"A los que creyeron en esta utopía. A los que creyendo en ella murieron. A quienes por creer en ella vivimos. Dedicado a los miles de etc., etc., sin bando, depositarios de la gloria y de nuestro amor, recuerdo y llanto. Dedicado a los cientos de anónimos que día a día construyeron esta historia. Que vivan todas y todos para que sólo podamos morir de amor, de ilusión, de paz o quizá de tiempo." (Aquel 19 Será - D.Villamizar)
Movimiento 19 de Abril M-19
Porque siempre habrá un motivo, porque siempre llegará un abril
Haciendo memoria y rindiendo homenaje a las mujeres y a los hombres que siguen siendo ejemplo para la historia
1939 - 2014
El dia 7 de noviembre de 2014 marcho a descansar nuestro hermano, militante, periodista, escritor, poeta, maestro, pero ante todo excelente ser humano Carlos Vidales.
Gratos recuerdos nos quedan de su experiencia Chilena, sus enseñanzas de la Unidad Popular, el M, Alternativa, Anapo, Mayorías, su vida plena de conocimientos y vivencias compartidas.
Publicamos una entrevista tomada de "el malpensante" que nos acerca a su trayectoria vital y nos aproxima a este hermano del alma.
Una entrevista con Carlos Vidales
Por La Redacción en septiembre 1, 2014
Por: Andrea Pinzón Escobar y Fredy Yezzed
Tomado de El Malpensante*
Los periodistas Andrea Pinzón Escobar y Fredy nos aproximan a la interesante vida y obra de nuestro amigo Carlos Vidales, uno de los tantos ilustres colombianos que las retrógradas fuerzas del odio obligaron al exilio.
Tanto Fredy Yezzed como yo conocimos a Carlos Vidales a través de la poesía. Poco a poco se nos fue revelando una persona fascinante, con una trayectoria llena de giros, que van de la literatura a la militancia, del Bogotazo al exilio, de Colombia a Chile, del M-19 a Suecia. Una vida intensa, plagada de anécdotas en las que sorprende la cercanía con personajes como Jorge Eliécer Gaitán, Pablo Neruda, Salvador Allende, Jaime Bateman, Carlos Pizarro, Carlos Gaviria y, por supuesto, su padre, el poeta Luis Vidales, primer secretario general del Partido Comunista Colombiano e integrante del grupo Los Nuevos.
En 2010, Fredy Yezzed publicó Párrafos de aire, primera antología del poema en prosa colombiano. La investigación para ese libro lo llevó a conocer a fondo la obra de Luis Vidales, pionero del género en el país, y a entrar en contacto con Carlos, valiosa fuente de información, no solo acerca de la poesía de su padre sino también de otros autores con los que había tratado, a los que había leído y sobre quienes aportaba acertadas reflexiones. Después de largas conversaciones a distancia, Carlos y Fredy se conocieron en Argentina, en 2012. La idea de hacer esta entrevista surgió durante un encuentro en el Bar Británico de Buenos Aires, famoso por contar entre sus asiduos a Ernesto Sábato.
Por mi parte, la forma en que conocí a Carlos Vidales fue producto de una extraña y afortunada casualidad, mediada también por la literatura: entre los muchos comentarios sobre una foto de la tumba de Gabriela Mistral, publicada por Fredy Yezzed en Facebook, el único que logró despertar mi curiosidad y revelarme algo desconocido acerca de esa imagen fue el de Carlos Vidales, quien en su juventud había visitado la tumba de la poeta chilena.
De recuerdos como ese está llena su vida. Parece haber estado en cada momento y lugar decisivos. Y no solo como testigo: vivió en carne propia el rigor de la historia, asumió múltiples formas de desprendimiento, volvió sobre las páginas de su padre, tomó las armas cuando fue necesario y las dejó de lado por cuestión de principios.
Durante un prolongado intercambio de mensajes entre Colombia, Argentina y Suecia, a lo largo de una cadena trenzada entre lo personal, lo literario y lo político, Carlos Vidales nos reveló ampliamente las excepcionales circunstancias en las que han transcurrido las múltiples vidas de él y de su padre.
Andrea Pinzón
Carlos Vidales, en 1941, la foto fue tomada en el patio de la casa de los Vidales, en el barrio Santa Teresita de Bogotá. Es la imagen más antigua que se conserva de él. © Archivo personal de Carlos Vidales
Carlos, naciste a finales de la década de los treinta, años bastante convulsos para la historia colombiana. ¿Cuáles fueron las circunstancias familiares que rodearon tu nacimiento?
Nací en 1939, año del inicio de la Segunda Guerra Mundial, lo cual marcó mi infancia por la intensa actividad de mi padre en favor de los judíos perseguidos por el nazismo y en apoyo a la lucha contra Hitler. Soy el segundo hijo de Luis Vidales Jaramillo y de Paulina Rivera de Vidales. Mi hermana Luz es un año mayor. Cuando nací, mi padre era funcionario de la Dirección Nacional de Estadísticas y en 1940 fue nombrado director de esta entidad por el gobierno liberal de Eduardo Santos, cargo que ocupó hasta 1946. Mi primera infancia fue de intenso contacto con mis padres, comodidad económica y mucha actividad intelectual y social en el hogar, de la que mi padre siempre me hizo partícipe: Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay, León de Greiff y los Lleras, entre otros.
En cuanto a tus años de infancia, ¿cuál es el primer recuerdo que tienes de tus padres? O algo que quizás tengas marcado en tu memoria…
Recuerdo que mi padre acostumbraba ponerme en un estrado para que echara discursos a los visitantes de la casa, quienes me aplaudían y me traían cajas de chocolates y otros regalitos. Gaitán y León de Greiff siempre me sugerían ideas. A los cinco años, yo me sentía como un “tribuno del pueblo”. Imagino que eso sería muy divertido para Gaitán, que siempre se reía con mucho entusiasmo.
Una imagen que quizás uno puede formarse en la mente es la de Luis Vidales enseñándote a leer. ¿Cómo recuerdas tu encuentro con la lectura, con los libros?
Sí, mi padre me enseñó a leer, pero no de una manera escolar sino a través de conversaciones. Me daba una revista o un libro y me decía: “Ahí dice esto, aquí dice esto otro”. Poco a poco, haciendo analogías, las letras y las palabras comenzaron a tener sentido para mí. Las dos primeras palabras que pude leer sin ayuda de nadie fueron “Simón Bolívar”, en una revista Selecciones. Yo tenía entonces cuatro años. A partir de ese momento, la biblioteca de mi padre fue mi refugio preferido. Leía todo lo que podía, aunque con frecuencia no entendía nada. Los visitantes de mi padre estimulaban mi curiosidad por los libros.
¿Cómo era el ambiente escolar?
Era un desastre. Todo tenía uno que aprenderlo de memoria. El catecismo, esa cosa horrenda, era la materia principal. Los profesores eran formalistas, acartonados, mojigatos, llenos de prejuicios. No se podía preguntar nada. Una vez –tenía yo siete años–, la maestra me dijo que recitara los mandamientos, y al llegar a “no fornicar” le pregunté: “¿Qué es fornicar?”. Y me respondió, furiosa: “¡No pregunte! ¡No pregunte porquerías!”. Años después pude averiguar cuáles eran esas “porquerías” y me parecieron muy sabrosas. Mis libros preferidos han sido siempre El libro de buen amor del Arcipreste de Hita, y Gargantúa y Pantagruel de Rabelais, por sus maravillosas lecciones sobre el arte sublime de la fornicación.
Imaginamos que escribiste poesía en esos años…
Sí, mi primer poema fue un soneto. Tenía ocho años y había estado escarbando en la biblioteca de mi padre. Me cautivaron los sonetos de Petrarca y le pregunté a mi padre cómo escribir un soneto. Él me indicó las reglas de metro y rima, los cuartetos y los tercetos, y yo compuse un soneto horrible contra Laureano Gómez. Mi padre, orgulloso, se lo mostró a Gaitán, quien casi se muere de la risa y me mandó una caja de chocolates con su hermano. Mi segundo soneto, unas semanas más tarde, estaba dedicado a Italia pero era una alusión a Colombia y sus convulsiones. Para eso usé una frase de La divina comedia: “…nave que vas a la deriva, en plena tempestad, sin tu piloto…”.
¿En qué momento mermó el entusiasmo con la poesía?
Creo que se debió a un comentario de mi padre. Un día, uno de sus amigos, Humberto Soto, comentó que yo había heredado la vena poética de mi progenitor, y entonces mi padre dijo: “Creo que eso no le durará mucho. Yo le veo más aptitudes para la ciencia”. Lo interpreté como una valoración negativa de mis calidades literarias y me desanimé. Años más tarde me di cuenta de que mi padre me estaba “programando” para la medicina, pues esa fue una de sus ideas fijas y la fuente de nuestros conflictos durante mi adolescencia. El hecho es que he comenzado a escribir poesía años después de su muerte.
¿Qué poetas te impresionaron y te marcaron como escritor?
Aparte de Petrarca, que me cautivó desde la infancia, Walt Whitman, García Lorca, César Vallejo, Rubén Darío, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Rimbaud y san Juan de la Cruz. Después de los veinte años, Antonio Machado, sor Juana Inés de la Cruz y los grandes del Siglo de Oro español. Solamente después de los cuarenta he llegado a conocer a los grandes poetas norteamericanos, aparte de Whitman. Y entre los narradores: Poe, Maupassant y Mark Twain fueron la delicia de mi adolescencia, junto con Dostoievski, Gogol y Turgueniev.
Hace un rato mencionaste a Jorge Eliécer Gaitán. ¿Cómo se conocieron él y tu padre?
Se conocieron en París, en 1927. También allí conoció a Gabriel Turbay. Gaitán se decía socialista; mi padre y Turbay eran entusiastas comunistas. Mi padre sostuvo siempre, en conversación familiar, que lo de Gaitán era un socialismo liberal. Cuando mataron a Gaitán, mi padre salió de nuestra casa de la calle 63 en Chapinero para tomar parte en la dirección de la insurrección. No volví a verlo durante un año, porque después del 9 de Abril fue apresado por el ejército y permaneció diez meses bajo corte marcial en la Escuela Militar. Él era uno de los jefes de la campaña presidencial de Gaitán y uno de los principales redactores del diario Jornada, órgano del gaitanismo.
Vemos también en tu padre un alto grado de apertura mental al recibir a personalidades tan disímiles en pensamiento, pero quienes indudablemente sentían una fascinación hacia las letras, como Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán.
Él siempre decía que quien no puede coexistir con gente que piensa diferente es un bárbaro y jamás podrá ser un verdadero revolucionario. Ahora, yo creo que con Gabriel Turbay y los Lleras se han tejido mitos de pura ignorancia, que han terminado por establecerse como verdades. En los años veinte todos los que he nombrado se declaraban comunistas, aunque el partido no existía. Cuando se fundó el partido, en 1930, algunos de ellos entraron a sus filas y otros decidieron trabajar por las ideas socialistas dentro del partido liberal. Gaitán intentó crear la Unir, coalición de fuerzas populares de tendencias socialdemócratas y socialistas, y fue duramente atacado por el partido comunista. Mi padre escribió cosas terribles contra Gaitán en aquella época, acusándolo de divisionista y traidor a la unidad del pueblo. Era una situación parecida a la que se presenta ahora con Petro. Después de un tiempo, Gaitán se convenció de que si quería llegar a la presidencia debía actuar dentro del liberalismo. Gabriel Turbay lo miraba con simpatía, pero le decía que en el liberalismo era esencial ganar la jefatura única y que sin ella no se ganaban elecciones.
Algo que lograría Gaitán más tarde…
Pero Gaitán era impaciente… y bastante vanidoso. Mi padre y muchos otros le decían: “No dividas el liberalismo, porque perdemos frente a los godos”. Y Gaitán respondía: “Yo soy capaz de ganarles a los godos, incluso si una parte del liberalismo vota por el candidato oficial”. Los resultados de mayo de 1946, por si no se acuerdan, fueron estos: Mariano Ospina Pérez, conservador, 565.939; Gabriel Turbay, liberal y candidato oficial, 441.199; y Jorge Eliécer Gaitán, liberal disidente, 358.957 votos. Es decir, Gaitán dividió las fuerzas populares y contribuyó al triunfo de los godos. Con increíble generosidad, Gabriel Turbay le dijo: “Bueno, ahora debes ganar la jefatura única del liberalismo. Cuentas con mi apoyo”. Lo que pasó después es conocido. Toda la gente de izquierda que había apoyado a Turbay, incluyendo a mi padre, se volcó en un trabajo febril por Gaitán.
El asesinato de Gaitán marcó un cambio dramático en mi vida. Mi padre pasó a la clandestinidad, perdí el contacto con él mientras dirigía una red de radioemisoras clandestinas y llegó a ser el tesorero nacional de las guerrillas liberales (todo esto lo supe después). Yo caí en manos de parientes conservadores, laureanistas; se me acabó la infancia, la vida se volvió un infierno y de eso salí a fines de 1952, cuando mi padre pudo regresar a la casa y comenzaron los preparativos para marchar al exilio en Chile.
Cuéntanos, ¿cómo fueron las circunstancias de ese exilio?
Nosotros teníamos invitación de Perón para recibir asilo en Argentina. Pero al entrar en Chile recibimos un telegrama del presidente Carlos Ibáñez del Campo, dándonos la bienvenida y ofreciendo trabajo a mi padre en la Dirección Nacional de Estadísticas. Por eso nos quedamos en Chile. Mis hermanos y yo recibimos educación gratuita de la mejor calidad, una tremenda solidaridad y amistades que duran todavía. Yo me fui de la casa paterna y de Chile cuando terminé mis estudios secundarios, a los 17 años, y decidí estudiar medicina en Córdoba, Argentina. Mi padre regresó a Colombia en 1962, para trabajar en el Dane por invitación de Lleras. Mi madre se quedó en Chile ocupándose de mis hermanos menores y regresó a Colombia, al lado de mi padre, en 1970.
En Chile conocimos a todos los intelectuales importantes, al Comité Central del Partido Comunista, a Salvador Allende, con quien mantuve una gran amistad a pesar de la diferencia de edad, al sabio Alejandro Lipschutz. En ese país comencé en 1953 mi militancia comunista en la ilegalidad y lo recorrí pueblo por pueblo, incluyendo la Antártica, el desierto de Atacama y la Isla de Pascua. Chile me formó, me educó, me enseñó a pensar en la política moderna; mis primeros pasos como historiador los di estudiando la historia del proletariado chileno.
¿Qué recuerdos tienes del barrio Bellavista? ¿Cuál fue tu primera impresión cuando conociste a Neruda?
Se llama Bellavista porque ahí está el cerro San Cristóbal, desde cuya cumbre se ve toda la panorámica de Santiago. El barrio, de clase media por aquel entonces, está separado del centro de Santiago por el río Mapocho. Nosotros vivíamos del lado más “burgués” del río, en el barrio Providencia, pero estábamos lo suficientemente cerca como para escuchar al amanecer los rugidos de los leones en el zoológico, vecino a la casa de Neruda. Yo lo conocí una semana después de nuestra llegada a Chile, pues el poeta nos invitó a una velada en su casa. Allí estaba prácticamente todo el Comité Central del Partido Comunista y, además, el parlamentario Salvador Allende, a quien Neruda nos presentó diciendo: “Este hombre es el futuro presidente de Chile”. Aunque yo apenas tenía catorce años, me puse a conversar con Allende como la cosa más natural del mundo. Yo sabía que Neruda era un gran poeta, pero después de haber pasado la infancia mezclándome con gente importante sentía como una cosa normal darle la mano y oír su conversación. Tenía una voz aburrida pero decía cosas fascinantes. Conmigo fue siempre muy amable.
A propósito de tu relación con Neruda, en 1957 el general Rojas Pinilla le niega la visa al poeta, que había sido invitado al país para que entregara el Premio Lenin de la Paz a Baldomero Sanín Cano. ¿Cómo fueron estos hechos?
Fue mi padre quien recibió el encargo de entregar el premio, tras la negativa de visa a Neruda, y también porque había asistido al Congreso de Escritores Soviéticos, en Moscú, en 1955. En la década de los cincuenta, Rojas Pinilla era autoritario, conservador-bolivariano y partidario de soluciones corporativistas. Por eso fue preciso esperar hasta 1957, cuando la dictadura estaba por caer, para entregarle el premio a Sanín Cano. Después de ser derrocado y marginado de la política, Rojas Pinilla fue evolucionando hacia posiciones populistas para terminar los dos últimos años de su vida como asiduo lector de textos marxistas y un populista con simpatías hacia un socialismo reformista.
A Neruda le importaba poco ser el emisario del premio, todo se resolvía por decisiones del partido comunista y él las acataba. Pero, como ocurre siempre entre las élites intelectuales, tanto Neruda como mi padre eran muy amigos del líder falangista manizaleño Gilberto Alzate Avendaño, quien hizo todo lo posible para que Neruda pudiera viajar a Colombia. De paso, debo recordar que ya en la década de 1930, cuando mi padre debía pasar reiteradas temporadas en la cárcel por su actividad comunista, dos intelectuales falangistas se movieron incansablemente hasta lograr su libertad: uno fue Alzate Avendaño, quien admiraba al poeta de Suenan timbres más allá de toda medida; y el otro fue Juan Roca Lemus, “Rubayata”, cuñado de mi papá y a su vez padre del poeta Juan Manuel Roca.
En 1985, tu padre también recibe el Premio Lenin de la Paz y sufre la muerte de Paulina, su compañera de vida.
La última vez que vi a mis padres fue en julio de 1979, cuando yo estaba en la clandestinidad por ser miembro del M-19 y el gobierno de Julio César Turbay estaba en plena cacería como respuesta al robo de las armas del Cantón Norte. Mi padre ya había sido encarcelado en abril en la Escuela de Caballería y luego puesto en libertad por el escándalo internacional que este encarcelamiento produjo. Su casa estaba estrechamente vigilada, pero aproveché su cumpleaños y las muchas visitas de sus amigos para burlar la vigilancia policial y colarme en el edificio. Fui a felicitarlo y a contarle que planeaba salir del país. Pasamos toda la noche tomando whisky y él recapituló sus aventuras y sus luchas políticas, las divertidísimas anécdotas de su vida chaplinesca. Yo salí de Colombia con papeles falsos en diciembre de 1979. Nunca más volví a ver a mis progenitores.
Leímos en Puesto de Combate un artículo tuyo que hablaba sobre cuatro libros de tu padre que se perdieron. ¿Nos podrías hablar especialmente de ese Diario suyo y mío, escrito durante los años de exilio en Chile?
El Diario suyo y mío es eso, un diario personal. A pesar de que su contenido es principalmente literario y sociológico, expresa también la angustia del exilio. Hoy las personas que estudian los fenómenos del destierro y el desarraigo conocen bien el fenómeno del “síndrome del exilio”, que afecta el carácter, el humor, el equilibrio emocional del exiliado, y que con frecuencia lo saca de quicio, lo vuelve irritable, colérico, a veces deprimido, a veces duro con sus seres queridos. A mi padre le dio ese síndrome y a mí y a mi hermana nos tocó sufrir los efectos de sus cóleras repentinas, su irritabilidad, su angustia y su soledad. Por eso me fui de la casa a los 17 años y me llevó tiempo comprender las causas psicológicas profundas de estos conflictos que marcaron mi adolescencia. El 0 contiene, entre líneas, muchas claves de este proceso doloroso.
También se perdió Dimensiones de la patria,“sonetos de la violencia, del exilio, de la añoranza de la patria natal”, según tus palabras. ¿Cuál es tu reflexión actual respecto a la violencia vivida en Colombia?
Creo que la violencia social se exacerbó en Colombia y se volvió crónica, como un eterno cáncer, desde el mismo día en que los “padres de la patria” (a quienes millones idolatran) lograron consolidar la república oligárquica a costa del hambre, la pobreza, la discriminación y la marginación de la inmensa mayoría del pueblo. Pueden decirme lo que quieran y pueden meterme a la cárcel o matarme, pero digo que no hay paz con hambre, no hay paz con injusticia social, no hay paz con marginaciones y desplazamientos, y no hay paz con la adoración servil a los “próceres” que construyeron esta sociedad infame, despreciable, egoísta e injusta. No se hizo “a pesar” de ellos. Ellos la hicieron.
Precisamente otro “padre de la patria”, como dices irónicamente, es Laureano Gómez, quien persiguió bajo su mandato a tu padre obligándolo a dejar su puesto en la Universidad Nacional…
Mi padre y Laureano se odiaban políticamente, pero había entre ellos una indudable admiración intelectual de enemigos. No fue Laureano quien echó a mi padre de la Universidad Nacional, sino el presidente designado, por enfermedad de Laureano, Roberto Urdaneta Arbeláez. Recuerdo que una vez, en pleno gobierno laureanista, un alumno de mi padre quiso hacer su trabajo final modelando un busto de Laureano. Mi padre le aceptó el proyecto y lo calificó muy bien, pues ese joven godo tenía gran talento como escultor. Laureano lo supo y le comentó al autor del busto: “Es una lástima que un hombre tan admirable como Vidales tenga ideas tan detestables”. Mi padre, por su parte, siempre llamaba a Laureano “el Monstruo”, no solamente por su desmesura, por sus pasiones y sus odios, por las canalladas que era capaz de cometer, sino también por su monstruosa capacidad intelectual.
Pasando a otro tema, sabemos que la recepción de Suenan timbres estuvo dividida. Cuéntanos un poco sobre esa diferencia de criterios respecto al libro y el modo en que lo concibió tu padre.
Los bogotanos se dividieron en dos bandos cuando apareció Suenan timbres, en 1926. Mi padre lo ha recordado en varios textos: “Las trompadas menudeaban y es posible decir que me di de sopapos con medio Bogotá; el otro medio estaba en palco, hasta la cintura, haciendo votos para que me volvieran cisco. Ya desde el año 22, cuando irrumpí en El Espectador de don Luis Cano, con la magnífica presentación de Tejada, mis hermanas eran motivo de insultos en la calle y llegaban a mi casa llorando por mi sacratísima culpa. Hasta el año 24, cuando también El Tiempo me acogió en sus Lecturas Dominicales, la tempestad no hizo más que arreciar. Un día “el Mono” Lemos Guzmán, con quien hoy me liga amistad y admiración mutuas, se trenzó a puñetes conmigo ante la vista de don Luis Cano, quien sonreía desde el balcón de El Espectador”.
Mi padre cuenta también lo siguiente: “Recuerdo que en aquella ocasión, camino de la Librería Colombiana, al desembocar a la plazuela de Las Nieves, muy campante por estar ‘estrenando libro’, vi que Augusto Ramírez Moreno venía por la carrera octava y al otearme, como a media cuadra de distancia, abrió los brazos y así se vino hasta encontrar mi pobre humanidad y estrecharla fuertemente, diciendo: ‘¡Qué éxito! ¡Qué éxito! ¡La ciudad está paralizada por tu libro! Vengo del Rivière, donde acaba de ocurrir una batalla campal por Suenan timbres’. Yo le repliqué: ‘¿Una batalla? ¿Entonces ello quiere decir que hay quienes defienden a Suenan timbres?’. ‘No, hombre, no’, me aclaró. ‘Lo que pasa es que un grupo dice que tu libro es malo por unos motivos y otros sustentan que es pésimo por otros completamente diferentes. Y como no se pusieran de acuerdo, se armó la de Dios es Cristo y se pusieron de ruana las mesas y los asientos’ ”.
Suenan timbres se gestó entre 1922 y 1926, como un desafío contra un medio hostil, mojigato, acartonado y mezquino. Si alguna vez le faltó ánimo a mi padre (que lo dudo), ahí estaban sus amigos Luis Tejada y Ricardo Rendón para infundirle bravura. Y ese medio Bogotá que había tomado palco para ver cómo masacraban a un jovenzuelo irreverente comenzó a aplaudirlo después del tercer round, porque nada gusta tanto al honorable público como el Chaplin apaleado que se levanta y devuelve los golpes con humor y acrobacia. Cuando mi padre contaba estas cosas en la intimidad del hogar, mi madre ponía cara de tragedia y yo me desternillaba de la risa.
¿Qué otros trabajos consideraba tu papá que merecían ser tenidos en cuenta por los lectores y la crítica?
El público lector no pasó por alto las breves crónicas, los minicuentos, los haikús y las “Islas”, de 1923, de las cuales algunas fueron incluidas en Suenan timbres. Entre los papeles de mi padre hay muchos cuentos breves o fragmentos de ellos, y él siempre decía que le habría gustado publicarlos en un pequeño volumen, aunque casi todos vieron la luz en periódicos de Bogotá o de provincias en la década de 1920.
En su libro La minificción en Colombia, el profesor Henry González considera a tu padre como el fundador de este género en el país, y estudia especialmente la colección “Estampillas”. ¿Qué opinas respecto a esta novedosa lectura?
Me parece interesante, una perspectiva digna de considerar. Sin embargo, creo que hay que buscar más en los procesos precursores, formativos, en la embriología del género. Hay algún poema de doña Josefa Acevedo de Gómez que tiene rasgos embrionarios de minificción. Los géneros se van formando inconscientemente en la pluma de múltiples autores, antes de que alguien los presente ya formados. Esta es una idea que me ha sido sugerida por la lectura de la antología de poemas en prosa Párrafos de aire. Creo que las nuevas generaciones de críticos van a sacar cosas valiosas de ese estudio.
“Aquel homosexual lo único que toleraba en cuanto al sexo femenino eran las niñas de sus ojos”, escribe tu padre en “Visiones del carajete”, en Suenan timbres. Creemos que uno de sus aportes importantes, como nos lo recuerda Isaías Peña, fue la incorporación del humor y la ironía en la poesía colombiana. ¿Qué opinas tú y qué argumentaba tu padre al respecto? ¿Era un hombre de buen humor en su cotidianidad?
Sí, el humor es el gran aporte de mi padre a la poesía colombiana del siglo xx. El humor, no lo cómico. Sobre esto escribió una crónica genial. Él decía: “Quien no sabe reír no puede ser serio”. Por eso fue tan trágico que el exilio en Chile le matara el buen humor en el hogar, que había sido la delicia de mi infancia. Y por eso, el reencuentro con mi padre después del golpe de Pinochet fue para mí como volver a la vida. Él había recuperado una parte de su talante humorístico. Es verdad que algunas de nuestras diferencias estaban mejor definidas, pero ahora podíamos tratarlas como amigos y compañeros. En los últimos años de su vida, por ejemplo, se volvió más duro y más intolerante con los homosexuales, actitud que yo nunca compartí. Lo digo aquí porque la cita de la pregunta se refiere al tema y no quiero que pase desapercibido.
¿Has traducido al sueco la obra de Luis Vidales? ¿Es conocida en Suecia? ¿Y en general la poesía colombiana?
El gran poeta sueco Lasse Söderberg tradujo el poema “La música” con ocasión de la visita a Estocolmo de Darío Jaramillo Agudelo. Ha prometido enviarme la traducción. Otros aficionados han traducido el soneto “A la libertad”, que está en varios idiomas. Pero nunca se ha hecho una traducción sistemática de Suenan timbres. Entre los poetas y literatos colombianos más conocidos en Suecia están León de Greiff, Álvaro Mutis y, en los años recientes, Juan Manuel Roca. Lo más importante, creo, es que ahora hay traductores de calidad y, más importante aún, que un número creciente de suecos habla y lee literatura en castellano.
Se sabe poco del Encuentro Nacional de Escritores Luis Vidales, realizado en Calarcá anualmente. ¿Tienen en Estocolmo algún evento especial en el que se conmemore a Luis Vidales o algún otro escritor colombiano?
A mí no me invitan a los encuentros de Calarcá. Cometí el error de reclamar airadamente por el hecho de que hay personas que hacen alarde de poseer en sus “archivos personales” objetos robados de la casa de mi padre durante los últimos meses de su vida. Supongo que tienen el temor de que vaya a Calarcá a decir cuatro verdades al respecto, con nombres y apellidos. Yo no haría eso. Y lamento que no me inviten, porque asisten intelectuales importantes a quienes admiro y leo asiduamente. En Europa se han realizado varios homenajes a mi papá, en Francia, Alemania, Polonia, Suecia, Italia… hace poco hubo un acto muy emotivo en Sevilla. En Estocolmo hemos hecho lo mismo: actos, seminarios y talleres sobre José Asunción Silva, León de Greiff y algunos narradores jóvenes colombianos. Juan Manuel Roca ha estado de visita y le hemos organizado conferencias y recitales en varias ciudades suecas…
Continuando con tu periplo, ¿terminaste finalmente medicina? ¿Por qué en Córdoba, Argentina?, tan cerca de Alta Gracia, el lugar donde vivió su infancia el Che Guevara.
Escogí Córdoba porque era fácil el ingreso y para alejarme de la casa paterna. Perón había sido derrocado en 1955 y reinaba la dictadura militar de la Revolución Libertadora. No terminé medicina porque, en el fondo, había empezado esos estudios para complacer a mi padre. La medicina me sedujo, es cierto. Fui ayudante de cátedra en histología, mi materia preferida. Pero más me sedujeron la teoría biológica, la lucha política, la pedagogía y la investigación en historia. Me dediqué a esas tres últimas cosas, conocí casi todas las cárceles de la región –por dentro, claro– y jamás me he arrepentido de haberme jugado la vida por la causa social. En Córdoba viví en pensiones estudiantiles y en alguna de ellas la dueña recordaba al Che Guevara. Fue el período más intenso, más bravo y más aleccionador de mi vida.
Unos años después, Salvador Allende te nombra jefe del Servicio de Documentación y Archivo en el Palacio de La Moneda, cargo que desempeñaste hasta enero de 1973. ¿Cómo te marcó el conocer a Salvador Allende?
Yo conocía a Allende desde 1953 y nuestras relaciones fueron siempre de gran amabilidad. Allende era un hombre ejemplar, un político de honradez a toda prueba, franco y sincero y con una inmensa pasión por el futuro de su pueblo. Respetaba de verdad a todos los partidos de la Unidad Popular y jamás intrigó contra ninguno con maniobras egoístas o sectarias. Conocerlo y trabajar con él me marcó para siempre: he tratado a muchos políticos latinoamericanos importantes, pero solamente unos pocos, poquísimos, me inspiran confianza completa como Salvador Allende.
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, dijo Allende…
Sí, por eso, a los 63 años, era más joven que la mayoría de sus contemporáneos.
¿Estabas aquel 11 de septiembre de 1973 en Santiago de Chile?
Estuve en el Palacio de La Moneda hasta las ocho de la mañana. Salí de allí, antes del cerco de los golpistas, para quemar cinco archivos que tenía en oficinas distribuidas cerca del Palacio, pues contenían miles y miles de direcciones y nombres que no debían caer en manos de los asesinos. Luego, junto con otros compañeros, tuvimos que abrirnos camino a tiros para salir del centro de la ciudad.
La palabra “comunismo”, tan debatida y tergiversada, ¿qué importancia adquiere actualmente para Latinoamérica y el mundo?
Ahora se habla tanto del “socialismo del siglo XXI”…, pero nadie lo ha definido y todos parecen estar de acuerdo en que vamos, como dice el tango, arrastrando por este mundo “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Pero las palabras no importan. Lo que interesa son los contenidos. Quien se avergüenza de luchar por una sociedad sin clases, sin explotadores ni explotados, una sociedad nueva, de bien común y de trabajo creador común, es simplemente un canalla o un inconsciente. Pónganle a esa sociedad el nombre de “plátano” o de “dulce de leche”, si la palabreja “comunismo” los ruboriza, pero no abandonen el contenido de la lucha. Y reconozcan que bajo el nombre de “comunismo” muchos criminales han cometido actos horrendos, así como bajo el nombre de “libertad” otros criminales vienen cortando cabezas humanas desde la Revolución Francesa hasta hoy. Los nombres no importan. Importan los contenidos.
¿Por qué tu padre, ya de edad avanzada, en 1979, fue encerrado y amarrado durante veinticuatro horas? Acontecimiento que se plasma en el poema “Allanamiento”: “Entraron a mi casa militares / y el alba se vistió de verdeoliva”.
Porque yo era miembro de la dirección nacional del M-19 y esta organización acababa de robarse 7.000 fusiles del Cantón Norte. Alguno de los militantes detenidos y torturados en las razias del ejército confesó que en la organización había un “Vidales, alias Luis”, y el señor general Vega Uribe, asesorado por los caballos de los establos militares, decidió: “Detengan a Luis Vidales”.
¿Cuáles fueron tus siguientes pasos en la década de los setenta? ¿Retornaste a Colombia?
Después del golpe militar en Chile fui repatriado a Colombia –o expulsado, según se mire– y perdí todo lo que tenía. Los organizadores de la revista Alternativa me invitaron a participar en ese proyecto y fui nombrado jefe de redacción. Al mismo tiempo, Jaime Bateman hizo contacto conmigo y, con su enorme simpatía, amplitud y generosidad, me sedujo y quedé reclutado como militante del M-19, que estaba preparando por entonces el operativo de la espada de Bolívar. Trabajé con dos identidades y a veces con tres: dentro del M-19, como miembro de la dirección nacional y encargado de tareas de educación y propaganda; en la vida “legal”, como periodista, historiador y conferencista, y además como miembro de la dirección de Anapo Socialista. Ya tenía la costumbre de no dormir, desde los días agitados de la Unidad Popular de Chile, así que me dediqué a todas esas cosas con buen humor y dedicación. Me fui del M-19 en diciembre de 1979 porque jamás pude aceptar los secuestros, nunca apoyé el asesinato de José Raquel Mercado y siempre estuve en desacuerdo con la aventura del Cantón Norte. En suma, se acumularon las contradicciones y salí del país para no regresar nunca. He mantenido silencio sobre el funcionamiento interno del M-19 por respeto a tantos compañeros que entregaron abnegadamente sus esfuerzos, y hasta su vida, en la honrada creencia de que lo hacían por la construcción de una sociedad justa. No obstante, me resultó imposible compartir lo que me parecían errores de gran calibre.
Carlos Vidales intentó aprender a tocar guitarra, pero, según sus propias palabras, "mi oído musical es una catástrofe". La foto fue tomada en Córdoba, Argentina, en 1964. © Archivo personal de Carlos Vidales.
¿Alcanzaste a tratar a Carlos Pizarro por esas épocas? ¿Cuál es tu opinión sobre dicha figura y su proceso de desmovilización?
Traté muy de cerca a Carlos Pizarro. Un hombre límpido, claro, puro en sus convicciones revolucionarias. Estuvimos juntos en la escuela del Caguán, que yo dirigí durante tres meses, en las selvas del Caquetá. Tuve con él alguna discrepancia: es común entre revolucionarios que surjan diferencias, entre quienes ponemos en primer lugar el humanismo y quienes ponen en primer lugar las reglas, la disciplina. Pero siempre lo he admirado. De todos los guerrilleros que he conocido en mi vida, y he conocido muchos, él es quien con mayor seriedad y profundidad estudió la teoría de la guerra, su historia y sus leyes. Valoré sus esfuerzos por la paz y la desmovilización, que yo había propuesto seis años antes que él, y él había rechazado entonces. Fue ese un esfuerzo heroico por corregir rumbos. Después de Jaime Bateman, Pizarrro es el jefe más admirable del M-19. Eso, sin negar los méritos y cualidades humanas de otros.
Ya no estabas, pero me imagino que también te hubieses opuesto a la toma del Palacio de Justicia. ¿Cómo analizas dicha acción?
Me opuse enérgicamente a la toma del Palacio de Justicia, cuando me enteré de esa aventura irresponsable. Estaba yo en Estocolmo y ya hacía seis años que no pertenecía al M-19. Escribí un artículo muy duro contra esa acción. Artículo publicado en el periódico Macondo, de Lund, al sur de Suecia. Sobre el señor Betancur no vale opinar porque, está claro, es un axioma, el enemigo tiene que ser malo o perverso. Él cumplió con esa regla. Pedir lo contrario sería la negación de las propias convicciones. Los grandes culpables de ese holocausto fueron: la regional de Bogotá del M-19, que inició la tragedia; el ejército, que hizo lo que sabe hacer, masacrar y masacrar; y el señor presidente, defensor del sistema sobre una montaña de cadáveres.
Parecerá obvia nuestra pregunta, pero, ¿cómo analizas el proceder de las Farc actualmente? ¿Qué camino toma Colombia con la lucha armada que ya lleva décadas, más de 90.000 desaparecidos y cientos de exiliados?
Brevemente: los secuestros son, en mi opinión, incompatibles con la conducta revolucionaria porque son un crimen contra la humanidad. Las masacres de indígenas, lo mismo. Los reclutamientos forzosos de niños, lo mismo. Mantener “prisioneros de guerra” durante años y décadas, lo mismo. Sembrar los campos de minas antipersonales es un crimen contra la humanidad. Extorsionar a la población civil es un crimen contra las normas de la guerra revolucionaria. Quien hace esas cosas no está actuando como un revolucionario, está actuando como un bandido, un señor de la guerra. Vengo diciendo esto desde hace más de veinte años y la respuesta ha sido una montaña de calumnias, injurias y hasta terrorismo telefónico: durante diez años me han llamado a mi casa, en mitad de la noche, para decirme que me van a “ejecutar”. ¿Es esta la conducta de quienes luchan por la construcción de una “sociedad justa”? Quiero creer que en las Farc existen todavía elementos capaces de recuperar el rumbo revolucionario, pero eso lo dirá la vida, la práctica social. En cuanto al “principio general” de la lucha armada, estoy de acuerdo con la Biblia y con Barack Obama: hay tiempo para la paz y hay tiempo para la guerra, y la historia muestra que las guerras son inevitables. Son parte de nuestra existencia social.
Durante una estancia en Montevideo, ciudad donde estudió y trabajó por temporadas, entre 1962 y 1963. © Archivo personal de Carlos Vidales.
“Siempre habrá traficantes; siempre habrá toxicómanos por vicio de forma, por pasión”, dice Antonin Artaud en El ombligo de los limbos… Como historiador, ¿cómo analizas la aparición del narcotráfico en el conflicto armado colombiano?
Ese es un tema de feroz complejidad. Nuestros idolatrados próceres de la Independencia financiaron sus guerras con contrabando, piratería y trata de esclavos. Como historiador, me parece horrible que mis colegas oculten esos hechos. El general Soublette, ya viejo, recordaba que después de la Batalla de Boyacá preguntó por un oficial y le dijeron que estaba bajo consejo de guerra por robar caballos, y comentaba entre risas: “Y a nosotros, ¿quién nos juzga?”. El narcotráfico ha impregnado todos los poros del cuerpo social en Colombia. Y ha habido sectores de la guerrilla que han terminado juntando más dinero para su caja del que pueden gastar en la guerra. Esa ecuación conduce al bandolerismo. Y al lado de quienes le piden al pueblo una contribución para la lucha, hay quienes consideran que es justo extorsionar a la población civil. Maquiavelo sugirió alguna vez que las guerras de los rebeldes contra la tiranía pueden costar muy caro, porque pueden costar los principios y los rebeldes se van volviendo, a su vez, tiranos.
¿Cómo fue tu relación con el ex candidato presidencial Carlos Gaviria, una figura de la izquierda colombiana?
Carlos Gaviria tiene lo que a la mayoría de los políticos colombianos les falta: una honradez a toda prueba. Lo conocí en 2004, cuando un grupo de colombianos lo invitamos a Suecia para escuchar sus planteamientos y propuestas. Éramos “del otro grupo”, del Polo Democrático Independiente, pero queríamos oír al hombre de la izquierda, del “otro grupo”. Lo escuchamos y decidimos impulsar la unidad de los dos “polos” y apoyarlo a él como candidato único del pueblo. Movilizamos la declaración de más de seiscientos intelectuales, creamos grupos de apoyo en Europa, mucha gente aportó su entusiasmo y su esfuerzo. Se constituyó el Polo (PDA) y Gaviria fue nuestro candidato. Y desde el primer día de nuestro encuentro, él y yo somos amigos leales y compartimos opiniones sobre historia, filosofía, poesía, política y ética. Es un hombre admirable.
Desde 1980 vives en Suecia, ¿por qué este país? ¿No tuviste dificultad con esa lengua?
Salí de Colombia con papeles falsos y en aquel momento Suecia era el único país que aceptaba mi argumento. Tuve la necesidad de usar una identidad ficticia para salvar mi vida. El idioma fue un poco complicado, porque no tenía ningún contacto previo con lenguas nórdicas y germánicas. Pero el hecho de entender el francés, el italiano y el portugués, y de tener una formación cultural, me ayudó a superar los obstáculos. Llegué a escribir crónicas en sueco para el segundo diario más importante de este país.
Por curiosidad, ¿qué opinas de Tomas Tranströmer y qué otros autores consideras que merecían el Nobel?
Tranströmer es un excelente poeta, con una capacidad de síntesis y una agudeza psicológica fenomenales. Yo no creo en los premios, pero sí en calidades literarias. La narrativa del japonés Murakami me parece maravillosa, así como la prosa de Arundhati Roy.
¿Qué aspectos de la poesía sueca te llaman la atención?
La capacidad de decir cosas muy hondas con pocas palabras. Creo que esa es la máxima cualidad de la poesía nórdica.
¿Cómo se vive el ambiente literario en Suecia?
El sueco promedio lee muchísimo, la gente siempre va en los buses y trenes leyendo un libro. Hay infinidad de cursos y cursillos para aprender a escribir novelas, a analizar textos, etc. No existe prácticamente la bohemia que conocemos en los países latinos, pero con frecuencia hay pequeños recitales y encuentros con escritores. También hay más democracia: prácticamente cualquiera puede publicar su pequeño libro de cuentos o de poemas, con ayuda de círculos, asociaciones y clubes.
Entrada ya la segunda década del siglo XXI, ¿de qué manera podría expresarse el momento actual del hombre y cuál sería el valor de las obras literarias que se crean en este momento?
Estamos viviendo una época oscura de la humanidad, una época de globalización individualista, de apetitos insaciables y del “todo vale” para una monstruosa concentración del poder en manos de una minoría codiciosa y deshumanizada. Pero una época no es más que eso: una época. Ya vendrá el péndulo en sentido opuesto, por reacción y por acumulación de contradicciones. Decimos que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Veremos si el cuerpo de la humanidad resiste este cáncer y logra vencerlo, o si está condenado a perecer. La literatura de esta época, aunque no se lo proponga, no puede evitar reflejar esta angustia de sentirse “al borde del abismo”. Hay que tener presente que hoy la literatura no existe por sí sola: existe junto con el cine, la televisión, internet, las redes sociales, el mestizaje global de los grandes idiomas, etc. Ella es al mismo tiempo señora y sierva de todos los otros modos de comunicación. Esa es la gran revolución de nuestra época, que prepara y precede a la revolución social global.
William Wordsworth en su oda “Intimations of Inmortality from Recollections of Early Childhood” nos habla de los bellos recuerdos de la infancia que se van diluyendo, al entrar a la vida adulta, por otros más amargos. ¿Carlos Vidales, el adulto, cómo ve a Carlos, el niño de aquella época?
Yo fui un niño feliz hasta los ocho años y muy infeliz entre los ocho y los quince. Mantengo vivas, por eso, muchas de mis ilusiones, dudas y vacilaciones no resueltas de la adolescencia. A veces preferiría hablar de otro asunto: ¿cómo veía el niño Carlos Vidales su futuro como adulto? Me gustaba pensar que en el año 2000 tendría 61 años, que estaría vivo y que pensaría esto o aquello, y actuaría de esta o de esta otra manera. Hoy, a los 73 años, me complace constatar que no me equivoqué en las cosas esenciales. Nunca me vi como empresario, hombre de negocios, empleador, capitalista, terrateniente, burgués. Creo que ese niño que fui tenía algunas ideas fundamentales bastante claras.
* http://elmalpensante.com/articulo/3043/las_multiples_vidas_de_2_vidales
Haciendo memoria y rindiendo homenaje a las mujeres y a los hombres que siguen siendo ejemplo para la historia
Operacion Antonio Nariño por los Derechos del Hombre
Noviembre 6 de 1985
Que esta demanda sea el grito de los sacrificados y el resplandor de una nueva vida
No se pueden olvidar a esos hombres y a esas mujeres que con la esperanza de una Patria Nueva, se tomaron el 6 de noviembre de 1985 la Corte Suprema de Justicia para enjuiciar desde allí a un gobierno inepto y traidor.
Desde todos los rincones del país se levanta hoy la dignidad de la patria con su sangre derramada dictando una sentencia irrevocable de condena a las decadentes, corruptas y perversas instituciones de una oligarquía que no mereció llamarse colombiana.
En la corte quedó sangre colombiana que prefirió la dignidad del combate desigual a la rendición humillante
La sangre de los magistrados asesinados por las fuerzas armadas de la oligarquía, será acusación permanente contra una clase política cobarde, asesina y demencial, que hizo del abuso del poder la razón de su existencia.
Los hipócritas lamentos de Betancur por su macabro genocidio fueron voces que le abrieron su sepultura política. El verdugo de Santa Bárbara sigue escondido en su cobardía: siempre le cubrirá el repudio universal de los oprimidos.
¡NUNCA MAS!
El Odio y la Venganza llevaron al Ejército de la antipatria a la destrucción del Palacio de Justicia
Todo lo quemaron
Todo lo arrasaron
Todo lo lavaron
El propósito fue ocultar los hechos
Ocultar sus crímenes
Con burdos montajes
El camión testigo silencioso
29 años despues....el rostro de la verdad va asomando lentamente, se va rompiendo el pacto de estado por la impunidad.
Por nuestro muertos, por nuestros desaparecidos:
Ni un minuto de Silencio
POR LA VERDAD: Mando Central del M-19
"El miércoles 6 de noviembre de 1985 a las 11:30 am., 35 oficiales de la Compañía Iván Marino Ospina del M-19, en cumplimiento de la Operación Antonio Nariño por los derechos del hombre se tomaron las instalaciones del Palacio de Justicia en la Plaza de Bolívar en Bogotá. Se trataba de entablar un juicio al presidente Belisario Betancur por su «incumplimiento de las promesas de paz y traición a los acuerdos suscritos hace un año». "
"Los abajo firmantes somos ciudadanos colombianos e integramos el Estado Mayor de la compañía Iván Marino Ospina del Movimiento 19 de Abril, M 19. Estamos aquí como expresión de patria y de mayorías para convocar a un Juicio público contra el gobierno del presidente Belisario Betancur. Lo acusamos de traición a la voluntad nacional de forjar la paz por el camino de la participación ciudadana y la negociación, al que se comprometiera mediante el acuerdo de cese del fuego y Diálogo Nacional, el 24 de agosto de 1984"
"Por tanto, estamos convocando al pueblo, a la nación entera, como fuente del poder jurisdiccional, a constituirse como tribunal supremo que habrá de enjuiciar la traición a los anhelos de paz y concordia nacional de las mayorías en Colombia"
"Que la Honorable Corte Suprema de Justicia asuma el conocimiento y se pronuncie sobre la constitucionalidad del acuerdo del cese del fuego y Diálogo Nacional suscrito en Corinto, El Hobo Y Medellin el 24 de agosto de 1.984"
"Que sobre este convenio por el restablecimiento del orden público, entre el gobierno de Colombia y los movimientos populares alzados en armas (sui géneris en el derecho público interno, pero con antecedentes en nuestra historia con los pactos de Wisconsin. Neerlandia y Benidorm), la Corte Suprema de Justicia y el Honorable Consejo de Estado asuman el conocimiento sobre el cumplimiento que hicieron las partes, en el desarrollo y ejecución de los mismos, por encontrar la paz en su dimensión más pública y más humana: la justicia social y la democracia política".
"Que en ejercicio del mandato constitucional que establece la colaboración de los poderes públicos para la realización de los fines del Estado -y teniendo en cuenta que la paz, la concordia y la convivencia nacional son, entre otros, tales fines- el poder jurisdiccional encare de manera protagónica la búsqueda de una solución política negociada en Colombia, a los agudos antagonismos del presente. Sobre todo cuando el Gobierno, y el Congreso de la República han dado muestras de negligencia agravada, mala fe, y han traicionado un empeño colectivo de la comunidad patria del cual resultaron inferiores"
"Para formular nuestras pretensiones, como señalamos antes, el derecho que invocamos es el que consagra la Constitución Nacional, a todo ciudadano, de presentar peticiones a las autoridades y obtener de ellas pronta resolución (Art.45. CN.)"
"¿Cuáles hubieran sido las consecuencias para el destino nacional de haberse incumplido por los compromisarios y antagonistas el acuerdo de Wisconsin, con el cual se puso fin a la Guerra de los Mil Días? ¿Cuáles, si se hubieran traicionado los pactos de Sietges y Benidorm que finalizaron la guerra entre liberales y conservadores y dieron origen al acuerdo del Frente Nacional? ¿Acaso la solución política contenida en estos últimos no fue consagrada institucionalmente, más tarde, por el mecanismo del Plebiscito deI 57, no previsto ni consagrado en la Constitución?"
"¿Por qué no aceptar hoy la constitucionalidad del acuerdo de cese del fuego y Diálogo Nacional pactado para "estudiar y sentar las bases de las reformas de carácter político, económico y social que necesita el país y anhelo el pueblo colombiano", según reza el texto, la intención y objetivos del convenio en mención?"
"¿Por qué no asumir el rango institucional de los acuerdos de la esperanza y la rendición, de agosto de 1984, si sus objetivos procuran la concordia basada en la justicia social que es de los fines sustanciales del Estado y sus instituciones?"
"Hoy los antagonistas de esa minoría somos pueblo, la patria viva, las fuerzas del cambio, sin ningún nexo o compromiso de poder con los partidos Liberal y Conservador, ni con los privilegios de las oligarquías económicas de las que aquéllos son razón de ser y razón social"
"Así pues, el rango institucional del acuerdo del cese del fuego y Diálogo Nacional está dado por su condición de instrumento jurídico-político, con antecedentes en nuestra historia, para realizar los altos fines del Estado por razones de conveniencia nacional"
La facultad que tiene la Corte para intervenir sobre la actuación jurídica del ejecutivo es tan amplia, que el Art. 214 de la Constitución autoriza a cualquier ciudadano para que comparezca ante ella a impugnar o defender la legislación proferida por el ejecutivo en base a las facultades del Art. 121.
Asistimos, pues, a una decisión gubernamental de inexorables consecuencias jurídicas y políticas que dio paso a un convenio de orden público, sui generis, con el cual se aspiraba a transformar las causas objetivas y subjetivas que han dado origen a la guerra interna.
"Si la creación y aprobación presidencial a este convenio de orden público tiene origen en las facultades extraordinarias del estado de sitio, éstas dan también sentido y razón a la facultad que tiene la Honorable Corte de juzgar la actuación legislativo del Presidente durante la vigencia del estado de excepción. Y si el convenio de orden público es una actuación legislativa de excepción del Presidente, la Honorable Corte es competente para conocer de dicho acuerdo"
"No es sólo nuestra opinión: el país ha sido víctima de la ausencia de cualquier política para el rescate y la redención social de los oprimidos"
Nuestra tercera pretensión está formulada con vista al futuro, encarnado hoy en las mayorías que abrazan la fe y la esperanza en la vida nueva y en la dignidad del hombre; encarnado hoy en el ejército de esas mayorías, un ejército nacional y bolivariano en el que se forja una nueva ética y una nueva moral; un ejército que jamás renunciará a la búsqueda de la paz, la verdadera paz: la de mayorías a las cuales se garantice la dignidad, la justicia, la libre participación política y la soberanía.
A LA OPINION PÚBLICA NACIONAL
El 21 de mayo, el Movimiento 19 de Abril, convoco de nuevo a la nación para exigir, aquí y ahora, el comienzo de la Paz, porque para las grandes mayorías ella sigue siendo un anhelo y una urgencia.
Esta convocatoria enfrentaba a la cobardía, a la doble moral y a la indecisión de quienes con nombre propio señalaba como los obstáculos para el inicio de la Paz.
La respuesta, artera y cobarde, no demoró 28 horas. Cumpliendo órdenes del Alto Mando Militar, un comando mercenario atentó contra la vida de las caras valientes, decididas de la Paz, como voluntad empeñada y empuñada. Antonio Navarro, voz alta y clara de una fuerza y un país y, otros cuatro dirigentes de la promesa que sí será cumplida, fueron las víctimas de unas Fuerzas Armadas envenenadas en el odio contra su propia patria.
EL GOBIERNO TIENE QUE DAR LA CARA. Tiene que responder. Tiene que garantizar que esos hombres salgan vivos y sanos de ese hospital. Tiene que oír a los compañeros que desde La sede de la Cruz Roja en Bogotá, le están exigiendo que le ponga la cara a su pueblo. Ya no hay derecho al silencio, ni mucho menos a esconderse en el discurso de las buenas intenciones.
El Procurador General de la nación tampoco puede ampararse en las generalidades ni esconderse en los diagnósticos ya trillados, en donde se ahoga la decisión de hacer.
El Ministro de Gobierno tiene que ir a Cali. El país no va a aceptar su burla de seguir hablando en el Congreso Nacional de Indulto cuando la fuerza de la dignidad y la democracia es allanada en los campamentos de construcción, y siembra de la Paz con que hemos poblado este país; y cuando con el terror y la muerte se pretende doblegar a los rebeldes que son anuncio vivo de la patria nueva.
Los colegas de Antonio Navarro en la Comisión de Paz y en la - Comisión de Diálogo Nacional que aplazaron la instalación del Comité de Diálogo para el Valle, Cauca y Nariño, no pueden seguir aplazando su presencia de compromiso obligatorio en la lealtad con la Paz.
La Comisión de Paz no puede abandonar una vez más a Navarro porque en estos momentos cualquier indecisión no será perdonada por la historia.
Doctor John Agudelo Ríos: el país quiere oírlo en una definición valiente, enérgica, capaz de contribuir al remezón que la Paz necesita para ser posible. Su silencio hoy no le sirve al proceso. El M-19 no va a quedar solo en la voluntad de conquistar la Paz, porque la Paz hoy, como siempre, no es la simple continuación de la tregua. Hoy la Paz sigue siendo la necesidad inaplazable de convertir el anhelo del pueblo en mandato, de convertir a decisión de democracia en gobierno. Un gobierno que no sea la equidad de la burocracia, sino encarnación de la justicia. El gobierno que haga los cambios que hay que hacer hoy, que sean el real comienzo de la Paz.
Contra esta propuesta de Paz real se dirige una decisión de aniquilamiento militar. Contra nuestras fuerzas, contra nuestros hombres, contra todos los que no aceptan la encerrona en que se quiere poner a la Paz.
Es por ello que el ejército de Vega Uribe y Molano pretende esconder su verdadero nombre en una supuesta disidencia de nuestro Movimiento. Esto es indigno y canallezco. La nación entera sabe que nuestra razón social es por completo ajena al ataque a un bus de las Fuerzas Armadas. Este hecho nos sorprendió tanto como a todos los colombianos y la certeza de nuestra integridad moral tiene su alto testimonio en la actitud desprevenida y abierta de quienes como Antonio Navarro estaban cumpliendo con la Paz.
La voluntad engatillada de un Alto Mando Militar siempre ha buscado sabotear este proceso: cuando asesinó a Toledo y emboscó a los comisionados de Paz en San Francisco antes de la firma, en el momento de la firma al atentar contra Carlos Pizarro, y después de la firma en el hostigamiento permanente en San Pedro, Yarumales, Los Robes, Pradera, La Magdalena, sin mencionar los hostigamientos contra el EPL y las FARC.
Hoy, ante la convocatoria activa y positiva de este proceso, el Alto Mando Militar prefiere continuar en el cómodo y sucio papel de verdugo de la Paz y, haciendo gala de un cinismo Ilimitado quiere presentarse como víctima de la “excesiva” tolerancia.
Señor Presidente: Comenzar la Paz ya no es posible sobre el remiendo sistemático de una tregua permanentemente violada y asediada. La Paz hoy necesita un gobierno con voluntad política de cambio, con unas armas de verdad al servicio y en defensa de la Paz, con un gabinete de Paz, con unos partidos comprometidos con la salud de la República.
Porque este pueblo ha decidido que es hora de construir este gobierno, porque está la fuerza de un país, la juventud y la moral de un país que empeño su voluntad de democracia con nosotros para que la Paz sea aquí y ahora!!!
Bogotá mayo 24 de 1. 985
POR EL MANDO CENTRAL DEL M-19
Bogotá mayo 24 de 1. 985
TRANSCRIPCIÓN
16 de junio de 1985
Doctor
Carlos Jimenez Gómez
Procurador General de la Nación
Doctor
Antonio Duque Alvarez
Director Nacional de Instrucción Criminal
Bogotá
Estimados doctores:
El día 23 de mayo de 1985 a las 10:45 a.m. fui objeto de una atentado criminal en unión de los compañeros Antonio Navarro Wolff, María Eugenia Vázquez, Alberto Caicedo, Carlos Alonso Lucio y Alvaro Alvarado. Nos arrojaron una granada en el Restaurante Oeste de la ciudad de Cali, con las consecuencias que uds. bien conocen.
Ese mismo día en las horas de la tarde, solicité la presencia del Procurador General de la Nación, por intermedio del gobernador del Valle y del Comisionado para la Paz, Guillermo Alberto Gonzalez, desde mi lecho de enfermo, a fin de que se apersonara de la investigación, habida cuenta de que en los hechos resultan comprometidos personal de los organismos de seguridad del estado, identificados por mí.
Sin embargo el Dr. Jimenez Gómez no asumió personalmente dicha investigación u designó para tal efecto al Dr. Jaime Hernández, en aquel entonces Procurador Delegado para la Policía Judicial.
En declaración rendida a este funcionario la noche del 24 de mayo de 1985 desde mi habitación del Hospital Departamental de Cali, informé sobre la descripción física del autor material del atentado y la relación que él había tratado de entablar con nuestra organización unas semanas antes, así como la presencia de una mujer que lo acompañó en esos contactos anteriores.
Como Uds. saben, el DAS dispuso de unos funcionarios que en cooperación con milicianos del M-19 se encargarían de nuestra seguridad durante la permanencia en el Hospital.
Cuál sería mi sorpresa y pánico cuando por erro, entró en mi habitación la mujer que acompañaba al hombre que 2 días antes había tratado de matarnos. Digo por error, pues según pude averiguar después, ella pensó que se dirigía al cuarto de Carlos alonso Lucio y este compañero no sabía de su relación previa con el criminal.
En ese momento pensé que entraba a rematarme y llamé a los milicianos con el fin de que la detuvieran. Dicha mujer salió corriendo y posteriormente me informé por sus compañeros del DAS que era parte del personal de seguridad destinado a protegernos.
Como debo suponer Uds. ya conocen, llamé de inmediato al Sr. Director Seccional del DAS, al Gobernador del Departamento y al Procurador Regional con el objeto de aclarar los hechos, garantizar nuestra seguridad e identificar a la mujer, este hecho era fundamental dentro de la investigación puesto que hasta el momento no se tenía ninguna pista sobre el paradero de los autores del atentado.
Como lo reconoció el director del DAS, dicha mujer pertenece a su institución y había sido comisionada
Por él mismo para custodiar nuestras vidas. El nombre con la cual la identificaron sus compañeros de trabajo es el de Beatriz, conocida familiarmente como “la mona de la Universidad”.
De todos estos hechos fue informado el Procurador Regional y personalmente le solicité que me fuera ampliada la declaración lo más pronto posible ya que mi vida corría grave peligro.
El Procurador Regional se comprometió en cumplir inmediatamente esta diligencia y salió en busca de una máquina de escribir, sin presentarse en las cinco horas y media que lo estuve esperando, pues como de él era sabido, yo sería evacuado a las 13:30 p.m. rumbo a la ciudad de Bogotá a efectos de garantizar mi seguridad.
De todos los acontecimientos sucedidos en la mañana del 25 de mayo pueden dar fe los funcionarios del DAS que hacían el turno de vigilancia, así como los familiares de quienes nos encontrábamos heridos y personal del Hospital.
En cuanto a la identidad del autor material del atentado, nuestras investigaciones nos han permitido concluir y hacer público ante la opinión el nombre y antecedentes del mismo.
Se trata de ANTONIO ESPINOZA, quien fue militante del M-19 hasta el año 1983. Fue reclutado en la población de Yumbo 3 años atrás y en el mes de marzo de 1983 fue unos de los hombres que acompañó a nuestro comandante Carlos Pizarro a Cuba.
El susodicho fue expulsado de la organización por su bajo rendimiento y sus faltas éticas y morales. De igual manera su conducta nos llevó a que investigáramos y confirmar su condición de infiltrado del ejército en nuestras filas.
Cómo es de nuestro Código Militar y de nuestros principios éticos y morales respetar la vida e integridad de todo ser humano, procedimos a marginarlo de nuestras filas sin ningún tipo de represalias.
En la primera semana del mes de abril, como figura en la declaración que rendí ante el Procurador delegado, el señor ANTONIO ESPINOZA, acompañado de la agente del DAS cuyo alias es “Beatriz la mona de la Universidad” fueron al Hotel Rayda sede política de nuestro Movimiento en la ciudad de Cali a expresarme su deseo de incorporarse a las filas de la Organización ofreciendo como gran aporte un grupo que comandaba en unión de su compañera de trabajo. Para tal efecto me pusieron una cita en la población de Yumbo, en la fuente de soda TIORICO el domingo siguiente a las 8:00 p.m. Por los antecedentes anotados y su comportamiento sospechoso durante la entrevista, decido no asistir a la cita y enviamos un grupo de milicianos con la misión de confirmar tanto la intención de estas personas, como las condiciones de seguridad en la cita. Los milicianos detectaron la presencia en los alrededores del lugar de un número indeterminado de miembros reconocidos del B2 del ejército, quienes además, venían adelantando las tareas de hostigamiento en los Campamentos de Paz ubicados en el casco urbano de Cali.
Confirmamos de esta manera la continuidad de su trabajo con el ejército, su condición de hombre sometido al mando militar y laboral del B2; que tenía como misión aniquilar los Campamentos de Paz, empezando por su Estado Mayor, hombres que actuábamos de cara al país y en el marco de los Pactos firmados por nuestra organización y el gobierno en agosto 24 de 1984 y enero de 1985.
No volvimos a detectar la presencia de este sujeto hasta la mañana del 23 de mayo en el Restaurante Oeste de la ciudad de Cali, 2 minutos antes de ser lanzada la granada. Como es de conocimiento del procurador delegado, el autor del atentado, entró al establecimiento, pidió una coca-cola y se paró en la puerta de entrada. Inmediatamente me acerqué a él, le pregunté qué hacía y al notar su nerviosismo le manifesté que sabíamos sus intenciones y que no la fuera a embarrar. Después de aquello me senté nuevamente en la mesa junto con mis compañeros y fue desde allí donde observé que este individuo acompañado de alguien que recién llegaba, lanzaba la granada hacia la mesa donde estábamos sentados.
En informaciones de prensa quiso implicarse a una Organización denominada “Democracia”, supuesta disidencia del M-19 como los autores materiales del atentado. Sobra decir que esta organización aclaró públicamente “que no es disidente del M-19” “y mucho menos autora del atentado”.
Queda confirmada, pues, la participación de miembros activos del ejército en la planeación y ejecución del intento de homicidio contra mis compañeros y yo.
Es lamentable la falta de interés del Estado en la investigación de un hecho de tanta trascendencia, que pone en juego no sólo vidas de ciudadanos de Colombia, sino el futuro de la Paz en nuestra patria; en tanto las víctimas y por ventura -dado que sobrevivimos- únicos testigos, no hemos sido llamados a declarar ante ningún juzgado ni personal de investigación.
Que no se hable pues, de pesquisas adelantadas, ni de investigaciones a fondo.
Al Sr. Procurador, quién ha reivindicado la Procuraduría Comunitaria, hoy le pedimos que la ponga al servicio de la Paz, porque son muchos los muertos y desaparecidos cuyos espíritus claman justicia y eficacia en su acción.
Al Sr. Director de Instrucción Criminal, a quien le compete de oficio esta investigación, en sus manos las pruebas y los sindicados cuyas direcciones reposan en los archivos de personal del B2 y DAS.
POR LA PATRIA Y DE CARA AL PUEBLO
De Uds. Atentamente
Eduardo Chávez López c.c. 16´640.594 de Cali
Comandante Campamentos de Paz Valle. Dirección Nal. M-19
Medio dólar con la firma de Omar Torrijos, utilizado para hacer el primer contacto con Jaime Bateman.
La dictadura de Somoza en Nicaragua, cada vez más debilitada, había recibido un nuevo golpe el 22 de agosto, cuando un grupo de 25 sandinistas se tomó las instalaciones del Palacio Nacional. Los rehenes se contaron por cientos, entre ellos los 67 miembros de la Cámara de Diputados, el ministro del Interior y varios familiares cercanos de Somoza. La petición central del FSLN fue la liberación de los presos políticos, la difusión de una declaración política, el retiro de los guardias de los alrededores, la aceptación de las demandas de los trabajadores en huelga, 10 millones de dólares y garantías para que los integrantes del comando y los presos liberados salieran hacia Panamá. Antes de 48 horas habían ganado las principales peticiones. Al día siguiente estaban rumbo a Panamá, donde Torrijos les brindó asilo político.
"Con esa gente hay que hablar, ¿cierto?", pensó una vez más El Flaco. Y para él la mejor forma de la solidaridad con la lucha de los nicaragüenses eran los hechos. El 10 de mayo anterior dos comandos de la organización habían ingresado a la sede de la Embajada de Nicaragua en Bogotá, donde redujeron a sus ocupantes y retuvieron al embajador William Baquero Montiel por varias horas. Dos meses más tarde, en desarrollo de los Juegos Centroamericanos que se realizaban en Medellín, el M-19 interceptó un bus en el que se trasladaba el equipo de béisbol de Nicaragua; los guerrilleros pintaron consignas, arengaron a los deportistas y distribuyeron un comunicado de condena al somocismo.
Con la anuencia y todo el apoyo del general Torrijos, Panamá se convirtió en una base de apoyo para los sandinistas. Ningún otro mandatario de la región se comprometió tanto y tan a fondo con la causa antisomocista, sin desconocer el papel que jugaron los gobiernos de Costa Rica y Venezuela. En Panamá el FSLN y la oposición a Somoza dispuso de un espacio para establecer relaciones políticas y diplomáticas, negociar armas e insumos para la guerra y organizar la solidaridad internacional. Apoyar la causa de los nicas se volvió una de las obsesiones de Torrijos. Pero igualmente estaba dispuesto a respaldar las causas democráticas y revolucionarias en otras naciones de la región.
Desde cuando Ricardo Lara Parada, ex dirigente guerrillero del ELN, estaba en La Picota, en Bogotá, Bateman se preocupó por su suerte y le ofreció la ayuda necesaria para que recuperara la libertad. Gracias a errores procedimentales en el llamado "Consejo de Guerra del Siglo", donde lo habían condenado, Lara salió de la cárcel el 3 de octubre de 1978. Habían pasado casi cinco años desde su captura, en noviembre de 1973. Frente a los riesgos que corría en el país, se decidió su traslado a Panamá. Poco antes de partir se encontraron una noche. Lara era escasos seis meses mayor que Bateman: competían en flacura, aunque Jaime la disimulaba con su pequeña y redondeada barriga; ambos altos, de brazos largos, con el pelo ensortijado y un porcentaje de raza negra muy similar. Costeño y riberano: en fin de cuentas, dos culturas con muchas identidades. Desde entonces hubo entre ellos una amistad recíproca cultivada por ocasionales encuentros y por la permanente protección que El Flaco le brindó. El M-19 asumió algunos aspectos logísticos y de seguridad para su viaje, pero fue Gabriel García Márquez quien le contó a Torrijos la historia del guerrillero "eleno" y le propuso que lo recibiera en Panamá. El general, gustoso y solidario, lo aceptó y vinculó a un proyecto agrario en Coclecito, donde tenía una modesta casa. Así era Torrijos. Ricardo Lara se ganó su aprecio y el de los campesinos del lugar.
Bateman tenía sus propios planes con Panamá y el sandinismo. Andaba en lo suyo, conspirando y entablando relaciones. Muy consciente de las limitaciones logísticas para desarrollar las guerrillas móviles, instruyó a toda la militancia en la urgente necesidad de conseguir armas. Pensaba también en la guerra de Nicaragua, donde las imágenes de prensa y televisión mostraban a la gente peleando con rudimentarios elementos: adoquines, caucheras, rifles de bajo calibre, pistolas casi de juguete. El Flaco estaba pensando en grande.
A través de sus contactos supo que el primer jueves de cada mes un camión lleno de armas hacía el recorrido desde el Cantón Norte hasta el Ministerio de Defensa en el CAN; eran armas decomisadas y su cantidad podía ascender a 200 ó 300. El vehículo siempre iba custodiado por otro transporte militar; se le hizo un estudio completo y se determinó asaltarlo en la vía pública, a plena luz del día: "Era el primer operativo feroz que se iba a hacer, porque implicaba entrar matando. No había otra posibilidad. El Flaco era enemigo de cualquier acción que implicara entrar a matar y siempre procuraba que no se derramara sangre inocente. Pero en ese caso no había ninguna otra posibilidad"[1]. Prepararon un grupo comandado por Jaime Bermeo, Simón, confeccionaron uniformes y cascos de la Policía Militar, montaron una central de radiocomunicaciones, consiguieron locales para la retirada, y ya entrenados salieron a patrullar. Pero de pronto llegó la orden tajante del comandante Pablo: "El operativo se para" Los planes cambiaron.
La nueva información era la existencia de un depósito de armas en el Cantón Norte de Bogotá. Bateman se apersonó de la situación, desde el principio hasta el final condujo la operación, cada paso lo planeó y lo consultó con Isidro, Carlos Duplat, quien pasó a ser el mando externo; como segundo al mando estaba Yamel Riaño. Concibió la construcción de un túnel desde una casa alquilada para llegar al sitio. Habló con los esposos Rafael Arteaga y Esther Morón, quienes manejaban la firma Produmédicos, que financiaba parte de las actividades del M-19. Eran la familia ideal para dar la cobertura en la casa desde donde se iniciaría la construcción: una pareja acomodada con dos hijos, que gozaba del aprecio de sus amistades y de buen crédito en el comercio capitalino. El cálculo era sacar unas mil armas, y para eso compraron una vivienda que estaba a escasos 80 metros del galpón donde se almacenaban.
El asunto era bastante delicado y planteaba muchos problemas e interrogantes: el dinero para toda la operación, los aspectos técnicos y de seguridad, la coordinación y compartimentación de un grupo muy grande de militantes involucrados en el trabajo, la evacuación de las armas y de las personas... en fin, detalles y detalles que con el paso de los días se presentaron y así mismo se sortearon. Durante dos meses y medio se trabajó febrilmente, sin descanso, sabiendo que los riesgos eran extremadamente altos, que en la Operación Colombia el M-19 se jugaba el todo por el todo. El comandante Pablo se apoyó en un reducido grupo de su máxima confianza y distribuyó responsabilidades, pero estaba enterado de cada paso que se daba. Permanentemente se reunía con Isidro, con Rafael, con Esther o con Otty, que era el responsable en Bogotá y tenía como una de sus misiones coordinar la construcción de algunas caletas para guardar las armas.
Bateman buscó contacto en el exterior con los cubanos, y por intermedio de ellos con los panameños y los sandinistas. Al finalizar octubre viajó con Iván Marino Ospina a Panamá. La idea era ofrecer un respaldo efectivo para la lucha en Nicaragua: mil fusiles! Allí se entrevistó con uno de los dirigentes del FSLN y le hizo la propuesta. A su vez, dejó funcionando formas de comunicación y el apoyo que los cubanos prestarían a algunas personas que tendrían que abandonar el país tan pronto culminara la operación. "Una vez, estando yo en Cali de profesor de la Universidad del Valle, con una posición bastante buena como cobertura, fui a recibir a unos compañeros a Ibarra. Resulta que los compañeros eran Jaime Bateman e Iván Marino Ospina, que venían del exterior y estaban entrando por el Ecuador. Yo sé que ellos hicieron Panamá- Quito. Eso fue en 1978”[2].
Los sandinistas a su vez le comentaron al general Torrijos la oferta del M-19. García Márquez también estaba enterado del tema y en una reunión que tuvo con el general a finales de noviembre, éste le propuso enviar un emisario a Bogotá para que se reuniera con los dirigentes del M-19, se enterara de los detalles y acordara la forma de hacer llegar esas armas a Panamá. Ese día Torrijos estaba borracho y sacó un billete de un dólar, estampó su firma en una mitad y Gabo lo hizo en la otra, lo dividieron en dos partes y cada uno conservó un pedazo, el de la firma del otro. Ésa sería la contraseña entre Gabo y el emisario del general.
Por primera vez Torrijos se involucraba en un intento serio de ayudar con armas a los sandinistas. Una misión de esa envergadura solamente se la podía encomendar a alguien de mucha confianza. Marcel Salamín había sido profesor universitario y ahora era el civil más cercano al general, su asistente inmediato. A él le confió la tarea. El encuentro sería el viernes 15 de diciembre.
Como estaba planeado, llegó esa mañana a Bogotá y se hospedó en el hotel Tequendama; un poco más tarde recibió la llamada de Gabo, se identificaron y fijaron las señas para reconocerse cuando se vieran.
A las once de la mañana pasó a recogerlo, se saludaron como dos viejos amigos y caminaron hasta el hotel Hilton. García Márquez le entregó el pedazo de billete con la firma de Torrijos y le reclamó el suyo; el panameño quedó confundido: no sabía de qué le estaba hablando; Gabo lo entendió: "Coño, ese general tuyo sí que es bien loco". Le explicó que pronto se encontraría con Jaime Bateman, el jefe del M-19. Era temprano aún y para pasar el tiempo decidieron entrar en la barbería del hotel. Cuando salieron le indicó un carro que estaba parqueado afuera: "Entra, te busco mañana cuando te vayas".
“Yo me monté y ahí estaba Jaime Bateman con un muchacho muy bueno que también era comandante y al que después lo mataron. Creo que era el segundo comandante, un muchacho bajo, fuerte pero no era gordo, Iván Marino Ospina. Andaban con otro muchacho flaquito, eran tres. Nos fuimos a dar vueltas por la ciudad y me llevaron a un restaurante popular, no sé en qué parte de Bogotá sería, porque yo no conocía. Dimos muchas vueltas, me imagino que fueron todos los recursos de la seguridad. Hablamos mucho, hablamos de Panamá, hablarnos del general Torrijos. Bateman me preguntó insistentemente cómo era el hombre, cómo actuaba, cómo reaccionaba frente a las cosas, su grado de sensibilidad política, las tareas que tenía por delante como las veía, como las concebía, como concebía su propio destino; todas estas cosas me preguntó. A cada rato me decía: "Coño, cómo me gusta ese tipo, cómo me gusta el hombre ese. Vamos a hacer una buena amistad, ¿cierto?[3].
La conversación se prolongó toda la tarde; las inquietudes eran de parte y parte. El general le había encargado a Salamín que explorara en la personalidad de esos guerrilleros: cómo eran, si miraban a los ojos, cómo se comunicaban, si tomaban nota de lo que se conversaba ("Si lo hacen, no son confiables") y cómo se comportaban cotidianamente. El comandante Pablo le detalló al máximo lo que pensaba el M-19, sus motivaciones y experiencias, su visión de los problemas colombianos y de la situación internacional. Le contó sobre el túnel y la operación que estaban haciendo para sustraer un armamento del Ejército y la importancia de enviar una parte a los sandinistas por la vía de Panamá.
El plan de El Flaco era montar esas armas en un avión y trasladarlas en la noche del 31 de diciembre a una pista en Panamá. "Ustedes lo que tienen que garantizar es dónde vamos a aterrizar". Cuando fueron a dejarlo en el 'Tequendama, El Flaco lo invitó a cenar en el Salón Monserrate. Esa noche se presentaba la cantante Támara, anunciada como "La voz morena de Colombia". Salamín no lo podía creer: estaba bebiendo y comiendo con los máximos dirigentes del M-19, hablando de una acción que ellos adelantaban contra el Ejército, y en las mesas contiguas un grupo de oficiales celebraba ruidosamente la despedida navideña.
Al día siguiente se encontró nuevamente con García Márquez, que arrimó al hotel para despedirlo.
Cuando llegó a Panamá buscó de inmediato al general, le expresó sus opiniones y le entregó un casete que Bateman enviaba. Lo escucharon pensando que traía algún mensaje adicional, pero soltaron la carcajada al oír los chistes de Montecristo.
Le contó que era un personaje afable y lucido, muy amable y amigable Cuando lo enteró del operativo que estaban adelantando y del plan para el 31 de diciembre el general abrió los ojos utilizando una expresión muy panameña, exclamó: "¡Coño! ¡Ese hombre es un cuatriboliao!"[4].
Tres días después, mediante el mecanismo establecido, le comunicaron a Bateman las coordenadas de un aeropuerto que los panameños tendrían bajo control durante toda la noche del 31. En efecto, esa noche el general Torrijos se reunió con sus allegados para recibir el Año Nuevo en Farallón, una de sus residencias situada a la orilla del mar, al sur de la capital; en medio de la celebración y de la expectativa, constantemente le preguntaba a Salamín si había novedades. No pasó nada. Sin embargo, "eso estableció un contacto con el M-19 y un grado muy profundo de relación y confianza"[5].
*JAIME BATEMAN CAYON: Biografía de un revolucionario
Herrera Villamizar Dario, Planeta 2002, pags. 346/350
[1]Entrevista del autor a Carlos duplat, Santafé Bogotá 10 de mayo de 1999
[2]Entrevista del autor a Antonio Navarro, Santafé de Bogotá 12 de diciembre de 1999
[3]Entrevista del autor a Marcel Salamín, Panamá 21 de enero de 1999
[4]Macho “con cuatro bolas”. Panameñismo
[5]Marcel Salamín, “Marcel Salamín y su relación con el general Omar Torrijos”, (Inédito)
RUEDA DE PRENSA
CONVOCADA POR EL
M-19
Abril de 1984
Agradecemos a los amigos de la Comisión de Paz y a los Periodistas, su presencia en esta entrevista. En verdad, cada vez resulta más fácil el poder conversar con ustedes.
El M-19 los ha convocado a efecto de fijar, de precisar, algunos aspectos que tienen .directamente que ver con el problema de la Paz, del Diálogo, del Cese del Fuego; es decir, del problema de Orden Público que enfrenta el país actual mente.
Nadie puede negar hoy en Colombia que el M-19 ha sido y sigue siendo abanderado de la Paz. Desde hace rato hemos planteado la necesidad del Cese del Fuego, la necesidad del Diálogo Nacional, la necesidad de la Apertura Democrática. JAIME BATEMAN murió envuelto en la bandera del Diálogo Nacional, en la bandera de la PAZ. Participamos con los trabajadores, con el pueblo, con las organizaciones sindicales, con las organizaciones democráticas, en la lucha contra el Estado de Sitio, en la lucha contra el Estatuto de Seguridad, en la lucha por la amnistía para los Presos Políticos. Estas fueron evidentemente conquistas no sólo de nuestra Organización, sino de todas las organizaciones amantes de la Paz y del progreso en Colombia.
En este momento estamos viviendo el punto álgido del Cese del Fuego y del Diálogo Nacional. Nuestros máximos Comandantes, los compañeros IVAN MARINO OSPINA y ALVARO FAYAD DELGADO, fueron a Madrid a conversar con el Presidente de la República y a abrir el Diálogo Nacional. El Presidente de la República se comprometió con nosotros a continuar el Diálogo aquí, en la República de Colombia. Nosotros hemos estado esperando la convocatoria de la Presidencia de la República. Estamos dispuestos a dialogar; queremos dialogar, queremos participar en el proceso de la Paz en Colombia. Sin embargo, hasta este momento, el señor Presidente de la República no ha movido un solo dedo para abrir el diálogo con el cual se comprometió en Madrid. Pensamos que es una lástima el que se demore el Diálogo, se aplace el Diálogo. Consideramos que hay un ambiente, una atmósfera, un espíritu, hay un sentimiento pro paz en Colombia. Esto debe ser recogido y materializado por las fuerzas que podemos pactar la Paz en Colombia.
Y esas fuerzas son: de un lado, el gobierno, y del otro, las fuerzas guerrilleras y las fuerzas sociales del país.
Hay ambiente de Diálogo, hay atmósfera de Diálogo, hay esperanza de Paz; no hay por qué demorar esto. Nos parece una inconsecuencia, por decir lo menos, el que no se desarrolle el Diálogo con el M-19 en este momento. Desde luego, creemos que el Cese del Fuego debiera decretarlo, en primer término, el señor Presidente de la República. No ha querido hacerlo... No lo han dejado... Entonces, dialoguemos. Pactemos el Cese del Fuego, no para dentro de dos meses, sino para ya! Nuestra Organización está en condiciones de decretar el Cese del Fuego pactado en 24 horas. Pero, ese Cese del Fuego pactado, tiene que ser el preámbulo para el Diálogo Nacional
Y... ¿Qué es el Diálogo Nacional? Por ahí se nos pregunta, pero... esa es una invención de ustedes? Eso no tiene antecedentes en el país. Nosotros decimos: si algún país tiene antecedentes de diálogo y de acuerdo, es Colombia. Lo que ocurre es que los acuerdos aquí, históricamente, han sido inter-oligárquicos, inter-burgueses. Fueron Laureano Gómez y Alberto Lleras quienes nos enjalmaron 16 años de Frente Nacional, a través de un acuerdo. Y podríamos señalar cientos de acuerdos en el país. Pero, siempre de espaldas al pueblo colombiano.
En este momento lo que estamos planteando es, recoger el 70% de los abstencionistas de este país; es, recoger los combates y las luchas del universitariado colombiano, de los indígenas, de los campesinos, de la Iglesia, del Ejército, de la Academia, de las amas de casa que van a padecer y que empiezan a padecer la tortura del IVA. Nosotros no creemos en un Diálogo sin pueblo. En un Diálogo a espaldas del pueblo. JAIME BATEMAN nos enseñó que la PAZ no es rendición. Que la PAZ no es incondicionalidad. Que la PAZ no es rendición. Que la PAZ es ACUERDO DECOROSO Y DIGNO entre las partes en conflicto.
Es lo que estamos diciendo. Los estamos convocando a ustedes; las Centrales Obreras, que aquí en este momento hay representantes suyos -en la Comisión de Paz-, quieren participar en ese Diálogo, para que la PAZ tenga un sostén, tenga una base de JUSTICIA SOCIAL.
Ese es el Diálogo que nosotros estarnos planteando. Ese DIALOGO, con la participación de todas las fuerzas, económicas, políticas, sociales de este país tiene que generar, tiene que crear las condiciones para una verdadera APERTURA DEMOCRATICA. Esa es la Apertura Democrática por la cual nosotros estamos luchando. No es diálogo, amigos periodistas y compañeros de la Comisión de Paz, no es diálogo a espaldas del pueblo. No es Diálogo sin pueblo. Es Diálogo con la Nación. Para decirlo claramente, nosotros no creemos que la Paz en este momento, sea un gran negocio de los ganaderos y de los latifundistas de es te país. La PAZ tiene que ser el fruto del acuerdo de la nación colombiana. Son los trabajadores, es el pueblo, es la nación, quienes tienen que beneficiarse de un ACUERDO DE PAZ en este país.
Pero surge un terrible interrogante... El doctor Betancur no ha podido cumplirnos el compromiso de Madrid, de continuar el Diálogo aquí; es sospechoso que vaya a cumplirse el contenido de un pacto, el contenido de un acuerdo.
Entonces, esto es lo que nosotros le estamos planteando al país. Es lo que - le estamos planteando al Presidente de la República. Es lo que le estamos planteando al gobierno. ¡Queremos el Diálogo! ¡Queremos el Cese del Fuego! ¡Queremos la PAZ! Pero, que no sea PAZ de vencidos, que no sea PAZ de derrotados.
En este momento les vamos a entregar a ustedes los últimos partes de guerra del M-19 en el Sur y en el Cauca, para que se acabe el cuento de la división del M-19. No hay M-19 dividido, señores periodistas; que no se sueñe con eso.
Es verdad que el Ejército no derrotará la guerrilla en este país. La guerrilla no está derrotada; la guerrilla no está vencida; la guerrilla no está cansada. ¡Pero, no queremos una gota de sangre más! Queremos que el Presidente de la República cumpla eso. Ni una gota de sangre más!!! Pero eso se puede cumplir en la medida en que hablemos de JUSTICIA SOCIAL. De que nos sentemos en la mesa a hablar sobre el problema de la REFORMA AGRARIA en este país. Que nos sentemos en la mesa a hablar sobre el problema de la REFORMA LABORAL DEMOCRATICA en este país. Que nos sentemos en la mesa a hablar de los indígenas de este país. Que nos sentemos en la mesa a hablar sobre el problema de los universitarios, de la crisis universitaria, en este país. Que no le tengamos miedo al pueblo, que no le tengamos miedo a la nación. Que nos enfrentemos a la problemática nacional y que hagamos UN GRAN ACUERDO NACIONAL.
Si el partido liberal y el partido conservador hicieron un gran acuerdo oligárquico, pues creemos que la nación hoy puede hacer UN GRAN ACUERDO NACIONAL que recoja los anhelos, las necesidades, los apremios de la nación y del pueblo colombiano. No estamos pidiendo Revolución, porque la burguesía de este país no va a hacer Revolución. Pero, sí creemos que se puede generar una APERTURA DEMOCRATICA, un espacio en donde nos podamos mover sin el terror del M.A.S, sin las maniobras oligárquicas, sin las trampas de la burguesía.
Hoy, Carlos Lleras Restrepo, está hablando de la nebulosidad, de la confusión de muchos planteamientos del acuerdo que han firmado las FARC con el gobierno y en primer término con la Comisión de Paz; que hay que precisar más. Nosotros estamos de acuerdo con eso. Hay que precisar más. Hay que concretar más. Pero eso lo hacemos con los interesados directos en que el país inicie una nueva etapa.
Yo quisiera decirles para terminar, que no queremos que este momento de Consenso Nacional en torno a la Paz, se nos constituya en una nueva frustración sino que esto sea, de verdad, el principio de una nueva etapa en la vida nacional. Eso es lo que queremos. Y la manera de concretar eso, es discutiendo con las gentes que han sufrido, que han padecido 35 años de violencia.
Por el contrario, nosotros lo que estamos diciendo: 35 años de violencia, deben materializarse, hoy, en unas conquistas. Este pueblo no ha podido pasar 35 años de violencia para que el General Matamoros nos diga hoy, que se entreguen las armas y hasta luego. Eso es desconocer la historia. Eso es ser inconsecuente con los padecimientos y los sufrimientos de un pueblo, como es el pueblo colombiano.
Finalmente, hemos llegado a un acuerdo -que les vamos a entregar esta noche también-, con los compañeros del Ejército Popular de Liberación. Grupo combatiente, grupo creciente, grupo en desarrollo. Pero... ¿Qué es lo que hemos acordado? Hemos acordado sumar nuestras fuerzas, sumar nuestras experiencias para potenciar las luchas del pueblo. Pero también, para utilizar esa fuerza en función de la PAZ, en función del Diálogo. Para empujar, para imprimirle dinámica al proceso este del Cese del Fuego, del Diálogo Nacional y de la apertura democrática. Los compañeros del Ejército Popular de Liberación nos han dicho, nos han ratificado que no quieren más guerra. Pero la guerra no es un problema subjetivo, la guerra tiene condicionantes objetivos como lo plantea el Presidente de la República, y a esos condicionantes y a esos elementos dinámicos de carácter objetivo, hay que enfrentarlos y la única manera de enfrentarlos, es a través del Cese del Fuego, del Diálogo, hacia la Apertura Democrática.
Este es el planteo que nosotros queríamos transmitir a través de ustedes, en primer término, al señor Presidente de la República, a los trabajadores y a la nación colombiana, y a todos los patriotas.
Encuentran en nosotros banderas de Diálogo, encuentran en nosotros banderas de PAZ, encuentran en nosotros banderas de Apertura Democrática. Pero que nada de eso se convierta en un señuelo para engañar al pueblo, para engañar a los trabajadores, y que dentro de un año, tengamos que estar enfrentando la situación que creímos superada. Para nosotros, esto no es un paréntesis, esto no es un tomar aire, esto no es un - prepararnos para combates mayores. Esto es iniciar una nueva etapa en la vida nacional. Ojalá que con el pueblo y con ustedes, iniciemos esa nueva etapa.
Muchas gracias.
PERIODISTA: ¿Entonces, para ustedes no es válido el acuerdo a que llegó el - gobierno con las FARC?
AA: Felicitamos el acuerdo, nos parece un gran paso, pero no es todo.
P: ¿Cómo explican ustedes lo que pasó en Caquetá y en Corinto (Cauca)?
AA: Es parte de la guerra. No queremos que eso continúe pasando. Pero mientras no se llegue a un pacto, mientras no se llegue al Diálogo, vamos a seguir viendo estos fenómenos de guerra.
P: ¿Qué objeciones le hacen ustedes al acuerdo firmado entre el gobierno y las FARC?
AA: El gobierno y las FARC han firmado un acuerdo. El gobierno es gobierno y las FARC son FARC; nosotros somos una Organización distinta a la de las FARC, el gobierno tiene que discutir con nosotros y llegar a un acuerdo con nosotros, porque política y militarmente en este país, ninguna organización arrastra a otra.
P: ¿A quién responsabiliza usted de que el Presidente Belisario Betancur no haya podido continuar el Diálogo que se inició en Madrid?
AA: No soy adivino ni quiero adivinarlo. Realmente es un interrogante frente al M-19 y frente al país, que el presidente Betancur debe absolver y ojalá lo haga en el menor tiempo posible.
P: Se dice que ustedes están en diálogo con la Comisión de Paz en estos momentos. ¿Qué hay sobre el particular?
AA: Conversamos con amigos distinguidos de la Comisión de Paz, pero no hay un diálogo con la Comisión de Paz.
P: ¿Sobre qué bases hablan con la Comisión de Paz?
AA: En plan de acercamiento, en plan de demostrar que realmente queremos el Diálogo.
P: ¿Para ustedes sólo es válido que el presidente los llame?
AA: Se inició un Diálogo con el presidente en Madrid y queremos que ese diálogo continúe. O que el presidente le explique al país por qué él, como protagonista del diálogo, lo rompe, lo trunca, en un momento determinado.
P: ¿En qué se basa el incumplimiento del señor presidente en Madrid?
AA: En qué quedamos que en Bogotá (Colombia) se continuaría el Diálogo y hasta este momento no se ha continuado.
P: ¿Por qué no nos precisa qué objeciones se le hacen, por parte del M-19, al Acuerdo firmado con las FARC?
AA: Que no está el pueblo ahí. El problema no es la guerrilla. No lo resuelve ni representa al pueblo colombiano. En Colombia hay una serie de fuerzas que deben participar en un Diálogo Nacional.
P: ¿Entonces, para ustedes no es válido ese acuerdo, no va a llevar a la PAZ?
AA: Pensamos que ha sido un paso, pero creemos que se ha quedado corto. Lo - saludamos porque consideramos que ha sido un paso importante, pero no es, en nuestro criterio, lo que debe hacerse en materia de Diálogo.
P: ¿Cuáles son los puntos fundamentales sobre los cuales ustedes sustentarían una PAZ definitiva?
AA: Que el presidente de la República se siente en una mesa a dialogar con el país, no con nosotros en particular ni con las FARC en particular. Con el movimiento sindical, con el movimiento campesino, con el movimiento estudiantil, con los intelectuales, con la Iglesia, con el Ejército, con los Partidos.
Y les voy a decir finalmente esto: aquí se han hecho acuerdos, ustedes lo conocen, bipartidistamente, parlamentariamente, extraparlamentariamente. Nosotros creemos que en este momento, podrían hacerse acuerdos con los partidos tradicionales y estos acuerdos convertirlos en LEY, con los señores parlamentarios. Señores, no excluimos a nadie. Queremos que el país entero participe activa, conscientemente, en la solución de los grandes problemas que en este momento afronta el país y que son infinitos.
P: El EPL nombró dos delegados para que sin capucha y sin más nada, entren a dialogar sobre la PAZ. ¿El m-19 estaría en condiciones también, de nombrar a dos personas a una Comisión para que dialoguen?
AA: Para allá vamos mañana, a la presidencia de la República en el Palacio de Nariño, si el señor presidente de la República nos llama a continuar el Diálogo de Madrid.
P: ¿Nos podría dar alguna información sobre si Pizarro Leongómez murió en combate?
AA: No ha muerto el compañero Pizarro Leóngómez, por fortuna. Es un comandante nuestro que está en el sitio donde le corresponde en este momento.
P: ¿Cuáles son las precisiones o aclaraciones que se le deben hacer al Acuerdo FARC-gobierno?
AA: No, nosotros no somos jueces del Acuerdo de los señores de las FARC con el gobierno. No somos jueces. Lo saludamos, nos parece bien, pero nos parece que hay muchas cosas ahí que sólo podrían decirlas con evidente claridad las partes interesadas y las partes interesadas no son la guerrilla y el gobierno. Las partes interesadas, es la nación colombiana. Oigamos al movimiento obrero, al movimiento estudiantil, al movimiento campesino, a las amas de casa y hagamos un GRAN ACUERDO NACIONAL con la participación de todos. Eso es la democracia participativa, la democracia viva, la democracia actuante, la democracia dinámica.
P: ¿Cuál es la versión del M-19 sobre el número de bajas en el Cauca?
AA: Todavía no tenemos la versión oficial, pero les doy la del Caquetá: 3 (tres) compañeros.
P: Ustedes hablan de propiciar la Paz, pero continúan los combates. ¿Cómo se entiende esta situación?
AA: Habrá combates en Colombia mientras no se haya pactado la Paz.
P: ¿Qué pasó con el acuerdo de las FARC y el M-19?
AA: Simplemente los compañeros de las FARC no lo tuvieron en cuenta, simplemente eso.
P: ¿Nunca consultaron con ustedes?
AA: No, no. De ninguna manera. Los compañeros no lo tuvieron en cuenta.
P: ¿Violaron el Acuerdo?
AA: No quiero calificar. Simplemente, no lo tuvieron en cuenta. Eso no nos molesta.
P: El Ejército afirma que la Operación de Corinto fue conjunta con las FARC es cierto?
AA: No. No lo fue. Y gracias, nuevamente, muchas gracias.
NUESTRO CORAZÓN NO DEJA DE LATIR POR COLOMBIA
“El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia,
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido…”
Mario Benedetti
"Nosotros morimos tres veces, la primera en nuestra carne, la segunda en el corazón de aquellos que han sobrevivido, y la tercera en la memoria, la cual es la última tumba."
Rosa Epinayu