”.

  El M-19 asimiló la experiencia del fracasado proceso de paz con la administración Betancur, abandonó el espíritu triunfalista que lo llevó a acciones como la toma del Palacio de Justicia y se decidió a jugar nuevamente la carta de la paz. En esta oportunidad, el hecho de guerra que sirvió para dar a conocer su voluntad de concertación - el secuestro de Alvaro Gómez-, se inscribió en una inequívoca estrategia de paz. Le correspondió a Pizarro, como Comandante General, dirigirlo en el complejo proceso político que se desató. Frente a un gobierno que no había definido una efectiva política de paz, el M-19 convocó a los partidos políticos, los gremios económicos, a la iglesia, los movimientos sociales para discutir un nuevo pacto social.

 

  El encuentro de Panamá y la “Comisión de Convivencia" fueron instrumentos de presión que llevaron al gobierno a acelerar la formulación de "La Iniciativa para la Paz" en septiembre de 1988. Al acogerse a ella en enero de 1989, el M-19 logró convertir lo que era un "itinerario para la desmovilización" en un proceso de negociación. Las "mesas de análisis y concertación y el diálogo directo en la llamada Ciudadela de la Paz" -Santo Domingo- entre la dirección del grupo guerrillero y dirigentes políticos, populares, gremiales, etc. fueron el escenario de los esfuerzos por lograr una paz concertada.

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  El acuerdo político alcanzado se hundió finalmente en el Congreso, ante la impotencia del gobierno y la incapacidad de los partidos tradicionales para asumir compromisos con las reformas que el país requiere. A pesar de ello, el M-19, reafirmando su convicción de la pérdida de vigencia de la lucha armada, cumplió su compromiso con el país. La participación en las elecciones para Alcalde, en condiciones totalmente desventajosas significaron un triunfo para la política de paz y concertación que propuso. La significativa votación por Pizarro en Bogotá aceleró la crisis del bipartidismo, puso en evidencia la justeza de la política de paz y sentó las bases para el surgimiento de la Alianza Democrática M-19.

 

  Pizarro sabía que la única opción política acertada era la política de paz y no ignoró los riesgos que implicaba: "Hoy tenemos una urgencia: la de un país que quiere la paz. Por eso hemos silenciado nuestros fusiles, como un gesto de generosidad, para rodear este proceso de confianza. Nosotros estamos haciendo el gasto. No sabemos los costos que tenemos que seguir pagando por la reconciliación, aunque sí conocemos los costos de la violencia generalizada en Colombia. Tanto el M-19, como posteriormente el EPL y el PRT, entendieron que los colombianos no queríamos seguir pagando el alto costo de una guerra múltiple, carente de sentido, que impulsaba la militarización creciente de la vida nacional y cerraba posibilidades a la organización y movilización de los sectores populares.

 

  En escasos dos meses de actividad política Pizarro conquistó un incuestionable liderazgo nacional y provocó, en torno a sus tesis y dirección, la convergencia y apoyo de diversos sectores y corrientes democráticas. El conjunto de fuerzas que se agruparon en torno al M-19 “comenzaba a tocar el futuro” Cuando la extrema derecha militarista asesinó a Carlos Pizarro el 26 de abril de 1990. Ya éste había contribuido a desatar el proceso de transformaciones  políticas que han sacudido a Colombia: acuerdos de paz con un         sector del movimiento guerrillero; formación de una fuerza democrática de izquierda con opción de poder - la Alianza Democrática M-19-, y profundización de la crisis del bipartidismo.

 

Al parecer así lo había entendido un campesino de Caloto que, en la ceremonia oficial de desmovilización, se acercó a quien ya se había constituido en el símbolo de este proceso y le dijo emocionado al abrazarlo:

                                     "GRACIAS POR COLOMBIA".                                       

                                           Bogotá, abril 10 de 1991

 

 

 

 

Nº 6 (Debate 33) Abril de 19991

 

 

 

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7 abril 2014 1 07 /04 /abril /2014 22:06

 Gaitán Sí

  Gaitan

Hace 66 años, el 9 de abril de 1948, fue asesinado Jorge Eliecer Gaitán. Este asesinato fue fraguado en los círculos de la oligarquía liberal/conservadora Colombiana con apoyos externos.

 

Gaitan era un hombre del pueblo, convencido que sólo la unidad, la organización y la lucha -de la gente sencilla, de la gente normal, mujeres, hombres, la clase trabajadora- es lo que puede liberarnos de la esclavitud económica, política y social.

 

“Un socialista de convicciones”.

 

En su concepto, el país necesitaba muchos cambios sociales y la democracia era la mejor manera de lograr que esos cambios se llevaran a cabo. Los cambios propuestos por Gaitán estaban encaminados a lograr una sociedad  justa, donde la riqueza estuviera mejor distribuida y donde no existieran grupos exageradamente ricos y grupos exageradamente pobres. Y esta misión se debería debía llevar dentro de los límites de la democracia y de acuerdo con las ideas socialistas.

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"La democracia y la política tienen que ir llevadas de la mano, el pueblo es parte de él, así que se tiene que hacer valer"

 

"Nosotros no decimos que el hombre debe ser un esclavo de la economía, decimos que la economía debe estar al servicio del hombre".

 

 "Pueblo, por la restauración moral, ¡a la carga! Pueblo por la derrota de la oligarquía, ¡a la carga! Pueblo por nuestra victoria, ¡a la carga!".

 

 "Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal."

 

"Esta avalancha humana: libra una batalla, librará una batalla; vencerá a la oligarquía liberal y aplastará a la oligarquía conservadora".

 

"Yo no creo en el destino mesiánico o providencial de los hombres. No creo que por grandes que sean las cualidades individuales, haya nadie capaz de lograr que sus pasiones, sus pensamientos o sus determinaciones sean la pasión, la determinación y el pensamiento del alma colectiva".

 

"Porque el gobierno colombiano tiene la metralla homicida para el pueblo y la rodilla puesta en tierra ante el oro americano".

 

"Hay que procurar que los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres".

 

"Si avanzo, seguidme. Si me detengo, empujadme. Si os traiciono, matadme. Si muero, vengadme".

 

"El pueblo es superior a sus dirigentes". 

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5 abril 2014 6 05 /04 /abril /2014 15:30

  Alvaro Fayad

Entrevista a Alvaro Fayad Delgado

Al Palacio de Justicia fuimos a entablar una demanda armada contra el régimen de minorías que traicionó el anhelo nacional de paz. La respuesta fue el arrasamiento total, el holocausto de más de cien ciudadanos y del poder jurisdiccional para impedir que se levantara la voz de la justicia, la voz de la nación. Pero quedó en pie una demanda, quedó pendiente el veredicto, y están por delante las tareas políticas, militares, sociales y civiles de una nación que quiere nacer.

Hoy la democracia es una voluntad nacional; hoy la democracia cuenta con un ejército; hoy la democracia requiere que esa voluntad nacional asuma la conducción de las tareas políticas y militares para construir la paz. Tales son los temas a los que se refiere Alvaro Fayad, Comandante General del M-19, en esta primera entrevista pública concedida en la Cordillera Central a principios de diciembre del año pasado, tras los sucesos del Palacio de Justicia, Armero y Siloé, que estremecieron a un país que ya no volverá a ser el mismo.

Colombia, enero de 1986

IDEAS PARA LA NUEVA NACION____________________________________ 1

 

 

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Cuál es el proceso de análisis que llevó al M-19 a tomarse el Palacio de Justicia?

Teníamos varias posibilidades. Una, aceptar el amansamiento de la guerrilla, el amansamiento de la rebelión popular, y mantener unos acuerdos violados por el gobierno y la oligarquía. Unos acuerdos que mantenían una demagogia de paz, mientras lo que se vivía era la política de arrasamiento.

Tendríamos que haber aceptado, por ejemplo, lo que dijo Belisario Betancur, el 20 de julio, al instalar las sesiones del Congreso: que los acuerdos firmados sólo comprometían a una de las partes, a nosotros, porque, según él, los únicos que estábamos en tregua éramos las guerrillas, ya que el ejército y el gobierno no pueden darse tregua alguna. Aceptar eso, era aceptar que se cambiaran los términos del acuerdo de agosto...

Podríamos haber aceptado -habiendo probado nuestra audiencia de masas en todas las plazas de las capitales y municipios más grandes del país- que las elecciones son la prueba de la democracia la prueba dele paz social.

Elecciones, guerrilla arrasada, o un acuerdo unilateral: en efecto, podríamos haber aceptado que la paz no había sido sino una hermosa quimera para que florecieran dibujos de palomas y se mantuviera la represión y el hambre en campos y ciudades.

Pero había otro camino: el de la rebelión y la dignidad; no aceptar que se trampeara a una nación que ha entregado su voluntad de paz. Porque el compromiso sancionado por los acuerdos no era exclusivo de la guerrilla o del gobierno; era el compromiso de la nación que buscó, aplaudió y exigió el desarrollo de la paz. Entonces, en función de este mandato, cuando el proceso de paz se vuelve proceso de guerra, cuando los acuerdos quedan como letra muerta, cuando en vez de búsqueda de las reformas necesarias, hay entrabamiento de cualquier posibilidad de desarrollo económico y social en Colombia nosotros estamos obligados moral política militarmente a responder a nuestra nación.

Y fuimos ante el poder judicial, única reserva democrática y moral del Estado colombiano, a presentar una demanda nacional. Como dijera Rafael Uribe, cuando las reformas y las libertades no se conceden, el pueblo tiene que plantear su demanda armada. Y nosotros fuimos a plantear los derechos de esta nación: su derecho a la paz y a la vida; y no desde la clandestinidad, como lo hiciera en su época Antonio Nariño,  sino con el apoyo de nuestras armas.

Y nos enfrentamos a una oligarquía asesina. Esta no es nuestra equivocación. Nunca vamos a decir que porque el enemigo es fuerte porque es asesino o genocida nos vamos a callar. Es mucho más grande la voluntad y la capacidad del pueblo, qué la aparente fortaleza de una minoría militarizada y terrorista; y fíjese, a pocos días de lo del Palacio d Justicia, en Siloé, esas mismas armas del M-19, ese mismo pueblo al que el M-19 ha convocado derrotan una nueva ofensiva de aniquilamiento.

Pero por qué la Corte Suprema de Justicia?

Cuando nosotros hablamos de un nuevo gobierno, nos referimos a una nueva organización de la voluntad política y social, que incluya a las nuevas fuerzas que reclaman una participación económica, política y social y donde caben fuerzas e instituciones que vienen de atrás.

No pensamos que el nuevo gobierno sea la ruptura total, definitiva, un salto –hasta aquí llegó lo pasado  y aquí empieza todo lo nuevo- sino un nuevo propósito, una nueva voluntad real y efectiva y una nueva convivencia de las fuerzas existentes. Por eso no íbamos contra la rama jurisdiccional del país. Al contrario, apelábamos a ella, en su calidad de reserva democrática y moral del Estado. Entonces, si poco tenía que hacer bajo el Estado de Sitio y el poderío ascendente de los militares, si sus reivindicaciones y propuestas de desarrollo de la justicia eran desoídas, si sus denuncias, condenas y definiciones sobre la política estatal eran desatendidas, ahora iban a ser un factor esencial de las definiciones políticas. Porque en eso se iba a convertir la Corte Suprema de Justicia en el desarrollo de la operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre. No se trataba de negociar rehenes por la libertad de unos guerrilleros; era simplemente darle fuerza a una voz nacional: la de la Corte Suprema, habiendo oído al pueblo en general.

Por eso el régimen y la oligarquía prefirieron borrar del mapa la institución, a sus hombres, a los guerrilleros y toda posibilidad de enjuiciamiento público. Y por eso este juicio sigue siendo tarea a desarrollar por la conciencia sana del país.         

Sin embargo, tomarse el Palacio de Justicia con las armas, con tanto rehén, es un acto de terror...

Primero que todo, para nosotros no había rehenes. No teníamos rehenes porque no pretendíamos cambiarlos por algo. No íbamos a plantear ninguna exigencia con base en la vida de los funcionarios de la justicia. Ellos eran para nosotros lo que son: jueces, magistrados y fundamentalmente, la rama más sana de los poderes públicos. A ellos les presentábamos una demanda, como ciudadanos que tenemos el derecho a exigir justicia. De ninguna manera eran rehenes; tan no lo eran, que el gobierno, los militares y la oligarquía, decidieron arrasar con ellos; porque no querían que hubiera enjuiciamiento, ni demandas, ni demandantes, ni jueces. Por eso arrasaron con todo sin ninguna contemplación.

El terrorismo es coartar a una cantidad de gente con las armas...

No. El terrorismo propicia acciones cuyo objetivo es sembrar pánico en una nación o un grupo social específico. ¿Coerción de libertad? Si. Obvio. El uso de armas implica violencia. Pero precisamente por eso íbamos ante la Corte Suprema de Justicia: en un esfuerzo por crear conciencia, propiciar un remezón social para que ese camino de la paz que estaba siendo traicionado, asesinado -que sigue siéndolo- tuviera un nuevo impulso, recibiera nuevo oxigeno.

A la paz en Colombia hay que protegerla con las armas, y no solo a la paz. En Colombia el derecho de plantear una demanda tiene que ser defendido con las armas, porque para que la justicia funcione con los de ruana, los de ruana tenemos que armarnos para ser escuchados.

Nosotros pensamos que la revolución es fundamentalmente una voluntad nacional de vida, de búsqueda de nuevas soluciones. De fuerza, sí; pero también de amor. Nunca de terror. Terror es ir de noche y sacar a la gente de su casa para torturarla; terror es arrasar barrios, como lo hicieron en Siloé; terror es desaparecer ciudadanos, como lo hizo Turbay, como lo hacen hoy Belisario Betancur y los militares. Terror es un ministro de defensa como Vega Uribe, condenado hace tres meses por esos mismos magistrados como torturador. Eso es terrorismo. Terrorismo de Estado, que es el que viene viviendo Colombia hace bastantes años.

La acción del Palacio de Justicia era una demanda de justicia, de dignidad. Con la fuerza de las armas, sí, para hacernos oír. Los magistrados fueron tratados con respeto por nuestros hombres: están sus propias declaraciones, que buscan ahora ocultar o distorsionar, pero todos las escuchamos. No decimos que ahí no hubo uso de fuerza, de coerción, pero ante todo, había respeto a la dignidad, respeto a la vida. Nuestros compañeros defendían la vida de los magistrados con su propia vida.

Y todos sabemos que el incendio del Palacio de Justicia fue resultado de un operativo del GOES, que sus comandos se pusieron el traje de asbesto en la Casa de Nariño. Y ahí están las declaraciones de los testigos, que cuentan cómo los guerrilleros rescataban a la gente de las llamas, cómo intentaron aplacar el fuego con los extinguidores. Porque nadie que lucha por la vida va a incendiarse a sí mismo, y si se hubiera tratado de quemar el Palacio, o los archivos, ahí está la acción del GOES para mostrar que es posible hacerlo con comandos especializados y sin correr mayores riesgos.

También se dice que los guerrilleros fusilaron e los magistrados.

Dígame de una sola persona que haya afirmado -fuera de los altos mandos militares- que vio a un guerrillero matar a un magistrado o funcionario. Todos saben lo que pasó ahí, y hay numerosas declaraciones de los propios magistrados y consejeros que cuentan cómo Andrés Almarales, Alfonso Jacquin, Luis Otero y demás compañeros, los protegían, hablaban con ellos, les explicaban cómo protegerse del bombardeo. Es que sólo hay que revisar la secuencia de las noticias y su manejo por la radio, para advertir la manipulación, la distorsión informativa, la infamia. Esto es parte esencial de cualquier juicio de responsabilidades, porque no solo actuaron generales al mando de la tropa, sino también actuaron los generales de la información.

Esta oligarquía perdió absolutamente toda capacidad de decir la verdad. Ha hecho de la masacre su arma fundamental. Esto, sumado al cinismo, ha convertido a Betancur, no en aquel ministro del Trabajo que ordenó la matanza de obreros en Antioquia, sino en el hombre que mejor aplica los consejos de Reagan de masacre indiscriminada. Es que Betancur se atrevió a lo que no llegaron siquiera Pinochet o Somoza...

Lo Otro es la supuesta alianza con el narcotráfico en la toma del Palacio.

Eso lo dice el pobre Parejo González quien, ante su fracaso como ministro de justicia, ante su incapacidad de resolver el gran problema de la justicia en Colombia se dedica a atacar al M-19, haciendo eco al Departamento de Estado Norteamericano.

Como M-19 no tenemos nada que ver con el problema del narcotráfico. Pero el país si tiene mucho que ver con este problema que es un problema nacional.

Que se olviden los señores del Departamento de Estado o el ministro de justicia que el problema del narcotráfico era nuestro objetivo o razón para ir al Palacio de Justicia. Son demasiado grandes los problemas del país, demasiado altas las tareas de dignidad y democracia, como para que nosotros fuéramos a reducir estas banderas, nuestras vidas y nuestros combates a este problema. Ahora: si proponemos -y es uno de los puntos de nuestra demanda, que es lo que le duele a Parejo- que la soberanía jurídica de Colombia esté en manos de nuestros jueces; sí proponemos que ningún, colombiano sea enjuiciado por tribunales extranjeros, o pague condenas en cárceles lejanas.

Sí reivindicábamos para nosotros, los colombianos, y para nuestros jueces, el derecho y deber de ser jueces de nuestros connacionales. Como también reclamamos, ante la Corte Suprema de Justicia, nuestra soberanía económica para dictar nuestro desarrollo y no estar sujetos a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional; la soberanía sobre nuestras materias primas, para romper el reciente acuerdo de Betancur con la OPIC -que entrega a las multinacionales la reglamentación jurídica sobré nuestros recursos naturales- y en virtud del cual ni el Congreso puede cambiar los contratos entre las multinacionales y el gobierno colombiano; son aquéllas las que deciden el destino de nuestro níquel, carbón y petróleo.

Oiga, eso del incendio es un problema de sentido común. En un recinto cerrado, propiciar un incendio cuyas primeras víctimas serían ellos mismos, cuando el problema inmediato era consolidar una defensa. Esos en primero y segundo lugar. Tercero, representantes de los medios y el personal del Palacio de Nariño vieron cuando los comandos del GOES se preparaban para comenzar el incendio. Cuarto, cualquiera sabe que las bombas que fueron lanzadas desde afuera, pueden incendiar fácilmente un edificio como ese. Pero fundamentalmente -además de las pruebas que arroja el sentido común y la realidad concreta- está que el M-19 iba con la justicia y la dignidad de este país; el M-19 iba por un debate de altura y perspectiva nacional y no por un problema específico, sobre el que hemos dado nuestra opinión en repetidas ocasiones.

Y así como el ministro de justicia acusó a los periodistas que lo enfrentaron, diciéndoles que ellos o bien eran agentes de la guerrilla o agentes del narcotráfico, así hace siempre la oligarquía colombiana, con una falsa moral -porque las finanzas, la banca, la industria, la política, los partidos, el parlamento y hasta el deporte están en manos del narcotráfico- al afirmar que cualquier combate es resultado del mismo fenómeno, para quitarle credibilidad.

No. El problema es mucho más hondo. Que se olvide el ministro de justicia de que sus calumnias van a justificar la decisión de aniquilamiento en la que él tuvo parte.

Qué opina el M-19 sobre las declaraciones de Shultz en Cartagena?

Eso está claro, no? Porque el Departamento de Estado Norteamericano en permanente ofensiva diplomática, militar y comercial contra Nicaragua, en ofensiva de aniquilamiento contra la revolución salvadoreña, hoy, con el desarrollo de la lucha en Colombia, coloca un nuevo punto en su mira, e intenta además, globalizar todo este problema. En esto último no se equivoca: de todas formas la búsqueda de la democracia sí es un problema latinoamericano. Pero no puede mirarse con la óptica de las acusaciones imbéciles de Shultz. Lo del Palacio de Justicia nace aquí, se origina aquí, por necesidades, condiciones y exigencias de nuestro propio sentir colombiano. Y tiene soluciones propias, aunque no ignoremos sus proyecciones sobre el conjunto de la región. Como no lo ignora Shultz. Raro sería que no se estuviera preocupando el Departamento de Estado por la situación de un país como Colombia...

Y no es lo pequeño -la cuestión de las armas- a lo que apuntan las acusaciones de Shultz. Porque bien debe saber el Departamento de Estado, que nosotros tenemos suficientes armas compradas antigua y recientemente del ejército venezolano, y que el armamento oficial venezolano circula libremente en la frontera en Cúcuta y Maicao. De modo que ese no es el problema. La intención de Shultz  va a lo grande, al inmenso debate que hay sobre el Palacio de Justicia, sobre la decisión de arrasamiento que es fruto de su propia política, y que tiene que ver con el problema central de toda esta región: la democracia, las grandes luchas por la democracia y la autodeterminación. Así, habiéndole fracasado su primera acusación -de que era el narcotráfico, ahora el Departamento de Estado quiere introducir el problema de una supuesta intervención Nicaragüense..

Perdió el M-19 militarmente en el Palacio de Justicia?

Tuvimos pérdidas militares porque perdimos hombres muy valiosos. Pero la evaluación del hecho militar no da la medida para analizar este problema. Estamos ante un fenómeno más grande.

El país perdió hombres valiosos: Demócratas como Reyes Echandía o Andrés Almarales; patriotas íntegros como Manuel Gaona o Luis Otero; constitucionalistas convencidos como Ricardo Medina o Alfonso Jacquin; inteligencias como las de Patiño Roselli o Ariel Sánchez; hombres sensibles como Carlos Medellín o Guillermo Elvencio Ruiz... Creo que el país perdió gente que no tenía que haberse muerto ahí...tantos funcionarios y empleados...

Pero también estamos ante el heroísmo colectivo de 35 hombres y mujeres que por la bandera de la democracia, que por creer en al poder de la justicia hasta el fondo y la médula de sus corazones, van y combaten hasta siempre. No se rindieron, no vacilaron en su propósito. Y esa voluntad colectiva, única, de resistir, de no someterse a la voluntad de su adversario -no de uno: de treinta y cinco- marca definitivamente la conciencia de los colombianos porque ese heroísmo colectivo no lo habíamos visto en este país...Hay quienes dicen: —fanatismo—, "suicidio", "desesperación". ¿De 35? A lo mejor resulta más cómodo o menos inquietante mirarlo así. Pero lo que debemos preguntarnos todos es, qué lleva a 35 hombres y mujeres, cuyas edades oscilan entre los 22 y los 46 años, provenientes de todos los rincones del país, de diversa extracción social y diferente formación profesional, a esa decisión única, a esa resistencia sin igual.

Más aún: ¿Qué une en un solo grito, por el cese del fuego, a guerrilleros y magistrados? ¿Por qué se confunden hoy en Colombia los demócratas en armas y quienes sin apelar a ellas defienden los ideales democráticos?

Creo que fundamentalmente nos encontramos ante unos poderes, ante una oligarquía que desplegó todo su abismo de locura, guerra y cinismo. Entonces, también cabe hablar de una falsa concepción sobre el país y sus poderes.

Nosotros sí habíamos sentido toda la fuerza de este enemigo. Porque Yarumales fue eso mismo. En Yarumales sufrimos todos, su odio por la paz que empezaba ahí, con los acuerdos de tregua y Diálogo sentimos toda la incapacidad mental y moral de un Jaime Castro; toda la irracionalidad de las FF.AA; toda la endeblez democrática de Betancur. Y también conocimos su decisión militar de arrasar, cuando atentaron contra Navarro y demás compañeros en Cali, cuando intentaron desmantelar los campamentos de paz; cuando asesinaron a sangre fría a nueve compañeros detenidos en el sur oriente de Bogotá, y cada una de sus ofensivas.

Si planificaron la toma teniendo en cuenta eso, ¿por qué no funcionó?          

Militarmente tuvimos fallas. Un grupo de siete compañeros no pudo entrar, y era el grupo destinado a consolidar la defensa de la planta baja y los sótanos. No funcionaron las minas antitanque: porque las teníamos. Pero independientemente de eso, el enemigo estaba decidido desde el primer momento a no dejar piedra sobre piedra, a costa del holocausto total. Para evitar la demanda, para asfixiar entre fuego y humo el enjuiciamiento. Pero se planteó la demanda, y el juicio nunca estuvo en sus manos. Por eso la derrota es de ellos. Es derrota para siempre.

Nosotros planteamos desde el principio -y lo seguimos sosteniendo- que solamente la resistencia militar y solamente la victoria militar abre caminos políticos en Colombia.

Qué significa para el M- 19 que se masacrara la única gente que, desde el Estado, había defendido los valores democráticos, como el final de una trágica novela de amor?

¿Qué ha significado para el país? Se acentúa nuestra decisión de democracia para Colombia. Mire no es como una novela trágica de amor, ni siquiera en los tiempos del cólera - y éstos son tiempos de cólera y de guerra-; es más bien como la historia anunciada. De verdad estábamos anunciados de que el volcán iba a explotar. Estábamos anunciados de que el enemigo tenía voluntad de aniquilamiento, que estaba aniquilando. Se había anunciado en Yarumales, en Pradera, en Buga, en Florida, en las ejecuciones sumarias de nuestros militantes, en el atentado a Navarro, en el Paro Cívico...

Y también estaba anunciada la toma. Los liberales ahora acusan al gobierno de haberla facilitado quitando la vigilancia del Palacio.

No. Esos son argumentos de poco peso. Con o sin vigilancia, nosotros nos habríamos tomado el Palacio de Justicia. Y no nos tomamos el Congreso porque tuviera vigilancia, sino porque se trataba de plantear una demanda y de plantearla ante un poder respetable.

Me parece un error. Porque al ejército posiblemente le interesaba la muerte de los magistrados que habían condenado a sus generales como torturadores y el M-19 le sirvió de pretexto para poder hacerlo.

Ese argumento de que por la lucha hay represión, y que cada lucha es un pretexto para la represión, es el caballito de batalla de la pasividad y del miedo. Esta oligarquía no necesita pretextos: EI “pretexto” si cabe es su propia razón de ser cómo oligarquía militarizada, antipueblo, antinación y antidemocracia. A ver explíqueme cual es el pretexto para militarizar las ciudades e impedir el Paro Cívico, cuál el pretexto para asesinar a los curas que trabajaban con los pobres en las poblaciones del Valle.

Entonces, anunciada, ¿en qué sentido?

Anunciada porque ya sentíamos la naturaleza y la decisión del arrasamiento. Y decidimos enfrentar eso con todos los argumentos políticos, morales y militares. Con toda la razón. ¿Y qué encontramos? Eso mismo. Que esta oligarquía no sólo no respeta la vida humana, no sólo no respeta sus propios presupuestos, sino que está dispuesta a arrasar con una rama del poder con tal de sobrevivir como poder, sin importarle cuán minoritario y antidemocrático sea ese poder.

Hoy han sido arrasados, en virtud de la esencia antidemocrática de la oligarquía colombiana, el parlamento, que nunca ha tenido expresión o actividad como rama independiente que debiera ser; que no representa ni el quince por ciento de los electores, y no legisla en función de los intereses mayoritarios, cubierto de inmoralidad y dedicado al despilfarro de los dineros públicos; ha sido arrasado el ejecutivo, que nada tiene que hacer distinto a lo que opinan los mandos militares y cuya autoridad política está acabada; y ahora remataron al poder judicial, ya golpeado y relegado por, la justicia penal militar. Aquí ya no vale lo que decía Lleras Restrepo, porque esto país no está descuadernado: está, simplemente desmoronado.

Aquí la Corte Suprema puede condenar a un Vega Uribe como torturador, y no pasa nada. La nación conoce el significado de esos fallos. Por eso recurrimos ante el tribunal superior de la justicia.

Y ahí lo que hubo, de parte nuestra, fue una resistencia como nunca antes se había visto en Colombia o en América Latina: 26 horas, 35 hombres, aguantando cinco asaltos de aniquilamiento, no acciones de comando. Porque de parte del ejército nunca hubo operaciones para sacar a los que ellos llaman rehenes… como la que hicieron los israelitas en Entebbe. El tipo de operación militar no fue de rescate. Fue de aniquilamiento. El uso de tanques, rockets, de cargas de montón con explosivo, de bombas incendiarias, de gases, implica necesariamente la decisión de aniquilamiento, la decisión de no dejar piedra sobre piedra, de acabar con quienes estuvieran ahí, sin importar quiénes fueran ... Esto implica necesariamente que cada propuesta, que cada lucha nuestra, tenemos que hacerla con mayor fuerza.

Aquí perdimos hombres y la nación perdió muchos hijos. Unos combatientes por la democracia, otros, mártires por ella. Pero se ganó en que, como nunca antes, la razón, la justicia y la dignidad se han hecho  bandera de de millones de colombianos. Y claro que podía haber sido diferente. Nosotros todavía decimos, por qué no hubo un minuto de reflexión, por qué ni las fuerzas armados ni Betancur dieron un solo minuto de reflexión, por qué la voz de Reyes Echandía, exigiendo el cesa del fuego, jamás fue escuchada; y es que en ese minuto de reflexión ganábamos todos. ¿Por qué no hubo oportunidad para eso?

Ahora tenemos al descubierto la decisión genocida de la oligarquía, sin velos, sin nada. Pero no buscábamos eso. En Colombia no se necesita demostrar que los gobernantes de este país son asesinos. Lo que nosotros buscábamos era el reacomodo del proceso de paz.

Por tanto, lo que buscaban quedó pendiente...

No. Los compañeros plantearon la demanda contra una oligarquía que violó unos acuerdos, que ha entregado la soberanía de este país, que pisotea la Constitución y, sobre todo, que ha violentado la máxima expectativa de paz en Colombia. Y el juicio quedó abierto. Lo que buscábamos se está cumpliendo.

Hay un repudio general a la decisión de arrasamiento; el ochenta por ciento de la población no comparte la decisión de Belisario Betancur. Y hoy sabemos que la justicia, la dignidad y la paz tienen que nacer de una mayor fuerza, de mejores combates y de victorias contundentes.

Pero la demanda planteada era contra la paz de BB, no una demanda por el aniquilamiento cumplido en el Palacio de Justicia...    

No era solamente una demanda contra Betancur. Era una demanda contra la oligarquía que no da resquicios para la vida, ni para la alegría, ni para el desarrollo social íntegro en una nación como la nuestra. Nosotros planteamos la demanda. Ellos se auto-condenaron. Ahora tenemos que desarrollar el juicio y aplicar las sanciones.  

LOS ANTECEDENTES: LA TREGUA ROTA

d14-2 

¿Por qué no plantearon ustedes esta demanda antes de romper la tregua?

Nosotros planteamos públicamente en diciembre de 1984 que el gobierno y las fuerzas armados habían roto absolutamente la tregua. Que nosotros estábamos dispuestos a respetarla para darle oportunidad a la paz por el camino señalado en los acuerdos. No tuvo otro sentido la batalla de Yarumales, la negociación posterior y la ratificación del acuerdo de agosto, realizada el 4 de enero, entre nosotros y el gobierno.

Y no eran solo los militares quienes estaban violando la tregua. En la época de Yarumales, me reuní con Jaime Castro en Bogotá y él me dijo exactamente lo que dijo Belisario Betancur ante el hecho del Palacio de Justicia: "O se rinden o los aniquilamos...y agradezca usted que no está en Yarumales, porque le estoy ahorrando la vida". Me lo dijo así, textualmente, el ministro de gobierno.

Oiga: cesamos operaciones militares, nos dedicamos a la actividad pública, volvimos a negociar y a ratificar acuerdos después de la ofensiva da Yarumales, tocamos todas las puertas en busca del diálogo de todos y entre todos, llenamos plazas, y sin embargo, el ejército y Belisario Betancur siguieron exigiendo rendición o aniquilamiento. Para ellos, toda negociación, todo acuerdo, fue siempre letra muerta.

Aún así, ¿no cree que hubieran sido diferentes los resultados de la demanda si la hubieran planteado antes de la ruptura oficial de la tregua?

Insisto en que la “ruptura oficial de la tregua” la hizo el gobierno en diciembre del año pasado al atacar Yarumales. Y estoy convencido de que su decisión de aniquilamiento está tomada desde entonces. Lo nuevo es que ya nada le pone límites a la oligarquía en su guerra de exterminio, que no sea la resistencia de las fuerzas de la democracia.

La gente se pregunta por qué ustedes no aguantaron un poco más en vez de dejar ese vacío político que significó asumir la ruptura de la tregua.

Mire: no hay vacíos políticos, porque después de la respuesta gubernamental a la convocatoria del Paro Cívico, los espacios políticos estaban dominados por el ejercicio militar de la oligarquía. ¿Vacío político nuestro? ¿Cuál vacío político donde los Campamentos de Paz empezaban florecer en las ciudades, con el apoyo y la pasión del pueblo?

Precisamente por eso me pregunto por qué no aguantaron otro poco, para poder desarrollar más ese proyecto...

El problema no era mantenernos un poco más. El problema era que nos estaban matando a la gente. Mire: con Navarro caen todos los jefes de los campamentos de Cali. Uno puede mantenerse cuando está vivo. Pero a lo único a lo que nosotros no tenemos derecho, es a permitir que acaben con la posibilidad de rebelión popuIar,  a no convertirla en fuerza y en victoria.

Nosotros no tenemos derecho a decretar la paz donde no la hay, donde están agrediendo a las comunidades, donde asesinan a los pastores del pueblo -como Daniel Guillard-, donde la retórica de la paz encubre la decisión de acabar con la esperanza del pueblo.

El espacio político se cerró por obra y gracia del desarrollo militarista. Porque hay que ver cómo se ha ampliado la acción militar con Betancur: hay que ver cuántos alcaldes y gobernadores, cuántos directivos de empresas estatales, son militares; hay que ver el presupuesto de guerra, incrementado a niveles antes desconocidos; hay que ver la prepotencia de los altos mandos -claro: Belisario llama ministro de la paz al torturador Vega- hay que ver la magnitud de las operaciones militares montadas durante la supuesta tregua...

Entonces, no dependía absolutamente de nosotros el proceso de paz, mantenido así, como "espacio político", cuando éste ha sido invadido por la acción militar del gobierno. Y por esto, nos tocaba a nosotros, como tarea impostergable, crear nuevos espacios políticos para la paz; porque la paz está en los combates populares y en las victorias militares.

Cuando al engaño no se responde con dignidad, la nación se adormece; cuando se mantienen unos acuerdos repetidamente violados, y no se responde con fuerza, las masas entran en el desconcierto y el escepticismo. Entonces, no sólo estaba en juego la vida de nuestros hombres. Lo que estaba en juego era la capacidad de renovación de este país. Y ante el incumplimiento, alguien tenía que salir a decir, es posible vivir de otra manera, es posible conseguir esto que no se ha logrado mediante la negociación con la oligarquía con un gran acuerdo de mayorías. Y si la  oligarquía no quiere buscar la paz, hay mayorías capaces de conseguirla por medio de combates y victorias.

Una actitud diferente es dejarle a la oligarquía las manos libres para que hagan y deshagan en este país como siempre han hecho.

¿El M-19 volvería e negociar con el gobierno? ¿En qué condiciones?

El problema con esta oligarquía es que ya no es capaz, ni por vocación, ni por destino, ni por necesidad, de buscar un acuerdo y una solución negociada. Uno puede siempre discutir con el enemigo, si éste tiene por menos la moral de cumplir con lo acordado.

Ahora: nosotros siempre estaremos abiertos a cualquier propuesta de paz, cualquier propuesta que signifique reformas para al cambio en favor de las mayorías. Y hay muchos sectores en esta nación -de empresarios, de profesionales, de capitalistas- que sin estar con el M-19, sí quieren el cambio pera el país. A ellos les decimos, formemos un consenso de mayorías: un consenso en el que participen esos sectores y todas las fuerzas sociales y políticas interesadas en el cambio con justicia.

¿Fue o no positivo el proceso de paz que trató de hacer Belisario?

Un momentico: no. "que trató de hacer Belisario", porque el proceso de paz no fue él solo quien trató de hacerlo. Fuimos millones de colombianos. Esta es otra de las grandes verdades de este proceso, que han tratado de esconder. Ayer, o antes de ayer decía Betancur que “vuelve a tender su mano generosa”... ¿Cuál mano generosa? Si este proceso, estos acuerdos, fueron ganados a punta de combates, de heroísmo de aceptación de millones de colombianos sobre una determinada forma de hacer la paz?

Aquí no hubo generosidad ni nada fue regalado. Para la amnistía, hubo que derrotar dos guerras en el Caquetá, a Turbay. Pera pasar de la amnistía a la tregua hubo que vencer operaciones inmensas. Solo entonces aceptó Belisario hablar con el movimiento guerrillero. Entonces, cuál generosidad? Fue realismo político de Belisario, porque la nación exigía una solución negociada al enfrentamiento, propuesta que hizo suya el movimiento guerrillero.

Y volviendo a su pregunta: claro que hay un saldo positivo. Primero, la paz en Colombia adquirió su significado real: justicia social, bienestar de mayorías. Hoy nadie cree en aquella idea de la paz por la paz, la paz de los cementerios de la oligarquía. Hoy la mayoría de los colombianos entendemos que si la paz no está acompañada de justicia social, no es paz. Segundo, queda claro que la paz no puede venir de la oligarquía ni ésta quiere la paz. Tercero, lo más importante que la inmensa mayoría de los colombianos si queremos y podemos hacer la paz con esfuerzo de consenso mayoritario, un esfuerzo de pluralismo, un esfuerzo de concertación de distintos Intereses sociales, políticos, económicos e ideológicos.

Se dice que este año le sirvió al M-19 para conseguir más armas, para captar más gente. ¿Es cierto eso?

Nosotros no miramos los procesos desde el punto de vista de nuestra organización, sino desde el punto de vista de la conveniencia nacional. Yo pienso que la paz sí ganó mucha gente, muchas armas: armas morales, armas ideológicas.

Ahora, el M-19 sí ganó millones de simpatizantes y amigos. Porque convocamos a la nación a la paz a la que ella aspira: no la paz de remedo, la paz artificial o la paz de palomitas blancas y piquitos rosados -como dice la canción- sino a la paz que da empleo, salario, tierra, libertad y dignidad a una nación.

En eso ganamos. Y no conseguimos armas, ni conseguimos un peso más durante el proceso de paz, porque no nos comprometimos con unos acuerdos para eso, ni era ese el sentido de dicho proceso.

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5 abril 2014 6 05 /04 /abril /2014 15:19

 

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EL PAIS QUE BUSCAMOS

 

 

   Entrevista a Alvaro Fayad Delgado       

El gobierno ha manifestado que asumirá todas sus responsabilidades ante el juicio que le adelanta el Congreso y le comisión de la Procuraduría para la investigación de los hechos del Palacio de Justicia. ¿Acepta el M- 19 los resultados de estas investigaciones?

Belisario Betancur no tiene ninguna autoridad para decir qué responsabilidades acepta. Es la nación entera la que va hacer el juicio. Y creo que debería conformarse un gran comité o tribunal nacional -no gubernamental- que convoque, recoja testimonios, opiniones, pruebas, para juzgar los hechos del Palacio de Justicia. Nosotros estamos dispuestos a participar en este juicio. Porque lo del Palacio de Justicia no es el problema de un presidente, ni de un Ejecutivo; está en el corazón mismo de lo que es el futuro de esta nación.

Hoy nadie en Colombia se queda callado frente al problema del Palacio. Todo el mundo tiene una opinión y una exigencia. Nosotros queremos que esas opiniones, que esas exigencias -unas a favor del gobierno, Otras en favor del M-19- se conviertan de verdad en una gran evaluación y reflexión nacional, sobre lo que tiene que ser el destino de este país, sobre falsas palabras de hombres como Betancur, que han traicionado lo mejor y más valioso que ha tenido Colombia, como es la esperanza.

Pero hay quienes han declarado al M-19 como non grato...

Perfecto. No hay problema. Pero reunámonos todos. Y que se hagan declaraciones en todo sentido y de parte y parte. Nosotros no le negamos a nadie el derecho de enjuiciarnos. Pero no aceptamos que nos impidan ejercer el derecho a formular nuestras opiniones.

Entonces, tenemos que ampliar el debate. Tenemos que sacarlo del Congreso y llevarlo al país. Para que no sólo participen los partidos políticos representados en el Congreso sino la nación entera. Porque, además, ni los partidos tradicionales, ni los parlamentarios individualmente, apoyaron o buscaron la propuesta de cese del fuego de Reyes Echandía. No tuvieron ningún gesto que propiciara ese instante de reflexión para el gobierno, para las Fuerzas Armadas, para los magistrados, para los guerrilleros y para este país. Lo único que hicieron fue apoyar la política de Belisario. Y ahora hacen el debate...

Yo creo que el Congreso no tiene la autoridad para hacer ese juicio. No es ese el instrumento ni la arena para celebrarlo. Y si hay representantes que quieran ir al fondo de la verdad, que se integren al comité nacional porque también ellos deben estar ahí.

De momento, el gobierno esté jugando con doble cara: primero dice que esté dispuesto al debate, en el Congreso, obvio. Pero también pone de presente toda su pequeñez cuando Jaime Castro pretende acallar con adjetivos el debate que le plantean algunos representantes. Ahí lo que está haciendo el gobierno es dar la oportunidad de un debate a medias, y ya Colombia no aguanta cuestiones a medias. Además de la investigación y el debate en la Cámara, además de la investigación de la Procuraduría y de la misma Corte de Justicia, lo fundamental está en manos de un tribunal nacional que debe constituirse.

Y el M-19 tiene mucho que decir: tiene testigos presenciales, tiene demasiados elementos qué aportar ahí. Tenemos que responder muchos interrogantes que el país exige se respondan y además, queremos hacerlo.

Todos tenemos que participar en este juicio que no es tan sólo sobre los hechos mismos sino sobre sus autores, sus protagonistas, sus antecedentes y todos sus desenlaces. ¿O es que alguien en Colombia es ajeno al hecho, a sus raíces o a sus consecuencias?

¿Podría decirse que el M-19 está convocando a un tribunal abierto y de cara al país? ¿Qué personas concretas propondrían para conformarlo?

Ya hemos dicho varias veces que un comité no gubernamental, pero sí nacional, asuma la investigación para el juicio sobre el Palacio de Justicia. Un comité que sea capaz de oír todas las voces, a todos los testigos... Ahí iríamos nosotros de inmediato.

Para eso hay mucha gente: muchos demócratas, periodistas independientes, los mismos magistrados y consejeros, los estudiantes, la Iglesia, sectores de los partidos políticos, representantes del movimiento popular y sindical y de organizaciones civiles; y también nosotros debemos estar ahí. Pero pienso que los nombres no tenemos que proponerlos nosotros; en todo caso, sobran nombres. En Colombia hay muchos intereses y para la conformación de un comité de este tipo, entre más variadas las opiniones, tanto mejor.

E insisto: no es suficiente el debate en el Congreso, porque está demasiado teñido de los pequeños intereses de algunos de sus promotores; segundo, porque en el Congreso no caben todas las fuerzas del país ni están allí representadas.

¿Cómo evitarían que ese comité que proponen no se burocratice, no se vuelva como los comités de Diálogo y Verificación?

No sería la primera vez. Está la experiencia del Tribunal Russell, por ejemplo, sobre procesos concretos de países específicos. Y creo que la sensibilidad de este país está suficientemente al rojo vivo como para que se intente burocratizar un comité que tiene que ver con el futuro y la salud de la nación. Creo que no habría aquí caso de burocracia ni caso de pequeñez.

Y creo que este período de Navidad que empezamos a vivir debe ser eso: la búsqueda de hacia dónde encaminarnos. El mensaje cristiano de paz a los hombres de buena voluntad tiene que ver fundamentalmente con la buena voluntad: entonces, propiciemos una reflexión sobre este país, sobre lo que nos espera y sobre qué tipo de buena voluntad se requiere para encarar este presente y los años venideros. Eso sí: no podemos empezar la reflexión sobre nuestra nación si no hacemos un análisis sereno y crítico sobre el Palacio de Justicia. Porque el Palacio de Justicia es nuestro presente... El presente que no queremos...

Es el análisis de responsabilidades en el Palacio de Justicia; pero además, el gran debate sobre la incapacidad del gobierno para prevenir el desastre de Armero y su posterior incapacidad para administrar la emergencia y le solidaridad. Y está también pendiente el juicio sobre Siloé. Son debates para empezar el año, porque están unidos al problema básico de la nación, que es el problema de la defensa de la democracia y de la vida. Sin esos valores, la nación se derrumba. Y es en función de esos valores que el M-19 hace sus propuestas y sus combates. Para nosotros, todo va parejo.

Con la situación tan deteriorada, ¿considera que subsisten resquicios democráticos para adelantar ese juicio? ¿Lo permitiría el gobierno?

Es que los resquicios en este país son los que abre la lucha. En Colombia no hay espacios políticos regalados a las mayorías. De manera que los resquicios que se abran para posibilitar y permitir ese juicio son los que gane el pueblo. Hoy, en Siloé, se ha abierto un espacio político porque su población ha combatido. El combate de la oligarquía ha sido precisamente para cerrar esos espacios, para asfixiar definitivamente los resquicios de una democracia de verdad restringida, que se permite algunos manejos civiles, pero no siempre democráticos o representativos.

De ninguna manera vamos a esperar que nos regalen las posibilidades de enjuiciamiento, de expresión, o las posibilidades del cambio. Aquí todo se ha ganado en la pelea, hermano.

¿Y cómo se explica que el régimen permita que las Farc, que son la guerrilla más vieja y peligrosa, gane un espacio político?

Las FARC son la guerrilla más numerosa, pero no la más potente o peligrosa para este régimen. El poderío de una fuerza militar se mide en el campo de batalla, no en el número de gente. Y creo que no es que le estén permitiendo ganar un espacio político a la guerrilla, sino que están ampliando el propio. Porque el juego de las FARC, le quita credibilidad, porque una guerrilla amansada no logra espacios políticos ni eficacia militar.

El problema de las FARC es que aceptó, haciéndole el juego a la oligarquía, una paz que no han tenido ellos como organización y mucho menos la nación. Por intereses de partido, van a unas elecciones a costa de ellos mismos, de su vocación y de su destino como pueblo. Porque el país no se encamina hacia una apertura democrática -en lo inmediato-, si no hacia un régimen cerrado en el que las elecciones no representan nada para nadie… ni siquiera para las FARC o el PC.

Sí: las FARC son la guerrilla más vieja de América Latina. Lleva veinte años de lucha... Nosotros no estamos interesados en ser, como guerrilleros, los más viejos. Estamos interesados es en construir una democracia joven en Colombia

Pero corno las FARC, como las guerrillas que han existido siempre en este país de guerrillas, ustedes también pueden hacerse viejos: sin ser derrotados, pero sin ganar.

La certeza del desarrollo de este proceso y del triunfo nos la dan los hechos. Estos combates nuestros ya no son de guerrilla. Son de ejército. Estos combates nuestros no son los de las guerrillas de siempre en Colombia. Nunca antes en Colombia se habla visto un combate tan exitoso como el de Siloé; nunca antes el ejército había sido derrotado en él campo de batalla como lo estamos derrotando aquí. Mire: acá han metido todos los batallones que ellos tienen. ¡Todos¡ Y su fuerza aérea, sus bombarderos, su artillería. Y han salido derrotados. Por tanto, eso que dicen las FARC -de que la guerrilla no puede vencer al ejército es falso. Nosotros estamos en condiciones de vencer al ejército... Absolutamente.

Mire: un ejército no puede sobrevivir -por más recursos, apoyos logísticos o bases militares que ponga- si no tiene el apoyo permanente de la población. Y si además de no contar con el apoyo popular, el pueblo ha conformado sus propios instrumentos militares para conseguir la victoria -no para sobrevivir como guerrilla, sino para conformarse como ejército y vencer- los tiempos de la oligarquía están contados.

¿Y cómo podrán seguir trabajando en Siloé con la militarización impuesta? Lo pregunto porque seguramente la conducta del ejército seré igual en otras partes.

Oiga: es que ese trabajo político no lo hemos hecho sobre un mantelito blanco; ni ha sido juego de niños. El trabajo político de la comunidad, y el trabajo cívico, social, así como la organización de las milicias, se han dado en medio de enfrentamientos militares permanentes. ¿Por qué cree que tuvimos que armar, a las milicias? (Porque no nacieron armadas...) Para nosotros y para la comunidad no es nueva la presencia militar; de modo que si el enemigo aumenta su agresividad, el pueblo aumenta su decisión de combate.

¿Cómo va a hacer el M-19 para sacar esta confrontación de los marcos de la guerra sucia -la bomba o el desaparecido- o de los enfrentamientos en la montaña, que ni siquiera se conocen?

Mire: nosotros tenemos principios y criterios muy claros al respecto. Y no se quedan en el planteamiento. Viven en nuestros hechos. Porque en la guerra cada cual da continuidad a criterios básicos sobre lo que es la vida. Y aún en situación de guerra, persiste y se hace más necesario una ética y una moral. Si el derecho de gentes no se cumple en la guerra, el desastre de la democracia sí que es mayor.

Nosotros hemos mantenido una defensa permanente de los valores fundamentales de la vida en la actividad militar y en toda actividad que desplegamos. Hemos planteado que Colombia tiene que cumplir los acuerdos sobre el Derecho de Gentes en la guerra; por ejemplo, el respeto a los prisioneros, el derecho a la vida y al bienestar del prisionero, la defensa de garantías al hombre indefenso, que ni el gobierno ni las Fuerzas Armadas cumplen.

El M-19, en cada una de sus acciones, pequeñas o grandes, ha mantenido esa actitud. Hemos cuidado al prisionero, garantizamos su alimentación, su salud; hemos insistido en que el gobierno reciba a los prisioneros que les hemos detenido. Y que sean ellos mismos quienes digan -como lo han hecho- el buen trato que han recibido, durante la toma de poblaciones, la toma de locales, o en el combate a campo abierto.

Por eso los colombianos saben que de la misma forma en que el M-19 respetó y cuidó de los rehenes en el caso de la embajada dominicana, actuamos en el Palacio de Justicia. Porque para nosotros, la vida del hombre indefenso la cuidamos más que la propia. Por eso es tan absurdo, tan ausente de credibilidad, esa afirmación de la oligarquía de que vejamos a los magistrados y funcionarios en el Palacio, que los amenazamos, o peor aún, que ejecutamos a alguno de ellos.

Todo el país ha visto, en los hechos, dos conductas que se han repetido y contrapuesto por años: la conducta del M-19 y la conducta de las fuerzas armadas del gobierno. Porque el ejército colombiano ha dado muestras repetidas, públicas además, de que no respeta la vida de nadie. ¡De nadie¡ Ni del detenido ni del no detenido, ni del desaparecido, ni del hombre que trabaja. El ejército hizo en el Palacio de Justicia lo que está haciendo en las veredas y en los barrios populares. Y no es solamente el cumplimiento de unas normas sobre el Derecho de Gentes lo que explica tan distintas conductas. Es que unas armas nacen de una vocación antidemocrática, antinación y antipueblo, y otras armas apuntan en función de la democracia, en función de la vida y en función del pueblo.

La tragedia de un país está dada en su incapacidad de enfrentar el terror de las minorías. Ponerle fin al terror depende de la capacidad militar, cívica y política que despleguemos. Aquí el terror está encontrando una resistencia militar exitosa, y aquí no va a cundir el terror, porque la única manera en que el terror es efectivo, es cuando es un terror que nadie frena, que nadie combate, que nadie es capaz de vencer. Si algo tiene Colombia, es su capacidad de levantarse en contra de todo tipo de injusticia.

Pero con la forma que el M-19 guerrea, ¿tiende realmente a quebrar al ejército?

Nosotros no queremos acabar con todo el ejército. Lo que  necesitamos es quebrar la voluntad y decisión de combate de una fuerza militar que es el único sustento que tiene hoy la oligarquía colombiana. Y es que la única institución que tiene mano libre y vía abierta, es la militar. Porque ni los partidos políticos, ni el ejecutivo, ni el parlamento, ni la justicia, ni la más sagrada de las instituciones -que es la vida- están vigentes.  Y es a la institución militar a la que tienen que convocar, no sólo nuestras armas, sino la voluntad mayoritaria de la nación, con toda su capacidad de desarrollar el futuro. Si no fuera la nación la que se levanta, nada podrían hacer las armas del pueblo. La fortaleza de nuestras armas está dada por la fortaleza del apoyo y la pasión popular. Y ella está aquí, en las montañas, en los barrios, en el corazón de los demócratas, limpia y alzada a la rebeldía. Por eso, por más allanamientos, por más violencia, no pueden acabarnos. Nadie allana una conciencia...las conciencias no son allanables. Y por eso nuestras armas no son rendibles.

Por eso mismo, hoy la oligarquía ya no puede hacer de su campaña electoral la fuente única y el objetivo de la política del país. Estas elecciones ya no representan los anhelos mayoritarios en Colombia, y a muy pocos interesa si el candidato es Alvaro Gómez o Virgilio Barco. Ellos pueden convocar a la polarización de la sociedad porque de todas maneras está polarizada. Lo que no pueden es convocar al futuro y a  la dignidad.

¿Van a sabotear las elecciones?

Al país no le interesan las elecciones como para que nosotros gastemos esfuerzos en eso. El país está en otras inquietudes, en otras búsquedas, y nosotros también estamos en esas inquietudes y en esas búsquedas. De modo que nuestras definiciones y nuestras propuestas se dan en función de unas tareas de democracia que no tienen calendario ni pasan por unas elecciones; se dan en función del ejercicio real de una democracia nacional.

Hoy las tareas de la democracia pasan por enjuiciar a este régimen: no tan solo por los hechos del Palacio, sino por su naturaleza irracional antidemocrática y antihumana; y pasan por la conformación de un bloque mayoritario, plural, decidido al cambio con Justicia social.

¿Y las demás organizaciones?

Esa discusión apenas comienza en la Coordinadora Nacional Guerrillera.

¿Qué es la Coordinadora Nacional Guerrillera?

Es la expresión de los avances reales del movimiento guerrillero colombiano, el cual asume su mayoría de edad. Ya eso de andar separados, sin conocernos siquiera, es cosa del pasado; y hemos dado el salto con la coordinación, conversaciones y esfuerzo conjunto entre el ELN, EL PRT, Patria Libre, el Quintín Lame, el Frente Ricardo Franco, el EPL y nosotros. Las campañas  conjuntas, la búsqueda de conversaciones con las FARC, los esfuerzos unitarios son avances reales del movimiento guerrillero colombiano.

¿ Cómo son las relaciones con el Ricardo Franco? En un momento usted dijo que con el RF "ni a la esquina", pero después, trabajaron con el RF

Mire: cuando el RF atentó contra los representantes del PC, nosotros planteamos que en esas condiciones no íbamos con ellos ni a la esquina. Porque la falta de ética y de moral en el desarrollo de unas divergencias entre organizaciones, es un camino que nosotros rechazamos.

Posteriormente, mediante discusiones en la CNG, los del RF se comprometieron públicamente a buscar acuerdos políticos y a cesar ese tipo de enfrentamientos y atentados contra los dirigentes del PC. Entonces volvimos a coordinar fuerzas y desarrollamos una campaña; no se trataba de una fuerza conjunta, como la del M-19 y el EPL en Antioquia, sino de la coordinación para una campaña.

Y mantenemos en alto nuestros principios: ahí donde falte ética, justicia y respeto a la vida, nosotros no caminamos. Porque lo único que le da sentido y lo único que justifica una guerra, es poder ganarla con rapidez. Y que esa guerra tenga como bandera y norte la vida, la democracia, la justicia, la dignidad.

Usted me puede decir que en la guerra es irónico hablar de respeto a la vida, pero lo cierto es que aún la guerra tiene márgenes morales y márgenes de Justicia que tenemos que respetar por encima de todo. De nada vale un fierro en la mano si ese fierro no irradia justicia.

Estamos por un  régimen de vida cuyo centro, y objetivo fundamental sea el hombre. No el desarrollo de formas gubernamentales autoritarias o totalitarias; ni de un régimen en el que prime la ganancia individual sobre el interés colectivo. Buscamos una organización social propia que, respetando al ser humano, como elemento fundamental, dé cabida a todas las expresiones de sus más profundas vivencias individuales y colectivas.

Esa previsión de Bolívar, de que América Latina está destinada a asombrar al mundo por una nueva manera de organizarse está vigente. Y esa nueva visión del mundo se construye aquí. Combatimos no sólo para acabar con un régimen de injusticia, sino fundamentalmente para crear una nueva organización social: un tejido económico, social, político que sea nacional y producto de miles y miles de pequeñas puntadas que den el colorido de una organización plural en todos los ámbitos de nuestra vida; una nueva organización que permita toda la plenitud del poder desde abajo hasta arriba y que abarque todo lo ancho del espectro social, político, y cultural de la nación.

Volvamos a lo de la convocatoria del juicio. ¿Cuál sería el paso siguiente, en términos del desarrollo dé la propuesta y la convocatoria?

En este país están surgiendo permanentemente propuestas de Asamblea constituyente, de Plebiscito Nacional desde los más diversos sectores. Pero todas ellas apuntan a una cosa: que el tejido de las definiciones políticas y sociales debe ser reordenado: Por lo tanto apuntan a la conformación de un nuevo ejercicio de gobierno.

Cuando se plantea plebiscito o constituyente, es que se necesitan reformas globales. No la revolución todavía, ni el cambio absoluto del poder o la caída de un poder y el surgimiento de Otro. Es más bien el reordenamiento con base en lo que existe: una nueva voluntad nacional. Esto apunta ya a decisiones de mayorías. Independiente de la fórmula que se adopte, el paso más lógico y lo más elemental seria hacer un Congreso: el encuentro de las representaciones sociales, políticas, intelectuales, morales de la nación, para decidir sobre los destinos de este país.             

Esto implica la convergencia  de fuerzas políticas  aún no idénticas con base en propuestas concretas a favor del cambio. Un Congreso Admirable, como el de Bolívar en Angostura. Que sea el congreso de una nación naciente, de una democracia social naciente, como instrumento jurídico, social y político de un nuevo gobierno. Esta es la perspectiva de nuestra política de alianzas, de nuestras propuestas, de las tareas militares y de agitación, de la propuesta de ejército único.

Cuando decíamos hace algunos meses que el momento político se ha definido por la necesidad de paz para la nación y guerra a la oligarquía, apuntábamos a eso: a recoger las fuerzas de la nación que quieren la paz; a las fuerzas que son capaces de construir un gobierno de paz, un gobierno de justicia social.

Entonces, las tareas son de convergencia, unidad y paz entre esa nación que quiere nacer. Y obviamente están las tareas militares frente a una oligarquía que busca impedirlo, a cualquier costo, cómo lo está  demostrando; porque el desarrollo de las mayorías implica necesariamente el combate político y militar con esa minoría, como también lo muestra la historia misma de este país.

Y no es convocar a la locura de una guerra que, de todas formas, ya tenemos encima. Es la necesidad imperiosa de hacerla menos loca, do hacerla menos cruenta, de hacerla menos costosa y menos larga. Por eso hoy tiene tanta importancia la convergencia de las fuerzas del cambio; por eso la única expresión democrática no es la de apoyar las tareas militares de la guerra; las posibilidades son las que dicta asumir todas las tareas del ejercicio de la democracia y construir un nuevo gobierno; gobierno que comienza a gestarse con la sola voluntad y decisión de los patriotas y se va desarrollando y consolidando en hechos concretos.

Esto significa ampliar las alianzas políticas; que estas abarquen  a fuerzas que le están caminando a las elecciones pero de todas formas interesadas en el cambio, a las fuerzas políticas y sociales de mayorías, a la gente que anda suelta y a las armas de este país, todavía dispersas. Dispersas, porque unas son armas del gobierno, como el ejército actual, y otras son armas del pueblo, como la guerrilla. Y nosotros proponemos que sean todas armas de la nación. Por eso hay que unir las armas que están en manos del pueblo  y las que están en manos de sectores nacionalistas en el seno de las fuerzas armadas, y hacer un ejército único nacional.

Para resumir: necesitarnos fundamentalmente una convergencia ideológica y política que se concretaría en un congreso. Y ese congreso, como órgano de gobierno, asumiría las tareas de dirigir a sus instrumentos de fuerza y de defensa, que es el ejército de la nación.

Me parece que esta propuesta se vincula en la historia con la práctica de Bolívar. Tratemos de reunir la idea del Congreso con la búsqueda de la nación nueva a partir de la que existe.

Más que propuesta concreta, es un criterio: somos una cosa distinta a Europa y debemos tener instituciones, ordenamientos sociales idénticos a lo que somos como pueblo, como nación y como perspectiva.

La diversidad y la flexibilidad política y de criterios de Bolívar, era permanente. Porque fué un hombre que vivió en constante búsqueda, siempre buscando, sabiendo que somos un continente nuevo.

Nosotros decimos que si nuestro continente escribe como escribe, canta, danza y baila como lo hace, ¿por qué no se organiza socialmente como es? ¿Por qué tiene que hacerlo una oligarquía que ni siquiera es propia, con una organización del Estado ineficiente, que es incapaz de administrar y crear nuevas riquezas, e incapaz fundamentalmente de darle vida a los sectores sociales?

Pienso que lo primero que está por hacer es la convocatoria a todas las fuerza. De ahí, de esa variabilidad y de esa gama impresionante de todas las voces oyéndose, van surgiendo las propuestas. Por eso no queremos apegarnos a ninguna fórmula. No es constituyente, ni plebiscito: es convocar a los distintos sectores a asumir las tareas de la democracia.

Y había otra constante en Bolívar: es el ejército el que posibilita la realización del Congreso de Angostura. Ahora, otra vez, es el ejército el que le entrega la autoridad a un congreso; a ese congreso es al que queremos presentarle este ejército.

Que sean las fuerzas de la  democracia reunidas en congreso, las que conduzcan a este ejército y amplíen la legitimidad do esta fuerza militar. Así como los hombres en el Congreso de Angostura, que cuando apoyaban las nuevas campañas de Bolívar, estaban decidiendo como sectores políticos, sociales, morales, las tareas militares de la época.

No se trata de que todo el mundo esté metido en las tareas militares de la guerra; además, porque no caben. Pero si aspiramos a que todos, aún los que estemos, entre otras en las tareas militares de esta confrontación, nos reunamos en función de la democracia. Que los que están en los oficios públicos, los políticos, los que están en las reivindicaciones inmediatas, los que están en la prensa, nos juntemos, con esta bandera única. Ya irán luego surgiendo las formulaciones concretas para el tipo de organización que se necesite.

EL HORIZONTE BOLIVARIANO  

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El ideario bolivariano fue, en su época, una perspectiva continental. Y aquí estamos ante una fuerza militar que se define bolivariana, ¿Qué significa esto hoy?

Hoy el eje de la confrontación social y política en América no está en si gobierno civil o gobierno militar; la disyuntiva es entre gobiernos de democracia o gobiernos de oligarquía. En otras palabras, hoy las fuerzas y tareas de la democracia son más amplias que la mera constitución de gobiernos civiles, o que la conformación de instancias regionales o continentales de representación gubernamental. Estos son aspectos importantes de nuestra búsqueda continental, pero tienen que estar acompañadas de las nuevas expresiones y posibilidades de la nación latinoamericana.

La búsqueda del desarrollo, la justicia social, la soberanía, de nuevas relaciones internacionales y de nuestra propia identidad, tiene que darse en la inmensa gama de las posibilidades sociales, culturales, étnicas, políticas y económicas do nuestra América.

Y así corno el Congreso Anfictiónico de Bolivar no es grande sólo por su propuesta o por la suma de pueblos que convoca sino por la diversidad a la que está dispuesto, tenemos que enfrentar los retos de la democracia a nivel continental. La propuesta bolivariana de crear una nación nueva, no simplemente como negación de la que existe, sino como búsqueda de una nueva manera de ser hombres, de ser pueblo, de ser sociedad, es lo que está en el tapete. Y unos la desarrollan como ejército, otros en sus avances democráticos, otros desde el gobierno...

Entonces, el esquema de civilidad versus militarismo no explica la compleja trama de la construcción de la democracia en nuestro continente. Fíjese, por ejemplo, que los que están condenando en Argentina a los gobiernos militares que practicaron el genocidio –lo que ellos llaman la “guerra sucia”- son los mismos que felicitan a Belisario Betancur por su guerra sucia, por el arrasamiento del Palacio de Justicia: Pero se levantan también las voces de los amplios sectores que no comparten la opción del arrasamiento y que rechazan las adhesiones de sus gobiernos a la decisión de Betancur.

Recuerdo que en los Robles, durante el congreso por la Paz y la Democracia, la presencia de los delegados internacionales empezaba a concretar el horizonte bolivariano de esta lucha, independiente de nosotros. Porque sin pretender crear una Tricontinental, una Olas, o una Junta Revolucionaria como la del Cono Sur, nos estamos encontrando en perspectiva -no como lucha armada, sino como revolucionarios solamente- fuerzas que de verdad proponen una manera continental, nueva y profunda de hacer democracia.

Si eso implica construir el ejército, construiremos ejército. Si eso implica construir movimiento de masas, construimos movimiento de masas. Pero creo que fenómenos como la deuda externa, fenómenos como la actitud intervencionista del gobierno norteamericano, fenómenos como la búsqueda de nuestra propia manera de ser como pueblos, son lo que convocan a esta unidad que se empieza a vivir aquí. No es gratis que llamemos a este primer Batallón del M-19, Batallón América.

Esta región andina, es tan diferente al Cono Sur tan diferente a Centroamérica, busca una expresión autónoma, propia, asumiéndose desde su condición latinoamericana para decidir su manera específica y especial de aparecer ante el mundo. Y es una lucha nuestra: específica, distinta, en la que cabe un Belisario Betancur que negocia, y dos años después arrasa; en la que caben expresiones populares de paros cívicos, protesta, o huelga general como es el caso del Perú y Ecuador.

Estamos viviendo y vamos a vivir fenómenos como no se veían desde Simón Bolívar, Todos en lucha, sin padrinazgos internacionales, sin apoyos de Estados o revoluciones, desde la propia lucha y el propio esfuerzo, empezamos a conformar el horno de la unidad continental. Ver colombianos, ecuatorianos, peruanos, como parte de la fuerza armada de la democracia, es un fenómeno que de verdad no se veía desde Simón Bolívar. Y esto es un eje claro en la lucha de estos pueblos hoy.

Pero el gobierno de Estados Unidos está acusando a Nicaragua de haber participado en la toma del Palacio de Justicia...

En toda esta batalla de la Casa Blanca contra la Revolución Sandinista y la Revolución Salvadoreña, los yanquis siempre andan en pos de argumentos para una guerra que tienen perdida.

Ahora intentan plantear que la lucha en el Palacio de Justicio fue armada por los Sandinistas. El gobierno de Estados Unidos, que interviene en toda parte, quiere decir que toda lucha en América Latina es producto de una injerencia extranjera. A los nicaragüenses, que de Cuba; a Cuba, de la URSS; a El Salvador, de Nicaragua; y ahora, nosotros, también de Nicaragua. Tal parece que estos hombres de la Casa Blanca han perdido toda visión de que hay pueblos dignos, hay pueblos libres, y hay pueblos soberanos.

Con Nicaragua tenemos las relaciones que dan nuestra admiración y apoyo a todo pueblo que empieza a dirigir su destino en América Latina; las relaciones que dan el sentirnos parte de un continente que tiene que ser libre y soberano; las relaciones que dan ser parte de un continente agredido por el actual régimen de la Casa Blanca; las relaciones que dan el ser hermanos de todas las revoluciones y todas las causas justas; las mismas relaciones que nos permiten tomar distancia frente a ciertas medidas que puede tomar cualquier régimen u organización revolucionaria.

A MODO DE CONCLUSION

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Retomando el hilo inicial: me parece que sus argumentos son justos, pero que están adelantados a la realidad del país, a la correlación de fuerzas existente.

Lo que marcha a gran velocidad es la historia. Fíjese cómo ha sido de rápido el ciclo. Hace un año exactamente estábamos en Yarumales. Exactamente hace un año, la tregua y las posibilidades de concertación nacional se jugaban la vida en Yarumales. Y ese ciclo que se abrió ahí y que empezó con la decisión militar de aniquilamiento de parte de Belisario Betancur, Jaime Castro y los altos mandos, llega a otro diciembre con la misma definición de aniquilamiento.

Lo que defendimos en Yarumales no era solo la tregua y el Diálogo,  sino la posibilidad de hacer el cambio sin tener que hacer la guerra. Cuando fuimos al Palacio de Justicia, fue a mostrar eso, a defender el derecho a hablar, a decidir y a opinar sobre eso. Y nos enfrentamos con toda la fuerza, toda la locura y la irracionalidad del enemigo

Hoy hay que meterle más fuerza de masas, más fuerza política, más fuerza moral, más fuerza de armas a la democracia, que hace un año. Y no por decisión del movimiento guerrillero, sino por la decisión de la oligarquía de impedir cualquier otra posibilidad de desarrollo de la democracia.

El ascenso militar antidemocrático ha llegado a extremos tales, y con tal rapidez, que deja asombrada a la inmensa mayoría de los colombianos. Ha sido tan intenso y tan rápido, que todavía no estamos acomodados para asumirlo así y ver que es nuestra realidad, nuestra patria, la que está en tal situación.

Pienso que el no medir la rapidez del enemigo en el Palacio de Justicia, es parte de eso. Los tiempos en Colombia y la intensidad de las fuerzas que se mueven en estos tiempos tan rápidos, todavía hacen que nos quedemos cortos en el análisis y que cada colombiano no alcance a ubicarse en lo que está pasando; que algunos piensen que son fuerzas incontrolables las que nos están sacudiendo: la irracionalidad de la naturaleza que exploto en Armero o la irracionalidad de una guerra que nadie maneja.

Pero en medio del dolor y del lodo de Armero, del impacto desgarrador del Palacio de Justicia, empiezan a aparecer las verdades. Lo que no podemos permitir es que nos digan que Armero no existe, que eso es un Camposanto y ya no hay problema; o que el Palacio de Justicia está convertido en cenizas y se acabó la tragedia.

Eso no lo podemos permitir        porque en ambos casos medió la voluntad humana. En uno, la imprevisión, la negligencia, la incapacidad de administrar la emergencia. Y en el otro, porque la decisión militar estaba tomada antes de contemplar cualquier alternativa.

Bueno -nos dirán- si lo sabían, por qué lo hicieron. Y volvemos a lo mismo. Lío grande el que miremos de rodillas. No tiene derecho ningún pueblo a quedarse cruzado de brazos ante la prepotencia, el engaño y la irracionalidad de su enemigo. No tenemos derecho, nosotros, los colombianos, de no ejercer nuestros derechos, de no cumplir nuestro deber. Es decirle a un país que la democracia se puede ejercer, que hay fuerzas dispuestas a hacerlo, aún a costa de la propia vida. Y no se trata de un heroísmo puramente contestatario. No se trata de denunciar. Se trata de convocar a las fuerzas. Por eso, y con todo el dolor ante la pérdida de hombres y mujeres valiosos, eso no ha sido en vano. Y cuando Colombia pierde conciencias y hombres ilustres, la derrota es de Belisario Betancur, de la oligarquía: es una derrota total, una derrota moral, una derrote política.

Por esto se ha dicho que la acción revela la verdad sobre el estado de derechos en Colombia, sobre el mito del país de leyes y de la justicia como lo más sagrado...

El nuevo presidente de la Corte, dice que el M-19 sobreestimó a la justicia. No fue un problema de sobreestimación. Fuimos a donde había que ir. Hemos apelado a la nación colombiana y a la Corte, así como es, como eje de la demanda.

Luis Otero lo decía de una manera muy clara: por la paz, por el cambio, firmamos unos acuerdos con el Ejecutivo y nos incumplió. Le pedimos al Congreso reformas, y nunca las hizo. Ahora venimos ante el poder judicial para que diga lo que piensa sobre esta realidad y este país. Apelamos a esas conciencias y a una Constitución que ha sido violada.

Muchas veces hemos dicho que si la Constitución se aplicara, se haría una verdadera revolución en Colombia y fuimos a la Corte, apelando al cuerpo constitucional que nos rige, porque éste ha sido violado, los acuerdos incumplidos, y sobre todo, porque ¡al dignidad y la esperanza de este país han sido traicionadas.

Entonces, fuimos a la Corte porque es parte de la nación. Y fue la oligarquía la que rompió con su propio mito. Si hasta entonces se había desplazado a la justicia implementando los preceptos del Estado de Sitio, en el momento cumbre, la oligarquía no solo la desplazó e ignoró, sino que la arrasó y destruyó.

Uno todavía se pregunta, sin hacer mucho análisis político, por qué Betancur no quiso hablar con el Presidente de la Corte Suprema, cuando constitucionalmente están a un mismo nivel de autoridad... Por qué no hubo un momento de reflexión.......

Me parece que eso demuestra que lo decisivo no es la letra de la Constitución, sino la correlación de fuerzas entre los distintos aparatos del Estado.

Pero, además, que Colombia está dispersa: la Iglesia, por un lado; la rama judicial, por otro; los sectores populares, por otro; la conciencia media, va por otro lado; y las alturas del régimen están en su propia concepción aislada de lo que está pasando. ..        .

Nosotros estamos diciendo que a esa Colombia dispersa hay que unificarla de una manera nueva, propia. Y ante la dispersión, que la voluntad nacional de democracia y de justicia conforme un nuevo centro, y hagamos un Congreso; no después del quiebre definitivo do las instituciones, sino con lo que existe, buscando los puntos de la convergencia.

Y definamos todos y entre todos las medidas iniciales de emergencia nacional: para enfrentar el presente, para construir una nueva nación. Porque si bien es cierto que Belisario Betancur y los militares acabaron con la Corte Suprema de Justicia, no han acabado con las conciencias libres del país.

Nosotros convocamos a la nación entera a que esta navidad sea de verdad en un clima que permita el surgimiento de una buena voluntad para la paz, Pero la paz concreta.            -

Hemos mirado toda la intensidad del alma nacional, su inmensa solidaridad, como fue lo de Armero. Hemos mirado un Estado ineficiente en su inmensa incapacidad y desidia: su inmensa incapacidad para organizar la solidaridad y su inmensa desidia para organizar las medidas preventivas. Hemos visto la inmensa capacidad de destrucción y de muerte del Estado colombiano. Hemos visto también la inmensa capacidad de heroísmo en los barrios de Siloé, la inmensa limpieza de los magistrados y guerrilleros en el Palacio de Justicia.

Mirando todos esos elementos, es que tenemos que decir qué es lo que queremos como destino nacional; qué es lo que queremos como patria a construir. En todo caso, lo que estamos viviendo hoy, no es ni la suerte ni el destino de los colombianos. Lo que estamos viviendo hoy no es lo que queremos ser ni lo que podemos ser. Queremos es, de verdad, una patria limpia, que pueda llevar su destino con orgullo, su destino con justicia, y su presente con decisión.

Cordillera Central, diciembre de 1985

NOTA

(*) La entrevista fue realizada poco antes de conocerse la masacre realizada por la dirección del “Ricardo Franco”, cuyas víctimas fueron militantes del mismo grupo. A raíz de este hecho, el M-19 rompió relaciones con el RF, pidió su expulsión de la CNG, y reiteró que la lucha por la democracia tiene que hacerse con las armas de la justicia y el respeto por la dignidad del hombre.

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31 marzo 2014 1 31 /03 /marzo /2014 13:05

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29 marzo 2014 6 29 /03 /marzo /2014 22:48

HERMANITO1

Hace 30 años fue la toma del Municipio de Yumbo por parte del  Movimiento Revolucionario 19 de abril, M-19
Luis Fernando Riascos, comunicador social de La Estancia, recrea este hecho histórico.
Foto www.todosesupo.com

Calle Quinta

Municipio de Yumbo Calle 5ª, enseguida de la Alcaldía Municipal.

Por Luis Fernando Riascos*.  

 Noche de estruendos fantasmales en que la población convivió con héroes y antihéroes. Un grupo que le enseñó a la población a contar su historia con el lenguaje de la revolución. Un pueblo que nunca olvida el día de la exquisitez política y la agresividad militar.

 Son las 6:30 p.m. del 11 de agosto de 1984. En este tiempo todavía los 11 no son tan famosos, los orientales no los han puesto de moda en occidente, menos aún, no se le tiene tanto miedo a los hombres con turbantes, o a los musulmanes, los que resultan del demonio son los soviéticos, unos diablos que se meten en todo, desde una pista de atletismo hasta el espacio.

 En el municipio de Yumbo han empezado a llover bengalas, don Álvaro Campos las alcanza a mirar desde las afueras de mi casa, mientras yo duermo con la tranquilidad de mi edad, tengo dos años.

 Don Álvaro le insiste a mi papá que tiene que irse a trabajar, que no le importan los destellos celestes y la sinfonía de plomo que se escucha. Camina unos doscientos metros hasta el ‘Mesón’, un reconocido sitio donde venden aguardiente y ponen música de Julio Jaramillo, instalado en la entrada de La Estancia, así se llama el barrio donde vive mi vecino Álvaro, ubicado en el borde derecho de la carretera en la entrada sur del municipio.

 Son las 6:45 p.m. El señor Campos, parado en la entrada de La Estancia, se comporta como un guarda y devuelve cualquier moto o persona para que no se estrellen con la muerte. Ha llegado sin avisar ese grupo de intelectuales con metralletas, aunque la mayoría del pueblo ya los esperaba.

 Quince minutos antes, el municipio vivía en su rutina continua. El viejo Napoleón cumple las bodas de plata y la iglesia del Señor del Buen Consuelo, del parque Belalcázar, está atestada de invitados y feligreses ancianos. León Montes de Oca espera, parado en la entrada, a que la misa se acabe para irse trabajar, hoy tiene el turno de la noche en Cementos del Valle.

 Por la misma acera de la iglesia, a unos 50 metros, ocho periodistas, entre ellos Ligia Riveros y el fotógrafo Daniel Jiménez, de la revista Cromos, miran la plaza principal desde unos asientos sin espaldar y cojines redondos, ubicados entre un muro que llega a las rodillas y el refrigerador de la heladería Lucerna. Esperan a quien los llevará a hablar con unos comandantes guerrilleros, pero sólo ven niños vendiendo dulces, borrachos tirados en las bancas y señoras asomándose por las ventanas.

 Un estruendo de ecos omniscientes viola el silencio de la misa causando un terror apocalíptico entre la muchedumbre. Desde el atrio empiezan a entrar hombres en jeans, maletines a sus espaldas, cantimploras, radios y carteras a la cintura, botas pantaneras y fusil al hombro; le quitan el micrófono al sacerdote, padre Hernán Betancur.

      Pizarro saliendo de la Iglesia luego de su mensajeUno de ellos, con la cara descubierta, coordina en clave por el radio lo que parece ser una operación compleja. Sus compañeros lo llaman Antonio, le pasan el micrófono, y dice: “…O Belisario es capaz de controlar a los militares, o necesariamente la democracia tendrá que abrirse camino a través de las armas como lo hemos hecho durante muchos años. En Colombia todos queremos la paz, la revolución no le teme al diálogo…”  

 Quien habla es el hijo de un almirante, se llama Carlos Pizarro León-Gómez, un candidato presidencial asesinado el 27 de Marzo de 1990. Ahora no sospecha nada de su futuro, que incursionará en la política, que dejará de combatir pero que lo seguirán combatiendo hasta borrarlo. De momento, es el tercer hombre del Comando Superior del M-19.

 7:00 p.m. Los rocket siguen sonando, Antonio le dice al sacerdote que puede continuar con la misa, ni el padre ni nadie se interesa en hacer caso. Montes de Oca nota que un agente de policía, Nelson Pulgarín, movido por los nervios, ha salido por una puerta que da a la Calle 6. La iglesia está construida entre esta calle y la carrera cuarta en una esquina del parque Belalcázar. Pulgarín tiene su Simca parqueado a escasos metros de la Caja Agraria, ubicada en todo el frente de la parroquia. Prende su carro, a pesar de los estruendos se oye el rugido del motor, acelera, avanza.

Interior de la Iglesia y el padre Betancourth

Paralelamente a unos estallidos secos, como pólvora, el carro se desliza como un trozo de mantequilla en un sartén caliente.

 Antes de doblar la esquina se detiene. El agente ha quedado recostado sobre la dirección. Una mujer grita desde adentro del Simca. Nadie lo notó, pero la señora que le lava y le plancha la ropa a Pulgarín se alcanzó a montar al carro mientras él trataba de huir. Un grupo de personas la auxilian y dejan solo el cadáver del agente.

 Montes de Oca, desconcertado, comprueba que estos hombres no portan balas de salva. En el parque está Antonio junto con Javier Delgado, un comandante de la agrupación guerrillera Ricardo Franco que colabora con la operación. Paran una camioneta Toyota blanca, se montan con quince encapuchados y se van.

 7:10 p.m. Antonio ha regresado, la gente empieza a curiosear e indagar a los comandantes, le dicen a Pizarro que hable de la embajada, de la cantidad de plata que recibieron. “Fue buena plata, alcanzó”, contesta con tono amigable.

 7:30 p.m. León Montes de Oca observa que la atención se ha trasladado a la puerta por la que hace unos minutos había salido Pulgarín. Ahí se encuentra parado un hombre al que todos empiezan a rodear, tiene una tira blanca amarrada en el brazo derecho, le dicen profe, camina hasta él, permanece quieto, parece un ídolo de bronce, es indiferente a todas las preguntas que le hacen.  

Rosemberg Parque de yumboPero si es el ex alcalde Rosemberg Pabón, bueno hoy es el ex profesor del colegio Mayor, y se llama ‘Comandante Uno’. Muchos de sus estudiantes habían dicho: “Quisimos cambiar al profesor por un comandante y el lapicero por un fusil”, los mismos que hoy andan encapuchados, han bloqueado las entradas de Yumbo y están desparramados por todo el pueblo, incluso, a muchos se les ha recibido como héroes de guerra y a esta hora se les atiende con improvisadas verbenas.

 A 200 metros de la curva donde se levanta la iglesia del barrio Puerto Isaacs, hay unos 30 hombres que han decidido instalar un retén. Un carro que salía de Cartón de Colombia fue detenido a punta de ráfagas, un obrero que se asomaba detrás de las rejas de Cementos del Valle fue herido en un brazo.

     8:00 p.m. Se han concentrado unos 50 integrantes del M-19 en el parque. Entre las personas Rosemberg en rueda de prensa en el atrio de la Iglesia de Yque asedian a Pabón está el grupo de periodistas que esperaban sobre las 6:30 en Lucerna. Ligia Riveros le pregunta al Comandante Uno: “¿No le preocupa que después de este operativo llegue el Ejército y la ciudadanía sufra?”. “Sabemos que ellos van a reprimir a la población como siempre, ¿o es que no hay hambre y miseria todos los días? Hoy estamos rindiéndole homenaje a Yumbo, éste es un día de paz y democracia”, contesta el Comandante Uno.    

 8:30 p.m. El parque Belalcázar parece un coliseo de ferias, hay gente de todo tipo regada por sus andenes. Se ha extendido la tertulia entre el público y los comandantes, conversan de corrupción y revolución, ellos responden con una responsabilidad de docentes en plena cátedra. De pronto, Montes de Oca mira pasar a la altura de su axila derecha, a un yumbeño agachado, este personaje se logra colar, ahora mira de frente a Pabón y a Pizarro y les comenta con tono exigente: “Ustedes hablan de corrupción, pero los corruptos están allá”, formando un ángulo de 45 grados con su mano derecha y señalando la alcaldía, como revelando un secreto.

 Pabón les ordena a unos cinco rebeldes con capuchas que se dirijan a las oficinas de la Alcaldía y las incendien. Los cinco jóvenes se alistan a cumplir su tarea con entusiasmo infantil. Salen ordenados en una fila horizontal, rompen vidrios y tiran bolas de fuego hacia adentro, la Alcaldía se consume.

 El profe del Colegio Mayor acaba con lo que será su despacho por dos años desde enero de 1998. Es posible que varios de los que se encargan del incendio sean algunos de sus secretarios y dirigentes cívicos.

 9:00 p.m. La llegada de guerrilleros es constante y las personas que viven la toma desde el parque se han familiarizado con el ruido de la guerra. Llegan un jeep, la camioneta Toyota y un furgón en el que Montes de Oca lee “Trasteos La Cuidadosa”. Encienden motores, los hombres se suben, no sin antes cerciorarse de que todo lo que se trajo se lleve de nuevo. Los últimos en abordar son dos ‘sin cara’ que izan la bandera del M-19 en una de las astas de la esquina del parque.      

9.30 p.m. La bandera quedó quieta, con el fondo de la Alcaldía ardiendo. No hay viento que la Izada de la Bandera del M-19 en el parquemueva ni que apague las llamas. Con francotiradores y retenes en las dos entradas de Yumbo, con tachuelas a las afueras del batallón Pichincha, el M-19 logró entrar y atacar la estación de policía en la carrera quinta con calle octava, a dos cuadras del parque Central, de un municipio sin cordilleras o zonas montañosas cercanas, ubicado a 35 minutos del batallón Codazzi, de Palmira; a veinte del Pichincha, de Cali; a una hora del Palacé, de Buga, tal y como lo reseñaron los medios de la época.  

 Los periodistas han quedado despistados. Agarran a un dirigente cívico a preguntas, a una de éstas él contesta: “¿Por qué se aterran que la población haya aplaudido al M-19? El olvido de los gobernantes ha sido centenario y la gente está cansada de ser pisoteada”. Luego da una lista larga de argumentos: “Tenemos 70 mil habitantes y el más alto índice de mortalidad infantil de Colombia. El más elevado grado de polución latinoamericano. De las 57 fábricas que operan en el municipio sólo unas pocas pagan impuesto de industria y comercio. Tenemos doce mil personas sin empleo, a pesar de las 541 empresas registradas aquí. Quien tiene cédula de Yumbo está vetado por temor a que sea guerrillero. Las calles están llenas de huecos; el agua del acueducto no es purificada y hay barrios que sólo la reciben un día al mes. El presupuesto es de 500 millones y se esfuman como humo, no existe gabinete municipal…”

 11:00 p.m. Montes de Oca fue a su casa, se cambió de ropa, regresó al parque a esperar la ruta que lo lleva hasta Cementos del Valle, y de nuevo se dirige a su casa. En el camino se encuentra un vecino al que le cuenta. “Salí a esperar el bus pero no se veía un solo carro. Apareció un pelotón de soldados y me dijeron: ‘No vamos a responder por nadie, váyase a su casa. No hay buses’. Por eso me devolví”. Yumbo amanecerá con 42 muertos, siete subversivos, tres policías. ¿Y el resto?

 Don Álvaro desiste de su idea de ir a trabajar, cuando pasa por mi casa mira unas bengalas a lo lejos, como en señal de despedida. Algunos guerrilleros han emprendido la huida hacia el río Cauca, detrás del barrio. La toma ha terminado. Yo sigo durmiendo.

     

* Nota del Director: La crónica que publicamos fue escrita por Luis Fernando Riascos en su época de estudiante de Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Occidente y publicada inicialmente en la revista de esa universidad. Tuvimos referencia de ella por intermedio de Hernán Peláez Restrepo, director de La Luciérnaga de Caracol Radio, quien hizo una crítica favorable a esta crónica.

 Para ww.todosesupo.com es un honor compartir la reconstrucción de este hito histórico en el devenir de Yumbo. En aquellos años, Luis Fernando Riascos ya mostraba la calidad en su escritura.

 Fotos: Daniel Jiménez, revista Cromos. Edición 3475, 21 de agosto de 1984.

http://todosesupo.com/2013/08/lecciones-que-otorga-la-memoria-el-cuento-de-la-toma-del-m-19-a-yumbo/

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25 marzo 2014 2 25 /03 /marzo /2014 13:39

 

 

Bogotá, Marzo 25 de 2014

 

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12 marzo 2014 3 12 /03 /marzo /2014 23:21

ESPADA     

Haciendo memoria y rindiendo homenaje a las mujeres y a los hombres que siguen siendo ejemplo para la historia  

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ALVARO FAYAD DELGADO

(24/07/1946- 13/03/1986)

 

"Revolucionario siempre, fundador del M-19 y colombiano por excelencia, Álvaro Fayad fue proclamado unánimemente Comandante General de nuestra organización en el congreso de la Paz y la Democracia, celebrado en Los Robles a comienzos de 1985.

Se caracterizó siempre por su respeto profundo a la dignidad del hombre.

Severo y exigente consigo mismo fue riguroso en el cumplimiento de las tareas y el ordenamiento de las diferentes estructuras orgánicas al servicio de un proyecto nacional y masivo. Amigo leal hizo del humanismo y del respeto a la vida objetivo central de esta lucha por la democracia. Consecuente en todo, en la tortura. Ante el enemigo demostró la fortaleza y la honradez de un hombre de pueblo comprometido con la libertad y la justicia.

Conductor ejemplar, supo marcar los ritmos de cada proceso y percibir las propuestas políticas adecuadas para cada etapa. Hijo, padre y compañero amoroso, cultivaba en la ausencia, la esperanza del porvenir. Lector infatigable, supo también leer los poemas de la vida. Creativo y espontáneo, es forjador de esta nueva nación que nace en un país dividido y destrozado por la voracidad oligárquica. Colombia lo conoció en su afán por lograr nuevos caminos para la concordia nacional; en la búsqueda de una paz que naciera de la justicia social; en su marcha al encuentro de lo que somos como nación y como destino. Fue a los ministerios, al Congreso, a las directivas de los partidos políticos; habló con directivos cívicos y gremiales, con representantes del movimiento obrero, campesino e indígena, con obispos y militares, cantantes, teatreros, poetas fueron sus amigos. Tejedor de sueños, esperanzas y convicciones inquebrantables, creció al ritmo de la nueva nación. Aunque reservado no concebía el trabajo solo, siempre el amigo, el compañero, el colectivo, para escuchar la voz del otro y su sentir".

Carlos Pizarro

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9 marzo 2014 7 09 /03 /marzo /2014 11:06

PALABRAS DE DESPEDIDA

 

Comandante Gustavo Arias:

 

Boris"Verdad que la tarea que tenemos por delante es muy grande, Creo que no alcanza uno todavía a digerir todo eso. Pero también hay la seguridad de que en el rumbo que hemos dado a las nuevas estructuras de Dirección, al Estado Mayor y al Mando Central, seguiremos mejorando como organización y podremos volcarnos hacia nuestros compromisos con la responsabilidad que el momento histórico demanda. Es con esta seguridad que tenemos que seguir creciendo en medio de las dificultades al mejor estilo de nuestra estirpe bolivariana. Indudablemente ha sido dura la desaparición de los comandantes Álvaro Fayad e Iván Ospina, de Luís Otero, Andrés Almarales, Israel Santamaría y de tantos compañeros con quienes vimos nacer esta organización; hombres que dejan un gran vacío pero que también nos dejan llenos de sus mejores cualidades y siguen aportando en este proceso. Y cuando uno ve la solidaridad del pueblo que nos acompaña en las malas y en las buenas, en las peores condiciones y en las mejores, se reafirma la seguridad del triunfo. La generosidad de ese pueblo que nos señala caminos, nos ofrece salidas y soluciones; tiene que ahondar también nuestra capacidad de comprender nuestras fallas, nuestras debilidades y aportes: entre todos y para todos. Como tenemos que aprender de ese pueblo mágico el sentido pleno de la unidad. Unidad que debe ser hoy más vigorosa y sólida que nunca.

 

No es sólo la unidad de la organización, sino la unidad con las otras organizaciones y la unidad del pueblo y con el pueblo.

 

Al pueblo tenemos mucho que aprenderle y para ello tenemos que ser más generosos, menos arrogantes, y más sensibles a todo hecho que beneficie la causa popular, que es la nuestra. Y dentro de éste espíritu unitario ver lo que el pueblo asimila con más facilidad, que es la unidad latinoamericana. De verdad, tenemos que profundizar en eso: y pensar más en la nación bolivariana que en la nación colombiana; más en la unidad latinoamericana; más en la Coordinadora Nacional Guerrillera que en el M-19... Sólo así podremos dar los siguientes pasos en la consolidación de la unidad guerrillera colombiana y de la unidad guerrillera bolivariana. Es lo que decía el Comandante Pizarro: diluirnos, fundirnos, sembrarnos en el continente, en aras de ser más americanos, más bolivarianos; en aras de cosechar eso que todos soñamos y añoramos. Claro que tenemos que fortalecer nuestra organización, pero mirando más allá de la mera unidad entre los mandos y combatiente. Nuestra unidad interna tiene que partir hoy de una profunda identidad alrededor del compromiso que hemos asumido. Porque en este momento, como en toda la historia del M-19, el mirar más hacia afuera que hacia adentro es lo que nos permite trascendernos a nosotros mismos. Trabajar por la unidad con obsesión es lo que nos ha permitido nuestros más altos logros. Entonces, despidámonos con este compromiso: unidad entre nosotros, unidad con el pueblo y hacia la nación bolivariana. Verdad que hay que trabajarla con pasión".

 

Comandante Marcos Chalita:

 

"Cuando estaba Bateman, creímos en Bateman. Cuando Álvaro asume la comandancia,Chali creímos en Álvaro. Y hoy creemos en Pizarro, en Boris, en Navarro... Pero también tenemos que hablar, compañeros, de esos millones de hombres que creen en nosotros como camino, como esperanza de futuro. Pienso que éste es el desafío y de verdad la tarea: hacer que muchos hombres en Colombia, América Latina y el mundo concreten ese ideal de todos los compañeros que luchan y han luchado por esta concepción bolivariana.

 

Nosotros aquí ya tenemos nuestras tareas definidas. Hemos analizado las experiencias y los saltos que hemos dado hacia el mundo; y sabemos que en ese mundo hay muchas virtudes que recoger… Entonces también tenemos que recoger, organizar, brindar mecanismos de participación a esos millones de personas que creen y esperan de nosotros. Uno se pone a analizar y ve que muchos hombres, muchos líderes, se han quedado por fuera de este proceso; que se han quedado porque las organizaciones revolucionarias no supieron conducir sus aspiraciones. Y somos nosotros los encargados de volver a ellos, recogerlos y darles su trinchera, su campo de trabajo. Es ahí donde vamos a encontrar, a reforzar, a los líderes y comandantes que va a requerir el proyecto bolivariano para cumplir todas las tareas que tenemos. Ha sido claro para nosotros que tenemos una simpatía muy grande, que tenemos el cariño, la decisión y la voluntad del pueblo de estar con nosotros. Pero nos hace falta. Y vamos a dar un salto muy grande en la medida en que podamos lograr el objetivo de la unidad real, estratégica, del movimiento guerrillero. Pienso que ahí hay muchos líderes, muchos hombres, muchos cuadros, que unidos en una concepción política, una concepción ideológica, una concepción militar, se pondrán al ritmo de lo que nuestro pueblo espera de todos nosotros y no sólo del M-19. Aquí no hemos hablado mucho del proceso político que están viviendo las FARC. Pienso que también tenemos ese desafío. Porque, aunque sea un período posterior, si logramos ir juntos, con ellos también, es fuerza que le quitamos al proyecto de la oligarquía. Aunque la oligarquía ya no tenga nada que ofrecerle al pueblo y a la nación, sigue siendo válido que a la democracia tenemos que ponerle más fuerza más propuesta, más unidad, más hombres y más decisión. Pienso que a Colombia entera, a los países bolivarianos y al mundo tenemos que entregarles, en hechos concretos, la unidad total del movimiento guerrillero y de todas las fuerzas que de verdad quieren una Colombia nueva, una Colombia para los colombianos y una Nación para la Nación".

 

Comandante Pedro Pacho:

 

FOT51"Hoy es 28 de abril, y hoy hace tres años murió Pablo. Y no cabía en nuestra cabeza hace tres años que pudiéramos ser lo que hoy somos. Creo que Pablo debe estar muerto de la risa viendo cómo los locos siguen: cómo el carrete cambia y se desarrolla. Si nos ponemos a mirar el desarrollo de estos tres años encontramos que el horizonte se nos ha abierto. Que realmente pasamos de ser esa pequeña y angustiante organización que subsistía por hechos de opinión, con la sonrisa y el soye, para convertirnos en una realidad política, militar, social, con proyección bolivariana; que hemos ligado y profundizado -todos los días más- nuestra participación con el pueblo; y que avanzamos no sólo como colectivo, sino que el proceso nos dio también la posibilidad de irnos encontrando como amigos. Y Álvaro, el amigo de Pablo y el amigo de todos nosotros, también debe estar celebrando con Pablo la profunda amistad que ha reinado en esta reunión. Esta siembra de hombres para el futuro, para los sueños y para esta realidad que se amplía cada día más, es el camino de los compañeros que se han quedado. Y se han quedado en la lucha, en el deber, en la voluntad nuestra, en todos son partes que rendimos, en el futuro... Y vamos a seguir entregándoles partes de victoria a nuestros Generales de la Victoria. A ellos y a nuestro pueblo que, con el Batallón América, ha desdibujado sus fronteras nacionales y comienza a tener un perfil continental.

 

Metámonos en la cabeza que somos hombres de futuro: para este continente y para el mundo; para un siglo XXI que se abre con la única posibilidad del cambio que le da América Latina. Porque no se lo pueden dar los totalitarismos ni los monopolios capitalistas. Y entonces le tocó a la pasión, a los sueños, al sentimiento, volcarse al futuro verdadero; hacer que los ordenamientos sociales que nunca han podido satisfacer al hombre como hombre, tengan que ser arrollados por la pasión y el sueño de nuestro continente. Nosotros somos eso. Y tenemos que asumirlo así. No como personas, sino como conductores, como voluntad colectiva, como transformadores… De aquí salimos con un ordenamiento que parece mínimo porque supuestamente es orgánico. Pero es un país, un continente, y un mundo el que espera de nosotros los nuevos partes de victoria. Y así haremos de las voluntades y enseñanzas de nuestros comandantes, sueños hechos realidad. Entonces realmente podremos descansar".

 

Carlos Pizarro Leongómez :

 

ImagenNoticia710"De verdad ha sido afortunado tener la posibilidad de reunimos, conversar y llegar al punto en el que -independientemente de que queden cosas sueltas- el darle una columna vertebral al esfuerzo nuestro de los próximos meses, está logrado. Creo que tenemos un mensaje vivo que llevarle a la organización porque entre todos encontramos el hilo que le da continuidad al trabajo de tantos años. Y también podemos tener la convicción de entregarle al país una conducción nueva, confiada de que podemos jugar el protagonismo que nos exige la historia de nuestro pueblo y la historia de América Latina. El optimismo que aquí reina, la decisión de jugar cada uno su papel y la responsabilidad que cada compañero aquí ha adquirido, debe ser trasmitida y generalizada al conjunto de la organización. Tenemos la seguridad de que ya no nos derrota nadie, de que ya no nos aleja de la historia nadie; y que simplemente nos toca demostrar en este período que podemos ser tan contundentes como el país espera de nosotros, renovadores en las ideas, de puertas abiertas para convocar a todos los protagonismos que en Colombia y América Latina quieren ejercerse. Todo este período de los últimos años ha demostrado a una juventud dispuesta a asumir su tarea al interior de la revolución colombiana. Caras nuevas, hombres que ayer no tenían ninguna responsabilidad y que hoy asumen responsabilidades profundas. En un momento decisivo de nuestra historia. Y lo que nos llama al optimismo es que cada vez hay más cuadros y más hombres jóvenes asumiendo estas responsabilidades. Hoy podemos decir que tenemos generales de 25 años; compañeros que maduraron mucho antes de lo que maduramos nosotros, por supuesto, rodeados de un clima mayor de victoria, rodeados de un optimismo más grande, pero también rodeados de exigencias mayores. Simplemente hemos apostado a nuestro pueblo y hemos recibido de él lo mejor. Y tenemos que seguir en ese mismo sentido. El futuro del M-19 está en su capacidad de abrirse, en su capacidad de convocar, en su capacidad de ceder responsabilidades. Y tenemos que estar a la altura de ese reto. Requerimos en todos los campos de nuestra actividad que los cuadros que tenemos estén desarrollándose y preparándose para ceder responsabilidades a los hombres que han formado. Por eso hemos buscado que en cada área todos se sientan a gusto. Y esperamos que se conformen equipos de trabajo donde se desarrollen las mejores afinidades. Que no tengamos que sufrir, en el período que viene, dificultades que -al lado de las tareas que tenemos- nos desgasten y debiliten. Nuestras tensiones tienen que ser originadas única y exclusivamente por el enemigo. Que hacia adentro sintamos que estamos en el hogar, donde se descansa, donde se comparte, donde nos relajamos; y podamos ir hacia el enemigo con todas nuestras energías, sin desgastarlas en pendejadas. Nosotros hemos hablado de que nuestra revolución es bolivariana, que nuestra revolución es democrática, que nuestra revolución es antiautoritaria, que nuestra revolución va a defender las libertades en este país. Nuestra revolución se va a centrar en el hombre. Y depende de nuestra capacidad de conducir la sociedad hacia allá, que la revolución sea de esa forma, de esa estatura. Cuando ocurrió la masacre de los Francos decíamos que si el destino de la revolución era esa tragedia colectiva que ellos mostraban, preferíamos no ganar. Porque no queremos cualquier tipo de victoria. Porque queremos llegar limpios a la victoria. Y este es el mensaje que tenemos que llevar a todos nuestros hombres. Por eso, saber convivir hacia adentro es ejercer la democracia hacia adentro y prepararnos para poderla ejercer en forma total hacia afuera.

 

Queremos un diálogo fluido entre nosotros. No queremos que el diálogo termine aquí.

 

Tiene que haber una corriente alterna de comunicación entre todos nuestros hombres. Nadie puede producir algo y no recibir una respuesta de estímulo, de comprensión, de dirección por parte de su mando. Y nadie puede sentir que carece de mando. Y para quienes quieran crear en la organización, para quienes estén dispuestos a intentar audacias al interior de la organización, para quienes quieran soyarse en el trabajo político, en la propaganda, en lo militar, en lo técnico, todos los recursos, todo el respaldo y toda la confianza.

 

Esa es la convicción que tiene que salir de acá. No queremos hombres maniatados, no queremos la imaginación metida debajo de la mesa; la queremos volcada sobre el país y queremos sentir que la organización que vimos nacer, la organización que se la jugó a un Cantón, a la embajada, al Karina, a Aeropesca, a Florencia, al Palacio, sigue vigente. No solamente porque nos gusta la audacia, porque nos sentimos hermanados en la audacia, sino fundamentalmente porque no tenemos otro camino para ganar. Ese núcleo de hombres, ideales, armas que es hoy el M-19, sólo puede pensar en la victoria con las mayores audacias; y pensar en la victoria a corto plazo; y pensar en el privilegio que nos representa el poder participar como protagonistas en la conducción de una sociedad para reconstruirla; para cambiar el papel que tenemos hoy de hombres lanzados a la destrucción de un viejo régimen y emprender un trabajo que es mucho más gratificante y feliz: el de construir una patria en paz, una patria con justicia, con democracia y con libertad. Y llegará el día en que podamos sentarnos, con la victoria entre manos, a recordar a nuestros hombres, a recordar a los amigos, a los comandantes que perdimos, a los héroes que hemos ido sembrando a lo largo del país. Creo que hasta ese día no sentiremos que hemos cumplido con ellos, ni sentiremos que llegó el momento del descanso para nosotros. Las despedidas son siempre difíciles. Que pese a la distancia, sintamos que estamos cerca, que estamos hermanados y compartiendo entre todos este quehacer de una revolución del tamaño de nuestros sueños. Elaboremos y reelaboremos aún mejor lo que salió de aquí y convoquemos a todo el mundo, en la organización, al espíritu que aquí hemos vivido. Siento orgullo de la organización que hemos construido. Y también agradecimiento por la confianza y la solidaridad que todos ustedes han expresado ante la Comandancia. Y deseémonos suerte, para que la mayoría de nosotros lleguemos a la victoria lo más rápido posible... "

 

Cauca, abril 28 de 1986

 

 

 

TRES RECTIFICACIONES NECESARIAS HACIA LADEMOCRACIA PLENA

 

Carlos Pizarro Leóngomez

 

Introducción

 

En abril de 1980 Jaime Bateman invitaba al Gobierno del Presidente Turbay, al Estado y al país, a la realización de un Diálogo Nacional que le permitiera a los colombianos otros caminos diferentes a la guerra para resolver los conflictos de la nación. En abril de 1989, nueve años más tarde, como la hora de las grandes rectificaciones, calificaba Carlos Pizarro la coyuntura colombiana, la veía como una “oportunidad implacable y hermosa” para iniciar en las postrimerías de este siglo una era de paz y de grandeza. Pero tales apreciaciones no se quedaban en el simple terreno de los enunciados, sino que las concretó en propuestas, como las contenidas en el mensaje a la Mesa de Trabajo para la Reconciliación Nacional. Desde Santo Domingo, Cauca, en abril de 1989, como un nuevo y trascendental paso en el proceso político hacia la Democracia en que estaba empeñado el Movimiento M-19, propuso el documento:

 

“TRES RECTIFICACIONESPARA UNA DEMOCRACIA PLENA”

 

1.- La Nueva Constitución que exprese en sus contenidos, sus formas y sus procedimientos, un auténtico TRATADO DE PAZ.

 

2.- El diseño de un Plan de Desarrollo Económico y Social concertado a nivel regional y nacional que se erija en la Carta de Navegación que guíe nuestro avance con optimismo y perseverancia hacia la prosperidad con justicia.

 

3.- La formulación nacional de una filosofía de convivencia, unidad nacional y soberanía, que oriente la definición de una política única para las armas de la República, que induzca un manejo democrático del orden público y restablezca el imperio de la justicia.

 

Hechos que aborden enérgicamente los requerimientos insoslayables de la actual pobreza y las expectativas de progreso de todos los sectores de la nación. Como:

* Hechos de convivencia, justicia y orden público.

* Hechos inmediatos en materia económica y social que hagan parte de un plan  de emergencia para la reconstrucción del país.

*  Hechos inmediatos de orden constitucional y en materia electoral.

 

Texto de la intervención del comandante del M-19 Carlos Pizarro Leóngomez durante la instalación de la Mesa de Trabajo para la reconciliación nacional en la Casa de Nariño.

Y debido a que, en toda la galaxia no habían hallado nada más precioso que la mente, animaron su alumbramiento por todas partes, se convirtieron en granjeros, en los campos de estrellas, sembraron, algunas veces cosecharon.

 

 EPÍLOGO ODISEA 2010

 

Compatriotas:

 

Con estas palabras de Arthur Clarke intentamos ubicar la exacta perspectiva de una oportunidad implacable y hermosa para Colombia: el inicio de una era de paz y grandeza.

 

No nos referimos al fugaz cuatrienio de un Gobierno sino a la construcción de un tiempo histórico que por la dimensión de las búsquedas y por sus objetivos posee la capacidad de seducir la voluntad de la nación. Estamos intentando abrir una pausa en nuestra historia de barbarie para que viva y vibre la inteligencia. En nuestras manos está transitar por un final de siglo violento o construir las bases de la nación que asombre al Universo, sueño de Bolívar.

 

Las puertas están abiertas para participar, en la definición de este dilema. Que el Dios de nuestros padres ilumine la gestión que se inicia y el pueblo sea solidario, activo y eficiente en la inquietante tarea de labrar su propio destino.

 

Nuestra mirada debe abarcar el horizonte de la próxima década, que definirá sin duda el lugar de Colombia en el Universo durante el siglo XXI.

 

Nosotros, los hijos de este siglo de grandes cambios a velocidad de vértigo, sabemos que el tiempo perdido en el presente es la condena definitiva a un mañana de subordinación, dependencia y subdesarrollo.

 

Llegó la hora de las grandes rectificaciones que nos conduzcan a afrontar con seriedad, realismo y profundidad la crisis colombiana. Partimos hacia la próxima década desde la crisis de todo y de todos. Esparcidas por nuestra geografía están las evidencias de los fracasos de las fuerzas aquí reunidas. Nadie puede dejarse confundir ante indicadores engañosamente positivos que ocasionalmente deambulan por la superficie económica y política del país. Nuestra enfermedad no se disuelve en breves y esporádicos estados de euforia de la patria toda, o de parte de ella.

 

Las rectificaciones deben partir de todos, haciendo nuestra la crisis e, igualmente, nuestras las soluciones.

 

Rectificar el curso del país y proyectar su desarrollo integral, implica entregar al pueblo la absoluta soberanía sobre su presente y su porvenir. Como reza la Declaración de los Derechos del Hombre: “La soberanía reside en el pueblo. Es una e indivisible, imprescriptible y no enajenable”. Más adelante continúa: “Porque el pueblo tiene derecho de reformar, revisar y alterar su Constitución. Una generación no puede someter a sus leyes a generaciones que le sucedan”. El pueblo es quien debe dilucidar en un gran debate nacional las tres grandes rectificaciones y los perfiles de los tres grandes temas de su historia actual:

 

1.- La Nueva Constitución que exprese en sus contenidos, sus formas y sus procedimientos, un auténtico TRATADO DE PAZ.

 

2.- El diseño de un Plan de Desarrollo Económico y Social concertado a nivel regional y nacional que se erija en la Carta de Navegación que guíe nuestro avance con optimismo y perseverancia hacia la prosperidad con justicia.

 

3.- La formulación nacional de una filosofía de convivencia, unidad nacional y soberanía, que oriente la definición de una política única para las armas de la República, que induzca un manejo democrático del orden público y restablezca el imperio de la justicia. Sólo en un marco de garantías reales a los Derechos Ciudadanos superaremos el ciclo recurrente de la violencia política y social que es nuestro pasado y amenaza ser nuestro futuro. Este debate nacional no puede ser caótico ni excluyente y menos aún in-terminable. Las Mesas de Trabajo que hoy instalarnos deben idear con imaginación y sentido pragmático los procedimientos que nos permitan encauzar el debate y conducirlo a un marco de consenso satisfactorio, de tal forma que su aprobación sea el mandato del pueblo para los próximos Gobiernos y para los ciudadanos durante la próxima década. La conclusión de este debate es un pacto social que debe ser legitimado plenamente en Plebiscito a realizarse en marzo de 1990. Este proceso por sí mismo anima la Democracia colombiana haciéndose más sabia, serena y participativa. Pero las urgencias de la nación exigen hechos inmediatos que amplíen el clima nacional de distensión y preserven la vida, entreguen garantías a la participación y conjuren los vicios del sistema electoral; hechos que aborden enérgicamente los requerimientos insoslayables de la actual pobreza y las expectativas de progreso de todos los sectores de la nación.

Los hechos inmediatos que la patria requiere, son:

 

Hechos de Convivencia, Justicia y Orden Público

 

En esta Dirección proponemos:

 

1.- Establecimiento de un Tribunal Especial responsable de investigar y juzgar delitos políticos, genocidio y crímenes contra los derechos de opinión, organización, y contra el libre ejercicio de la justicia.

El Tribunal estaría integrado por miembros de:

La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia

La Procuraduría General de la Nación

La Dirección General de Instrucción Criminal, y

El Tribunal Superior Militar

Este organismo de justicia contará con la seguridad necesaria, los recursos suficientes y con su propio cuerpo de policía judicial.

 

2.- Reglamentación de autodefensas y disolución de grupos paramilitares, para lo cual se necesita:

Identificar públicamente los organismos de autodefensa que operan con autorización de las Fuerzas Armadas.

Autorizar la organización de autodefensas que protejan la vida, honra y bienes de los ciudadanos integrantes de Juntas Cívicas, de agrupaciones sindicales y políticas que han sido objeto de amenazas y atentados.

Disolver, con los instrumentos que prevé la ley, los grupos paramilitares que operan como agentes de terror y de justicia privada.

 

3.- Estudio de fórmulas para el establecimiento de diálogo directo con los grupos armados de derecha que tengan voceros reconocidos y con capacidad de comprometer a la fuerza que dicen representar; siempre y cuando demuestren que persiguen objetivos políticos y prueben con gestos y hechos su voluntad de paz.

 

4.- Creación de una comisión No Gubernamental, de alto nivel, para explorar soluciones políticas, jurídicas y económicas al agudo problema del narcotráfico y establecer una agenda de diálogo directo de esta comisión con los Jefes de los carteles.

 

5 - Derogación del Estatuto Antiterrorista.

 

6.- Aplicación inmediata, por todas las partes, del Derecho Internacional Humanitario, contenido en los Convenios de Ginebra de 1949; ratificación en el Congreso de los Protocolos de 1977. Conformación de una VEEDURÍA integrada por la Procuraduría General de la Nación y el Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, que vele por la aplicación de este acuerdo.

 

Hechos inmediatos en materia económica y social que hagan parte de un Plan de Emergencia para la reconstrucción del país

 

1.- Ampliación del Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES), incluyendo representantes de los gremios de la producción, de los sindicatos, agremiaciones campesinas e indígenas, la universidad, asociaciones de profesionales, cívicas y representantes del Parlamento, con el fin de contribuir al Plan de Emergencia para la Reconstrucción del País y de iniciar la concertación de un Plan Decenal de desarrollo económico y social.

 

Modificación, en los mismos términos, de los Consejos Regionales de Política Económica y Social.

 

2.- Implementación de un programa extraordinario de Producción y distribución de alimentos, tendente a incrementar su oferta y abaratar el costo de vida. Este programa debe incluir la ampliación de líneas de crédito barato; condonación y reestructuración de deudas, disminución de costos de insumos y maquinarias; subprogramas de infraestructura, riegos y adecuación de tierras; seguro de cosecha, fomento a la construcción de centros de acopio y conservación de alimentos. Creación de cinturones verdes de producción de alimentos en zonas suburbanas.

 

3.- Implementación de un plan de Vivienda de Urgencia que contemple: Relocalización de los habitantes de zonas de alto riesgo. Declaratoria de las áreas vacantes y de los lotes de engorde como zonas de desarrollo prioritario.

 

Definición de un “Plan Nacional de Vivienda del ICT y del BCH”, en zonas de desarrollo prioritario. Reestructuración de las deudas de los adjudicatarios de vivienda que hoy se encuentran en condiciones de morosidad frente a entidades públicas y privadas.

 

Redefinición del sistema UPAC. Plan de autogestión concertado entre Gobierno, productores de insumos para la vivienda, organizaciones de vivienda y comunidades, que permita la organización de programas de autoconstrucción y montaje de centros de acopio y distribución de materiales.

 

4.- Aumento semestral del salario mínimo y regulación concertada entre Gobierno, productores y consumidores, de los precios de los artículos de primera necesidad, para repartir así los costos de la inflación de manera más equitativa.

 

5.- Constitución de un FONDO NACIONAL PARA LA PAZ con el propósito de financiar el Plan de Emergencia para la reconstrucción del país (PERP) Dicho fondo podrá conformarse con:

Los recursos del Plan Nacional de Rehabilitación.

El establecimiento de un IMPUESTO DE PAZ, con tasas diferenciales según la renta y el patrimonio.

Consecución de Créditos Públicos blandos con entidades multinacionales. Destinación de los recursos obtenidos por expropiaciones y decomisos provenientes de todas las actividades ilícitas.

Destinación, por parte de las Fuerzas Armadas, de un 100% adicional de su presupuesto actual para inversión social cívico-militar.

Reestructuración de la deuda externa para liberar recursos con destino aeste fondo.

 

Hechos inmediatos de Orden Constitucional y en materia electoral

 

1.- Devolución de su soberanía al pueblo para reformar o cambiar el ordenamiento político de la República. Esto requiere la derogatoria del Art. 218 de la actual Constitución y la aprobación, en votación de las dos Cámaras, de los artículos que instituyen el Plebiscito, el Referéndum y la posibilidad de convocar una Asamblea Constituyente. Esta votación se podrá efectuar en el mes de agosto de 1989.

 

2.- Definición de un procedimiento democrático para la elaboración de la Nueva Constitución.

 

3.- Convocatoria a un Plebiscito Nacional que reforme el sistema electoral, contemplando los siguientes puntos:

 

  • Elección presidencial a dos vueltas.
  • Sufragio universal secreto y obligatorio.
  • Creación de la circunscripción electoral nacional.
  • Financiación estatal de las campañas electorales.
  • Destinación de espacios en los medios de comunicación masiva para los partidos en campaña electoral.
  • Tal Plebiscito podrá celebrarse el 12 de octubre del año en curso.

 

El objetivo de nuestro itinerario es la Paz, es abrir caminos de Democracia y de justicia social. No queremos nada para nosotros, distinto a participar en las conquistas de todos. No aspiramos a ninguna prebenda ni privilegio, no venimos a negociar principios ni a morigerar banderas; no venimos a entregar  programas o armas. Lo que está sobre la mesa es la búsqueda de un gran pacto que resuelva el conflicto armado y dé respuesta a las demandas vitales de nuestro pueblo.

 

Pretendemos que pare la guerra, que pasemos a un período en el que no impere el signo de la confrontación armada; no es nuestro empeño pactar pequeñeces para que todo siga igual o para que la guerra en su actual desarrollo se escale a niveles superiores; estamos por la desmovilización de las agrupaciones armadas de todos los signos y nos comprometemos a marchar hacia nuestra propia desmovilización como parte del avance del itinerario de democracia.

 

Esto significa que en este proceso, para que sea integral, se requiere el concurso de las fuerzas institucionales y extra institucionales que definen hoy la vida de la nación. Se necesita el concurso de las organizaciones integrantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, así como el del conjunto de las Fuerzas Armadas; el aporte de los partidos con representación parlamentaria y el de los que no la tienen pero que se legitiman en su capacidad de movilización, de representación y en la búsqueda de alternativas nacionales; se necesita el concurso del Gobierno y de sus opositores y la presencia activa de las organizaciones sociales, nacionales y regionales.

 

Las Mesas de Trabajo que instalamos son un instrumento para aportar a la construcción de un gran Pacto Social. Hablamos de las mesas en plural, porque aspiramos a que se constituyan muchas, tantas como lo indiquen los temas y lo reclamen los protagonistas nacionales y regionales.

Las mesas son escenarios de diálogo para concertar sobre asuntos particulares y generales, sobre cuestiones locales, regionales y nacionales.

Aspiramos a que estas Mesas, como las demás instancias que resulten en el proceso, redunden en determinaciones con capacidad ejecutiva, en acciones concretas para el bienestar de la comunidad.

Queremos ir tan rápido como lo exigen las necesidades de la patria que parecen tiradas al garete, pero sin los atropellos que terminan por desbaratar lo que se ha hecho. El país sabe que este es un complejo tejido que se debe construir con paciencia porque lo pretendido es una paz democrática estable y duradera y no una simple escaramuza para agregar a los balances anuales o a los discursos electorales.

Los terrenos de Colombia están minados y todos los que aquí concurrimos debemos comprometernos a caminar al ritmo necesario para desactivar y sembrar.

En el derrotero de los diálogos y de las Mesas de Trabajo, sería conveniente proponernos presentar un primer paquete de propuestas antes del 20 de julio próximo y las formulaciones para el gran pacto social en fecha coincidente con el cierre de las sesiones parlamentarias.

La Plenaria de las Mesas, realizada bajo una forma adecuada, es un evento que podrá ayudar a darle contenido democrático al paquete de julio y a la propuesta de pacto.

 

Para el eficaz funcionamiento de las Mesas de Trabajo, es importante el aporte que puedan hacer organizaciones como la CUT, la ONIC , la Unión Patriótica, los Movimientos Cívicos y los Partidos que no tienen representación parlamentaria.

Así mismo entendemos que es una coordinación propuesta en primer término para hacer más eficientes las gestiones que con todo derecho y autonomía se vienen realizando desde el movimiento armado, des de los partidos, o desde la iglesia, única entidad capaz de tutelar legítimamente este proceso.

 

También se destaca en el panorama de la Paz la declaración conjunta de tres destacados componentes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar  FARC, ELN, EPL, en la cual reiteran el pronunciamiento de la Tercera Conferencia a favor del diálogo directo de la CCSB con el Gobierno; en igual sentido se han manifestado diáfana y públicamente el Quintín Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT. La Comisión integrada por diversas personalidades a manera de “Promotora de Paz”, está llamada a prestarle valiosos servicios al proceso en sus diversos desarrollos y en particular a las mesas de Trabajo. La agilización de sus gestiones encaminadas a constatar la voluntad de las agrupaciones que han declarado el cese unilateral y analizar los alcances de las propuestas de otros sectores, adquiere hoy urgencia especial para que se avance en un procedimiento integrador que permita la confluencia en una sola mesa de Trabajo.

 

Compatriotas:

 

Aquí estamos, porque nos alienta la confianza en las virtudes de esta nación mestiza, en la imaginación despierta de nuestro pueblo, en la tenacidad que nuestras mujeres han sembrado en esta raza. Debemos desandar los caminos infortunados de los egoísmos oligárquicos y eludir los callejones sin salida del autoritarismo. Debemos usar con generosidad la inteligencia de nuestra estirpe para desalojar los excesos explicables de esta lucha en la cual todos hemos querido defender la existencia de la pluralidad, identidad de nuestra democracia. Aquí no habrá más guerras que las de unos contra los otros y ésas son como matar la madre.

Es el General en su laberinto que observa con lucidez nuestras pequeñas guerras.

 

Colombianos, saldemos cuentas con nuestro pasado. Actuemos con honor, que se cumpla al fin en Colombia con la palabra empeñada y con coraje regalémonos, todos, la dignidad de luchar juntos por un mañana!

Muchas gracias.

 

Carlos Pizarro Leongómez 

Ciudadela de la Paz de Santo Domingo, Abril 3 de 1989.

 

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9 marzo 2014 7 09 /03 /marzo /2014 10:59

UNA REVOLUCIÓN ABIERTA AL MUNDO

Carlos Pizarro Leongómez

 PRESENTACIÓN

 

Hoy tenemos un nuevo parte de victoria para la nación bolivariana. Entre el 10 y el 28 de abril pasado, la Dirección Nacional del M-19, junto con las comandancias del quintín Lame y de Alfaro Vive Carajo, celebramos una reunión en las montañas del Cauca. Analizamos el momento y las perspectivas políticas del desarrollo de la democracia en Colombia, y los avances de la unidad bolivariana en este continente de futuro. Asimismo, evaluamos los esfuerzos realizados a lo largo del último año y afinamos los planes e instrumentos político-militares en función de las propuestas y exigencias del momento. Se trata de una victoria más sobre las fuerzas de la oligarquía, empeñadas en impedir la realización de este encuentro. Y lo hicimos en plena zona de guerra, en un plazo de veinte días, con el enemigo cercándonos y hostigándonos; corriendo todos los riesgos, es cierto, pero decididos a realizarla en Colombia y confiados en la capacidad de la Fuerza Militar de la democracia para actuar como defensora, como garante, de los trabajos de su dirección político-militar.

 

En medio del cerco vivimos la tranquilidad y la alegría que caracterizan estos encuentros de compañeros y amigos. Fue emocionante estar reunídos otra vez, repasar anécdotas y experiencias vividas, constatar los desarrollos, y también sentir la presencia agigantada de los hermanos ausentes. La imagen viva del comandante Álvaro Fayad nos acompañó en todo momento, llenándonos de su vigor, su creatividad, su convicción de triunfo y sus reflexiones.

 

 No tuvo la reunión el carácter de Conferencia Nacional del M-19, pero participaron gran número de miembros de nuestra Dirección y Comandancia. Buscando mantener ese espíritu de puertas abiertas que ha marcado nuestras últimas reuniones nacionales, hoy presentamos ante el país y el continente los contenidos generales y conclusiones de nuestra discusión, sintetizadas por el Comandante General del M-19, Carlos Pizarro Leóngomez.

 

Y por ello, esta Carta Nacional, concebida tradicionalmente como documento interno de la Organización, rebasa su propósito y tiene como destinatario a un país ya un continente. En particular convoca a las fuerzas del futuro de Nuestra América a unirse en el esfuerzo por darle sentido histórico a nuestras identidades como Nación latinoamericana. Es, en últimas, la marcha de otra generación de americanos hacia el nuevo mundo.

 

UNA REVOLUCIÓN ABIERTA AL MUNDO

 

Hemos realizado aquí un enorme esfuerzo de síntesis, pensando y repensando nuestra realidad, nuestros logros, nuestros vacíos y nuestras proyecciones.

 

Y todo indica que hoy debemos ser, construir y actuar como Gobierno: un Gobierno de mayorías que suscite nuevos protagonismos y nuevos liderazgos sobre el país, el continente y el mundo. Es urgente que nos comportemos como Gobierno, aún sin tener, todas las condiciones para su existencia real; aún sin contar con todas las fuerzas que tienen que participar en ese Gobierno y sabiendo que nosotros no copamos toda la democracia, pero que podemos actuar como catalizadores de nuevas formas de protagonismo político, militar, social, civil y cultural en nuestra patria y en América Latina.

 

Buscando a América

 

No basta hoy pensarnos en el reducido espacio de nuestras fronteras nacionales porque ya no es el tiempo de las revoluciones solitarias. Tenemos que pensarnos en función de América Latina, sólo en este marco continental podremos integrarnos en un proyecto que multiplica y universaliza nuestros esfuerzos, que no es mera sumatoria de fuerzas sino convergencia para el mañana, para la victoria. Pero nada puede vertebrarse sino a la luz de una nueva Nación, que rompe con visiones anteriores de lo que debe ser la revolución; que rompe con esquemas de Estados totalitarios, con esquemas clásicos de desarrollo y con visiones recortadas que se nutren de afanes economicistas. Es decir, hoy la nueva nación tiene que buscarse en la totalización de valores básicamente democráticos en el sentido pleno de la democracia que es participación mayoritaria y confluencia en torno a las aspiraciones colectivas.

 

Una democracia que no parte esencial ni exclusivamente de las referencias de otras democracias populares -que introducen esquemas diferentes en la organización del Estado y la sociedad- sino que busca caminos propios, distintos, originales en su esencia. En América Latina se exige de los revolucionarios que seamos capaces de desencadenar las fuerzas múltiples de nuestros pueblos, de apoyarnos básicamente en el alma de nuestras comunidades, en nuestros colectivos sociales, dándole énfasis a estos elementos como factor de equilibrio de las fuerzas que se mueven dentro de la sociedad. No se trata meramente de la búsqueda de una alternativa de Estado: es la búsqueda de una alternativa para los pueblos, para las naciones, que debe dar la luz para las formas de organización política, social y civil que más nos convengan. Es la búsqueda de una democracia que nos centre en el hombre y proyecte al hombre como entidad colectiva, enmarcada dentro del respeto a ese hombre y a esa voluntad colectiva transformada en comunidad y en fuerza. De ahí la convicción que tenemos de que la América Latina tiene que aportar algo nuevo a la humanidad; de ahí lo que nos dinamiza, nos hace optimistas y nos da fe en que realmente tenemos elementos para enriquecer los esfuerzos revolucionarios a nivel mundial. Porque la virtud de nuestro mestizaje racial, de nuestro mestizaje cultural, de nuestro patrimonio histórico, ofrece la perspectiva de una revolución que integre, de una revolución de puertas abiertas, abierta al mundo y no sólo centrada en sí misma como nación latinoamericana. Indudablemente, construir el sistema de valores, la ideología, la doctrina, la filosofía o los desarrollos éticos y estéticos de una revolución de esas características no puede ser asumido únicamente por tal o cual organización. Es tarea de todos. Y es un proceso que habrá de asentarse en experiencias concretas, con desarrollos y logros específicos; que retoma búsquedas anteriores pero también aporta algo original. Por eso hoy tenemos que volcarnos hacia afuera con mucho mayor vigor; hoy no podemos simplemente enarbolar las banderas de una organización determinada porque castramos la posibilidad de involucrar a un continente en este esfuerzo. Solamente entendiéndonos por fuera de nosotros mismos, trascendiendo lo que hemos sido hasta ahora, podemos ser más ese elemento sintético que hemos sido a lo largo de nuestra historia. Esta es la angustia, el tema que más se ha manifestado en el transcurso de nuestra reunión: cómo asumir plenamente nuestro papel de conductores y a la luz de qué. Por supuesto que no podemos perfilar aún totalmente los contornos de esa nueva nación; pero sí sabemos que es en la búsqueda de lo nuevo donde está la posibilidad de nuestros desarrollos futuros; y sabemos que sólo podremos ser conductores quienes motivemos hoy el protagonismo colectivo desencadenando las fuerzas de una búsqueda que tiene que ser masiva. Alguien comentaba aquí que debemos tener algo de la esencia de los conquistadores buscando un nuevo mundo, para no quedarnos amarrados a viejas propuestas y anteriores alternativas. Por supuesto que sin el carácter destructivo que tuvo la acción de los conquistadores sobre el continente. Pero sí con esa visión de buscar espacios nuevos, soluciones y territorios nuevos para la acción revolucionaria en América Latina. O como Bolívar, quien no fue conquistador de ninguna tierra, pero sí el hombre que en la búsqueda de la síntesis dinamizó los sueños y esperanzas del nuevo mundo; tener la capacidad de situarnos en una perspectiva distinta y de mirar la realidad con ojos nuevos es el reto permanente para todos nuestros hombres. Y eso pasa por la certeza de quedarnos dentro de una perspectiva muy nuestra; muy bolivariana, muy del M-19, muy de Alfaro; de buscar siempre la respuesta nueva a los efectos que producimos; de negarnos a encasillarnos, o a esquematizarnos, a regocijarnos en nuestras propias victorias; de sentir que el espacio conquistado es un espacio que puede abandonarse para adquirir horizontes más amplios y mañana regresar a él. Es no estar aferrados al pasado, ni siquiera en los más altos logros obtenidos.

 

Leyendo a Carlos Castañeda encontrábamos una reflexión esclarecedora.

 

Él dice que la conquista española destruye toda una cultura, pero que también, como fruto de ese proceso, se ofrece la revelación total de algo nuevo. Pensamos que eso es América Latina hoy: la búsqueda de esa revelación que nos totalice a todos los niveles. Tal es la búsqueda de los hombres de esta generación. No podemos quedarnos cortos ante ese desafío, ni podemos quedarnos en nosotros mismos. Entonces, todo lo que se traduzca alrededor de la búsqueda del cuerpo doctrinario, de las fuerzas políticas, sociales, civiles, militares, de los desarrollos culturales, éticos, filosóficos y estéticos de la nueva nación, es síntesis que permitirá la cristalización del protagonismo colectivo de la América Latina. Con este faro, aparentemente todavía lejano, tenemos que conducir todos los esfuerzos. Porque es lo que le da sentido y perspectiva a cuanto hagamos de inmediato, a la construcción de alternativas de gobierno para nuestros pueblos. Y que quede claro: no es ser Gobierno por la urgencia del poder  político; es ser Gobierno por la urgencia de conquistar el futuro al interior de una nueva nación que nos exprese, nos dé identidad y sentido histórico. Por ello tenemos que sentir una enorme fe en nuestros propios valores -esos que hemos desatado coherentemente sobre este continente- como instrumentos desmovilización, de organización y de lucha.

 

Ayer los esfuerzos nuestros podían estar enmarcados en el ámbito estrecho -y era urgente que así fuera- de la construcción de Ejército, de algunas opciones nacionales o de búsqueda de una paz inmediata para nuestro pueblo. Hoy nos movemos en un marco distinto. Por eso partimos de esta visión y confiamos en llegarles a los futuros e imprescindibles protagonistas de este proceso con una perspectiva que nos permite sumarnos, integrarnos y aportar como conjunto.

 

Pensar en el trabajo internacional en estos términos significa entregarle a los hombres que están desarrollando esa actividad una enorme responsabilidad: la de ir hacia las fuerzas de este continente. Dejar a los compañeros del trabajo internacional pensando en el M-19 o en el Alfaro Vive de hoy, pensando en sus necesidades de propaganda, o en las necesidades de la guerra misma -a nivel de su ejercicio concreto en un teatro de operaciones- es recortar la dimensión de su trabajo. Porque hoy tienen que potenciar todo su liderazgo, toda su capacidad de conducción como portadores de un mensaje nuevo, de un cuerpo doctrinario, como movilizadores de fuerzas de este continente que son parte de este proyecto y que indudablemente también deben potenciar todo su liderazgo. Hoy tenemos en el exterior a un equipo de hombres que es de lo mejor que tiene la Organización. Y esto es una ganancia enorme, pues es un esfuerzo que para nosotros es central. Porque en esta revolución que estamos planteando, el Batallón América y lo que nos significa, nos obliga a acercarnos de una manera distinta a todos los hombres y fuerzas que tienen que jugar un protagonismo en Nuestra América. Ya nuestros compañeros del trabajo internacional no son la estructura que propagandiza unas ideas para motivar la solidaridad internacional con Colombia, o para suplir nuestras necesidades logísticas. Estamos planteándoles una actividad distinta: porque es más lo que tenemos que ir a propiciar que lo que tenemos que recibir, así tengamos enormes urgencias logísticas, enormes urgencias de solidaridad...Hoy no podemos ser “anti-algo”, o ir a pedir algo: tenemos que llegar como portadores de una nueva concepción de la vida y del quehacer latinoamericano. Esto es algo que ya empieza a ser creído, según nos hace saber el Comandante de Alfaro Vive Carajo, quien ha trabajado como propagandista de estas ideas y esfuerzos. Y la presencia de Alfaro Vive en este proyecto, da la demostración de que sí es posible, de que no hay oportunismos pequeños ni hegemonismos fáciles al interior de esta búsqueda, sino que básicamente es el reencuentro de los latinoamericanos con lo que ayer fueron intentos de verdad heroicos por lograr la síntesis de una nueva nación latinoamericana.

 

Tal vez comenzamos sin tener mucha claridad sobre todos los significados de este esfuerzo que nos hemos propuesto. Cuando conformamos el Batallón América, ya andábamos en este sentido, pero indudablemente requeríamos de todo un proceso de vivencias y todo un ir y venir sobre lo planteado inicialmente, para encontrar las esencias de lo que nos propusimos y su enorme proyección. Por eso el Batallón América nos cambió sin darnos cuenta y surge como surge todo en una revolución, no como fruto de una reflexión histórica profunda y larga, sino como momentos intuitivos que recogen nuestros sentimientos más profundos y el mejor marco de nuestras ideas; que se lanzan y se ponen a prueba, y en sus propios desarrollos nos descubren nuevas ideas y nuevas realidades. De lo que sí tenemos la certeza es de que esto no fue un paso en falso; de que está comenzando a concentrar energías que mañana se revelarán en forma más espléndida de lo que hasta hoy se ha logrado.

 

Todo lo que hoy recogemos sobre esta experiencia a nivel continental es -pese a las prevenciones- atención, curiosidad. Y si vamos a nuestros pueblos, recogemos alegría dé verdad. Es una alegría serena porque se asume como algo familiar, algo propio. En ninguna casa campesina, de obreros, entre la clase media o la misma intelectualidad de nuestros países hemos sentido expresiones de fobia chauvinista ante la presencia de una fuerza bolivariana.

 

Por el contrario, es una identidad fácil y se asume como lo que se estaba esperando. Ciento cincuenta años esperándolo... Y nos toma por asalto; pero es tan natural ese asalto, que lo asumimos. Hoy la tarea es que el Batallón América no sea solamente el esfuerzo de las organizaciones actualmente comprometidas, sino que sea la concreción de la fuerza de la nación bolivariana y la esperanza de la nación latinoamericana en la lucha por una sociedad distinta, por una nación nueva y por la derrota del terrorismo, el racismo, el armamentismo, los nuevos colonialismos que hoy amenazan el destino de la humanidad.

 

Ser Gobierno para la nueva Nación

 

Por supuesto que la urgencia de la nueva nación y de concretar esfuerzos en esa dirección, no llegan como iluminaciones divinas ni como el trasplante de experiencias ajenas. Es fruto de la maduración de nuestros esfuerzos al interior de nuestros países y organizaciones. Y si bien pasa por el reconocimiento de lo que nos une, igualmente recoge, respeta y enriquece la diversidad como elemento vital en la construcción de la nueva nación. Entonces, nos surge la urgencia de darle respuesta a la nueva nación porque de alguna manera, a nivel nacional, sentimos la urgencia de tener un cambio y pasar definitivamente de ser oposición a ser Gobierno.

 

Esté propósito cambia a una organización y a unos hombres. Porque a partir de la configuración de un gobierno democrático como el que proponemos, la única alternativa de victoria es dentro del marco del más amplio consenso.

 

Ser Gobierno significa convocar fuerzas a que actúen como tal, a que participen, llenen de contenidos y se expliquen por qué nuestro Gobierno ha de ser de una determinada manera y no de otra; e implica -en la afirmación de que tiene que ser un Gobierno democrático desde ya-, un ejercicio pleno de la democracia. Sabemos que la nueva nación es la luz que permite ordenar el ejercicio, la existencia y el triunfo de ese Gobierno. Y esto integra los elementos que nos hemos planteado durante doce años como organización.

 

Porque los mejores valores del M-19 -recogidos de una permanente vivencia al lado de nuestro pueblo- están planteados ahora con la perspectiva de la nueva nación, que busquemos llenarlos de contenidos es una cosa, pero los elementos esenciales ya están planteados. Actuar como Gobierno implica también sintetizar y entregarle al país un sistema de valores que canalicen la voluntad de la nación alrededor de ese Gobierno. O, en otras palabras, recoger de una sociedad que tiene descuartizados sus valores, un sistema de valores que garanticen que el Gobierno expresa lo que la gente realmente quiere. Por eso, no es cualquier tipo de Gobierno: es uno que actúe a la luz de una nueva concepción de la vida e integre los valores que hoy están desgarrados y dispersos. Y como es un Gobierno que se basa y apoya fundamentalmente en el alma colectiva, tiene que desencadenar el protagonismo histórico de nuestros pueblos.

 

Sin eso no puede haber Gobierno democrático ni se puede aspirar a construir una nueva nación sobre la que ya hay.

 

Porque si ese Gobierno se plantea desde una perspectiva autoritaria -basado en el ejercicio de la fuerza y no del consenso, surge gastado, y tiene la derrota al frente. Por eso no estamos esperando a tener espacios de Gobierno para corregir esas expresiones antidemocráticas que perduran no sólo en las filas de la revolución sino fundamentalmente en todos los ámbitos de una sociedad que no ha conocido la democracia; estamos diciendo ejercer la democracia desde ya, aún antes de la construcción de esos espacios de Gobierno destinados a potenciarla en todos los niveles de la vida colectiva. Y sabemos que en la concreción del consenso y del sistema de valores que lo inspira, está la fuerza, están los puntos de apoyo para poder cumplir con las demás tareas que requiere el ser Gobierno.

 

 No es cualquier opción a la que la gente le camina hoy en día. La gente no está buscando entre dos males el menor; ni la gente se va a subir al carro de la revolución porque en un momento determinado se pueda derrotar militarmente al enemigo. Es decir, no es sólo la victoria la que mueve a la gente; es un universo más amplio en el que la gente pueda ejercer un protagonismo activo.

 

Durante períodos anteriores el esfuerzo central fue la construcción del Ejército; y gran parte de los conductores de la Organización tuvieron que asumir las tareas para que ese Ejército fuera posible; gran parte de las energías, los recursos, se destinaron hacia eso. Hoy ya no es ésta la tarea básica, si bien el Ejército, la confrontación militar, sigue siendo el elemento neurálgico de cuanto pasa. Pero ya no podemos seguir hablando de la creación de ejército como actividad que materialice el esfuerzo de la mayoría de nuestros cuadros.

 

Hoy el ser Gobierno desborda también nuestras expectativas de Ejército.

 

Y si hasta ayer la tarea central de la Organización fue la construcción del Ejército, hoy ese Ejército lo tenemos. Tener Ejército permite plantearnos ser Gobierno, pero también sabemos que ese Ejército no puede desarrollarse sino a la luz del marco general que estamos, planteando; que ese Ejército tiene que alimentarse a partir de nuestra actividad como Gobierno, y tiene que crecer a partir de nuestra actividad como nueva nación, o como nación en proceso de forjarse.

 

No podemos resolver ninguno de nuestros problemas sino con esa perspectiva.

 

De lo contrario, es condenar al Ejército a una confrontación de aparatos que a la larga, todos lo sabemos, desgasta sus posibilidades de transformar la realidad. En este período nuestro Ejército tiene que ser desbordado con prácticas nuevas, sin perder -por supuesto- la perspectiva de que en la destrucción de un viejo régimen, la actividad militar de la revolución  concretada en la actividad de su ejército- es tarea central. Lo militar mantiene su enorme importancia, ordena y da posibilidades a todos los demás esfuerzos. Pero repito: hay que comprender que no basta con tener una actitud de ejército, que no bastan las victorias militares para concretar nuestros esfuerzos. No podemos construir la retaguardia por fuera del contexto de ser Gobierno, ni las victorias militares sirven, si no es garantizando algo en ese sentido; porque nuestro pueblo no se va a vincular masivamente al esfuerzo de ejército si no es planteándolo dentro de la perspectiva de ser Gobierno.

 

Una solución viable a la crisis: que las mayorías seamos Gobierno

 

Esto de lo que venimos hablando obviamente ordena nuestras tareas frente a la situación del país. Hoy el propósito nuestro como fenómeno político tiene que apuntar básicamente a solucionar la crisis nacional. Sabemos que la oligarquía colombiana se ha mostrado incapaz y sin voluntad para resolver el problema que su misma dominación genera. Por eso utilizan la venida papal como distracción frente a una situación en la que ya nada tienen que hacer; por eso todos sus esfuerzos en paralizar y neutralizar las fuerzas interesadas en solucionar esta crisis; y por eso sus mensajes no son aportes de solución, sino propuestas de remiendo y justificaciones del “no se puede”.

 

El intento de solución de la crisis -dentro de la perspectiva oligárquica- se hizo con Belisario y fracasó. Fracasó porque fue tramposo y fue un intento que negó sistemáticamente la participación de las mayorías. El pueblo sabe que la oligarquía ya nada tiene que ofrecerle y que las alternativas de solución planteadas por la minoría son falsas. Y aun esa última expresión renovadora que significaba Galán para dar alguna ligazón a la oligarquía en la solución de la crisis, se rompe al renunciar Galán a asumir a fondo los desafíos que su misma propuesta había generado. Hoy surgen nuevos protagonismos en la búsqueda urgente por solucionar los conflictos nacionales.

 

Desde la propuesta del grupo de Uribe Rueda, pasando por todos esos organismos de base y fuerzas que plantean no demandas sino soluciones concretas, y llegando hasta la C.N.G., el período está marcado por la búsqueda de un nuevo consenso, la necesidad de construir un nuevo Gobierno y el plantear nuevas alternativas para solucionar la crisis.

 

En este período ya no buscamos la negociación con la oligarquía. Ya no es la actitud que teníamos durante el período del Diálogo. Ahí estábamos buscando la negociación con la oligarquía en aras de una concertación nacional que permitiera solucionar la crisis por vías distintas al desangre nacional. Y en ese esfuerzo, los principales protagonistas y ejecutores en la solución de la crisis, eran ellos. Y nosotros los reconocíamos como los gobernantes. El esfuerzo de consenso tenía que gestarse a partir de su actitud, de su disponibilidad a la apertura, y el nuestro era negociar la presencia de nuevas fuerzas en «el intento de solución de la crisis. Hoy es diferente. Hoy estamos reuniéndonos -al menos en cuanto a propósitos- y vamos a reunirnos con una cantidad de nuevas fuerzas sociales y políticas para construir un nuevo consenso, para plantear nuevas soluciones a la crisis y para convocar a un nuevo Gobierno.

 

Pensar hoy en cualquier salida a nuestros problemas por fuera del ser Gobierno, nos empantana: ninguna propuesta puede alejarse de eso. Este Gobierno puede existir y puede existir a corto plazo y en ello vamos a poner todos nuestros esfuerzos.

 

Un Gobierno como lo pensó Bolívar en los Llanos: en la convocatoria de los protagonistas y en ejercicios políticos concretos; no porque contara con zonas liberadas; no porque su Ejército hubiera destruido ya al Ejército contrario; no como Estado; sino por la decisión política de un grupo de hombres representativos y de un Ejército de ser Gobierno. Así lo vamos a ofrecer al país, para pronto, con un primer hecho de Gobierno: con sus actos y decisiones.

 

Que eso implica contar con espacios concretos: pues tenemos que crearlos. Entonces, que nuestro esfuerzo militar, político, propagandístico, orgánico, garantice el espacio de Gobierno necesario para que unas fuerzas -más amplias que nosotros mismos- puedan hablarle al país como Gobierno, que tomen decisiones de Gobierno y enfrenten, como gobierno, al desgobierno que pretende institucionalizar la oligarquía el 7 de agosto próximo. Y que comience la pugna entre dos Gobiernos: el que defiende la democracia como proyecto histórico y como eje de la nueva nación, y el gobierno antidemocrático, autoritario, oligárquico que expresa a las fuerzas regresivas de esta sociedad. Para el logro de este objetivo requerimos de planes que nos permitan pensar no sólo a la Organización, sino a todas las fuerzas involucradas en este esfuerzo. Tiene que haber un eje que ordene nuestra actividad y la de todos los hombres que en este país buscan una nueva nación y tienen un puesto que ocupar en el nuevo Gobierno.

 

Requerimos del mensaje claro alrededor  del cual se organicen los pregoneros de la nueva nación y se articule la labor  propagandística; requerimos del concurso de la inteligencia de este país y de objetivos precisos para que la energía creadora de esta gente se pueda canalizar en propuestas concretas enmarcadas dentro de los propósitos señalados.

 

Que las energías contenidas en el liderazgo de todos los que tienen algo que decir y algo que hacer en este país, se desborden en la búsqueda de objetivos concretos y en estos logros nos permitan proyectarnos sobre horizontes mucho más amplios. Y tenemos que garantizarnos la retaguardia: desarrollando los elementos de retaguardia que ya existen en nuestro interior; pero entendiendo que esa retaguardia a nuestro interior es frágil -y siempre lo será- porque los recursos de que puede disponer son limitados; que toca desplegar mayor originalidad para resolver los problemas de nuestra revolución. Sin fronteras amigas, nos toca hacer un poco lo que a los combatientes de Sierra Maestra: trabajar y profundizar los espacios de retaguardia en el interior del país.

 

El plan militar y sus desarrollos han de concretar en logros de Gobierno cada paso que demos. No podemos ya dejar sujeto nuestro esfuerzo militar al arbitrio de las circunstancias; tenemos que buscar dar saltos y lograr un espacio de la región, que es espacio de Gobierno. No podemos dejar nada suelto, y si no consolidamos la región militar, como tal, el espacio de Gobierno no tiene posibilidades de asentarse. Pero tampoco podemos permitir que el enemigo nos condene a una guerra de desgaste interminable. Nuestra obsesión y compromiso es ganar esta guerra al menor costo y en el menor tiempo posible. Y de ahí que lo mejor de nuestros esfuerzos tiene que dirigirse a garantizar que la unidad en el interior de la revolución colombiana siga dando pasos ciertos para el desarrollo de este proceso, como lo ha venido haciendo hasta ahora con la Coordinadora Nacional Guerrillera.

 

Pero sus esfuerzos deben concretarse y materializarse en cosas tangibles; que la unidad se sienta en el país como un ejercicio real de Gobierno; no como la unidad de las izquierdas, que no dice nada. Tenemos que dinamizar la unidad con ese significado; para que los jefes de las organizaciones guerrilleras en Colombia sean parte del Gobierno democrático que nos queremos dar, y no simplemente los conductores de pequeñas entidades orgánicas o la expresión de la marginalidad de la izquierda colombiana. La Coordinadora tiene que evolucionar hacia eso: a ser parte del nuevo Gobierno que está naciendo; a ser el núcleo con el que se empieza a ser Gobierno, para que el nuevo Gobierno pueda desarrollarse e ir aumentando su cobertura con la presencia de futuros y necesarios protagonistas que representan a más fuerzas que se mueven en Colombia y que aspiran al cambio. Hay urgencia de que en la C.N.G. nos vayamos acercando en el campo de lo doctrinario y de lo que queremos para nuestra sociedad, para la nueva nación, de tal manera que lo que hoy es coordinación de esfuerzos militares, pueda traducirse en identidades mucho más profundas en términos de ideales, de propuestas políticas, de propuestas para el conjunto de los fenómenos sociales, ya hay logros por supuesto: el simple hecho de manifestar coincidencias éticas en torno al Ricardo Franco, significa que hemos ahondado en ese sentido; y más aún: la aceptación de una plataforma mínima de lucha, la convocatoria conjunta a la Asamblea Nacional Popular, y la serie de tareas organizativas que hemos emprendido en forma bilateral o multilateral, no son sólo pasos, sino un camino abierto para la revolución colombiana.

 

Pero hoy el enemigo nos está exigiendo que introduzcamos más afanes militares en el seno de la C.N.G. Porque el enemigo ha desatado la guerra, ha decidido el aniquilamiento de nuestras fuerzas, y nosotros no podemos mantenernos impasibles ante tamaño desafío. Mantenernos en la realidad actual es conformarnos con una eventual derrota; porque el aniquilamiento de cualquiera de nuestras fuerzas significaría el atraso -por quién sabe cuántos años- de los esfuerzos transformadores de cuantas organizaciones revolucionarias hay. No podemos vernos como fenómenos marginales y disgregados y tenemos que asumir, con todas sus implicaciones, que totalizar en este nivel requiere de transformaciones profundas en el interior de nuestras propias filas.

 

En el interior de la C.N.G. ya se mueven todas estas inquietudes y algo hemos hecho en este sentido. Hoy es clara la certeza de que todos apuntamos en la misma dirección; cada uno con énfasis en unos u otros elementos, pero todos buscamos la transformación de la patria. Lo que no puede haber hoy son desarrollos tan desiguales en el terreno de la confrontación militar. Toca acomodarnos a todos, a los desarrollos de todos. Lo que no puede haber hoy son fuerzas que enfrentan al Ejército de conjunto, a sus unidades élite, a sus tanques, helicópteros y aviones, y fuerzas guerrilleras andando al ritmo de una revolución que va a nacer dentro de muchos años.

 

Esos dos ritmos son incompatibles y nos condenan a la derrota. A unos porque dejan a unas fuerzas solitarias enfrentando el poder del enemigo, lo cual produce un desgaste progresivo; a los otros porque la quiebra del ritmo de quienes están sosteniendo el peso fundamental de la guerra, conduce a que no puedan adquirir el ritmo de la guerra y de la victoria en los tiempos en que lo exige hoy la revolución colombiana.

 

La unidad es fundamental y es un hecho histórico lo alcanzado hasta ahora. Pero su proyección está dada en la medida en que podamos convertir todos los esfuerzos de la Coordinadora en acciones orientadas hacia actos de Gobierno, hacia la concreción -entre todos- de espacios de Gobierno, y hacia la construcción del Ejército único como eje y columna vertebral de todo el esfuerzo.

 

Hoy eso es berracamente posible: la C.N.G. es de los grandes logros de la revolución colombiana. Lo que pasa es que tenemos que trabajar en su interior con mayor generosidad y afinar, entre todos, nuestras propuestas. Tenemos que repasar nuestra historia para ofrecerla como la concreción de saltos dados en momentos cuando se pensaba que la madurez de los procesos no daba para tanto; y al tiempo, motivar en nuestras filas la búsqueda: de los aportes que nos pueden brindar las organizaciones hermanas, su experiencia, su historia.


Hoy no caben las actitudes prepotentes, que son ineficaces y estúpidas.

 

Infortunadamente, nosotros no hemos sido propiamente un modelo. Nos toca educarnos y educar a nuestros hombres en el significado profundo de la unidad guerrillera. Como hay que hacerlo en el Batallón América; y con muchísima mayor fuerza porque su proyección está desbordando a nuestras naciones. Ayer lo sentíamos, cuando escuchábamos lo que el Ecuador aporta, y como se vive y se vibra en el Ecuador con este esfuerzo. Y uno dice: hay tantos elementos que no hemos encontrado porque no hemos querido escuchar, porque no hemos tenido la disposición para hacerlo... Pero indudablemente es en este marco en el que se rompen las barreras del grupo, los sectarismos inconscientes, para perfilar una opción distinta que nos integre y haga real la unidad. De todas maneras, en todo este esfuerzo que hay que hacer a nivel nacional, la C.N.G. es eje. Y los acuerdos logrados los asumimos con el sentido que siempre ha dado a la palabra empeñada nuestra Organización: con integridad y convicción de futuro.

 

Tenemos planes y proyectos para proponerle a la Coordinadora cuyo fin es el de acelerar un poco los ritmos: aceptando lo logrado, cumpliendo con todo lo acordado hasta ahora, pero introduciendo nuevos afanes que concreten a más corto plazo las tareas de Gobierno.

 

La Asamblea Nacional Popular, en esencia, es lo mismo que planteábamos sobre el Congreso Admirable en Campoamérica. Por eso pensamos que es un momento del nuevo Gobierno, una de cuyas tareas tiene que ser esa: posibilitar la Asamblea Nacional para que ésta lo legitime. Entonces, no tiene que preocuparnos que ese Gobierno se conforme con un mínimo de fuerzas, o con fuerzas que no copan la democracia de este país. Porque su sólo ejercicio nos va a llevar hacia allá: hacia la concreción, en la Asamblea Nacional Popular, de un esfuerzo mucho más democrático que legitime al nuevo Gobierno, que le brinde nuevos protagonistas y legitime también al Ejército como puntal de existencia de ese nuevo Gobierno, como su columna vertebral, como fuerza del cambio y como garantía de derrota del Gobierno al que estamos enfrentando.

 

El proyecto de la Coordinadora Nacional de Masas podría transformar en fuerza de masas gran parte de lo que hemos venido haciendo las distintas organizaciones en el trabajo con nuestro pueblo: con la conciencia de que éste es el sustento real del nuevo Gobierno y de que es la participación de masas lo que le da sentido a los esfuerzos de ser Gobierno. También hay que trabajar  con sectores y fuerzas que no van a estar todavía dentro de la Coordinadora Nacional de Masas, pero que eventualmente pueden integrarse a este esfuerzo.

 

Es decir, que ninguna organización abandone a los sectores que puede conducir con mayor facilidad; pero que todos sepamos que estamos apuntando en una misma dirección. Concretando en fuerza, convirtiendo en fuerza cuanto tocamos y hacemos, llenaremos de contenido y sentido a este importante propósito de la C.N.G.

 

Lo orgánico: de puertas abiertas a la Nación

 

Ya en el plano orgánico interno, durante este período inmediato vamos a trabajar por consolidar lo alcanzado hasta ahora. Pero que no se vea como un alto; es darle un piso más sólido a lo logrado en las distintas esferas de nuestra actividad. No podemos permitir el desborde de nuestras fuerzas en la confrontación con el enemigo -que ha sido intensa y muy enriquecedora-, sino que tenemos que ordenar esa confrontación para lograr determinados resultados. Entonces, no se trata de evitar enfrentar al enemigo, sino enfrentarlo en la búsqueda de resultados precisos. Todo el año pasado, con sus puntos culminantes en el Palacio de Justicia y Siloé, todo el período germinal del Batallón América, ha llevado a una tensión tal de nuestras fuerzas, que indudablemente nos da la garantía de los saltos que tenemos que dar; pero también nos deja vacíos -en la convocatoria política, la ligazón orgánica con las fuerzas que nos acompañan, e incluso de información sobre los desarrollos alcanzados- así como cuellos de botella que tenemos que resolver. En otras palabras: tenemos que reorganizarnos en la búsqueda de resultados más precisos; y concentrar de tal manera nuestros esfuerzos, que los logros sean más contundentes, para que nada se desperdicie.

 

Entonces, todas nuestras estructuras deben evaluar sus desarrollos, definir más exactamente sus objetivos, concentrar fuerzas en el logro de los mismos y diseñar el esfuerzo principal del período, para garantizar lo que para todos tiene más significación, que es el espacio del nuevo Gobierno en ejercicio.

 

Todo esto, por supuesto, en el marco de ir atrayendo hacia este esfuerzo a todas las fuerzas susceptibles de ser atraídas. Abrirnos, convocar y crear las condiciones para que el país se concentre en la dirección de ser Gobierno que proponemos: tal es la tarea y la meta. Porque no es un Gobierno del M-19 ni de la C.N.G.; es un Gobierno de mayorías nacionales y evidentemente des borda en su proyección a los sectores revolucionarios. Creemos que a nivel orgánico vivimos la mejor época del M-19. Pese a la pérdida de muchos cuadros -que hoy estarían llamados a jugar un papel fundamental-, encontramos como saldo de tantos esfuerzos a un conjunto de hombres que aprendieron a ganar, enriquecidos en su convicción de patria, y que hoy se piensan en una dimensión mucho más amplia de la que se pensaban hace un año o unos meses. Así de rica ha sido esta última etapa de desarrollo. Álvaro Fayad nos dejó una organización más madura y con esta posibilidad de construir el futuro entre todos, ha sido mayor la alegría de este encuentro. Durante este período que pasó, por el esfuerzo de todos y básicamente de Álvaro, tenemos al EME que conocimos siempre: esa organización donde la amistad, la fraternidad y la alegría dan el clima que nos permite ser realmente creativos. Y eso es una ganancia para la revolución nacional y para la revolución bolivariana. La búsqueda central es la de una Organización en la que todos sean constructores, cuyas estrategias sean fruto de la elaboración colectiva permanente; en la que cada hombre sea capaz de asumir el nivel de conducción que le corresponde y sepa ceder los espacios para que otros hombres asuman nuevas y mayores responsabilidades. Hoy la conducción del M-19 es más colectiva que nunca. Y es más colectiva porque hemos madurado todos juntos. Porque asumir las responsabilidades de ser Gobierno y de jugar un liderazgo para la nueva nación significa un esfuerzo que ningún hombre -por más capaz que sea- puede resolver solo. (como no puede resolverlo sola la organización misma...). Y creo que es la sensación que recorre al M-19 en su conjunto, que es un factor altamente positivo en el logro de nuestros esfuerzos. Además, en una sociedad tan inorgánica como la nuestra, y con una Organización con tanto liderazgo sobre nuestro pueblo -pese a los escasos lazos orgánicos desarrollados- se requiere explotar a fondo la capacidad de conducción que tenemos y enriquecer el espacio democrático con la presencia de unos hombres formados en esta concepción de la vida. Nuestra mayor fuerza es esta capacidad de liderazgo y éste es nuestro principal aporte al proceso, independientemente de que tengamos o no los nexos orgánicos necesarios a nivel de masas. Igualmente, hoy podemos aportar elementos nuevos en torno al tipo de guerra que hay que hacer en Colombia para la victoria. La capacidad nuestra, lograda por la concentración de tantos esfuerzos en este sentido, nos brinda hoy una profunda experiencia militar, concretada en la conformación de unidades de Ejército, en el carácter del enfrentamiento, en la capacidad de maniobra... En estos dos niveles tenemos que jugarnos a fondo: eso implica activar nuestras fuerzas como todo y aprovechar nuestras características como organización, conscientes de que no estamos solos y de que hay tareas que otros pueden realizar con más eficacia que nosotros.

 

Pero sí requerimos los nuevos modelos organizativos que estaban planteados desde Campoamérica, en diciembre, y que no hemos implementado. Así, la conformación de un Estado Mayor es inminente. Necesitamos el ejercicio diario de conducir nuestros esfuerzos en forma continua y convergente. La comandancia garantiza la convergencia de los aspectos básicos de la Organización; pero quien lleva de la mano los desarrollos parciales hacia las grandes convergencias es el Estado Mayor. Por eso tenemos que entregarle esta responsabilidad a compañeros que tengan condiciones políticas, militares, la concepción, la organización mental y la experiencia que permitan asumir las tareas de Estado Mayor con eficacia.

 

Prácticamente, desde el período previo al Cantón Norte no hemos tenido ese organismo actuante. Le hemos entregado a los Comandantes Generales de la Organización una responsabilidad que lleva al agotamiento al tener que asumir todas y cada una de las responsabilidades que implican la conducción. Y su agotamiento significa también su muerte, como en el caso de Álvaro; y creo que es el caso de Pablo en gran parte. Porque son tantas las responsabilidades que tienen que asumir para conducir esta organización y evitar que nuestra tendencia centrífuga nos precipite a la ineficacia, que agotamos hasta la magia que nos acompaña; agotamos la suerte, y el enemigo nos da el golpe. O nos lo da el destino, como sucedió con la avioneta en la que iba Pablo.

 

Esta organización no se puede seguir edificando así. Este Gobierno que vamos a construir no se puede dirigir así. No podemos ser tan artesanales. Requerimos de los instrumentos que dirijan a la Organización en forma permanente, y que garanticen la continuidad de la dirección. Que nadie se quede en la organización sin un mensaje preciso que oriente sus esfuerzos; que nadie trabaje sin que se evalúe hasta qué punto aporta al esfuerzo principal en cada período; que todos los compañeros adquieran la capacidad de globalizar porque se está globalizando en forma permanente a nivel del Estado Mayor y que se establezca un diálogo permanente, de corriente alterna, entre el mando de la Organización y el conjunto de sus combatientes.

 

Esto no significa -porque sería negar la esencia de esta revolución- que vamos a resolver el conjunto de los desafíos que tenemos por delante a partir de lo orgánico. Seamos conscientes de que sólo podremos resolver la mayoría de nuestros problemas poniendo la solución en manos del pueblo, de diferentes protagonistas... Despejar nuestras angustias orgánicas no resuelve el problema de la revolución colombiana. Este se resuelve en la medida en que seamos capaces de ordenar nuestras fuerzas junto con otras; y en la medida en que seamos capaces de entregar muchas tareas a quienes están en capacidad de cumplirlas mejor que nosotros. Pero de todas formas, sí ordenamos, sí reglamentamos y sí garantizamos que somos conjunto, sistema, y no aspectos fraccionados de una misma entidad orgánica. Para terminar: es tarea de todas las estructuras, y fundamentalmente de sus mandos, garantizar el cumplimiento de nuestro esfuerzo propagandístico. Que el enemigo no cerque nuestros hechos, nuestra voz en este reducido espacio: porque éstos tienen que volcarse hacia el país y sobre la nación bolivariana. La oligarquía busca bloquearnos a todos los niveles, y especialmente en éste, para que seamos una fuerza muda, una fuerza de reflexión hacia adentro, pero no una fuerza que actúa ante el país, piensa en función del país, y dinamiza todo lo que en él es búsqueda de alternativas. Entonces, la propaganda es tarea de todos y hay que ir rompiendo el cerco impuesto: con la constancia, la permanencia y claridad del mensaje que queremos entregar. Ese mensaje que tiene que expresarse en cada uno de nuestros hechos. Y también en el esfuerzo programado y consciente de crear los vasos comunicantes -o fortalecer los que ya hay- con una serie de sectores políticos, sociales y civiles que no están comprometidos con el M-19 pero sí con la voluntad de cambio de la nación y que desean andar al ritmo de estos tiempos.

 

Somos hombres de América

 

Y nos toca trabajar profundamente para darle piso y cuerpo a la conducción del proyecto bolivariano. Que no es sólo un fenómeno orgánico, o la definición de objetivos comunes, sino la capacidad de integrar íntimamente lo que somos nosotros y lo que son las fuerzas sociales y políticas de otras naciones. Es desarrollar la capacidad de pensarnos como americanos. Que todas las tareas conjuntas, el diálogo permanente, la construcción de instrumentos orgánicos unitarios, nos vayan dando la sensación de que somos americanos y no simplemente colombianos, ecuatorianos o peruanos. Sabemos que no es fácil pensarnos como americanos; pero igualmente sabemos que sólo pensándonos como americanos nuestra revolución va a ser victoriosa. Y tenemos que decir que después de estos meses se ha gestado una generación de americanos: por lo menos el núcleo básico de una generación que verá nacer este continente. Por eso la comunicación tiene que ser más intensa, los esfuerzos, más conjuntos, y la forma de pensar nuestras realidades tiene que ordenarse a partir del hecho de que somos americanos. La comandancia del Batallón América tiene que ampliarse y englobar los esfuerzos de cuantos participamos en este proyecto bolivariano. Y si somos hombres de América, vamos a tener que desarrollar la capacidad para dar los virajes que la realidad nos vaya exigiendo en el desarrollo de nuestras propias revoluciones; para encontrar el centro de gravedad de la revolución bolivariana; como lo encontró Bolívar cuando decidió salir de Venezuela y entrar a la Nueva Granada. Porque el triunfo de cualquier revolución, en cualquiera de nuestros pueblos, es la garantía de la victoria de la revolución bolivariana. A lo que no podemos apostarle es a procesos que se nos alarguen indefinidamente en aras de una visión particular, localista.

 

Es ser americanos de verdad; no americanos para vender una idea que toca los sentimientos de Nuestra América, sino básicamente como una esencia política, militar, cultural, orgánica... Y es llevar a un continente a que se piense como americano, después de más de 150 años de pensarse como colombiano, ecuatoriano, boliviano. Se trata de una tarea bien difícil. Pero también es, quizás, el desafío más espléndido que nos hayamos propuesto. Aquí hemos intentado recoger lo que ha sido la discusión en estos días; o al menos de fijar el marco conceptual, tirado con un poco de desorden. Toca ahora abordar los planes concretos para todos y cada uno, para concretar el esfuerzo hecho y situar las diversas actividades en el marco de estos amplios horizontes.

 

 Exposición del Comandante Carlos Pizarro

Abril 23 de 1986

 

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